Historia del fenómeno ovni
El gran engaño de los platillos volantes
Comenzaremos el tema
con unas razonables palabras de Luis Alfonso Gámez:
"Una
nave extraterrestre visita la Tierra cada seis minutos. Sólo así se explica
que, en los últimos 50 años, el 5% de la población mundial asegure haber sido
testigo de las evoluciones de platillos volantes. Aunque la inmensa mayoría de
las observaciones tiene su origen en percepciones erróneas de cuerpos
astronómicos, de fenómenos atmosféricos, de aviones y helicópteros... cuando no
en meras fabulaciones y fraudes; de los 200 millones de platillos volantes
vistos en el cielo desde 1947, 4 millones son auténticos ingenios alienígenas,
según estimaciones de los ufólogos más prudentes.
Nuestro planeta es una especie de
Benidorm cósmico al que acuden seres de todos los rincones de la galaxia y no
precisamente con buenas intenciones. En 1991, «al menos un 2% de la población
norteamericana presentaba los síntomas característicos de las personas que han sido
abducidas. Es decir, llevadas al interior de ovnis por seres de apariencia
extraterrestre para ser examinados minuciosamente y formar parte, además, de un
estricto programa de 'seguimiento' a lo largo de toda su vida por parte de sus
abductores» [Sierra, 1994]. A nadie puede extrañar, por lo tanto, que, a
finales de los años 70, el ufólogo español ANDREAS FABER-KAISER hablase de los
ovnis como del «problema número uno de la ciencia moderna»".
Andreas
Faber-Kaiser
Los orígenes
Nuestro estudio comienza con el
resumen de Luis
Alfonso Gámez sobre el origen del fenómeno ovni y el estudio de Ismael Pérez,
Luces en
los cielos, 65 años del mito OVNI.
La base de la ufología es la creencia de
que seres extraterrestres nos están visitando a bordo de sus portentosas naves
espaciales. Los que se aproximan al fenómeno ovni suelen confundir el término,
al que asocian con naves espaciales provenientes de otras civilizaciones.
Lo cierto es que los ovnis existen,
siempre y cuando seamos rigurosos y nos atengamos a lo que significan esas
siglas, es decir, Objeto Volador No Identificado. Un ovni simplemente es algo
que vemos en el cielo y no sabemos lo qué es. Después de más de medio siglo de
fenómeno ovni, seguimos sin tener pruebas que demuestren la visita de naves
extraterrestres. No existen pruebas, sólo testimonios de personas, casi siempre
poco fiables.
Así pues, los que defienden la existencia
de naves extraterrestres son creyentes, tienen en fe en la existencia de un
mito indemostrado. Por ello, algunos filósofos afirman que esta creencia es
religiosa, y sus fieles tienen la esperanza de salvación en unos seres de otros
planetas.
Todo comenzó a finales de
los años cuarenta del siglo XX. El 24 de junio de 1947, un piloto, Kenneth Arnold,
un vendedor de equipos de extinción de incendios, volaba en su avioneta de
Chehalis a Yakima, en el estado de Washington por la zona de las montañas
Cascadas en el estado de Washington. Durante ese vuelo Arnold vio nueve ovnis,
es decir, vio nueve objetos que no supo identificar volando sobre el monte
Rainier. Cuando Arnold explicó a la prensa lo que había visto, dijo que
aquellos ovnis, "se movían como platos saltando en el agua".
Y esto es importante, porque Arnold nunca dijo que tuvieran forma de platillo
volante. El mito de que hay platillos volantes se lo debemos al periodista que
entrevistó a Arnold, el cual cometió el error de afirmar que tenían forma de
platos volantes
Kenneth Arnold posando ante un dibujo del supuesto
ovni. Obsérvese el parecido a las alas de un pájaro
Esta imagen de los pelícanos
viene a cuento porque según los ufólogos, los escépticos sobre la realidad de
los avistamientos (en el sentido de naves extraterrestres) son llamados “pelicanistas”,
pues James Easton -un ufólogo- se atrevió a sugerir que el famoso avistamiento
de Kenneth Arnold en realidad fueron pelícanos, ya que los montes Rainier están
en la ruta de emigración de estas aves. El calificativo despectivo -pelicanistas- lo sugirió Jerome Clark,
otro ufólogo. Estos montes, sobre todo en la primavera y principios del verano,
sufren inversiones térmicas, las cuales producen distorsiones de las imágenes,
pudiendo confundirse una bandada de pelícanos con naves voladoras.
Desde ese momento, toda la gente empezó a
declarar que había visto platos voladores, cosa que sorprende a Ismael Perez,
director de la organización Escepticos,
quien se pregunta: “Dado que los objetos
que vio Arnold no tenían forma de platillo volante, ¿cómo es posible que de
pronto todos los avistamientos hablen de platillos volantes? De ser naves de
verdad, ¿estuvieron los extraterrestres esperando para ver que se decía de
ellos en la prensa para así rediseñar la forma de sus naves? Ridículo, se mire
por donde se mire”.
El ejército estadounidense entra en escena
Durante los años cincuenta la fiebre del
avistamiento de platillos volantes coincidió con la era McCarty y su caza de
brujas contra los comunistas. El país tenía miedo a un ataque repentino de
misiles soviéticos. La paranoia conspiratoria se extiendía por todos los
Estados Unidos y los políticos ultras creían que las ideas comunistas se
estaban abriendo paso en todos los organismos de la nación.
América estaba inmersa en la guerra
fría y los americanos estaban paranoicos y temerosos de sufrir un ataque
con misiles soviéticos. Por eso creyó que se trataba de aeronaves soviéticas e
intentó informar al FBI; pero la oficina de Pendleton (Oregon) estaba cerrada,
así que acabó contando la historia a los periodistas y la historia dio la
vuelta al mundo. En todo momento el hombre supuso que eran «aviones
con propulsión a chorro», afirmando que estaba convencido de que se
trataba de algún tipo de avión. Así pues, siempre creyó que los objetos que
había visto sobre el monte Rainier eran aviones hasta que entró en escena
un director sin escrúpulos de las revista Amazing Stories llamado Raymond Palmer. Este director comenzó
a dirigir las revistas Amazing Stories y Fate en
1938 bajando la calidad de las historias, haciéndolas más populares,
consiguiendo aumentar la tirada de la revista.
El estamento militar también se ve
afectada por esta paranoia y lega a sospechar que los platillos volantes, en
realidad, puedan ser aparatos soviéticos que espían el espacio aéreo
norteamericano. Entonces deciden poner en marcha distintas investigaciones para
tratar de averiguar que hay detrás de todos esos avistamientos. La más famosa
de las investigaciones lleva el nombre de Proyecto Libro
Azul, siendo su conclusión que los llamados “ovnis” nunca han
sido una amenaza para la seguridad nacional, pues no ha habido prueba alguna de
que los avistamientos puedan ser clasificados como aparatos adelantados
tecnológicamente ni de origen extraterrestre.
En el proyecto Libro
Azul se calificaron los distintos ovnis avistados hasta la
fecha, siendo su resultado el siguiente:
27,6%
|
acontecimientos astronómicos
|
23,7%
|
aviones
|
17,1%
|
satélites
|
14,2%
|
fraudes
|
4,1%
|
globos meteorológicos
|
9,6%
|
insuficiente información
|
1,9%
|
información en proceso
|
1,8%
|
no identificados
|
Es
decir, el 86,7% de los avistamientos tenían explicación, el resto, o no se sabe
que fueron, o no se tenía la suficiente información, o todavía se estaba
analizando. Es a este 13,3% restante a lo que se suelen agarrar los creyentes
en las visitas extraterrestres, afirmando falazmente que son naves, cuando en
realidad, lo único que se sigue de dicha afirmación es que no tenemos la
información suficiente para saber que era aquello que se observó, nada más. La
fuerza aérea americana, vistos los resultados obtenidos en el Proyecto Libro
Azul, decidieron en 1966 dar por zanjado el asunto de los ovnis. No obstante,
decidieron contratar a un grupo de científicos independientes dirigidos por el
Dr. Edward
U. Condon, de la Universidad de Colorado, para que estudiaran todos
los aspectos del fenómeno ovni. El grupo conocido como Comité Condon concluyó
que los ovnis no eran naves extraterrestres y, además, reconocía que el estudio
de los ovnis no había aportado nada a la ciencia, e incluso se recomendaba a
los profesores que tenían alumnos con intereses en estos temas, que intentaran
reorientar las miras de dichos alumnos hacia la astronomía y la meteorología.
***
Pero regresemos al año 1947 y nos
encontramos un Orson Welles que había
aterrorizado a cinco millones de personas con una versión radiofónica de La guerra de los
mundos (1897), de Herbert G. Wells. Raymond Palmer
en junio de 1947 dedicó un número entero de su revista a narrar la historia de
un desequilibrado llamado Richard S. Shaver, que decía que los
continentes míticos como la Atlántida, Lemuria y Mu habían sido
colonizados por seres extraterrestres en un remoto pasado.
Richard S. Shaver
Según Shaver, los alienígenas habían
tenido que abandonar la Tierra hace miles de años, dejando en nuestro planeta
dos tipos de robots que desde entonces habitan en el subsuelo: los Teros,
que hacen lo posible por ayudar a la humanidad, y los Deros,
muy crueles y sádicos, que usaban su tecnología para provocar desastres y
catástrofes a la Humanidad, y ocasionalmente secuestraban personas para cometer
atrocidades como torturas, violaciones y experimentos. Ellos eran los responsables
de gran parte de las desgracias del ser humano. Miles de personas de todo el
mundo creyeron sus historias y fundaron los llamados "Círculos Shaver"
para tratar el tema de sus escritos. Shaver fue diagnosticado esquizofrénico e
internado en un hospital. La película japonesa Marebito
se basa en sus historias.
Los tripulantes de los platillos
volantes eran descendientes de los extraterrestres que habían colonizado
nuestro planeta en un pasado remoto. Palmer fue despedido de su trabajo. Su
apoyo incondicional a las estupideces propagadas por Shaver había incomodado a
los propietarios de la revista. El imaginativo promotor de basura
pseudocientífica entró entonces en contacto con Kenneth Arnold.
Un
año más tarde, aparecía en los quioscos el primer número de Fate la revista que más estupideces contaba por renglón. El
artículo de portada de la nueva revista
aunque estaba firmado por Arnold, había sido escrito por Palmer. El
autor había pasado por alto todas las dudas que el testigo había reflejado en
el informe al Ejército. Al eliminar del relato
original los elementos incómodos e inventarse detalles inexistentes,
Palmer se convirtió en el primer ufólogo de la historia.
Raymond A. Palmer
El accidente del piloto Thomas
F. Mantell
En
1948 el capitán Thomas F. Mantell sufría
un accidente de aviación cuando creía perseguir un platillo volante sobre la
base aérea de Godman, en Kentucky. El piloto militar perdió el conocimiento
tras sufrir una falta de oxígeno en la sangre al sobrepasar su avión los 6.000 metros de altitud.
El caza se estrelló y Mantell pasó a la historia como el primer mártir de la
ufología a pesar de haber muerto persiguiendo un Skyhook, un globo de
grandes dimensiones, utilizado para estudiar los rayos cósmicos, y que suele
ser visible a más de 20
kilómetros . Según se supo años después -el programa Skyhook era secreto en los años
40-, aquella semana se habían lanzado varios globos desde la base aérea de
Clinton, situada al sur de Ohio, y los vientos reinantes habían llevado alguno
hasta las proximidades de la base de Godman. Los ufólogos hicieron oídos sordos
y continuaron creyendo que el avión se adentró en el campo magnético de una
colosal nave extraterrestre o peor, fue abatido por el "rayo
de la muerte" según dijo Ribera en 1974.
Donal
E. Keyhoe autor del primer libro sobre el tema, The flying saucers are real
(1950), publicó en enero de 1950 un artículo en la revista True,
que sentó los dos pilares básicos de la ufología: el origen alienígena de los
ovnis y el secretismo y la conspiración gubernamental.
Su segunda obra, Flying saucers from outer space (1953),
sirvió de base para la película de ciencia ficción Earth versus the flying saucers, realizada por Fred F. Sears en 1956. «Los
platillos volantes que animó [RAY HARRYHAUSEN] en el filme son tan perfectos
que se los puede tomar por naves suficientemente enormes como para derribar el
Capitolio, cuando en realidad son pequeñas maquetas de doce pulgadas. El
realismo de esta película contribuyó a ensanchar la obsesión por los platillos
volantes» [Torres, 1994].
La supervivencia del fenómeno ovni
Así pues, a pesar de as demoledoras
conclusiones de los investigadores, la creencia en extraterrestres aumentó en
la década de los 50 y 60, por culpa de la prensa sensacionalista. La gente que
tenía suculentas ganancias vendiendo revistas y libros sobre el tema intentó
contrarrestar las conclusiones científicas acudiendo a una conspiración entre los
extraterrestres y los gobiernos del mundo para ocultar su presencia.
Otra sorpresa para Ismael Perez, el cual se
pregunta como puede ser que un pacto tan secreto sea conocido por estos
plumíferos de la prensa sensacionalista. Y otra incongruencia: si los
extraterrestres viajan miles de años luz para llegar a la Tierra y pactan con
los gobiernos para ocultarse: ¿Por qué salen luego por la noche a pasearse en
sus flamantes naves con todas las luces encendidas? Un comportamiento un poco
tonto para unos seres que se supone que son inteligentes.
Ismael Perez lamenta la falta de rigor y
pensamiento crítico de las publicaciones sensacionalistas. Incluso en cadenas
de televisión muy importantes se han realizado afirmaciones tremendamente
extraordinarias sin aportar las debidas pruebas que apoyen dichas afirmaciones.
Un claro ejemplo lo tenemos en la creencia de que los astronautas vieron ovnis.
Esta creencia se la debemos a George Fawcett, el cual compiló una lista de
los supuestos avistamientos de ovnis por parte de astronautas. El Dr. J. Allen Hynek,
del Center for UFO Studies, llegó a la conclusión de que ninguno de los
auténticos casos de avistamientos por parte de distintos astronautas tenían
nada que ver con el fenómeno ovni.
George Fawcett, “UFO Repetitions
- A Challenge to Scientific Investigations”, 1967
***
El fenómeno ovni:
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