El imaginario fantástico europeo. Mitología II
Muchos de los mitos antiguos fueron recogidos
por los hermanos Grimm en Deutsche
Mythologie (1823). Según ellos el caballero que lucha contra el
dragón fue Georg
von Frankenstein, quien venció a un monstruoso dragón que vivía en
el arroyo de Katzenborn, no muy lejos de Nieder-Beerbach. Únicamente el
sacrifico de una doncella, la delicada Anne Marie, llamada “la rosa del Valle”,
podía hacer que el monstruo se marchara de allí. Sin embargo, Georg von
Frankenstein, de regreso de la guerra, se enfrentó a la bestia para rescatar a
la dama, de la que estaba secretamente enamorado. La contienda entre ambos fue
atroz, y Georg logró destruir al dragón cortándole la cabeza; pero una de las
púas emponzoñadas de la cola de la criatura hirió a Frankenstein en la pierna
izquierda, en un punto desprotegido por su cota de malla. De regreso al
castillo familiar, Georg estuvo agonizando tres días y finalmente falleció. Se
dice que Anne Marie murió de pena y que la sangre del dragón ennegreció para
siempre las aguas del arroyo de Katzenborn.
The von Frankesteins, Marvel Comics, 1944
Sin
embargo, esta leyenda germánica es solamente una representación de la lucha
entre San Jorge y el dragón, que a su vez no es más que la versión de las
alucinaciones chamánicas, aunque desprovista de los elementos extáticos; sin
embargo, a nosotros nos resulta increíble que exista alguien que crea que está
luchando con un dragón, a no ser que esté perturbado mental o bajo los efectos
de una alucinación. Una de las primeras iconografías de la lucha se ve en San Jorge y el Dragón (1455-1460) de Paolo Uccello.
Los ingleses sentían veneración por este santo. La bandera de Inglaterra, una
cruz roja sobre fondo blanco, es la cruz de San Jorge (la de Suiza es su
negativo), la cual formaba parte del atavío de los cruzados ingleses en los
siglos XI a XII. También se convirtió en un emblema en el escudo imperial ruso
y en la insignia de los ejércitos zaristas, dando nombre a la primera orden
militar rusa.
The von Frankesteins, Marvel Comics, 1944
Sin
embargo, esta leyenda germánica es solamente una representación de la lucha
entre San Jorge y el dragón, que a su vez no es más que la versión de las
alucinaciones chamánicas, aunque desprovista de los elementos extáticos; sin
embargo, a nosotros nos resulta increíble que exista alguien que crea que está
luchando con un dragón, a no ser que esté perturbado mental o bajo los efectos
de una alucinación. Una de las primeras iconografías de la lucha se ve en San Jorge y el Dragón (1455-1460) de Paolo Uccello.
Los ingleses sentían veneración por este santo. La bandera de Inglaterra, una
cruz roja sobre fondo blanco, es la cruz de San Jorge (la de Suiza es su
negativo), la cual formaba parte del atavío de los cruzados ingleses en los
siglos XI a XII. También se convirtió en un emblema en el escudo imperial ruso
y en la insignia de los ejércitos zaristas, dando nombre a la primera orden
militar rusa.
Hans von Aachen
"San Jorge matando el dragón "
Este episodio del dragón llega a
Occidente desde Siria en el siglo XI por medio de los cruzados. Sant Jordi se
convierte en patrón de Catalunya, a la vez que derrota a los moros de Al-Azraq
en Alcoi, origen de las celebraciones de las fiestas de Moros y Cristianos. Esta es la evolución del dragón sumerio, del
caos primigenio al que venció el héroe Gilgamesh bajo la forma de Toro del cielo, una bestia feroz enviada
por la despechada diosa Astarté para destruir la ciudad de Uruk, y que según el
poema épico Gilgames: o la angustia por la muerte
(2500 a.C.), éste monstruo era llamado Humwawa, un demonio gigantesco con
rostro de león, que personificaba el “río de la muerte” y era, además, el
guardián del Bosque de Cedros, donde moraban los dioses.
Gilgamesh matando al
toro del cielo
Para otros historiadores el episodio de
San Jorge y el dragón hunde sus raíces en la mitología griega. La decapitación
de la gorgona Medusa por la hoz de Perseo es el origen de la aventura de
Perseo, más directamente ligada a la leyenda de San Jorge: el rescate de
Andrómeda. Hija de los reyes de Etiopía, Cefeo y de Casiopea, Andrómeda,
llevada por su vanidad, proclamó ser tan bella como las Nereidas (ninfas del
mar), lo cual irritó a Poseidón, quien envió a un monstruo marino, Cetus, para
que arrasara su tierra natal. Sabiendo por el oráculo de Amón que no podrían
encontrar otra solución que entregar Andrómeda a Cetus, el rey Cefeo la dejó
encadenada a una roca, completamente desnuda. Pero Perseo, de regreso a su
hogar en Sérifos a lomos del caballo alado Pegaso tras matar a la Medusa, vio a
la joven y se enamoró de ella. Solicitó la mano de la joven a Cefeo y Casiopea,
quienes aceptaron de mala gana a cambio de que les librara de Cetus. Perseo
mató a la criatura abisal utilizando la cabeza de la Gorgona, la cual aún
seguía convirtiendo en piedra a cuantos la contemplaban. Después liberó a
Andrómeda y ambos se casaron.
Charles Vanloo, Perseo y Andrómeda, 1735-1740
Peter Paul Rubens,
Perseo liberando a Andrómeda
La más sugestiva versión ilustrada del
rescate de Andrómeda es la de Gustave Doré, en la que el motivo principal no
es la actuación del héroe Perseo, sino la angustia de la hermosa Andrómeda,
desnuda, asediada por el monstruo marino Cetus, como representante de la fuerza
lúbrica, sexual, absolutamente desatada, que se asocia a la mirada voyeurista de quien contempla el cuadro.
Y es que de Andrómeda solamente vemos su cuerpo desnudo, excitantemente
convulso ante el asedio de Cetus, ya que sus revueltos cabellos ocultan su
semblante.
Andrómeda de
Gustave Doré
Ante esta obra sentimos ese non so che, acuñado por los poetas
italianos, referido a los agitados sentimientos que exalta la contemplación de
una obra de arte rebosante de gracia y horror inasibles. Un non so che similar al helado y oscuro
erotismo que desprende la figura de angélica, indefensa y desnuda, encadenada a
una roca, en el lienzo de Jean Auguste Dominique Ingres, Ruggero liberando a angélica (1819),
basada en los hechos descritos por el Canto X del poema caballeresco Orlando el furioso. Al igual que la Andrómeda de Doré, la obra no es más que un
suntuoso y casi litúrgico acto de pleitesía al cuerpo femenino, incitante y
turbador, expuesto a peligros lúbricos, dionisiacos, con los que el espectador
masculino se siente rápida e inconscientemente identificado
Jean Auguste Dominique Ingres, Ruggero liberando a angélica (1819)
Otra de las imágenes de la lucha del
héroe contra el dragón procede de las hazañas de Hércules, de su combate con la
Hidra de Lerna y el descenso al reino
de Hades para capturar al Cancerbero. El mundo fantástico donde Hércules lucha
contra los monstruos está plagado de sombras, lleno de un vaho mefítico, espantoso,
que todo lo emponzoña y destruye. La Hidra de Lerna, al igual que el
Cancerbero, son los dobles demoníacos de Hércules –como en el caso de Teseo y
el Minotauro, de Perseo y la gorgona Medusa y la Quimera, de Belerofonte-, los
abominables moradores del área más oscura e inaccesible de la personalidad del
Héroe, la que alberga sus impulsos agresivos y sexuales, sus deseos más
inconfesables y egoístas.
Antonio Pollaiuolo:
Hércules y la Hidra, sobre 1475. Galleria degli Uffizi, Florencia.
La
representación más fascinante del encuentro de Hércules y la Hidra sea la
realizada por Gustave
Moreau titulada Heracles y la
Hidra de Lerna (1876). La Hidra de Lerna era un monstruo ctónico
con forma de serpiente, con cincuenta, cien o diez mil cabezas, provisto de un
aliento venenoso capaz de acabar con cualquier forma de vida. Su guarida era el
pantano próximo al río Amimona, de Lerna, en el golfo de la Argólida. Bajo
aquellas turbias aguas había una entrada al Inframundo qeu la Hidra custodiaba
con celo. Hércules acabó con ella cortándole su única cabeza inmortal, la cual
enterró bajo una gran roca en el camino sagrado entre Lerna y Eleia. Esta obra
de Moreau,
al igual que La quimera (1862) o Edipo y la esfinge (1864) indagan en la
belleza satánica de la mujer, el ser inconsciente, loco por lo desconocido, por
el misterio, enamorada del mal, bajo la forma de seducción perversa y
diabólica, representada bajo la forma de una “bella” total y absolutamente
monstruosa, con su contorneada y repugnante silueta que advierte al espectador
de su naturaleza femenina, dispuesta a seducir, y después a matar.
Gustave Moreau Heracles y la Hidra de Lerna (1876)
Gustave Moreau se adelantó de este modo,
en casi un siglo, a las reflexiones del psicólogo jungiano Erich Neumann en The Grand Mother: an Analysis of the Archetype
(Pantheon Books, Nueva York, 1955). En la mitología, según Neumann, la
naturaleza terrible de lo femenino puede tomar dos formas: o el de una diosa
que se convierte en un ser horrible, monstruoso, o su aspecto terrible se
convierte en el animal que la acompaña y la domina. En este caso, la Hydra de
Lerna sería la sublimación de los celos monstruosos de Hera, la no-madre de
Hércules.
Gustave Moreau. Edipo y la Esfinge
G. Moreau. La quimera (1862)
También existe una interpretación
católica y “oficial” del mito de San Jorge y el dragón. San Jorge sería el
creyente, su caballo blanco la iglesia, y el dragón representaría el paganismo,
la idolatría, la tentación y Satanás. Esta versión e la que refleja el cuadro
de Rubens
titulado La lucha de San jorge y el Dragón
(1607), en la que la princesa parece la virgen junto al cordero (la diosa y su
hijo-amante), es decir, Jesucristo. El
dragón se parece a uno de los diablos imaginados por Mathias Grünewald o Hieronymus
Bosch, o incluso, se parece a la Quimera, un terrible monstruo con forma de
león y cola de serpiente que aparece en La Iliada,
y que fue muerta por Belerofonte a lomos del caballo alado Pegaso. Pero sobre
todo, La lucha de San Jorge y el Dragón de Rubens se sustenta en la
iconografía del enfrentamiento del arcángel San Miguel contra Lucifer, durante
la Guerra de los Cielos y la expulsión de los ángeles rebeldes sublevados
contra Dios, tal y como vemos en Rafael en El gran San
Miguel (1518). En ambos trabajos se percibe de modo muy abrupto
la presión de la civilización, como estructura represiva de los instintos
sexuales y violentos, presentes en la
sensualidad hiriente del cuadro de Ingres o en el hechizo por lo monstruoso y
lo sádico (imagen dislocada y lastimosa del dragón, la sangre que mana de sus
fauces…) de cuadro de Uccello.
La lucha de San Jorge y el Dragón de Rubens
Rafael. San Miguel mata a satanas (1518)
Rafael. San Jorge lucha contra el dragón (1505)
Comentaris