Métodos de talla: Levallois y Kombewa
En 1964 en el simposio de Burg Wartenstein, a las afueras de Gloggnitz
(Baja Austria), se convino en distinguir entre técnica
lítica, una secuencia sencilla de gestos encadenados, a veces un
sólo gesto -percusión, presión- para obtener una herramienta; y método lítico
una secuencia de acciones, no necesariamente lógica, ya que muchos métodos
tienen gestos, pasos, etapas, etc., sumamente complejos, sujetos a un fin
último. Cualquier método de talla puede consistir en una o más técnicas
sucesivas. Los ejemplos más conocidos de métodos líticos son el Método
Levallois, el método Kombewa, y los diversos métodos lascado laminar (es decir,
para obtener hojas), etc.
La obtención de lascas
Levallois
La lasca Levallois puede ser
obtenida por métodos diferentes:
a. El método
clásico: la extracción preferencial. Comienza por la elección de un canto-soporte, un guijarro redondeado,
ligeramente alargado y aplanado, que se prepara,
con percutor duro, un plano de percusión que
servirá para pelar la cara principal del núcleo por medio de
levantamientos centrípetos. Si es necesario, se prepara una plataforma de
percusión ubicada en uno de los extremos estrechos del soporte, para
poder dar el golpe en el mismo sentido que el eje de alargamiento del mismo.
Desde este plano de percusión, se extrae con un único golpe, que, forzosamente,
ha de ser certero y dirigido hacia el centro del núcleo, una gran lasca Levallois cuya forma ha sido
preconcebida con antelación, gracias a la forma más o menos abombada y regular
de la cara principal del núcleo. Esta lasca será, normalmente, más larga que
ancha, y con varios negativos centrípetos en su cara superior (al menos cuatro)
que son las cicatrices propias de la preparación del núcleo. Algunos núcleos
Levallois tienen la particularidad de que, a veces, reciben el golpe en el
lateral, y no en el extremo, por lo que las lascas son tan anchas como largas,
si no más.
Extracción preferencial centrípeta
Extracción preferencial paralela
Una vez explotados y abandonados, estos núcleos tienen
una forma muy característica en la que destaca la preparación bifacial
periférica de sección planoconvexa y un gran negativo de lascado que ocupa
prácticamente toda la cara principal del núcleo; en ciertas ocasiones son
designados como «núcleos en caparazón de tortuga». En Europa y, más
concretamente, en España, los núcleos Levallois aparecen en el Achelense,
pero la mayoría de las veces, tienen el golpe en el lateral, y no longitudinal;
del mismo modo, las lascas Levallois del Paleolítico Inferior son más anchas
que largas. En cambio, el Levallois del Paleolítico Medio es el típico con la
extracción alargada y mejor controlada.
Núcleo en caparazón de tortuga, propio del método
Levallois
Núcleo Levallois con percusión lateral para una
lasca corta. Lasca Levallois preferencial corta.
C.
van Riet Lowe intentó establecer en 1945 un esquema
evolutivo que explicase la aparición y desarrollo del método Levallois
preferencial en África, identificando varias fases iniciales «pre-Levallois» en Stellenbosch (Sudáfrica),
otra fase «proto-Levallois” conocida
como Victoria-West en Uganda y tipo Kerzaz en Argelia,
hasta llegar al Levallois propiamente dicho que enlaza ya con
las evidencias conocidas en Europa, durante el Achelense pleno.
b. Un método alternativo: la extracción
reiterativa centrípeta (No levallois)
A finales de los años 80
el investigador francés Éric Boëda estudió
detenidamente una serie de piezas musterienses procedentes del yacimiento
de Biache-Saint-Vaast (Paso de Calais) descubriendo una técnica
de lascado denominada la extracción
centrípeta discoide. Boëda
dedica gran parte de sus trabajos a establecer las diferencias entre núcleos
Levallois reiterativos centrípetos
y los núcleos discoides de extracción
centrípeta. Igualmente se propuso establecer la relación entre el
método Levallois clásico, para una lasca preferencial, y este procedimiento
repetitivo.
Núcleo centrípeto discoide no Levallois.
Tanto el núcleo Levallois
reiterativo, como el Discoide comparten una estrategia de explotación
centrípeta muy rentable; pero, mientras que el Levallois tiene una superficie
principal de explotación con un pandeo muy escaso, casi plano, el
núcleo discoide las tiene muy curvadas
Los núcleos Levallois centrípetos reiterativos tienen un plano de
percusión circundante, preparado para obtener una buena tanda de lascas
predeterminadas, golpeando periféricamente; además, la cara de explotación es
bastante plana, con una preparación muy similar a la de un núcleo Levallois
clásico, lo que permite aprovechar al máximo su superficie y obtener lascas
relativamente grandes e invasoras, reiteradamente.
Núcleo Levallois reiterativo centrípeto
En cambio un núcleo no Levallois centrípeto bifacial
tiene ambas caras equivalentes, pues ambas se explotan para extraer lascas (de
ahí, su morfología biconvexa, visto de perfil); un núcleo Levallois
reiterativo, en cambio, es planoconvexo porque cada cara tiene una
función diferente: una actúa de plataforma de percusión periférica y, la
otra, de zona de explotación centrípeta.
Por otra parte, tanto los núcleos Levallois para obtener una sola lasca preferencial, como los núcleos Levallois reiterativos centrípetos tienen una fase de preparación muy similar, por no decir idéntica. Pero en los primeros la preparación sólo conduce a una lasca de morfología equilibrada, perfectamente predeterminada en la que se aprovecha toda la superficie de explotación (se gasta mucha energía para una sola extracción, pero el control es muy alto, si no hay errores o accidentes). En cambio, en los segundos, la rentabilidad energética es mayor, pues se obtiene una serie considerable de lascas predeterminadas, de tamaño y forma estandarizados (aunque con menos control sobre cada pieza). Las lascas también son invasoras, aunque no tanto y tienen la particularidad añadida de que, su negativo sirve para preparar la extracción de la lasca siguiente, por eso el método reiterativo proporciona piezas cuya cara superior tiene varios negativos de lascado, uno de los cuales puede ser más grande que los demás, al ser el resultado de alguna otra lasca obtenida anteriormente. Por oposición, las lascas obtenidas por el método clásico (preferencial), tienen una serie de negativos centrípetos, todos de tamaño muy similar, en su cara superior.
Imágenes
obtenidas de Echinos
La obtención de puntas
y hojas Levallois
Aparte de las lascas en
sentido estricto, el método Levallois también se utiliza para obtener productos
de lascado más especializados, especialmente puntas y hojas
líticas, que, en ambos casos, requieren una preparación diferente a la que
se ha descrito anteriormente.
Punta Levallois - Beuzeville
Los núcleos Levallois para
puntas se preparan de diversos modos, todos muy específicos, que buscan crear
un nervio longitudinal en la cara de explotación del núcleo (el llamado nervio Levallois.
Este nervio es lo suficientemente prominente como para dirigir la fractura de la lasca, al golpear en una
plataforma específicamente preparada para ello. Las piezas así obtenidas tienen
una morfología triangular simétrica, con una zona proximal ancha (en la que se
conserva un talón diedro o facetado) y una zona terminal muy puntiaguda
dividida en dos por el mencionado nervio a modo de bisectriz,
además de ser, vistas de perfil, muy finas y equilibradas.
Hoja de sílex. Una hoja lítica1 es un producto de
lascado alargado.
Para que podamos hablar de
hoja lítica, el instrumento debe reunir tres atributos básicos, primero debe
tener los bordes paralelos y con ambos ejes tipológicos (el técnico y el
morfológico) en perfecta correspondencia. En segundo lugar, la hoja debe ser
extremadamente alargada. Este atributo también depende de la época prehistórica
o nivel técnico de una cultura. Ya hemos visto como para el Paleolítico
Inferior y Medio, François Bordes
propone que la longitud debe ser como mínimo el doble de la anchura. Para el
Paleolítico Superior y épocas posteriores, en las que la tecnología lítica
mejora considerablemente, se ponen unos umbrales más exigentes, por ejemplo,
para Leroi-Gourhan una hoja alargada
tendría una longitud cuatro veces superior. En tercer lugar, resulta esencial además que
éstas hayan sido predeterminadas antes de la extracción. Es decir, para obtener
una hoja de un núcleo es necesaria una preparación concreta destinada a dirigir
la fractura pétrea de modo que el producto obtenido tenga unas dimensiones y
una forma determinada.
La extracción laminar comenzó
en el Paleolítico Inferior, se desarrolló en el Paleolítico Medio, dentro de
una de las variantes del método Levallois, llamada «para hojas». En el
Paleolítico Superior la extracción de hojas se estandariza, hasta el punto de
hablarse de industrias caracterizadas por la presencia de este tipo particular
de productos de lascado. Pero es durante el Calcolítico cuando la extracción de
hojas adquiere su culminación, con una serie de innovaciones tecnológicas tan
especializadas que requerían un artesano con una formación específica,
herramientas propias, así como fuentes de abastecimiento de materias primas y
mercados de venta de sus productos.
Las hojas fueron usadas tales
cuales, como cuchillos, o transformadas en diversos utensilios, bien por medio
del retoque (raspadores, buriles, puntas, puñales, cuchillos de dorso etc.), o
rompiéndolas por medio de la técnica del microburil para fabricar microlitos o
dientes de hoz. Las hojas son más difíciles de fabricar que las lascas, lo que
implica invertir más energía, sin embargo, a cambio ofrecen numerosas ventajas,
por ejemplo su forma.
Aunque seamos reiterativos,
insistimos en que el ser humano es capaz de obtener hojas alargadas, no
de modo fortuito, sino predeterminándolas en el núcleo por medio de una de las
variantes del método Levallois, desde el Paleolítico Medio. Los núcleos
Levallois para hojas combinan su morfología alargada con una preparación Levallois particular («para hojas») que conforma
una cara abombada tendente a cilíndrica. Golpeando desde uno o ambos extremos
del soporte (polos), con percusiones paralelas (polarizadas), las
lascas obtenidas son alargadas, pues las hojas alargada se adaptan
mejor al asirlas manualmente o es más fácil añadirles un mango.
Núcleo Levallois para hojas del periodo Achelense.
La extracción de hojas es una
de las innovaciones técnicas del Achelense pleno,
aunque se desarrollará, sobre todo, en el Musteriense.
Geográficamente, se desarrolla en África,
donde existen variantes muy específicas, también en Europa y en el
sur de Asia.
De hecho el método Levallois no llega a desaparecer del todo en el Paleolítico Superior, reapareciendo en el Neolítico y
en la Prehistoria Reciente Australiana.
Para Luis Benito del Rey, de la Universidad de
Salamanca, a partir de la observación de piezas de numerosos yacimientos
españoles, propone hablar de un sustrato Levallois sensu lato en
el que se incluiría todo método de lascado en el que se busque la
predeterminación total o parcial del producto a obtener, por más que la
preparación del núcleo sea somera, o, incluso, nula. Así lo explica el propio
Luis Benito del Rey: «...es de suponer que, si con una somera preparación
del núcleo o, a veces, sin ninguna, ya podían extraer la lasca preconcebida, no
lo iban a andar preparando "cuidadosamente" si no lo necesitaban. Por
otra parte, es lo mismo que hacían con el plano de percusión del núcleo, que no
era facetado por ellos "necesariamente" en la extracción del producto
Levallois, si, tal como tenían el núcleo con un adecuado plano de percusión
liso, por ejemplo, ya podían extraer la lasca (hoja, punta) predeterminada»
Benito
del Rey, Luis. «En torno al
método Levallois». Saguntum Tomo 18 (páginas 9-27). Universidad
de Valencia. Página 24, nota 44.
Enfrente están aquellos que
defienden una visión purista del concepto, señalando como Levallois aquellos
objetos líticos en los que no haya duda de la preparación específica, como Philip van Peer. En los últimos tiempos es,
pues, innegable la controversia abierta acerca de los límites del
Método Levallois, yendo las posiciones de un extremo al otro. Así tenemos
los que las ideas de Boëda acerca de
la variabilidad de los métodos Levallois reiterativos; encontramos las
propuestas anteriores de Benito del Rey, más tarde afianzadas y
sustentadas en datos novedosos de yacimientos tanto achelenses como
musterienses, apoyado por Jacques Tixier
y su equipo. Posturas más matizadas las encontramos en algunos miembros del
equipo de Atapuerca y otros investigadores franceses
como Vincent Mourre. Quizá la
oposición más rotunda a aceptar la existencia de un Método levallois
reiterativo para lascas (completamente diferente de las técnicas
centrípetas discoides) se encuentren en ciertos autores como Peresani o
Slimak para quienes ambos procedimientos pertenecen a un mismo concepto.
Método
Kombewa
Este
procedimiento fue bautizado así, pues fue identificado por primera vez por el
misionero W. E. Owen en la localidad de Kombewa (Kenia) a orillas del lago Victoria.
El prehistoriador C. van Riet Lowe lo
definió con más precisión, tiempo después, con piezas procedentes de la vecina Uganda. Este
método es conocido en todo el Viejo Mundo durante el Paleolítico Inferior, aunque es más habitual
en África.
En este método se busca que la convexidad propia de la cara ventral,
producida por la fractura concoidea, se dé igualmente en
la cara dorsal. Concretamente todo consiste en crear una
lasca con dos caras inferiores, perfectamente convexas que se cortan en un
filo, igualmente convexo y muy regular en todo su contorno, excepto,
lógicamente, en el talón.
Etapas
seguidas en el método Kombewa: 1º, extracción de la
lasca-soporte o lasca-núcleo; 2º, preparación del plano de percusión; 3º,
extracción de las lasca Kombewa; 4º, lasca Kombewa (todo ello en sección). Wikipedia
Para obtener este resultado se utiliza
una gran lasca como núcleo para extraer, por medio de la percusión, de su cara inferior, otra lasca, lo
más grande posible, que a su vez se convierte en lasca-núcleo en la que -si es
necesario- se prepara una plataforma de percusión que sirve para extracción de
la lasca Kombewa que, como se ha indicado, tiene por cara superior la cara
inferior de la lasca-núcleo, a demás de su propia cara inferior.
La utilización de una lasca como soporte
permite aprovechar la curvatura de su cara inferior a modo de preparación Levallois,
de modo que la lasca extraída es una pieza predeterminada. Como hemos dicho, el
producto tendrá dos caras inferiores, una la suya propia —como toda lasca— y la
otra, que en realidad es su cara superior, es la cara inferior de la lasca
soporte de la que ha sido extraída. Dado que las lascas obtenidas tienen una
morfología y un tamaño que ha sido buscado y preconcebido voluntariamente, se
puede considerar que el método Kombewa encierra en sí mismo la
idea Levallois.
Núcleo
Kombewa procedente de un yacimiento achelense del valle del Duero, en España. Wikipedia
Objetivos de la talla,
francés «taille» y el inglés «knapping»
Habíamos definido la talla, en
sentido amplio, como cualquier acción voluntaria de troceado de la materia
prima por medio de la percusión, el martilleado o de la presión. La talla
incluye la extracción de lascas (troceado o lascado) y el troceado con objeto de dar una forma
concreta a la pieza o a una parte de la misma, que incluye la hechura y el
retoque.
La
hechura consiste en desbastar un trozo de roca (lasca o Base
Positiva) por medio de la talla con el objeto de darle una forma concreta, de
modo que las lascas resultantes (Bases Negativas de 2º Generación) son
un subproducto aprovechable o no, ya que el producto buscado es el útil nuclear (bifaz, un canto tallado, un
pico, un hacha, un cincel de piedra, una herminette…). Corresponde a la palabra
francesa façonnage y con la expresión
inglesa Lithic reduction.
El Lascado o Extracción de
lascas (corresponde a la palabra francesa débitage, que es empleada
internacionalmente) es el proceso de talla de las Bases Naturales con el objeto
de obtener lascas u hojas (Bases Positivas) que servirán como soporte para
fabricar otros utensilios. Las lascas u hojas pueden ser usadas en bruto, tal
como se extraen, pues tienen un filo muy cortante, pero lo más normal que sean
transformadas por medio del retoque.
El
retoque es uno o varios lascados practicados sobre una lasca o sobre
una hoja para transformarlos en utensilios de morfología y funcionalidad muy
variada, hasta el punto que su enumeración sería interminable: buriles,
raederas, raspadores, perforadores, muescas y denticulados, puntas, microlitos…
Cuchillo tallado en calcedonia.
La talla experimental
La talla experimental
recreando gestos prehistóricos es uno de los pilares fundamentales para la
comprensión de la talla lítica. Ésta puede tener tres objetivos, el primero es
el de simple diversión o el deseo de replicar artefactos líticos para
exponerlos en museos o, simplemente, para venderlos como souvenirs; el segundo
es la enseñanza práctica a los alumnos de especialidades de Prehistoria
o Arqueología (también podemos incluir la función didáctica de muchas de las
piezas fotografiadas en algunos artículos de Wikipedia relacionados con éste);
la tercera es la investigación científica pura (la que se plantea a raíz
de un problema arqueológico surgido en una determinada investigación).
La talla experimental
científica comenzó ya en 1903, de la mano de H. Muller, más tarde, en 1929, L.
Coutier continuó experimentando, aunque el impulso definitivo vino tras la
Segunda Guerra Mundial, primero con François Bordes (Universidad de Burdeos), a
menudo en colaboración con el americano Donald Crabtree (Universidad de
Berkeley).7 Le siguieron Newcomer, Tixier y otros muchos.
El profesor Tixier experimentando con percutor
blando.
Percutores metálicos modernos
La talla de la piedra, como
es sabido, es una de las formas humanas de manifestación artística y se emplea
tanto en la escultura, como en la arquitectura. Incluso, actualmente el sílex y
otras rocas de fractura concoidea, se emplean como materiales de construcción,
bien como sillares, bien como recubrimiento estético. La talla del pedernal o
de otras rocas, a la manera prehistórica, ha subsistido en instrumentos
agrícolas (hoces, trillos…), piedras de chispa (mecheros de yesca, armas de
fuego de pedernal...) e, incluso fabricantes de gemas semipreciosas de la India
y otros países, la diferencia suele radicar en que se usan percutores con
aleaciones metálicas modernas.
Grimes Graves»: la minas de sílex del Neolítico de
Brandon, Inglaterra.
Al norte de la región inglesa
de Suffolk hay una rica tradición de talla del sílex, cuyo núcleo neurálgico es
la localidad de Brandon (de hecho, se conservan minas de sílex prehistóricas,
probablemente neolíticas, llamadas «Grimes Graves»). Desde la prehistoria se
han venido explotando estas minas, en el siglo XIV se usaba el sílex como
material de construcción y los artesanos de Brandon fueron famosos por las
piedras de chispa para armas de fuego.
Talla del sílex a la manera prehistórica con
percutor metálico moderno. Cantalejo (Segovia)
Hasta hace unas décadas, en
pueblos españoles como Cantalejo (Segovia), se tallaba el sílex para la
fabricación de trillos agrícolas, utilizando diferentes martillos, destacando
el percutor usado en la fase final, una
piqueta de mango largo y estrecho, de madera, con un cabezal metálico pequeño,
casi diminuto, con dos extremos finos y prominentes que podemos observar en el
dibujo superior. La masa metálica de este tipo de percutores era muy reducida
en comparación con su larga y flexible empuñadura que, además de aumentar la
velocidad del golpe, combinaba la energía potencial del mango de madera con la
dureza del pequeño pico metálico. Así, se obtenía un proceso de percusión dura
directa, con repercusión blanda, elástica. Benito del Rey, Luis
y Benito Álvarez, José-Manuel (1994). «La taille actuelle de la pierre à la
manière préhistorique. L'exemple des pierres pour Tribula à Cantalejo (Segovia
- Espagne)». Bulletin de la Société Préhistorique Française Tome
91. Numéro 3, mai-juin. Página 217)
En la región de Guyarat
(India) todavía existen artesanos que fabrican gruesas cuentas de collar de
calcedonia por medio de la talla. Esta actividad se concentra en la ciudad de
Cambay (o Khambhat) y tiene ciertas particularidades; ya que utiliza la técnica
del contragolpe entre un percutor pasivo metálico puntiagudo y otro percutor
activo de cuerno de búfalo indio. Los artesanos dan forma a las cuentas,
sujetándolas contra el percutor metálico y golpeándolas con el de cuerno,
haciendo saltar trocitos poco a poco, siendo el resultado muy eficiente. Aunque
la técnica persiste hoy día, se sospecha que debió aparecer en tiempos muy
antiguos, quizá con los primeros instrumentos de metal, en el Calcolítico. Inizan, Marie-Louise; Reduron,
Michel; Hélène Roche y Tixier, Jacques (1995). Technologie de
la pierre taillée. CREP-CNRS, Paris. Página 32.
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