Soma y R. Gordon Wasson
1. Teoría de R. Gordon Wasson
Dedicó su vida al estudio del papel
religioso desempeñado por los hongos en el pasado prehistórico de los pueblos
europeos. Afirmó que el soma de
los arios era el hongo Amanita muscaria.
Su sustituto, el putika de la vasija mahavira empleada durante el sacrificio
Pravargya, según demostró su colaboradora Stella Kramrisch (La
vasija mahavira y la planta putika, en R. Gordon Wasson y otros,
La
Búsqueda de Perséfone. Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1996)
correspondía a un hongo que se recolecta actualmente entre la población santal
de la India, al que ellos llaman putka, sin saber nada de su relación
con el sustituto del soma. Roger Heim (Les
Putka des Santals champignons doués d’une âme, Cahiers du Pacifique,
14. 1970) en 1968 identificó el
putka como un hongo no “enteogénico” del genero Scleroderma.
Esta coincidencia es la que convenció a R. G. Wasson
de que el soma también debería ser un hongo. Este vegetal que impregna el Rig Veda es el que estuvieron adorando los
arios hasta el año 1000 a.C. También la adoraron los mayas de la antigüedad,
como queda demostrado en el Popol Vuh.
Es la misma planta que adoraron los nahuas y los algonquinos en Norteamérica,
los antiguos grupos tribales paleosiberianos en Liberia y los ugrios de Ob, los
samoyedos y algunos de los pueblos fineses, también los lapones y muchos otros
pueblos. La gente se refería a este hongo que aumenta los poderos físicos y
mentales con términos sólo comprendidos por los iniciados, como “una pierna”,
“único-ojo”, “lengua-en-vientre”. La Amanita muscaria recibe el nombre en
muchas culturas una-pierna: ekapad,
huracán, auf einemBein, esciápodos. Ver Las
plantas de las brujas.
Ilustración de un Blemio de la
Crónica de Nuremberg Chronicle, de Hartmann Schedel (1440-1514
Ilustración de un sciapodo de la Crónica de Nuremberg Chronicle, de
Hartmann Schedel (1440-1514)
Carl A. P. Ruck, Albert Hofmann y R. Gordon Wasson
propusieron una nueva teoría para explicar los Misterios de Eleusis: los
hierofantes de Eleusis preparaban una solución acuosa del hongo Claviceps
purpurea (cornezuelo del centeno, segol banyut) que crecía en el trigo
y la cebada de las cercanías de Eleuis, o una solución acuosa que se
confeccionaba pulverizado el cornezuelo del
Paspalum distichum, una graminea que crece alrededor del Mediterráneo.
Dtalle del Paspalum distichum (Gram d’aigua) fotografiado en la
Albufera de Valencia por José Quiles
Estos investigadores encontraron grecas
en los restos históricos mexicanos y europeos, unos dibujos característicos de
la cerámica griega del período arcaico (620 a.C.), razón por la cual los
españoles e italianos les denominaron grecas (de Grecia). Según R. Gordon
Wasson durante las experiencias extáticas se llega a un momento en que se
tienen visiones de grecas. Los primitivos europeos que según Marija Gimbutas
descubrieron la agricultura en la vieja Europa supieron del uso del cornezuelo
del centeno que parasitaza su trigo. Estas se ven en la fase inicial y se ven
mejor en una habitación oscurecida. Una vez vistas, no se olvidan: sobreviven
en esculturas de piedra, en pinturas sobre cerámica de terracota. La decoración
de muchas cerámicas es el intento del artista de captar el momento especial en
que comulgó con los espíritus. También la esvástica es otro de los fosfenos que
se observan durante las alucinaciones, sobre todo las producidas por la
Amanita muscaria, aunque puede haber
cactus como el peyote o plantas como
la gloria
de la mañana con semillas alucinógenas.
Mitla (Noem Jimnez - Noemiji): foto de las ruinas de Oaxaca donde se
aprecian los adornos de grecas
R. Gordon Wasson afirmó que la primera religión
del mundo fue el culto al soma, un hongo que quita el aliento por su belleza,
tanto a distancia como de cerca. Los efectos alucinógenos enseñaron al hombre
primitivo qué cosa eran respeto y reverencia, a la vez que sintieron en su
interior que el soma les estaba confiriendo sensaciones y poderes misteriosos.
Cuando experimentaron esta sensación nació la religión, la religión pura y
simple, libre de teología, libre de dogmatismo, expresándose a sí misma en
respeto y reverencia y en voz baja, en su mayor parte por la noche, cuando las
personas se habrían reunido para consumir el elemento sagrado. Un poco más
tarde, tal vez un poeta inspirado, sugirió que la planta milagrosa, vestida con
su traje radiante, era el fruto del coito del rayo con la madre tierra húmeda,
y creó el primer dogma. El rayo creó un
vástago con una única pierna, no una planta porque no tenía semilla, sino una
criatura única con una sola pierna o estilete y su traje radiante, una chispa
de su padre todopoderoso.
Fresco del siglo XIII que representa a Adan y Eva junto al árbol de la vida en forma del hongo
Amanita muscaria. Iglesia de Plaincourault (Francia)
Reproducción del mismo fresco por Michelle Bory del libro Soma de R,
Gordon Wasson
El árbol
de la vida y los árboles del bien y
del mal son los árboles que cobijan al hongo matamoscas, como los abedules,
hayas, pinos negros, arces… La última
comida que ingirió Buda, alrededor del 483 a.C., servida por el trabajador de
metales Cunda
en la aldea de Pava, cerca de Kusinara, donde iba a tener lugar unas horas más
tarde el mahaparinirvana (“el gran deceso”) de Buda fue, como no, la
Amanita muscaria. En la mayor parte del continente euroasiático se han
encontrado tumbas prehistóricas en las que los esqueletos están cubiertos con
rojo ocre, para expresar la ferviente esperanza de que el hongo divino les
diera la inmortalidad.
2. Los hongos y su padre el rayo
Según la mayoría de los pueblos
primitivos los hongos nacen de la unión sexual del rayo y de la fecunda madre
tierra. El rayo transporta el esperma, la vitalidad, hacia la suave madre
tierra. Los hongos alucinógenos son el fruto milagroso de este coito y, porque
son milagrosos, porque proporcionan a sus consumidores, en palabras de R.G. Wasson,
un milagroso refugio durante algunas horas.
Los mayas llamaban a la Amanita muscaria
con el nombre de kakuljá, palabra que significa rayo en quiché. En general los
mayas lo nombraban como kakuljá Huracán (huracari) (Rayo
Una-pierna), aunque también tenían un
nombre parecido para otras plantas alucinógenas como “rayo enano” para
referirse a los Psilocybe y “rayo verde” para las semillas de las glorias de la
mañana (Ipomoea purpurea), gloria de la mañana, manto de María, don
Diego de día, o campanilla morada es una especie en el género Ipomoea nativa de
México y Centroamérica.
Ipomea purpura. Gloria de la mañana
La creencia de que los hongos crecen por
acción del rayo todavía pervive en la Catalunya francesa, donde abundan las trufas.
Los paisanos acostumbra a decir cuando el clima es tormentoso “Voilà un bon temps pour les truffes”,
pero no cuando llueve, sino cuando truena. También en el Franco Condado
(Francia) la gente sostiene que Boletus
satanas y Boletus luridus, así
como aquellas otras especies de hongos que se vuelven azules al romperlos,
crecen donde ha golpeado el rayo: en el antiguo dialecto de la zona “Lou mâ temps, c’â lou bon temps des craipâs
et pe des tchampégnôs”
Pero en el Piamonte, los hongo-trueno no
son las trufas, sino cualquier Lactarius del
mercado, sobre todo Lactarius sanguifluus
y Lactarius deliciosus. Los búlgaros
asocian los hongos con el rayo, especialmente las Morchella. En Rusia dicen que
los hongos crecen después de la lluvia “gribnoj
dozhd’ (lluvia de hongo), una lluvia rápida, violenta y vigorosa asociada
con tormentas de truenos. R. Gordon Wasson enumera muchos países con este
tipo de creencias, como Afganistán, Tadjikistán, Cachemira… al interesado le
sugiero que consulte su libro La Búsqueda de
Perséfone. Al parecer, esta creencia no está difundida por el
África negra, por lo que supone que el origen del mito hay que situarlo en
Eurasia.
En cuanto a las plantas portadoras de
clorofila sólo existe una asociada con el trueno o el relámpago: el muérdago, que como los hongos está
asociada con la religión. Demostradas sus propiedades para combatir la
arteriosclerosis y la tensión arterial, los celtas le atribuían el poder de
proteger y curar de forma mágica. Era un amuleto protector, símbolo de
masculinidad, en oposición al acebo. Se colgaba sobre las cunas de los niños,
para evitar que las hadas los robasen y los sustituyeran por otros.
Muérdago, Viscum album con bayas. Fot: Wikipedia
La creencia de que el trueno podía
producir las trufas está admitida por los beduinos del desierto de Arabia. Los
habitantes del Palatinado (Alemania) también afirman que la mejor época para
recolectar hongos era después de las tormentas; que deberíamos estar atentos al
rayo, observar cuidadosamente dónde golpea, pues dondequiera que el rayo
penetra en la tierra, allí brotan los hongos.
3. La representación de las plantas sagradas
El Príncipe de las plantas era el dios
azteca Xochipilli, del que vemos una figura del siglo XVI encontrada en
Tlamanalco, al pie del volcán Popocatépetl. El pedestal sobre el que descansa
la estatua es una reproducción en miniatura de la parte inferior de un templo
azteca.
Fot: Lisergia.org
Los estudiosos afirman que por su
expresión se deduce que representa a un ser en estado de éxtasis. La máscara
que lleva nos indica que mira con los ojos del espíritu. Era el dios de la
juventud, de la luz, de la danza, la música, los juegos, la poesía y el arte,
las mariposas, del árbol florido, de los hongos sagrados.
En el pedestal se observa una mariposa
libando las flores de los hongos, lo que representa el espíritu de los muertos
que consumen hongos, alimento de los dioses, a cuyo mundo serán transportados.
Los grupos de círculos o adornos son hongos y las líneas onduladas representan
agua, pues los hongos aparecen con las tormentas y las lluvias. En la cadera
derecha de Xochipilli hay una flor de cinco pétalos que representa la flor del
tabaco común, una de las plantas sagradas de todas las culturas Amerindias, no
sólo en Mesoamérica sino a lo largo de todo el continente, quienes veneraban al
tabaco como una planta de virtudes místicas. En el muslo derecho se ve una flor
de maravilla o ololiuhqui de los nahuas.
En Teotihuacan encontramos el mural de
Tepantitla, donde se representa el lugar donde los poetas náhualtl hacían sus
reuniones en la casa de las flores, donde se levantaba un árbol que se llenaba
de flores, donde cantaban y danzaban. Los fragmentos del mural muestran este
árbol estilizado. Las ramas entrelazadas están inspiradas en el crecimiento
retorcido de la enredadera conocida en náhuatl como coaxihuitl, la planta serpiente, o sea la maravilla, cuyas
semillas reciben el nombre de ololiuhqui.
Foto: Ignacio Guevara.
México Desconocido
Detalle de la pintura mural del tlalocan en el palacio de Tepantitla
Teotihuacan.
Algunos afirman que para el hombre
mesoamericano la religión era todo, lo que les inspiraba reverencia, adoración
o miedo, hasta inventaban guerras con el solo hecho de conseguir prisioneros
para capturar y sacrificar a sus dioses, los cuales eran preparados por medio
alucinógenos, luego los hacían subir por las escalinatas altas u escarpadas de
los templos, donde encontraban su fin por medio de un cuchillo tallado de
obsidiana, sobre un altar de piedra, en la cúspide de las pirámides. Para sus
batallas, y para su vida normal, diría yo que se pasaban con los alucinógenos.
Galería de Tedeum Flickr
Los sacerdotes españoles documentaron gráficamente estas costumbres en
los llamados códices, como el Vindobonensis,
(Mixteca), que ofrece una visión mitológica del origen de las cosas. Allí
aparece el dios Quetzalcóatl con todos sus atavíos y portando una máscara con
pico de ave, quién escucha a otro dios mayor. En el nivel siguiente hacia
arriba a la derecha, hay una mujer enmascarada y sentada junto a dos bolas de
copal encendidas; ella es la reencarnación del espíritu de los hongos y lleva
cuatro setas en el cabello. A su izquierda Quetzalcóatl lleva a esta mujer en
la espalda, tal como acostumbraban los recién casados.
Códice Vindobonensis en la Biblioteca Imperial
de Viena, p. 13.
Los murales de Teotihuacan representan
una escuela de pintura muy refinada, con influencias del arte de los mayas y de
los códices nahuas y mixtecas. Estaban ubicados en complejos laberínticos de
edificios. En las cuevas fracon-cantábricas también se buscaba el espacio más
recóndito y profundo para representar a los espíritus. En éstas pinturas se ven
procesiones de sacerdotes, dioses, animales alegóricos pintados en rojos,
verdes, azules y amarillos, que aún conservan su brillantez. El tema favorito
es el dios de la lluvia, de las cosechas, las flores y las mariposas, Tláloc, o
sus sacerdotes que riegan grandes gotas de agua o las esparcen, sacándolas de
pequeñas bolsas.
El mural conocido como “El
Paraíso de Tláloc”, representa la vida en el más allá de los que
murieron. Tláloc cuida sus almas, que se ven cómo figuras pequeñas que bailan y
cantan, juegan o persiguen mariposas. De sus bocas salen signos que representan
palabras o cantos. En todas las pinturas teotihuacanas, aparecen los “ojos
desprendidos”, es decir los adoradores de los hongos, que con sus ojos abiertos
o cerrados, contemplan escenas sobrenaturales de otro mundo, como sucede a
quien está bajo efecto de alucinógenos.
Tláloc, dios azteca de la lluvia, presidiendo su paraíso: allí, las
almas bailan, cantan y cazan mariposas.
Ya hemos visto como R. Gordon Wasson
afirma que durante las experiencias extáticas se llega a un momento en que se
tienen visiones de grecas. Hemos contemplado la fotografía de las grecas de
Mitla en Oaxaca.
Guatelama. Piedras - hongo del área maya de Guatemala, sur de México y
El Salvador. Fechadas entre el 1000 a.C. y el 500 d.C.
Estas piedras-hongo
inicialmente fueron identificadas como representaciones de sombrillas. Al nacer
la micología (y más específicamente la enteomicología) fueron re-catalogadas
como representaciones de chamanes o espíritus ayudantes de los chamanes, junto
a hongos de especies enteogénicas.
Hongos de Guatemala. Colección privada
Existen otras muchas estatuillas talladas
en piedra, que expresan arrobamiento y éxtasis. Otra serie de figurillas
reclinadas, que datan del período preclásico medio o tardío, l150-l00 a.C.,
provenientes de Honduras, el centro de México y el Estado de Guerrero, también
podrían llegar a representar a gente ordinaria, disfrutando de estas
experiencias alucinógenas. Son de barro o de jade, tienen de nueve a veintidós
centímetros de largo. Se supone que podrían ser Olmecas.
Piedras mayas de hongos de las ruinas de Kaminaljuyú, en tierras altas
de Guatemala
1. Seta de piedra (colección de Nottebohm) con la figura humana
sumergida e un estado similar al sueño. 2. Hongo de piedra (Emmerich colección)
con la figura humana durmiendo. 2. Efigie de Rilaj Maam ante un altar en
Santiago de Atitlán, Guatemala. En la mitología maya, "Rijlaj Mam" (San
Simón, Maximón) es un nahual (chaman) de los maya-tz'utujiles
de Santiago Atitlán, pueblo ubicado en la orilla del lago de Atitlán, en el
departamento de Sololá del altiplano guatemalteco. Este personaje es venerado
como "guardian protector" del pueblo tz'utujil.
Efigie de Rilaj Maam. Fot:
Balancing the Cosmos
Offline (myspace)
Denver Art Museum. Vaso maya K6608.
Jaguares del inframundo, los cuales utilizan tapones para los oídos en forma de
seta y pañuelos de sacrificio –símbolo de la muerte del submundo- con los
colores de la Amanita muscaria.
Una talla de piedra hallada en el norte
de Perú, y perteneciente al período Chavín (años 1.300 a.C) representa al
cactus San Pedro, especie vegetal “mágica” por sus poderes alucinógenos. Asimismo
piezas cerámicas peruanas de los años 1.000 a 700 a.C. muestran imágenes del
cactus junto a animales como el venado, y también de años 100 a.C a 500 d.C.
urnas de cerámica negra con imágenes similares con jaguares y espirales
estilizadas que mostraban los efectos alucinógenos que la planta provocaba.
Hongos mexicanos
Petroglifos a orillas del río Pegtymel, en la región de Chukotka.
Descubierto por N.N. Dikov. Fechados con
una antigüedad de más de 3000 años, estas figuras antropomorfas representan a 3
mujeres y un hombre con cabezas en forma de hongo, u hongos unidos a sus
cabezas. (En la actualidad en la región de los Chukchi, en la que se encuentran
estas figuras, vive un pueblo siberiano que usa la Amanita muscaria como
embriagante chamánico).
Petroglifos Pegtymel
río, Siberia
Chaman euroasiático
4. El árbol de la vida, el árbol del
Bien y del Mal
La nación algonquina usó el matamoscas (Amanita muscaria) hasta hace muy poco, y
todavía puede estar en uso entre los ojibway los chippewa, afirma R.G. Wasson. También en el valle
inferior del río Amur (China) el pueblo nivkhi practicaba, hasta tiempos muy
recientes, el chamanismo y utilizaba la amanita muscaria. Para ellos el alerce,
una conífera de agujas caducas, era el árbol de la vida, el árbol del
conocimiento del bien y del mal, porque debajo de sus ramas brota la amanita
muscaria, la “comida” por excelencia.
Exploraciones de
Samuel de Champlain en territorio algonquino
Algonquinos del Canadá septentrional (Foto: Greenland
adventure)
Mujer Ojibway pintada
per George Catlin, 1832
Caza del bufalo 1823. per George Catlin
Mujer chippewa y niño (Fot: Family Search,1900)
Iglesia Románica de Sant Sadurní d’Osormort en la comarca de Osona
Iglesia Románica de Sant Sadurní d’Osormort . Foto: Gonçal Vicens
Iglesia Románica de Sant Sadurní d’Osormort . Foto: Gonçal Vicens
Ajuntament de Sant Sadurní d’Osormort . Foto: Gonçal Vicens
R.G Wasson
también comprobó que en muchos otros lugares los árboles que sirven de huéspedes
a la Amanita muscaria eran
considerados árboles de la vida, así pues se atrevió a aventurar la hipótesis
de que el “árbol del bien y del mal” de la Biblia era un árbol que cobijaba a
la Amanita muscaria, cuyo fruto no
quería dios que comieran Adán y Eva. Según R.G. Wasson el árbol era una
conífera de Mesopotamia; la serpiente subterránea era el fiel servidor del
fruto, y el relato del Génesis fue escrito por un iniciado, un creyente –aunque
no dice en qué- que atribuyó a la Amanita muscaria el don de facilitar al
hombre la conciencia de sí mismo.
Bibliografía:
-Leonard, Jonathan Norton:
América Precolombina, Editorial Time-Life, Ámsterdam, 1968
-Evans Ocultes, Richard. Hofmann,
Albert: Plantas de los Dioses. Editorial Fonde de Cultura Económica, México,
1982
-Gordon Wasson, R: El hongo
maravilloso. Edt. FCE, México 1983
-Dick Edgar Ibarra Grasso:
América en la prehistória mundial. FCE, México, 1983
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