La cultura de los megalitos
Como habíamos afirmado al principio la Diosa Madre era el foco espiritual
de la cultura megalítica de Europa occidental, como lo fue de las culturas
neolíticas de la Vieja Europa y de Çatal Hüyük. El hombre arcaico tenía la
creencia de que la vida del cosmos y la vida de la humanidad constituían una
sola vida. Durante el 5000 a.C. y, posteriormente, pueblos con conocimientos
considerables de ingeniería, geometría y astronomía levantaron piedras gigantes
para formar círculos, alineaciones y cámaras mortuorias.
Malta
tiene 30 templos, lo que denota la importancia sagrada de esta isla. En Carnal
(Bretaña) hay unas 3000 piedras verticales, en filas de casi 4 kilómetros. Es
posible que formasen parte de un observatorio lunar o de la vía procesional de
un rito estacional desconocido. Las piedras de Avebury
(Wiltshire) estuvieron antaño dispuestas de modo que formasen la silueta de una
serpiente enorme con dos huevos en el interior de su vientre. La colina de Silbury, parte de ese templo
lineal de Avebury, es la colina artificial prehistórica más alta de Europa y
puede ser la imagen de la Diosa.
Diagrama de Avebury tal y como lo
dibujó sir Thomas Stukeley en 1740
También Stonehenge
formaba parte del complejo de Avebury. Se construyó en tres fases, la primera
en 2800 a.C., la última en 1500 a.C. Era un santuario astronómico. Su
construcción fue una tarea sacramental para toda la comunidad, como lo fue la
catedral de Chartres. “La totalidad del
complejo de Avebury es un testamento de la mitología neolítica de la gran
diosa: el túmulo funerario adyacente elevado en West Kennet, cuya entrada
marcan grandes piedras en forma de cuerno, los montículos de tierra y las
alineaciones de piedras, con la colina de Silbury en las proximidades”.
(Pág. 124)
Stonehenge , Salisbury,
Wiltshire, England. c. 2750 - 1500 a.C.
La cultura megalítica es obra de las comunidades agrícolas
del Neolítico que se establecieron en Francia y en la Península Ibérica en el
VI milenio a.C., y en Gran Bretaña al final del V milenio. Luego, en torno al
4500 a.C., comienza a aparecer la práctica de la sepultura colectiva a lo largo
de las costas este y oeste de la Península Ibérica, en Gran Bretaña y, 500 años
después, en Irlanda.
¿De dónde procedían estas
comunidades agrícolas del 6000 a.C.? Templos y tumbas podrían haber sido
construidos por navegantes orientales que llegaron al Mediterráneo occidental
trayendo consigo los conocimientos geométricos y astronómicos aprendidos de
otras culturas. ¿Qué conocimientos? ¿De dónde venían esos navegantes?
También podrían haberlas
construido comunidades agrícolas autóctonas evolucionadas del Neolítico ya
asentadas en Europa occidental, o unos y otros de forma conjunta. Cabe la
posibilidad de que los pueblos megalíticos de Europa occidental fuesen los
herederos culturales de sus antepasados paleolíticos. Las cámaras de los
dólmenes pueden entenderse como la primera articulación de un templo, que puede
entenderse como una forma, realizada en piedra, de la cueva paleolítica. Los
propios seres humanos construyen ahora la cámara de piedra como útero de la
Diosa donde depositan a sus muertos a modo de simiente de la cual brotará la
vida nueva.
Francia posee más de 5000
tumbas megalíticas desplegadas en una línea que va de Bretaña al Mediterráneo.
La más llamativa es el templo tumba de Gravinís
(Golfo de Morbihan, Bretaña). Sus paredes están cubiertas de extraños diseños
que parecen huellas dactilares de un gigante, o aguas turbulentas, o patrones
de energía (fuerza vital de la Diosa y de sus “aguas primordiales”) o quizás
también representen un sendero en espiral que conecta este mundo con el de los
muertos.
Tumulo de Gravini y sus grabados
En el interior de las tumbas o
en sus entradas aparecen unas imágenes que según Glyn Daniel son “la imagen de la diosa que apareció en los
objetos de culto y sepulcros ibéricos y, de forma diferente, en los menhires
estatua del sur de Francia” ( “The Megalith
Builders of Western Europe” Pág. 100). A continuación veamos una
serie de estas figuras del 4000 al 3000 a.C. encontradas en incisiones de las
cámaras mortuorias de España y Francia.
También se han encontrado
imágenes de la Diosa en piedras erguidas esculpidas con sus rasgos, marcando un
lugar de enterramiento o lugar sagrado. Por su dureza y duración la piedra
parece atemporal y ofrece l imagen de una realidad que sobrevive al paso del
tiempo. Ahora la llamaos “eternidad”, pero en el Paleolítico esta “realidad”
estaba contenida en la imagen de la Diosa. La piedra simbolizaba el ser
esencial: el alma o el espíritu de la vida animada no sujeta a la
descomposición. Según Mircea Eliade el culto megalítico a los
muertos incluía “la confianza en el poder
de los ancestros, así como la esperanza de que protegerán y ayudarán a los
vivos” (“Historia de las ideas religiosas” Vol. 1, p. 170). Se creía que los
menhires, o piedras verticales, eran la “morada” o “cuerpo” de los muertos,
cuyas almas, al ser invocadas, regresarían a la piedra erigida para recibirlas.
La creencia en que las piedras podrían provocar la fertilidad deriva de la
creencia de que el espíritu del antepasado habitaba en ellas. Esta creencia se
mantiene hasta nuestros días en la costumbre de las mujeres de tocar o frotarse
contra la piedra para aumentar la posibilidad de quedarse embarazadas.
Un eco lejano de esta creencia
original perdura en nuestra costumbre de marcar el lugar de la sepultura de los
muertos con una lápida o, en el caso de los caídos en combate, con un monumento
conmemorativo que se halla a menudo en el centro de los pueblos o aldeas.
Las tumbas de tipo corredor
tienen al final una piedra triangular, en forma de colina o montículo, que
representa a la Diosa. Recuerdan al “omphalos” griego. El diseño oval del
centro de la piedra triangular es identificado por Gimbutas como una vulva. Los
ganchos serían unas serpientes, es decir, la imagen de la “regeneración del
tiempo”. Estos “garfios” podrían interpretarse como emanaciones de la energía que
emerge de las imágenes de los muertos que han vuelto a la vida, con lo que
constituirían la primera representación conocida de un “desfile de muertos”.
Las serpientes que se han desprendido de sus pieles serían imágenes de
espíritus ancestrales.
Piedra sepulcro La Table des
Marchands, Locmariarquer, Bretaña. Abajo “omphalos” de Delfos.
La dama de St. Sernín (c. 3000
a.C., Rodez, Francia). Estas piedras
erguidas esculpidas con los rasgos de una diosa se han hallado en Francia y
señalan el lugar de enterramiento o lugar sagrado.
Menhires de La Jasse du
Terral, Montagnac, Montels y Frescatis
El templo sepulcro de New Grange
(Irlanda), del 3200 a.C. está construido según los movimientos de la luna, las
estrellas y el sol. Por el dintel de la puerta, a comienzos y final del
solsticio de invierno, penetra un rayo de sol que discurre por la tumba
corredor hasta el extremo final de la cámara, donde iluminaba el borde de un
cuenco labrado en piedra blanca. El ritual que se representaba era la acción
del sol al fertilizar el “cuerpo” de la tierra, despertándola de su sueño
invernal y devolviéndola al ciclo de la vida. También podría representar la
regeneración de los muertos.
New Grange y una espiral en la piedra de la entrada.
En Gran Bretaña, entre el 2600
y el 1500 a.C. se construyeron casi un millar de círculos de piedra (espacios
sepulcrales), siendo el de Averbury el mayor de todos. La colina de Silbury es
la parte más antigua (2600 a.C.). Según Michael
Dames (“The Silbury Treasure”, Pág. 58), el montículo es el útero
preñado de la diosa. Su cuerpo es el
foso de agua que lo rodea.
Silbury. Imagen de la colina como
diosa
Huevo cósmico
Stonehenge es el más
espectacular. Lo que vemos hoy son fragmentos del último templo (1500 a.C.). El
primer templo (2800 a.C.) se erigió con orientación lunar, siendo reemplazado
hacia el 2400 a.C. por un segundo templo con orientación solar.
Todos estos templos revelan que
el cielo constituyó un misterio de incalculable fascinación para los pueblos
neolíticos y paleolíticos. Existen suficientes pruebas para confirmar que la
sociedad que construyó esos templos vivía inmersa en un universo imaginado como
una diosa.
Stonehenge
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