Los Wandjinas
Los Wandijnas
Cuenta una leyenda de los aborígenes australianos, que una vez se libró
una terrible batalla en Uluru (los montes Ayers Rock) durante el Tiempo de los Sueños, cuando un
pueblo conocido como Los Hombres
Serpiente Venenosos, atacó para dar muerte a los pueblos que
habitaban la zona, pero Bulari, la Diosa madre de la
Tierra, logró vencerlos con una nube de gases letales. Una multitud de los
Hombres Serpiente derrotados, permanecen encerrados en una prisión bajo los
montes Ayers Rock, el punto más sagrado de toda
Australia, una enorme colina de granito que cambia de color durante el día y
asombra a cuantos la visitan, por constituir una de las maravillas del mundo
mineral.
En Ayers Rock tuvo
lugar la más importante batalla del
Tiempo de los Sueños.
También en Moon City
(la Ciudad Secreta) se libraron duros combates entre el Dios del Cielo y el Dios de la Tierra, quedando como
prueba de estas luchas los extraños monolitos y formas que se encuentran
diseminados por toda Australia, los restos de las ciudades construidas por estos
dioses, que eran mitad hombre y mitad animal.
En estos mitos, como ya hemos explicado en
el blog, aparecen unos seres mitad hombre y mitad
animales, que son la representación de los muertos o, mejor dicho, de sus espíritus. Los aborígenes para nada piensan en
seres extraterrestres llegados a la tierra pilotando naves espaciales de
extraordinaria y avanzada tecnología. Eso sólo está en la mente de la gente
“moderna”, ignorante del método científico, que sustituye la religión católica
por la creencia en ovnis y extraterrestres. En cuanto al Dios del Cielo y el
Dios de la Tierra se nos representa de nuevo el modelo gnóstico y su carácter
dualista, por el cual se hacía una escisión tajante entre la materia y el
espíritu. La materia, creada por el hermano del dios celestial, el Demiurgo
terrestre, era perecedera y corrupta, por lo tanto estaba ligada al mal y la
perdición. No podía existir salvación alguna en la materia ni en el cuerpo. El
ser humano sólo podía acceder a la salvación a través de la pequeña chispa de
divinidad que era el espíritu humano, lo único que permanecía eternamente en el
hombre.
Así, pues, tendríamos que pensar que los primitivos humanos ya creían que el
espíritu era divino, o sencillamente, se limitaban a adorar y venerar los
espíritus de sus antepasados, a los que acudían diariamente implorando su ayuda,
a través de los chamanes y de sus experiencias catalépticas, mediante las
cuales, sin moverse de casa y tumbados en el suelo, sus ánimas abandonaban los
cuerpos de los creyentes bajo la forma de pequeñas mariposas o pajarillos que
viajaban hacia el más allá, atravesando un oscuro túnel, al final del cual
existía una luz, un paraíso, que era el lugar donde habitaban los antepasados
muertos, a los que se pedía comida, frutos, cereales, abundante caza y
fertilidad para tener descendientes.
El Homo sapiens siempre ha tenido gran imaginación y
capacidad de previsión. En las nubes, en las siluetas de las sierras y montañas
era capaz de ver rostros humanos o representaciones de monstruos, de gigantes y
animales salvajes. Allí donde los científicos ven figuras producto de la erosión
natural, los aborígenes veían ciudades construidas por los espíritus, ciudades
subterráneas, y nosotros sabemos que ya
sea por debajo tierra, por el fondo del mar o volando por los aires, siempre
representan el viaje al más allá. Allí también pululan los espíritus malignos,
los que quieren impedir que nos juntemos con nuestros antepasados, los cuales se
nos aparecen bajo la forma de hombres monos o de luces extrañas que recorren el
desierto, que a mí me recuerdan el fenómeno de las centellas.
En 1838, cerca de Glenelg River, en la región de Kimberley,
al noroeste de Australia, fueron descubiertas gran cantidad de pinturas
rupestres de gran tamaño. Entre las pinturas descubiertas sobre las rocas llaman
especialmente la atención las de unas figuras de gran tamaño, llegando a medir
hasta seis metros, y con unos rostros blancos y sin boca. Sus cabezas están
rodeadas por uno o dos semicírculos en forma de herradura con unas líneas finas
que parece irradian el círculo exterior. Los aborígenes llamaban a las figuras
antropomorfas que aparecen en estos extraños dibujos con el nombre de Wandjinas. Los indígenas aseguraban que
estas figuras representaban a seres que descendieron del cielo en tiempos
remotos, unos seres sabios que trajeron la civilización y la prosperidad a los
pueblos de la zona.
No es mi pretensión enumerar aquí todas las teogonías y cosmogonías de
los pueblos de la tierra, pero en ellas los seres, ya
sean héroes o sabios, que traen la civilización y la prosperidad siempre
representan a nuestros antepasados. Una de las formas primitivas de la religión
consiste en adorar a los espíritus de los muertos. Los Wandjinas no son extraterrestres con trajes espaciales, con
escafandras, ni con sandalias… son los espíritus de nuestros antepasados. Su
símbolo es la serpiente, el animal que cambia la piel y renace, el símbolo de la
eternidad, de la pervivencia de la vida en el más allá.
Aunque con el Carbono 14 no se podían
datar las pinturas por falta de restos orgánicos, se consiguió su datación
de forma casual en 1996 cuando, Grahame Walsh, observando las pinturas de Kimberley, se fijó en un nido de avispas situado encima de
uno de los "wandjinas", y que a primera vista pensó
que era reciente, la curiosidad hizo que lo observara más de cerca, dándose
cuenta de que en realidad era un avispero fosilizado, debido al silicio que
contenía el agua que llenaba todos los poros del avispero, el cual era de la
época de las pinturas. Walsh buscó la colaboración de
Richard
Roberts, geólogo especializado en la
lectura de los granos de arena mediante luminiscencia óptica.
Antes del análisis realizado por Walsh y Roberts, los arqueólogos habían estimado la edad de estas pinturas en unos 5000 años. El análisis del
avispero fijó su antigüedad en 17.500 años y, lógicamente, la edad de las
pinturas debería retroceder aún más, al estar realizadas antes que los nidos.
Ellos llegaron a la conclusión de que las herramientas halladas en el lugar de
Kimberley, de gran tamaño, tenían una antigüedad de
100 mil años y los restos humanos de 200 mil, contradiciendo así lo que la
ciencia decía que los primeros pobladores de Australia habían aparecido como
máximo hace unos 65.000 ó 70.000 años. Estos primeros pobladores eran de una
raza de gigantes y su altura alcanzaba en algunos casos los 5 metros.
Sin embargo, como veremos a
continuación, el señor Walsh no es “trigo limpio”,
sino un lacayo politizado de los grandes terratenientes
australianos, quienes promovieron las teorías sobre el origen alienígena de las
pinturas, origen cacareado por todos los voceros acríticos que pululan por la red de Internet.
Los Bradshaw
En 1994, el arqueólogo
aficionado Grahame Walsh publicó Bradshaws:
Ancient Rock Paintings of North-West Australia, Edition Limitee
publishers, Suiza (Bradshaw.
Pinturas rupestres del
noroeste de Australia), un libro financiado por los ganaderos y
terratenientes y las familias Myers y Murdoch. El arte Bradshaw
rock, recibe el nombre del pastor Joseph Bradshaw que "descubrió" en 1891 las pinturas,
conocidas por los aborígenes locales como Gwion Gwion. El
arte rupestre representa figuras delgadas y muy adornadas con elaborados
tocados, prendas de borlas y brazaletes, rodeado de armas, herramientas y fauna.
Las bacterias y hongos cubren ahora el arte rupestre, lo que hace imposible su
datación exacta. Sin embargo, con la técnica de la Termoluminiscencia aplicada sobre el nido de avispas se fijó
una antigüedad mínima de 17.500 años, sin embargo las estimaciones basadas en la
flora representada y la megafauna sugieren una edad de
hasta 70.000 años. Esto haría de Gwion
Gwion la estación de arte rupestre más antigua
del mundo.
Grahame Walsh en la
región de Kimberley
Walsh es un "arqueólogo aficionado" con un
nivel básico de educación, no universitario. La
publicación de Walsh muestra signos de escasa
investigación e incluye un menosprecio intencionado de las capacidades de los
aborígenes, despreciando sus narraciones orales como fuentes históricas válidas.
Sin pruebas subjetivas Walsh sostuvo que el arte
rupestre del Bradshaw, al oeste de Kimberley, fue estéticamente superior a otro arte rupestre
aborigen, afirmando que fue creado por una cultura avanzada que precedió a la
ocupación aborigen de Australia. Sostuvo que una raza superior a los aborígenes,
muy probablemente de origen asiático,
emigró a Australia y creó una sociedad avanzada y una cultura que produje este
arte rupestre. La "cultura Bradshaw" afirma, desapareció en algún momento antes
de la ocupación aborigen de la zona y, lo más probable es que quedó sumergida en
el mar, como la civilización perdida de la Atlántida [Grahame Walsh. ABC, Australian Story.
Rock Heart .
Transcript 14 th October 2002. Available at http://www.abc.net.au/austory/transcripts/s696261.htm.].
La hipótesis de Walsh muestra una actitud colonialista
obsoleta, llegando a atribuir las culturas "superior" a
los pueblos de tez blanca. Con ello se hace eco de una teoría publicada en 1889
por el etnólogo John Mathews en el que sostenía que Australia fue
colonizada por los aborígenes que fueron invadidos posteriormente por los drávidas de la India y los malayos, personas de inteligencia
superior [J. Mathew, “The Cave Paintings of Australia, their Authorship and Significance”
Journal of the Anthropological Institute of Great Britain and Ireland. Vol.23. 1894 p.338]
En 1904 el etnólogo Alfred Howitt sugirió que los aborígenes inmigrantes eran "una
forma baja de la raza caucásica" [AW Howitt. The Native Tribes of South-East Australia. London: Macmillan, 1904 p.32] En
1899 el biólogo evolutivo Richard Semon
escribió que el arte rupestre de la de Kimberley fueron posiblemente "el trabajo de los europeos
náufragos" [R. Semon. In the Australian Bush
and on the Coast of the Coral Sea. London: Macmillan, 1899 p.236]
Gwion Gwion (Guyon Guyon) pinturas rupestres, Oomarri, Australia Occidental. (Imagen cortesía de permiso
de Ambrosio Mungala Chalarimeri, fotografía de Richard Downs)Universidad de Wollongong
La
publicación de Walsh también refleja las actitudes
colonialistas y teorías racistas, como la defendida en 1827 por Augustus Earle quien afirmó que los aborígenes eran "el
último eslabón de la cadena de la existencia que une al hombre con el mono"
[Augustus Earle cited in Atkinson,
Alan. The Europeans in Australia, Vol 1. Melbourne: Oxford University Press, 1997. Pg 14]. Su teoría hizo hincapié en la "simplicidad" y
"primitivismo" de los aborígenes y su cultura, en un intento por justificar y
legitimar la invasión europea de Australia y el despojo de las tierras. Walsh afirma igualmente que debido a la 'primitivismo' de la
cultura aborigen, las obras de arte de la 'Bradshaw' o Gwion Gwion
debieron haber sido creadas por otra cultura superior y que los pueblos
indígenas, por lo tanto, no tienen derechos sobre la tierra.
¿Por qué entonces Walsh recibió una acogida tan positiva en los medios de
comunicación y público en general si su hipótesis claramente transmitió
supuestos obsoletos, racistas y colonialistas sobre los pueblos aborígenes?
Porque su hipótesis, sufragada por los grandes propietarios europeos, aportaba
pruebas contra la sentencia Mabo vs Queenslan (1992) que anulaba la
terra nullius y
facultaba a los aborígenes australianos para recuperar sus tierras. La teoría de
Walsh alimentó la histeria de los ciudadanos de origen
europeo, aportando “pruebas” de que la legislación de títulos nativos era
ilegítima. Walsh aconsejó a los abogados de los
pastores y la Asociación de ganaderos que se oponían a la demanda de tierras por
los aborígenes, argumentando que los pueblos aborígenes contemporáneos no tienen
ninguna relación sustancial, genética o culturalmente con las pinturas de Kimberley, las cuales tienen su origen en una “misteriosa raza” (digamos alienígena) y, por lo tanto, no
tenían ningún derecho sobre la tierra [Anthony Redmond. “'Alien Abductions'
Kimberly Aboriginal Rock-Paintings, and the Speculation about Human Origins: on
some Investments in Cultural Tourism in the Northern
Kimberly”
Australian Aboriginal Studies Vol.2. 2002.] Esta hipótesis de Walsh recibió respuestas positivas de la opinión pública y
los medios de comunicación australianos, siendo un triste reflejo de la
incapacidad de la sociedad europea australiana para reconciliarse con el pasado
y aceptar la responsabilidad por las injusticias actuales.
Arte aborigen australiano. Galeria Anbangbang. Parque
Nacional Kakadu. Namandjol
(Centro). Namarrgon (Derecha), Barrginj (izquierda). Guluibirr
(pescado saratoga) en el centro derecha. Debajo un
grupo familiar que acude a un acto ceremonial. Fot: Territorio del
Norte
Los
pueblos aborígenes locales han emitido numerosas declaraciones públicas
afirmando que el arte rupestre surgió de los “ensueños” de sus antepasados. En
2003 el Tribunal Superior de Australia reconoció el origen aborigen de las obras
de arte. Varios académicos, como Lynette Russell, Ian McNiven, Michael Barry, Peter White y Lewis Darrell han publicado recientemente artículos
demostrando el origen aborigen de este arte.
Gwion Gwion
(Antología). Publicado octubre 2000 por el Konemann
Ian
Wilson. "Historia,
Política y los Bradshaw de Kimberly"
Estudios en el Vol. occidental australiana de la historia. 26, 2010.
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