Yakolev y la “Democracia Internacional”
Por último, cabe
señalar las concesiones a los extranjeros sin precedentes, una auténtica
traición. La unificación de Alemania, entrega de una zona de 200 millas
alrededor del estrecho de Bering y la destrucción del sistema de misiles
"Oka", un auténtico golpe para la seguridad nacional, según los
actuales patriotas rusos, perpetrado por el amigo de Gorbachov, Alexander
Yakovlev.
Gorbachov y su amigo Alexander
Yakovlev, quien desempeñó un papel fundamental en el proceso
contrarrevolucionario que condujo a la restauración del capitalismo en Rusia.
Es autor de «Un siglo de violencia en la Rusia Soviética»
(Portugal 2004) un furibundo panfleto anticomunista. Fuente: La haine.org
Este personaje ejercía una influencia total sobre Gorbachov. Yeltsin también lo admiraba, elogiando su The Fate of Marxism in Russia [El destino del marxismo en Rusia, Univ. de Yale], y lo nombró presidente de la «Fundación Democracia Internacional”, creada en Moscú para falsificar la historia de la URSS.
Este liberal falleció en 2005, a los 82
años, y a día de hoy, Alexander Yakovlev inspirara un sentimiento
generalizado de desprecio en los intelectuales rusos. Al igual que en
Occidente, su delirante libro «Un siglo de
violencia en la Unión Soviética», ya no se considera un
instrumento útil de combate al comunismo.
Miguel Urbano Rodrigues en su artículo Alexander Yakovlev y el anticomunismo cavernícola (La haine.org, 2012) escribe que “en su esfuerzo por
presentar a la Unión Soviética como un infierno más tenebroso que el ideado por
Dante, Yakovlev genera en el lector una reacción opuesta a la deseada. El libro
es un grito de odio. Y el odio no convence, desprestigia. El panorama de
violencia que esboza pretende estar basado en documentación oficial. Pero las
fuentes a que recurre o carecen de credibilidad o las citas hechas con
frecuencia son manipuladas o fragmentadas”.
Historiadores, filósofos y sociólogos como
el húngaro Istvan
Meszaros y el italiano Domenico
Losurdo, publicaron en las últimas décadas trabajos serios que ya
permiten tener una visión amplia sobre las revoluciones rusas de febrero y
octubre de 1917. Investigan los errores y desvíos del llamado «socialismo real»,
y simultáneamente las transformaciones revolucionarias que resultaron benéficas
para la humanidad. No esconden crímenes que marcaron esos años de transición
del capitalismo hacia el socialismo. Sin embargo, coinciden al concluir que la
desintegración de la URSS fue una tragedia para la humanidad que abrió puertas
a la barbarie
imperialista.
Para Yakovlev, Vladimir Ilich Ulianov (Lenin, el nacido en el río Lena) es «el exponente
del terror y de la violencia a las masas, de la dictadura del proletariado, de
la lucha de clases y de otros conceptos deshumanos». Afirma que Lenin creó
«campos de concentración para niños», fue un inquisidor, un torturador que disfrutaba
con su presencia de las torturas y el responsable de la muerte «de millones de
ciudadanos rusos» y como tal «plausible de condena póstuma por crímenes contra
la humanidad».
Junto a Hitler, coloca a Lenin y Stalin
como «los peores criminales del siglo (…)». Alexandr Yakovlev, Um Seculo de Violencia na Rússia Soviética,
Editora Ulisseia, Lisboa, Junho de 2004. Traducción de Marla Muñoz. www.odiario.info
Este individuo no sólo destruyó los misiles,
sino también la moral y la ética del
pueblo ruso. Junto con su amigo, el
traidor General
Kalugin, denunciado oficialmente como un agente de la CIA, puso en
manos americanas documentos importantes, hasta el punto de que el alcance de su
traición todavía perjudica actualmente a Rusia.
Gracias a la “humanitaria” labor de traidores como los mencionados, el nuevo
gobierno de Rusia consiguió el apoyo de Occidente quien les bendijo para que
utilizaran la fuerza para enfrentarse a las “maniobras de los conservadores”.
El democrático occidente le concedió al nuevo régimen de Rusia la carta blanca
para las represiones.
En Crisolplural aparece un artículo
titulado Rusia libre de Alejandro Mora Gallardo: “La Unión Soviética estalinista fue uno de los peores regímenes que
hayan aparecido en la Historia. Sistema dominado por un autócrata despiadado
que actuó respaldado por una terrible policía secreta y el ejército rojo,
aparatos represivos de Estado que le posibilitaron a Stalin controlar con mano
de hierro al soviet supremo, manipulando a los funcionarios a su antojo y
llevando a cabo recurrentes purgas con las que se iba deshaciendo de militares
y políticos relevantes que le hicieran sombra; convirtiendo en una dictadura al
sistema que pretendía ser la alternativa socialista al capitalismo, un
simulacro de sociedad emancipada, siendo en realidad la tiranía de un déspota
absoluto y un totalitarismo de partido único. Los pueblos que conformaron la
URSS pagaron las consecuencias. Record mortífero de Stalin: 20 millones de
personas víctimas de ejecuciones en los campos de trabajo, muertos en el exilio
o de hambre” [Elena Bonner. “Putin
en el poder: el estalinismo moderno”. Proceso 1219. 12-3-00:
48-49].
Muchas personas se alegraron de la caída
de la URSS y su gobierno, a los que consideraban unos monstruos. Además, había
que festejar el fin de la Guerra Fría y la distensión, el congelamiento de una
posible guerra nuclear y la liberalización de múltiples pueblos del
totalitarismo de partido único desde Berlín hasta Vladivostok. Sin embargo, los
encargados de derrumbar a la Unión Soviética fueron los comunistas renegados
miembros del gobierno y la mafia rusa.
Portada del diario
Clarín
Esta mafia, liderada por Boris Yeltsin,
con el Tratado de Belovezh (1991) puso fin a la existencia de la URSS. Sólo
faltaba que el Parlamento ruso ratificara el Tratado como exigían las leyes
soviéticas. Para conseguir sus propósitos e instaurar el capitalismo en Rusia,
Boris Yeltsin decidió decretar la disolución del Parlamento, en un acto ilegal
a todas luces (declarado ilegal por el Tribunal Constitucional). El Parlamento
reacciona y decide la destitución de Yeltsin (algo totalmente legal). La casa
blanca, sede del Soviet Supremo, fue bombardeada el 4 de octubre de 1993 por orden del
Presidente depuesto.
Ante el ataque culpable de la élite
reaccionaron algunos patriotas rusos y se opusieron al desmantelamiento de su
nación y decidieron ocupar el parlamento, siendo disueltos con ametralladoras y
el edificio atacado con tanques que lo incendiaron. Todo ello con el respaldo
occidental, que aplaudió las palabras de Yeltsin cuando acudió a la televisión –ya
perpetrado el ataque– para anunciar la entrada de tropas de refuerzo en Moscú y
el inmediato “aplastamiento de la revuelta fascista y comunista", una
confusión entre dos conceptos que únicamente se puede explicar cuando la
realiza un borracho. ¡Y hay muchos!
Fuente: Cultura bolchevique
Fuente: Cultura bolchevique
La casa blanca, sede del
Soviet Supremo, fue bombardeada el 4 de
octubre de 1993 por orden Boris Yeltsin. Fuente: Cultura bolchevique
Los “liberales utópicos” aplaudieron la
represión del equipo gobernante y el desmantelamiento de la sociedad soviética,
defendiendo un proyecto suicida guiados por su visión utópica, cuyas raíces
metafísicas ya fueron estudiadas por Dostoievski, de ideología extremadamente
conservadora. La intelligentsia rusa
deseaba el progreso para su atrasado país y soñaban en mundos donde imperaban
la igualdad y justicia. Algunos escritores imaginaban mundos donde los hombres
liberados por el maquinismo llevaban una vida feliz en casas de cristal con luz
y calefacción proporcionadas por la electricidad (Trousson, R. 1995, Historia de la literatura utópica.
Barcelona: Península).
¿Qué le ocurrió a la URSS?
22. La
Kakistocracia
20. Rusia
"libre"
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