El gobierno soviético se aburguesa
La cúspide aburguesada del gobierno
soviético quería mantener su status de privilegios (ansiaba el que pensaban era
un nivel de vida superior de los gobernantes occidentales y, sobre todo,
repartirse la propiedad soviética), por lo que decidieron acabar con su sistema
político y económico, nacionalizando las propiedades de la nación soviética y
repartiéndola entre sus amigos, la mafia criminal, reclamando su botín y los
puestos directivos en las nuevas empresas privatizadas.
Un veterano ruso
condecorado que luchó contra los nazis, llorando en un desfile tras el derrumbe
de la URSS
El
primer ataque se dirigió a los principios culturales del hombre soviético y
duró cuatro años. Se ridiculizaban con sadismo exacerbado los símbolos del
comunismo, pero también los de la historia rusa, cubriéndolos con fango. No era
suficiente con minar la ideología soviética, sino la consciencia y el
autorrespeto que sentían los rusos por su nación y por su cultura. Ahora lo
único bueno venía de Europa y América, mientras que todo lo ruso era antiguo y
caduco. Muchos creen que estos actos podrían ser calificados como criminales si
tomamos en cuenta los sufrimientos que experimentaron y siguen experimentando
decenas de millones de personas.
El pueblo ruso y los otros pueblos de la
Unión Soviética mantenían su ideología tradicional y experimentaban el sentido
sagrado de la tierra. Los liberales destruyeron este símbolo religioso,
predicando que la tierra no es más que un medio de producción y un objeto de
relaciones económicas. Basta recordar el símbolo de la tierra como Madre, muy
importante para la conciencia rusa, para entender la irreductibilidad del
problema a las categorías económicas. A muchos asombra el que los intelectuales
liberales traicionaran una cultura de milenios sin pregunten siquiera porqué.
Campesino ruso en 1920.
Fuente: Muse ruso de etnografía de San Petersburgo
León Tolstoi, el espejo de la psicología del campesinado
ruso, consideraba la propiedad privada de la tierra moralmente inadmisible, igual
que la esclavitud. La mayoría de los
campesinos rusos –no los kulaks- en
las asambleas campesinas de 1917 exigieron la nacionalización de la tierra
("la tierra es de Dios").
El obrero soviético, por su parte,
experimentó el mismo sufrimiento cuando contempló, impasible, la privatización
de la industria. Las fábricas se hicieron con la sangre del trabajador, su
valor era muy alto y tenía un carácter religioso. El obrero no veía las
empresas industriales como “fondos fijos” o bienes inmuebles para vender en el
mercado. Representaban el sudor y la sangre de los padres y abuelos muertos en
la industrialización forzada, por lo que tenían un carácter sagrado.
Puede que a los jóvenes rusos y a la nueva
intelligentsia se les hubiese
atrofiado el “órgano religioso natural”. Esas generaciones vivieron sin
dificultades y no conocieron personalmente las penas y pérdidas de la guerra,
la felicidad del primer Sputnik y la satisfacción
y el orgullo que producía la paridad militar con Occidente. A cierta parte de
los jóvenes rusos hoy les son repugnantes las atrasadas fábricas humeantes y
los viejos obreros comunistas y sus
viudas viejas ahumadas por estas fábricas. Sin embargo, piensa Serguei
Kara-Murza que esos
individuos todavía hoy en día son una minoría occidentalizada y que el futuro
no es de ellos.
Fuente: Nuncalosabré
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