El desplome de la utopía
La presencia de
regímenes autocráticos de larga duración y el bajo nivel de educación general en
la Rusia del siglo XIX pudo haber motivado a los intelectuales locales a
elaborar un sistema de valores comunes, desarrollando un sentido de responsabilidad
por la propia nación, incluyendo la creencia de que el progreso de ésta
dependía del nivel cultural de la intelligentsia
nacional. Esta confianza llevó con frecuencia a la intelligentsia a ocupar el
rol de una inexistente oposición política.
El
pueblo ruso ha sido un pueblo tradicional de campesinos que se ha guiado con
una serie de normas éticas entre las que destacaban la solidaridad, el respeto,
la creencia en el significado profundo de las cosas. Durante la época soviética
el pueblo ruso se complació con el poderío que habían conseguido a escala
mundial, convirtiendo un país agrícola en una potencia industrial, capaz de
derrotar el fascismo. Cierta mentalidad imperialista arraigó en ellos que
habían sido los conquistadores de Siberia y adoraban pertenecer a un Estado grande
y potente.
Mujer desesperada ante
el ataque al parlamento soviético, Fuente: Cultura bolchevique
La supuesta revolución “liberal” –además
del hundimiento económico de Rusia- supuso la instauración del totalitarismo,
soportado con resignación por los disciplinados hijos del comunismo. Su
disciplina les hace soportar los inconvenientes de lo que consideran una situación transitoria –la falta de
democracia–, porque pensaron y, continúan pensando, que lo prioritario es
imponer la voluntad de Rusia en el tablero internacional, para lo cual son
necesarios los políticos autoritarios y el despotismo. También esto denota
una mentalidad tradicional conservadora,
enfrentada a la llamada sociedad moderna occidental, donde se han perdido la
mayoría de valores morales, a excepción de la fe en la economía de mercado, la
democracia y la ciencia (separada de los valores morales).
Familia de campesinos.
Fotos antiguas. Fuente: BodyBuilding
Los hombres de la sociedad tradicional
atribuyen un significado sagrado a las cosas y sucesos que les ocurren,
mientras que para la cultura occidental son consideradas como asuntos profanos.
En una sociedad tradicional el principio de autoridad no se somete al examen
con argumentos racionales, al contrario de lo que ocurre en la sociedad civil
occidental, donde cuestionar y destruir las autoridades no es una norma, sino
un importante principio existencial que se deduce del concepto de libertad.
En
la sociedad moderna se desacralizan y se convierten en operaciones tecnológicas
racionales todos los aspectos fundamentales de la vida humana (nacimiento, enfermedad,
muerte), mientras que para la sociedad tradicional están investidos de un
significado profundo que se debe conocer para entender el sentido de la vida. El protestantismo, según Weber, proporcionó la
base ética para el capitalismo. Por supuesto, se equivocó, al creer que los
pensamientos crean el mundo. Las ideas sirven para crear modelos explicativos
del funcionamiento de la realidad; nunca se puede confundir el mundo de la mente
con el mundo real. El protestantismo, como todas las religiones, es una
superestructura ideológica que sirve para justificar un determinado modo de
producción, escondiendo sus contradicciones internas, las luchas entre los
agentes sociales que intervienen y, al afirmar que es algo querido por Dios,
sancionar definitivamente un orden celestial que había que instaurar en la
Tierra, dándole carácter sagrado.
Al final del siglo todas las enfermedades
espirituales de la intelligentsia –utopismo
y misión redentora de la sociedad– se presentaron en forma exagerada, sobre
todo teniendo en cuenta que durante la época soviética había cambiado la base
social de la intelligentsia y esta se nutría sustancialmente de los hijos de
trabajadores. Los intelectuales, siguiendo la metodología marxista, (que como
toda la ciencia positiva del siglo XIX, tiende a extrapolar a fenómenos y
sistemas sociales los métodos de las ciencias de la Naturaleza, racionales y
libres de la moral) se enfrentó con un “problema social íntegro”, es decir, que
incluía componentes de valores morales, rebasando el marco de racionalidad científica,
afirma Serguei
Kara-Murza.
¿Qué le ocurrió a la URSS?
22. La
Kakistocracia
20. Rusia
"libre"
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