Rasgos generales de la diosa
Diosa de los cereales
Venerada
como la tierra, la diosa suele describirse como supervisora de la productividad
de las cosechas sembradas en su seno. Hemos estudiado como las diferentes
partes de su cuerpo en forma humana se transforman en importantes plantas
autóctonas.
Abrigo V de Petracos (Castell de Castells, País Valencià). Alrededor de los orantes con
los brazos levantados, aparecen unas representaciones de cereales creciendo.
El origen javanes del arroz.
Devi o Dewi Sri, la diosa del arroz maduro, según un mito
javanes salió de una joya que había subido a la superficie de la tierra la
serpiente de los infiernos Antaboga. Devi murió cuando se negó a casarse con el
dios del cielo Batara Guru; entonces, de su cabeza surgió el cocotero, su vulva
parió las cosechas de arroz, sus dedos dieron plátanos y sus dientes se
convirtieron en trigo.
Dewi Sri, acrílico en papel. Batuan, Bali
El maíz en los indios pueblos
Un mito de esta tribu cuenta que los humanos suplicaron
al Sol que les enviase más alimentos. Como respuesta a sus oraciones, se
presentaron seis doncellas del maíz. Cada una era de un color y representaba
otras tantas variedades de maíz. Las cosechas prosperaron hasta que los
indígenas se volvieron despilfarradores y tomaron excesivamente a la ligera a
las diosas y sus dones. Las doncellas se alejaron y los cultivos se marchitaron
y secaron. Finalmente las convencieron de que regresasen pero, para hacer
entender a la población de que no debían dar por supuesto el regalo del que
antaño habían abusado, las doncellas se negaron a permanecer todo el año.
Pedro Alcántara Herrán. Las Mujeres del Maíz. Industrias
Del Maíz S.A. Corn Products Andina,
Desde la
perspectiva mitológica, la siembra, el crecimiento y la cosecha de los cereales
sirve de metáfora del ciclo vital humano: desde la recepción y la fertilización
de la simiente, pasando por la salida del útero (o la tierra), hasta la muerte
y el entierro.
En muchas
mitologías el paso por el infierno es necesario para el renacimiento, como
sucede en el relato de Deméter y Perséfone, cuyo rapto por Hades es conmemorado
en Atenas con el festival de las Tesmoforias, festividad exclusivamente
femenina en la que arrojaban cochinillos sacrificatorios a un abismo plagado de
serpientes.
El mito de Perséfone
Cuando Hades secuestró a Perséfone o Core, la hija de
Deméter, y la llevó a los infiernos, la tierra se volvió estéril. Aunque Hades
accedió a liberarla, durante su estancia en el mundo de los muertos Perséfone
comió granos de granada (además de símbolo de la vagina, se supone que es uno
de los alimentos que comen los muertos), lo que la obligó a regresar parte el
año al reino de los difuntos.
Prosèrpina. Dante Gabriel Rossetti (1828-1882) Oleo
sobre tela, Tate Gallery, Londres
Rituales cerealeros de
la diosa
En el año 98
d.C. el historiador Tácito nos habla de una diosa madre tierra celtogermánica
llamada Nerthus (sustituida más
tarde por Freyja), a la que representaban mediante un tosco icono, la montaban
en un carro tirado por vacas y atravesaba los campos de cultivo. Una vez
cumplido el recorrido, el sacerdote a cargo del ritual la devolvía a su
bosquecillo sagrado de una isla, donde la arrojaban al lago junto al carro.
Esta fiesta tenía lugar a finales del invierno (o comienzos de la primavera),
como las celebraciones de casi todas las diosas de la vegetación En Asia Menor,
los devotos de Cibeles la paseaban en un carro para que bendijese los campos.
Luego desfilaban hasta un río en el que la bañaban ritualmente a fin de
representar la purificación y el riego de los campos, que quedaban listos para
la siembra.
"Nerthus" (1905) por Emil
Doepler. Font: Wikipedia
Nerthus, escultura en madera (160 x 32
x 24) de William Hanson
Un plato famoso que muestra la diosa frigia
Cibeles con su carro tirado por leones, el dios griego del sol Helios y un
altar de fuego iraní
La hipótesis de Gaia
Fue planteada
en 1969 por el científico británico James Lovelock, quien postulaba que la
tierra es un organismo vivo y complejo, que se regula a sí mismo. El medio
ambiente no sólo afecta a los habitantes, sino que es influido por estos. Los
seres vivos son los órganos de los sentidos de Gea que están encargados de
detectar los cambios ambientales y de colaborar en las adaptaciones de la
tierra a los nuevos cambios -como por ejemplo, un aumento de la temperatura-
con la creación de nuevos equilibrios. Estas adaptaciones pueden representar
extinciones masivas de seres vivos. Se cree que la humanidad ha ejercido un
fuerte efecto desestabilizador en el medio ambiente, por lo que Gea podría dar
el salto a un nuevo estado de equilibrio que supondría el exterminio de casi
todas las especies existentes, incluida la humana.
Gea en un relieve romano del siglo I a.C.
Una ciencia mecanicista.
Naturaleza y cultura.
Francis
Bacon, filósofo del siglo XVI, manifestó la opinión imperante que sobre la
naturaleza tenían en su época: “metemos la naturaleza en el potro y la torturaremos
hasta arrancarle sus secretos”. Para el hombre el mundo natural es algo
ajeno y al margen de los humanos. Durante los tres siglos siguientes, esta
perspectiva creó un marco teórico en la investigación científica mecanicista,
según el cual el universo sólo es una máquina que funciona de acuerdo con las
leyes que habían descubierto Bacon, Galileo o Newton.
Art Aborigen - Pinturas en la roca -Territorio del
Norte- Austràlia - Nourlangie Rock -Aboriginal Art -Kakadu National Park-
Australia
Las pinturas de los aborígenes australianos
muestran a Namondjok, un antepasado de la creación, con su mujer Barrginj
abajo. A la derecha, con cara de enfadado, el hombre del relámpago Namarrgon, y
debajo, un grupo de hombres y mujeres con tocados ceremoniales. Estas pinturas
fueron repintadas entre 1962 y 1964, para los Anbangbang a Rock Nourlangie.
Actualmente,
para un grupo creciente de filósofos, la idea de que existe una dualidad
irreconciliable entre naturaleza y humanidad es típicamente patriarcal, propia
de una sociedad machista y consideran que se debe, en parte, a la incapacidad
masculina para reproducirse a partir de su propio cuerpo, carencia que intentan
corregir los hombres mediante complejos modelos culturales que los involucren
en el acto de la creación.
¿Tiene el hombre envidia de la mujer por no poder
parir?
La concepción
de un universo mecánico da pie a la posibilidad de un creador, un fabricante o
inventor de máquinas, más que a la de una creadora que produce vida
orgánicamente y a partir de su propio ser. La tendencia a considerar como
opuestos binarios a la naturaleza y cultura perdura en la obra de importantes
pensadores del siglo XX como el antropólogo Claude Lévi-Strauss, quien
consideraba como culturas inestables a las que tenían un carácter femenino,
imprevisible y desenfrenado. Por el contrario, las sociedades con una cultura
sólida y estable eran masculinas y contenidas.
Diosa de la lluvia. Sequía y abundancia.
Aunque en la
mitología mundial existen innumerables diosas del agua, son contadas las que
controlan las lluvias. Esta discrepancia se basa en el patrón simbólico
compartido, según el cual la tierra es la madre que debe ser fecundada por la
lluvia que, en consecuencia, es de origen necesariamente masculino. Así, por
ejemplo, aunque la religión de los aztecas contó con varios dioses vinculados
con el agua, fue el dios Tláloc el encargado de la lluvia, así como de la
escarcha, la sequía y los relámpagos.
Tláloc en el Códice
Magliabechi
Chaak, dios maya de la lluvia-a la derecha-,
siembra semillas con una cola. En la escena se enfatizó la lluvia mediante
líneas azules verticales. Códice Madrid, pág. 10a. Reprografías: Marco Antonio
Pacheco / Raíces. Mayaland
El viaje al mundo de los muertos
Cuando los
humanos empezaron a practicar la agricultura y la ganadería tuvieron que
modificar sus sistemas de creencias para adaptarlos a los nuevos conocimientos
adquiridos sobre los cultivos y las estaciones; el ciclo anual de la siembra y
la cosecha se deificó en rituales y mitos de la diosa, pues veían una analogía
entre el cuerpo reproductor de la mujer y el de la Tierra. El mundo de los
muertos pasó a ser, simultáneamente, lugar de entierro y origen de la nueva
vida.
Cartel lámina mural Nº 29 de Enseñanza del Catecismo. Catquesi Escola IL. De Joan Llimona i Jose Vilamala
La Resurrección de la Carne, por Luca Signorelli.
El mito
griego de Deméter y su hija Core es el viaje más conocido de una diosa a los
infiernos en busca de su hija, que personifica a los cereales. Cuando
estudiábamos a la diosa en el Neolítico vimos representaciones con dos cabezas
que simbolizaban el principio de la unidad (diosa de la vida y la muerte), como
las diosas bicéfalas de la cultura Vinca (500-4800 a.C.) o la diosa dual de
Çatal Hüyük (4500 a.C.). Este símbolo también se representa con la imagen de
dos diosas juntas –madre e hija- la que dio la vida y la que lleva en su
interior la vida que está por venir. El mismo sentido tiene la luna llena y la
creciente, historia que se relata en el mito griego de Deméter y Perséfone. Son
manifestaciones de la misma fuente vital que recorre todos los seres vivos,
aluden a dos facetas de la misma esencia: la madurez y la juventud.
Alessandro Varotari - El rapto de Prosèrpina
Poema homérico sobre Deméter
La diosa joven –Perséfone- fue raptada por Hades, señor
del mundo de los muertos. Deméter lamentó la pérdida de su hija, la buscó por
todas partes y por fin llegó a Eleusis, donde ofrendó al rey Triptolemo el don
de la agricultura. A medida que la búsqueda proseguía, la tierra se secó y
marchitó a causa de los afligidos lamentos de Deméter, hasta que apenas
quedaron alimentos para los humanos o como ofrendas para los dioses. Zeus, rey
de las divinidades olímpicas, se inquietó y accedió a que Perséfone pasara las
dos terceras partes del año en la tierra, si bien el otro tercio estaba
obligada a permanecer en el infierno con Hades, su marido. El retorno de
Perséfone al mundo de los vivos –celebrado en los Tesmoforias. Simboliza la
llegada de la primavera (por lo tanto a las Floralias romanas) y su descenso a
los infiernos marcaba el comienzo del invierno.
Este mito se
repite en otras partes y, en todas, el ciclo estacional comienza cuando una
diosa madre pierde a su vástago. La escandinava Freyja, la sumeria Inanna, la
griega Afrodita… Existen muchas variaciones regionales e históricas. La egipcia
Isis pierde a su marido Osiris, pero se convierte simbólicamente en su madre
cuando recupera su cuerpo desmembrado y lo dota de vida, momento en que concibe
a su otro hijo Horus. Aunque no “baja” a los infiernos, sus recorridos por
pantanos y yermos presentan el mismo carácter mítico: el viaje extático que
realizaban los chamanes prehistóricos al más allá.
Más adelante,
las diosas no sólo pierden una hija, sino un hijo, como le sucede a Freyja con
Baldur, Afrodita con Adonis… que acaban en el mundo de los difuntos a causa de
una muerte violenta. Después sucede un periodo de duelo que se caracteriza por
la devastación de la tierra, hasta que la diosa negocia el retorno del hijo
durante cierta época del año.
La muerte de Baldur.
Una ilustración de la Höðr el Ciego matando a Balder, a partir de un manuscrito
islandés del siglo XVIII. Procesamiento de imágenes (recortar, rotar, colores
niveles) por Skadinaujo. Autor Jakob Sigurðsson
Versión digitalizada
disponible en http://sagnanet.is/saganet/?MIval=/SinglePage&Manuscript=1109&Page=150&language=english.
Este ritual
de dar vida, de despertar, de traer a la luz lo que está muerto, dormido,
inmerso en la oscuridad, lo vemos reflejado en los mitos de Inanna y Dumuzi en
la civilización sumeria, en los de Isthar y Tamuz en Babilonia, de Isis y
Osiris en Egipto, de Afrodita y Adonis en Grecia, de Cibeles y Atis en
Anatolia. En todos ellos hay un elemento común: el dios, tras morir, desciende
a los infiernos, y la diosa siempre lo está buscando, encontrándolo finalmente
y despertándole de su sueño. Él sale renovado de ese proceso, en el cual ha
tenido que morir para ser luego resucitado. En un plano psicológico podemos
interpretar este descenso a los infiernos como algo necesario para liberarnos
de nuestros aspectos reprimidos, lo que los junguianos llaman la Sombra. Por ello, el hombre ha de bajar
al reino del inconsciente y descubrir su naturaleza verdadera, para regresar a
la Madre y renacer renovando la fuerza vital que encarna. En este aspecto, la
diosa Inanna no sólo bajó al mundo de los muertos para rescatar a su hijo, sino
para experimentar su propia muerte y regeneración, tal como hacían los chamanes
en sus viajes extáticos.
Inanna i Dumuzi
"Venus y Adonis", de Jacob Adriaensz
Backer. Esta pintura data aproximadamente del año 1650.
Venus and Adonis de Christiaen Van Couwenbergh
(1645) Galerie d'Arenberg, Brussels
Venus y Adonis. De Hendrick Goltzius. Goltzius,
Hendrick. © Alte Pinakothek, Munich.
El descenso de Inanna a los infiernos
Este poema narra el viaje que emprendió la diosa Inanna
hacia el reino de su hermana Ereskigal, teniendo que atravesar siete portales
y, en cada uno, se quitó una prenda, hasta quedarse sin vestidos y tuvo que
quitarse la carne, es decir, inició su desmaterialización, su muerte aparente.
Cuando llegó a los infiernos, Ereskigal le dirigió la mirada de la muerte y
colgó su cadáver de un gancho. Inanna sólo podía abandonar el mundo de los
muertos si dejaba un sustituto en su lugar, por lo que envió a su hijo-amante
Dumuzi.
Descenso de Ishtar o Inanna al inferno. Pintura de E.
Wallcousins (1883–1976)
Ereskigal también se identifica con la
diosa Ninlil de Nippur, reiteradamente violada por Enki, abuelo de Inanna. Los
dioses encolerizados la desterraron al mundo de los muertos y Ninlil lo siguió
porque sabía que estaba embarazada y no quería estar sola. Pero Enki logró
escapar y Ninlil quedó retenida por el “gran abajo” como premio.
Afrodita
también ofreció voluntariamente a su cónyuge Adonis, para garantizar la
fertilidad de la tierra. El descenso de
Inanna también simboliza las fases de la luna: su cadáver pende tres días del
gancho de Erskigal, período durante el cual no es visible, tema que se repite
en la resurrección de Jesucristo al tercer día. También el dios hindú Krisna
estuvo muerto tres días y resucitó. Osiris también resucitó. Mitra igualmente,
Dionisio y Adonis (que resucitaba en primavera) eran también redentores de la
humanidad… algunos de ellos nacieron también de una “virgen”. En Egipto, había
una ceremonia de iniciación donde se ataba un hombre a una cruz, y permanecía
allí sin víveres durante tres días. Luego se proclamaba que había nacido de
nuevo.
“Et resurrexit tertia die, secundum
Scripturas".
Piero della Francesca, Risurrezione, 1450-1463,
Sansepolcro, Museo Civico.
En estos
mitos agrícolas el hijo representa la semilla enterrada hasta que reaparece con
la forma de brote. Las plantas maduran hasta ser cosechadas y el ciclo entero
vuelve a representarse. De esta manera, el principio agrícola básico se
convierte en alegoría de la vida humana y las personas que lo saben se sienten
en poder del misterio de la vida. Los hombres desean participar en este
drama celestial de las estaciones y se inventan rituales que simbolizan el
proceso de fertilización. Los llamados Misterios de Eleusis, consagrados a
Deméter a comienzos de la primavera y en otoño, incluían rituales secretos
destinados a los iniciados, durante los cuales la persona “moría” con relación
a su vida pasada y su alma viajaba a los orígenes (el paraíso) antes de
renacer, es decir, de regresar al cuerpo del extasiado, porque en realidad lo
que se producía era un viaje extático al más allá, inducido por el consumo de
un agua impregnada con el cornezuelo del centeno, un hongo al que los ingleses
y franceses llaman ergot. El misterio que descubrían en el más allá
era la revelación de que, en lugar de acabar, la vida se transforma sin cesar.
El trigo era el emblema de estos misterios y el símbolo de la vida eterna.
La idea de
que la vida renace de los muertos se refleja en la forma de algunas tumbas
neolíticas, las cuales tienen una abertura estrecha semejante a una vagina, por
lo que la tumba se convierte en un útero.
Monticulo sepulcral galés de Bryn Celli Dhu
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