La fertilidad y la pareja divina
En todas las mitologías y muchas
religiones la pareja divina (el dios y la diosa sexualmente unidos) existe como
conjugación de los principios masculino y femenino necesarios para procrear,
fertilizar y mantener el equilibrio de la tierra y las especies. Por
consiguiente, el matrimonio sagrado
se convirtió en el modelo de la pareja humana en las sociedades de todo el
mundo. Este concepto del matrimonio influyó en las escrituras sagradas hebreas,
alentando al pueblo para que se multiplicara sexualmente, al tiempo que otras
fuentes judías, sobre todo la Cabala, afirmaban
que el individuo que no se casa rebajaba la categoría de dios. Ver La
Matronit y la Cabala.
La
pareja sagrada representa la totalidad, el perfecto andrógino o hermafrodita
que todo lo abarca. El hombre y la mujer se unen sexualmente para recrear esta
forma original. Durante la representación del matrimonio sagrado, el sacerdote
(o el rey) debía permanecer estático y era la mujer –personificando a la diosa–
la que despertaba y rescataba al hombre-dios, llevándole al éxtasis sexual,
como forma de volver a vivificar la semilla que contenía su falo.
“El Mito del Andrógino” aparece en el Banquete de Platón, concretamente en el Discurso de Aristófanes, quien
expone que en la antigüedad, la humanidad se dividía en tres géneros, el
masculino, el femenino, y el andrógino (del griego Andros-Hombre y Gino-Mujer).
Los seres que pertenecían a esta última clase eran redondos, con cuatro brazos,
cuatro piernas, dos caras en la cabeza y, por supuesto dos órganos sexuales. Estaban
unidos por el vientre.
Ser andrógino según
el Banquete de Platón
Eran seres poderosos por su vigor y por su
fuera. Los dioses griegos vieron que una criatura que tenía cuatro brazos
trabajaba más, además, estaba siempre
vigilantes porque tenía dos caras opuestas que todo lo observaban, impidiendo
que fuesen atacadas a traición, cuatro
piernas que les permitían permanecer de pie o andar argos tiempos sin cansarse.
O bien porque los dioses se sintieron
celosos de sus poderes, o bien sea que tales criaturas se sintieron capaces de
atentar contra los dioses, lo cierto es que Zeus las castigó partiéndolas por
la mitad. Apolo los curó dándoles la
forma actual que tienen ambos sexos, es decir, con los órganos sexuales al
frente en vez de tenerlos en el dorso.
El Amor
desde tiempos inmemoriales trata de unirlos, de manera que, cuando se
encuentran se unen de tal forma que es para toda la vida, tratando cada uno de
reunirse y fundirse con el amado y convertirse de dos seres en uno solo, de
manera que tan solo podría alcanzar la felicidad nuestra especie cuando se dé
el tiempo en que la mitad de la Humanidad se encuentre con su otra mitad. Cada
mitad de un hombre y mujer primitivos se entregan a la homosexualidad en busca
de su otra mitad, en tanto que, la mitad del andrógino se entrega a la
heterosexualidad en busca de su otra mitad.
La diosa y el orden natural
La mitología griega personificó los
poderes destructivos del universo como hijos de Gea:
los Titanes, Gigantes, Hecatónquiros… etc. La destrucción es necesaria para dar lugar a la
nueva vida y forma parte del proceso que garantiza la vitalidad del mundo. Ver Los
Mitos Griegos, La
Tifonomaquia y los Alóadas y La
Titano y la Gigantomaquia.
Las luchas entre los elementos
constructivos y destructivos forman parte del ciclo natural y el concepto de
que unos son buenos y los otros malos es una innovación de la Edad del Bronce,
cuando el hombre toma consciencia de sí mismo y se siente como diferente a la
naturaleza.
El proceso alquímico
Viene
reflejado en el Rosarium Philosophorum (1550), un texto que contiene veinte imágenes que
describen simbólicamente el "verdadero Arte", la verdadera alquimia,
que consiste en iluminar la mente del iniciado, suministrándole la experiencia
de niveles de la realidad que normalmente son inaccesibles para el ser humano.
El proceso es imaginado como una
"unión sagrada" (hieros gamos) cuyo fruto es el lapis philosophorum, una sustancia que se cree que tienen el poder de transmutar el plomo en
oro. También se llama elixir o piedra filosofal.
I. La
fuente alquímica o fuente de vida, es una fuente con tres surtidores, dos de
los cuales (los extremos) simbolizan los principios opuestos y, el central, la
energía mediadora. Cuatro estrellas de seis puntas situadas en los extremos de
dos columnas de humo que surgen de ambos lados de la fuente. Otra estrella
sobre la fuente flanqueada por el Sol y la Luna, sobre la cual un dragón de dos
cabezas intenta devorar las estrellas.
II. El
Rey y la Reina simbolizan los principios opuestos. Se inicia la unión química.
La Paloma como elemento mediador: el mercurio o Mercurio. El rey, a la
izquierda, situado sobre el Sol, agarra la mano izquierda de la reina en pie
sobre la Luna. Sostienen en su mano derecha ramas con hojas que se entrecruzan
con la que sostiene el pájaro que desciende desde una estrella de seis puntas.
III. El
rey y la reina desnudos entrecruzan las manos, los tallos y las hojas.
IV. El
rey y la reina sentados en un baño hexagonal sostienen los tallos en la misma
configuración que en la figura anterior.
V. La
Conjunción, la Coniunctio o coito se
produce en un estanque, en el agua. Junto a ellos el Sol y la Luna. VI. (Las
imágenes 6-9 muestran niveles de unificación progresivos. Como la serie 13-16)
La Concepción o Putrefacción. Un hermafrodita, mitad rey mitad reina, está
tumbado como un cadáver en un sepulcro lleno de agua.
VII. La
Extracción o Impregnación del alma. El andrógino rey-reina continúa en su
sepulcro mientras un pequeño espíritu macho aparece entre las nubes.
VIII.
El Lavado o Mundificación. Sigue el hermafrodita en su sitio mientras caen
gotas de lluvia desde las nubes.
IX. El
Regocijo, Nacimiento o Sublimación del alma. Un pájaro se aproxima a otro
enterrado hasta la cabeza en el suelo. Un pequeño espíritu hembra desciende
desde las nubes.
X. El
hermafrodita, ahora con alas, está de pie sobre la Luna. Sostiene en su mano
derecha un cáliz con tres serpientes y en su izquierda otra serpiente enrollada
(cáliz y serpiente son símbolos sexuales). A la izquierda de la imagen hay un
árbol de la Luna con trece flores lunares. A la derecha, un cuervo.
XI. La
Fermentación: otra cópula del rey y la reina en un estanque con agua.
XII. La
Iluminación. Un Sol con alas permanece inmóvil en el aire sobre un sepulcro
lleno de agua.
XIII.
(Serie 13-16) La Nutrición: el hermafrodita alado yace en al sepulcro lleno de
agua.
XIV. La
Fijación: el hermafrodita ha perdido las alas y yace en el sepulcro. Un pequeño
espíritu hembra amanece entre las nubes.
XV. La
Multiplicación. El hermafrodita en el sepulcro. Gotas de lluvia desde las
nubes.
XVI. La
Resurrección. Un pequeño espíritu hembra desciende sobre el sepulcro del
andrógino.
XVII.
La Evidencia de la Perfección: El andrógino con alas de murciélago, con las
serpientes en sus manos está de pie sobre una colina bajo la cual tres
serpientes se devoran unas a otras. Detrás, un león. A la izquierda un árbol
solar con trece flores solares. A la derecha, un pelícano nutre a sus pollos
con su propia sangre.
XIX. El
sincretismo alquímico-cristiano desvirtúa el mensaje ancestral de la Diosa, al
mezclarse tradiciones patriarcales judías. El Hijo con el cetro y el Padre con
el orbe, sostienen la corona sobre una joven (María) mientras revolotea la
paloma. Reconocen a la Gran Diosa Madre y a su símbolo prehistórico: la paloma.
XX. La
Palingenesia, la regeneración. La transmutación, no una mera transformación. En
términos cristianos: la resurrección del cuerpo significa su glorificación y
perfección.
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