La Cova Foradà
El esqueleto neandertal más
completo de España aparece en la Cova Foradà de Oliva
La Safor se reencuentra en pleno siglo
XXI con los vestigios de sus primeros pobladores. Las excavaciones en la Cova
Foradà de Oliva realizadas este verano han sacado a la luz un esqueleto muy
bien conservado de hace más de 40.000 años.
En estos términos, o parecidos, estuvieron publicando
los periódicos la noticia sobre los hallazgos de la Cova Foradà, presuntamente
situada en Oliva, pero desconocida por todos los habitantes de la población. ¿Y
porque será que nadie sabe de su existencia, ni de su ubicación? Pues porque
nunca ha pertenecido a este municipio. La historia nos enseña que los hombres,
por razones políticas, cambian los lindes entre los términos municipales. Así
Oliva en 1836 pertenecía al partido judicial de Pego (Rosa Seser Pérez. L’antic partit judicial de Pego. Algunes dates
históriques. Llibre de Festes, Pego 2004), pero en 1840 se
delimitó el término entre Oliva y Pego, fijando unas fronteras más o menos
arbitrarias. En el caso que nos ocupa se utilizó la cima de la sierra de
Mostalla como línea del linde, siguiendo por el río Bullentó y, aprovechando un
antiguo río que atravesaba las tierras pantanosas pegolinas de norte a sur, se
fijó el linde en el llamado vall de la Ratlla, terminando en el
río Molinell.
De hecho, históricamente las tierras
pantanosas y la zona marítima siempre habían sido de los pegolinos. Los de
Oliva sabían que su término finalizaba en el río Bullentó, al que llamaban la
Sequia del Vedat, del territorio prohibido, donde terminaba su término.
Foto aérea donde se observan las
cubiertas que cubren la cueva
Situación de la Cova Foradà. Se
observa el Rio Bullent discurriendo por la marjal de Pego
Los moriscos valencianos estaban medios
sublevados contra las imposiciones cristianas y no eran raros los ataques de
barcos turcos a las poblaciones costeras, con saqueos e incendios de iglesias.
Ante estos ataques el rey Felipe II ordena el 1561 reforzar las defensas del
litoral valenciano. El 1579 se refuerzan las murallas y las troneras pegolinas,
adaptando las defensas contra la nueva artillería pirobalística (AMP. Llibre de
Cauteles de 1578 a 1641, f. 4v). Coincidiendo con estos trabajos se aumenta la
vigilancia de la costa, lo que nos indica la presencia de piratas. Les Actes del Consell pegolino nos indican que
habían sido vistas “vint i-tres fustes
de moros” (AMP. Llibre de Actes del consell de 1555 a 1621, f. 39). En 1580 ante
las amenazas de los ataques berberiscos, por orden del Gobernador, los
pegolinos tienen que ir a Oliva a refugiarse. El gobernante sólo deja 100
hombres de guardia en Pego, con la bandera de la villa en manos del alférez
Francesc Torres. Tres años después, se cierran las puertas de la villa para que
no entren los moriscos. El capitán García Bravo de Acuna, corregidor de Granada,
se encuentra en la población, pero ello supone más gastos para los pegolinos
que han de alimentar a sus hombres y caballerías, por lo que al final le piden
que abandone el pueblo. (BORONAT y BARRACHINA, Pascual; DANVILA y COLLADO,
Manuel. Los moriscos españoles y su expulsión: Estudio histórico-crítico).
Torres
de guaita de Els Poblets. La primera situada en la paya de la Almadraba,
desembocadura del rio Girona. La segunda, al lado del rio Girona, en Miarrosa.
Finalmente, con la expulsión de los
moriscos cesaron los ataques berberiscos, pero la disminución de mano de obra
dejó a la población pegolina medio arruinada, resultando muy onerosos para las
arcas municipales los gastos de vigilancia costeros. A principios del siglo XVIII, el pueblo de Pego
pidió al duque de Gandía, señor jurisdiccional, que le librara de la carga del
sostenimiento del guarda-torrero que vigilaba las invasiones en esta costa de
los piratas berberiscos que cautivaban cristianos. Así se hizo, repartiendo el territorio costero
pegolino entre los municipios de Oliva y Denia que se hicieron cargo a cambio
de los gastos de vigilancia.
La gran mayoría del territorio pantanoso
pertenecía a los Centelles y, después, a los Borja. Los ríos, sus acequias y el
aprovechamiento de la pesca y la caza era derecho otorgado a los repobladores
pegolinos en época de Pere III El Gran. Así mismo, disponían del bovalar y de
terrenos de pasto. Los pleitos entre los pegolinos y la nobleza fue constante,
dictaminando la justicia a favor de los primeros. El llamado Parque Natural de
la Marjal de Oliva y Pego, en realidad, siempre fue de Pego. Dese 1579 los
pegolinos defienden sus aguas del Calapatar contra las pretensiones del conde
de Oliva. Ante la presión municipal, el 1652, según el Llibre
del Consell de Pego, el duque de Gandía acordó la cesión de unos
marjales a la villa, en concreto les concede Aljiralen y el Cabaret,
a cambio de doscientas libras.
Partida
Bullents de Pego. Entorno natural de los habitantes de la cova Foradà
Fotografía: Gonçal Vicens
Partida Bullents de Pego. Al fondo la Sierra de Segaria
Fotografía: Gonçal Vicens
Fotografía: Gonçal Vicens
Tres
imágenes de Gonçal Vicens del entorno natural de los habitantes de la cova
Foradà
Fotografía: Gonçal Vicens
Fotografía: Gonçal Vicens
Los pegolinos están disecando los pantanos y
cultiva mediante el sistema dels bancs, consistente en la abertura de
zanjas de drenage, con realzado de las parcelas con terraplenes que sobresalen de
las acequias. Se regaba sacando el agua de las acequias (assarbs o escorredors)
mediante el reg de carabassí: dos hombres con dos carabazas a manera de cazón,
sacan el agua de la acequia y la vacían en un regueró, desde el cual l’encamidor
la dirige hacia els quadres. Este sistema fue sustituido por el riego a barril y
por el reg a taona, artificio similar al shaduf egipcio, consistente en un cigüeñal que se balancea para
sumergir en la acequia (l’assarb) el
recipiente que hay colocado al extremo.
En tiempos más modernos el riego se hacía
también con norias (senies), de las que en el siglo XX había en Pego unas 250.
Su difusión por la zona periférica de la Marjal respondía a la existencia de un manto
freático muy poco profundo.
Reg de carabassí
Desde 1617 se crean
marjales en el río del Girateig y, a comienzos del
siglo XVII, se producen las primeras colonizaciones en la parte del Molinell, en 1626 Miguel Escrivá construye un molino en
el río de Bullent. En este periodo se produce la verdadera llegada de
mallorquines a la comarca. El
1746 Pego creó unas ordenanzas para el gobierno de las aguas, con retoques
introducidos en 1778, que servirán de base para la reglamentación de 1916, aún
vigente (SENDRA
GARCIA, C. Evolución de los
Cultivos en el término de Pego durante los últimos cien años y posibilidad de
transformación y mejoras. Pego, 1962, 51, ff. Mecanograf.
Inédit).
Oliva
creará su coto arrocero el año 1851 y, evidentemente lo hace tan tardíamente,
porque no tuvo terrenos en el marjal hasta 1840, cuando se
delimitó el término entre ambos municipios, recibiendo Oliva territorios
pegolinos.
terraeantiqvae.com
La
noticia apareció en numerosos periódicos con la fotografía de arriba, señalando
que se trataba de la Cova Foradà de Oliva. En realidad la imagen corresponde a
una pequeña cavidad de la Vall de Laguar en el camino de descenso al Barranc
del Infern. Ver Foto
La
Cova Foradà. Fotografía: Gonçal Vicens
Vista
desde la Cova Foradà. Marjal de Pego, al fondo la Sierra de Segria y la
urbanización Monte Pego
Fotografía: Gonçal Vicens
Fotografía: Gonçal Vicens
Todo lo expuesto está relacionado con la
Cova Foradà de la siguiente manera. La pequeña cavidad se encuentra en la
ladera sur de las pequeñas colinas que separan los terrenos pantanosos
pegolinos de la planicie de huertos de naranjos de Oliva. El linde natural, como
prolongación de la Sierra de Mostalla, se hubiese tenido que situar en la cima
que separa las dos vertientes, pero no se hizo así, situándolo en el río Bullentó
que transcurre por terreno pegolino. La cueva está de espaldas al término de
Oliva, muy alejada de la población; en cambio, sus vistas naturales son la
marjal de Pego y la Montañeta Verda. Se encuentra a muy poca altura y cerca del
río Bullentó, en el paraje pegolino conocido como Les Benirrames, al que
pertenece geográficamente. Su ecosistema es el de la marjal y nada tiene que
ver con las llanuras aluviales del rio Gallinera, que se encuentran a sus
espaldas, y de cuyas tierras y habitantes se escondían, buscando refugio en el
Marjal.
Vista
del interior de la cueva desde la parte posterior o norte. Fotografía: Gonçal Vicens
Trabajos
en el interior de la cueva. Fotografías de Nemesio Jiménez y Clara Zanón
Vista
anterior de la cueva, desde la parte sur o entrada principal. Fotografía: Gonçal Vicens
Entrada
de la cueva Foradà. Fotografía: Gonçal Vicens
En
la pequeña colina del centro se encuentra la Cova Foradà. Fotografía: Gonçal Vicens
Realizada la precisión, ahora me resulta
menos difícil asimilar que se otorgue a Oliva y a la Safor (por razones
legales) la ubicación de la cueva, pues sé que los que la visitarán acordarán
que mi razonamiento es correcto desde el punto de vista geográfico y del
ecosistema circundante.
En esta pequeña cueva que tiene entrada y
salida trasera, de ahí el nombre de Foradà (horadada), se han encontrado los
restos neandertales más importantes descubiertos en España, pues se trata de un
conjunto óseo completo y con las diferentes piezas conectadas entre sí. Los
restos fósiles incluyen todo el esqueleto desde el cráneo hasta la primera
vértebra sacra. Tienen unos 40.000 años de antigüedad y se localizaron el
verano del 2010. El esqueleto se encontraba en posición de decúbito lateral
izquierdo dentro de un bloque de piedras cimentado por el carbonato cálcico
formado por el sistema cárstico de la cueva, que se tuvo que extraer todo en
bloque debido a la fragilidad que presentaban los huesos. Este tesoro
arqueológico estaba en el interior del yacimiento, a unos nueve metros bajo
tierra, en estratos intactos. Los expertos lo sitúan en niveles del Paleolítico
Medio o incluso más antiguos.
Paisage
de los alrededores de la Cova Fordà (vertiente sur). Al fondo la población de
Pego
Fotografía: Gonçal Vicens
Fotografía: Gonçal Vicens
Vertiente
norte de la pequeña colina donde se encuentra la Cova Foradà. Al fondo la
población de Oliva
Fotografía: Gonçal Vicens
Fotografía: Gonçal Vicens
Ante tal
hallazgo se ha movilizado el mundillo de los paleontropólogos, llegando un
grupo de investigación del yacimiento de Atapuerca (Burgos), así como
especialistas en homínidos de prestigiosos centros españoles, pues hasta ahora
todo lo hallado en España se limitaba a huesos sueltos, muelas, incisivos,
vértebras, costillas o cráneos, salvo en una cueva asturiana (El Sidrón) en
donde también aparecieron restos agrupados
El
equipo de arqueología de José Aparicio limpia restos hallados en la Cova Foradà
de Oliva. Foto: Nemesio Jiménez y Clara Zanón
El equipo de arqueología observa la roca calcárea
hallada en la Cova Foradà de Oliva. Foto: N. Jiménez
Los trabajos arqueológicos se llevaron a
cabo bajo la dirección del jefe de los servicios de arqueología de la
Diputación de Valencia, José Aparicio, quien afirma que la Cova Foradà es «uno
de los yacimientos más completos de la Península Ibérica, incluso de Europa y de
todo el Mediterráneo». La cueva comenzó a excavarse hace más de treinta años y
sus restos arqueológicos indican que empezó a ser habitada hace unos cien mil
años antes de Cristo y se abandonó entre el 8.000 y el 9.000 a.C., lo que
indica que tuvo cien mil años de vida ininterrumpida.
Esa
larga supervivencia del hombre en el lugar se debe a la fertilidad del
territorio. Había ciervos y cabras por la Sierra de Mustalla; toros y caballos
por el llano; tortugas, aves y peces en el Río Bullents o Bullentó y en el
marjal de Pego. El homínido recientemente encontrado -del que se desconoce el
sexo- se dedicaría a la caza y recolección de alimentos en el marjal de Pego.
La
UAB hace un TAC al neandertal de Valencia
Antes de iniciar el estudio antropológico,
el esqueleto ha sido sometido a un escáner en la Universidad de Barcelona y el
Hospital General de Cataluña para
analizar la estructura ósea del esqueleto, visible sólo parcialmente,
dado
que se encuentra dentro de un gran bloque de masa cimentada, para proceder a la
extracción y restauración de los restos en el Instituto de Paleoecología Humana
y Evolución Social (IPHES) de Tarragona. El estudio antropológico del
neandertal lo dirigirá la profesora de Antropología Física de la UAB Eulàlia
Subirà, en colaboración con el investigador de la Universidad Jordi Ruiz y
antropólogos y restauradores del IPHES.
También los padres del genoma neandertal
piden analizar el esqueleto de Oliva en las instalaciones del instituto
antropológico más importante de Europa, el Max-Planck for Evolutionary. Fuente:
LP
Restos
del neardental de 40.000 años hallado en la Cova Foradà en Oliva. Foto: Nemesio Jiménez y Clara Zanón
Foto: Eulàlia Subirà, segunda por la izquierda, y
José Aparicio, a su lado, junto al neandertal. Foto: Nemesio Jiménez y Clara Zanón
El
culto al oso de los neandertales
También en esta cueva se encontró una
roca de entre 30.000 y 40.000 años con el perfil de la cabeza de un oso, una prueba
más del alto nivel de cognición, simbolismo y creencias de los neandertales,
pues la habrían usado en ritos chamánicos. El hallazgo se realizó por el
responsable de la Sección de Estudios Arqueológicos (SEAV) de la Diputación de
Valencia, José Aparicio, cuyo equipo encontró la roca en la Cova de la Foradà en
1996 y en 2012 han determinado que los neandertales la utilizaron para ritos
chamánicos dentro de la cueva.
Restos de este culto al oso se han
hallado en Drachenbouch (Suiza), varios cráneos de oso se encontraron apilados
en un arca de piedra, probablemente construida por los neandertales que
vivieron en el vestíbulo de la caverna, según relató Aparicio. En Regordou, sur
de Francia, se encontraron unas veinte calaveras de oso en una fosa rectangular.
La cueva Basua de Savona (Italia) se hizo famosa porque en una estalagmita se
creía ver un animal y se rodeó de bolas de arcilla con huesos de oso esparcidos
por el suelo.
Restos
del antiguo culto al oso. Esta ancestral máscara de oso aparece en los
carnavales del Pirineo de Huesca, en el pueblo de Bielsa (Parque Nacional de
Ordesa) y se conoce como el "onso" de Bielsa. Ver mis reportajes
sobre los carnavales y el origen de la
religión. La
Velleta Verda
Trabajos
de extracción del bloque con restos óseos. Fotos de Nemesio Jiménez y Clara Zanón
La
vida del neandertal
Los neandertales eran omnívoros y comían
bayas, frutas, raíces y, fundamentalmente, se dedicaban al carroñeo. Vivían en
grupo, en comunidades pequeñas que tenían un territorio de subsistencia donde
no podía entrar o salir nadie sin que se produjera por ello un conflicto. En la
cueva, junto a los restos del neandertal hallados, se han encontrado instrumentos líticos que
utilizaban para cazar, cocinar o preparar pieles. En ocasiones han aparecido
huesos descarnados de animales, lo que explica que los moradores ya habían
adquirido ciertos roles sociales, como el de comer en el interior del hogar.
Foto:
Cova Foradà, Oliva. Lasprovincias.es. Fotos Nemesio Jiménez y Clara Zanón
José Aparicio
La mayoría de las piezas descubiertas son
puntas de lanza que se colocaban en los bordes de las cañas o palos para poder
alcanzar a las presas que se comían. El paisaje de la Foradà podría ser muy
diferente al existente ahora, sobre todo en lo que se refiere al hábitat de los
animales, pues las montañas y llanuras estaban habitadas por rinocerontes,
elefantes y hienas.
Presentación
oficial del hallazgo en la Diputación de Valencia
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