Hacedoras del destino
Las triadas formadas por mujeres,
generalmente representan a las encargadas del destino y suelen describirse como
vírgenes. Las Normas de la mitología escandinava superaban el poder
de los dioses porque demostraban la inevitabilidad del pasado, el presente y el
futuro. Las deidades celestiales (por ejemplo, los Aesir) no podían anular sus
dictámenes sobre el destino colectivo o individual, ya que las Normas
–cuidadoras del árbol del mundo- controlaban la tierra viviente.
"La Nornas Urðr,
Verdandi y Skuld sentadas debajo de un roble o árbol del mundo Yggdrasil".
En la parte superior del árbol vemos un águila (probablemente Veðrfölnir), en
el tronco del árbol hay una ardilla (probablemente Ratatoskr), y royendo las
raíces del árbol lo que parece ser un pequeño dragón (Nidhoggr, probablemente).
Fuente Wagner, Wilhelm (1882), Nordisch-germanische Götter und Helden.
Otto Spamer, Leipzig & Berlin. Page 231 (Dioses y héroes de los
países nórdicos). Autor Ludwigsburg (1825-1884).
"Las
Nornas". En la imagen una nota dice: "Reproducido de uma pintura por
Karl Ehrenberg". Las tres Normas sentadas junto a la Urdarbrunnr. Fuente: Foster, Mary H
(1901), Asgard Stories: Tales from Norse Mythology
(Historias de Asgard: Cuentos de la mitología nórdica), Silver, Burdett y
Compañía, p. 5. Autor: "H. L. M."
Las romanas tria fata o hadas
–también llamadas Parcas en honor de la diosa romana Parca (de “parere”, es decir, “parir”) formaban
otra poderosa trinidad, encargada de los partos y de tejer el hilo del destino
individual. Por lo general, las divinidades del destino de la mitología europea
eran tejedoras. Sus nombres eran Nona, (Cloto)
que hilaba el hilo de la vida desde su rueca hasta su huso, Décima (Láquesis) que medía el hilo de la vida con su
vara y Morta (Átropos), que cortaba el hilo de
la vida, eligiendo la forma en que la persona moría.
Tapiz mille-fleur de principios del siglo XVI
que representan las tres Parcas con sus nombres griegos
Las Moiras griegas –antecesoras de la tria fata,
hadas o Parcas romanas– incluían a Cloto la hilandera, Láquesis la medidora y Átropos,
la cortadora del hilo de la vida. Los griegos tuvieron otras divinidades del
destino, como las vengativas Furias, las sabias, pero perversas Grayas
–que compartían un solo ojo- y las Gorgonas. La gorgona Medusa llevaba velo
porque simbolizaba el pasado incognoscible y mirarla equivalía a contemplar la
propia muerte (o a convertirse en piedra con forma de estatua funeraria). Al
final fue victima de su propio destino cuando Atenea entregó su brillante
égida o escudo al héroe Perseo, que obligó a Medusa a contemplar su
propia imagen con resultados fatales. La Diosa suele ayudar a los héroes, de
ahí que la diosa guerrera sea su protectora, como podemos comprobar en La
Diosa de la guerra, donde también tratamos la trinidad irlandesa denominada
Morrigan.
En esto grabado se
observa la relación de las Furias con la Diosa a través del símbolo de las
serpientes.
Las Grayas. Pablo J. Porras
Las
trinidades.
La naturaleza posee muchas cualidades que
suelen acontecer en ciclos de tres en tres. La tierra pasa del barbecho a
fértil y, finalmente, produce, reflejando el ciclo femenino de la menstruación,
ovulación y parto. También representa la vida de la mujer que pasa de doncella
(barbecho) a mujer fecunda, fértil y prolífica, terminado en la figura posmenopáusica
y autónoma que ha alcanzado la sabiduría y el derecho a ser respeta por las
demás. La misma existencia humana se desarrolla en tres etapas: nacimiento,
vida y muerte. Los tres puntos del espacio y del tiempo son cielo, tierra-mar y
mundo subterráneo; pasado, presente y futuro.
a).
La
doncella es la luna creciente,
simultáneamente excitante e intimidadora, virgen y guerrera; su inocencia
amenazada se convierte en ferocidad defensiva (su emblema son las armas de las
diosas guerreras y cazadoras, como Artemisa y Atenea). Esta figura es a la vez símbolo de la casta inocencia,
como de los instintos desenfrenados de la actividad sexual incontrolada.
L’Abandon, del pintor francés Guillaume Seignac (1870-1924)
El despertar, del pintor francés Guillaume Seignac (1870-1924)
b).
La segunda fase de la luna es la llena, que representa a la mujer fértil en su aspecto de madre o prostituta, ambas expresiones de
la madurez sexual u válidas para procrear. Las actividades de las prostitutas
divinas contribuyen a garantizar la fertilidad de la tierra. La diosa madura
también puede ser sexualmente depredadora y apoderarse de la energía vital de
su amante para autogratificarse. Las madres con hijos jóvenes e inexpertos
temen a esta mujer, experta en artimañas sexuales, que puede robarles a sus
inocentes hijos. Su representación mitológica es variada, desde las arpías, las lamias... etc.
Francoise Boucher, dibujo.
c).
Por último, la luna oscura representa la fase de la vieja,
la luna que desaparece y sume al mundo en tinieblas durante tres días. Combina
las funciones antitéticas de la jueza implacable y generosa guía en el mundo de
los muertos. La vieja conserva un gran apetito sexual y, como en los casos de Hécate, Circe y Cailleach Bheur, se vale de engaños y coacciones para copular con los
muchachos.
Desnudo de una
anciana de Aleah Chapin. Fuente: Maria Cristina Aparicio's Blog
Las trinidades aparecen con mayor
asiduidad en la mitología griega, cuyos monstruos y diosas, como las Moiras,
las Horas, las Gorgonas, Erinias, Furias, las Parcas, las Grayas...etc., se
presentan de tres en tres. Hera fue adorada en Estínfalo como niña, esposa y
viuda. Deméter, Core (Perséfone) y Hécate forman una trinidad.
La representación más antigua de una
diosa aparentemente triple está tallada en la cueva francesa del Abrí Du Roc
Aux Sorciers en Angles-Sur-l’Anglia (13.000 a.C.) y consta de tres enormes
figura que montan un bisonte, que podemos observar en el apartado de Rasgos generales
de la diosa, en el que presentábamos a la luna como manifestación
de la diosa.
Detalle del friso de las Venus. Abrí Du Roc Aux Sorciers (Angles-Sur-l’Anglia)
Según diversas tradiciones del saktismo hindú, la trimurti (Brama el creador, Visnú el conservador y Siva el
destructor) exclusivamente masculina no es más que un reflejo del poder
absoluto de Devi (vocablo indio que
designa a la diosa y al poder fundamental del universo), también denominado sakti. Ver La
esencia femenina. Kali
La diosa Fortuna
romana se representa haciendo equilibrio sobre una pelota o rueda, lo que
demuestra la incertidumbre del destino. Su rueda se secularizó y adoptó la
forma de la rueda de la fortuna de las ferias y la propia diosa se convirtió en
la “Dama de la Suerte” patrona de los jugadores.
Representación de la
diosa Ocasión, que junto con fortuna y Casualidad forman una triada
La trinidad de los indios norteamericanos
La influencia
que la trinidad de doncellas ejerce en la vida humana también se refleja más
allá de las zonas lingüísticas indoeuropeas. Según una leyenda de los indios Chinook norteamericanos
(Ver Mitología Tribus
Americanas), los humanos suplicaron a Coyote que les diera el fuego. Tres hermanas, ancianas y
arrugadas, las Skookum, se turnaron para vigilar el fuego. Coyote invocó a sus hermanas –otro
trío que moraba en su estómago, bajo la forma de arándanos– las
cuales le aconsejaron que rodeara la zona donde estaba el fuego de animales veloces.
Cuando una Skookum (también puede ser un gigante, un bigfoot…) pasó el turno a
la otra, Coyote se acercó a la carrera y robó una tea. Las tres arpías lo
persiguieron, pero Coyote entregó el fuego a Ardilla
y se transmitió
sucesivamente de un veloz animal a otro hasta que al final, un árbol se lo
tragó y las Skookum no tuvieron más remedio que abandonar la persecución.
Las provocadoras de la
muerte
Hécate, grabado de William Blake, h. 1795.
En su obra Prolegomena
to the study of Greek Religión (1991),
la escritora Elizabeth Jane Harrison postula que las trinidades de dioses relacionadas con la suerte
evolucionaron a partir del dualismo madre-doncella,
como el de Deméter y Perséfone (Core). En realidad, como veremos más adelante,
la trinidad es una imagen de las fases de la luna. La posibilidad de la muerte
existían tanto en la madre como en la doncella: Core
cuando desciende al Hades y en Deméter cuando sus
lamentos causan estragos en la tierra. En lo cotidiano, la mente humana se
siente incómoda si tiene que relacionar la muerte con imágenes de pureza o
nutrición. De esta manera convierten la muerte en una entidad separada y los
adoradores ignoran las cualidades amenazadoras de la madre y de la hija.
Aunque capaz de matar bajo cualquier
aspecto, se suele vincular la diosa con la muerte bajo su aspecto de vieja.
Muchas culturas reflejan esta peculiaridad en la costumbre de que las ancianas
se ocupen de los difuntos: los visten, los ungen y los velan hasta que se
celebra el funeral.
Las tres edades del
hombre y la muerte (1539), Las tres edades de la vida y la muerte (1510), ambas
de Hans Baldung
La vieja también está muy vinculada a
la brujería -como veremos más abajo-, a los misterios y a los secretos. Una vez
superada la edad fértil, se suele decir que la mujer chupa su propia sangre y
en ocasiones la describen como “la que retiene”. Pese a que es evidente que ya
no es productivo, su útero puede convertirse en el receptáculo de la
regeneración, como el caldero de la diosa celta Branwen (el caldero se llamaba Badb, el útero que revive a los muertos,
antecedente del Grial), en el cual hervía a los muertos para resucitarlos. En
virtud de su dominio de los misterios femeninos, el útero de la vieja
representa la tumba, el lugar que simboliza el miedo a lo desconocido.
La Vieja Reina Muerte
de Adrian
Atenza
Es posible que la vieja más conocida sea Hécate. Es la más arcaica de las diosas griegas y probablemente deriva
de la diosa-comadrona egipcia Hequit, Heket o Hekat, diosa de los partos, conservadora arquetípica
de los secretos femeninos que, por lo general, eran viejas que combinaban las
funciones de atender a los muertos y de traer al mundo a los recién nacidos.
Hecate de Stéphane Mallarmé, 1880
Hesíodo
en la Teogonía incorporó a Hécate como un ser digno de grandes alabanzas.
Era la hija de la Luna en sombras, la reina de los muertos y controladora de
los enjambres de fantasmas que por las noches recorrían las calles, sobre todo
cerca de las encrucijadas (la futura Diana).
Los hombres le dedicaban las cenas y dejaban las sobras en la puerta para que
las comiese.
En su condición de provocadora de la
muerte, la vieja también desempeña el papel de jueza de las almas. Su equipo
suele incorporar libros de archivos como los de Ereskigal y Husbishag, su equivalente semita.
Cuando cumple la función de jueza se comporta con veracidad y bondad, como
todas las diosas portadoras de la muerte: la romana tellus
Mater, la escandinava Yazme-Askka, la africana Ala... etc.
Casi siempre la reina de la muerte se percibe
como depredadora. Suele beber sangre, como la azteca Coatlicue, o devorar
cadáveres, como Hina de Oceanía.
Paul Gauguin, 1848-1903. Ídolo tahitianao. La diosa Hina,
1894-95
Grabado en madera de boj, impreso en negro y ocre, con
toques de rojo y verde en una impresión sobre papel crema japonés 148 x 120 mm
(imagen / hoja)
Monograma abajo a la izquierda, en la placa:
"PGO". Regalo de Frank B. Hubachek, 1947.
La señora polinesia de la muerte Miru se hace a un lado cuando las almas de los que acaban de
morir viajan al encuentro de sus antepasados. Con sus redes atrapa las almas:
las malas acaban en las llamas de su horno y las buenas llevan una vida
parecida a la que llevaban en la tierra, pero eterna.
La diosa bruja
Como acabamos de ver, la Diosa en su fase
senil y la bruja suelen asociarse. Comparten la vejez, la oscuridad, los
misterios y la vinculación con la muerte.
Aparecen brujas infanticidas y
devoradoras de niños como las del cuento de Hansel
y Gretel. Son personajes malvados cuya
crueldad carece de motivos, como las diosas melanesias Likele y Kalwadi. Otro
personaje de estas características es Medea
de Cólquide, que ayudó a Jasón en la búsqueda del vellocino de oro. En nombre del amor
por Jasón despedaza el cuerpo de su hermano menor y lo dispersa por el mar con
el único fin de distraer a su padre y más tarde asesina a sus hijos para vengar
las infidelidades de Jasón.
Hansel y Gretel por Arthur Rackham. Publicación: Grimm, Jacob y Wilhelm. Los cuentos de
hadas de los hermanos Grimm. Mrs.
Edgar Lucas, traductor. Arthur Rackham, ilustrador. London: Constable &
Company Ltd, 1909.
Isis
fue el gran ejemplo de la maga y el prototipo de incontables hechiceras, como
otras diosas poderosas (Hécate, Kali) degradadas por los monoteísmos y
reducidas al tópico de brujas.
Circe
en la Odisea y Morgan le Fey en las leyendas artúricas
son ejemplos de brujas que, pese a ser inenarrablemente viejas, se presentan
como bellas jóvenes cargadas de sexualidad. El encantamiento se utiliza para
acceder de forma engañosa al amor, lo que supone consecuencias perniciosas para
el amante y para quienes lo quieren.
Ulises y Circe. Crónica de Nuremberg, 1493
Las epopeyas de la Edad Media incorporan
el tema de la dama despreciable que seduce al héroe con su juventud y belleza,
cuando en realidad es vieja y fea.
Los cuentos de hadas germánicos incluyen
brujas moralistas como Frau Trude y Frau Holle (versión dulcificada de la diosa Hulde? O Holda). Frau
Holle castiga severamente a una muchacha perezosa y descortés, al tiempo que es
generosa con su esforzada hermana. De manera parecida, la bruja Baba Yaga del folclore ruso, recompensa a la buena y amable Vasilissa y le parte los
huesos a su hermana.
Baba Yaga y Vasilissa
Kali: el principio y el fín
Sea con su nombre o como shakti (encarnación de la energía
femenina), la diosa Kali es la forma
bajo la cual la gran diosa Devi está presente
con más frecuencia en la iconografía, el arte y la literatura de la India. Ver La
esencia femenina. Kali.
Dos imágenes de
la diosa hindú Kali
Los títulos de Kali incluyen “la negra” (Shyama), “la terrible” (Bahiravi) y
“la feroz” (Chandi), aspectos con los que recibe los sanguinarios sacrificios
de animales machos. Aunque en 1835 se prohibieron, todavía se denuncian
sacrificios humanos.
La presentación más habitual de Kali es
la de una imponente diosa negra, cuya lengua, que gotea sangre, asoma entre los
labios. Lleva muchas guirnaldas de serpiente y calaveras. Su falda está
confeccionada con las manos de malvados y de sus orejas cuelgan los cadáveres
de recién nacidos. En una mano esgrime la espada, en otra sostiene una calavera
y utiliza su tercer y cuarto brazos para bendecir y saludar a los adoradores.
Representación de la diosa hindú Kali. Esta fotografía fue
tomada durante Kali Puja en Naihati, una ciudad en el oeste de Bengala, India. Fecha
2007. Autor Piyal Kundu
En tanto señora del tiempo –Maha Kali– ocupa el espacio y el tiempo de la dimensión mortal, y un
punto fijo en el centro del infinito.
Para la cosmología hindú, el universo
pasa por una serie de ciclos o eras. Al final de cada ciclo, la creación se
desploma sobre Maha-Kali y vuelve a sembrarse para que nazca la siguiente era.
Según el texto sagrado Devibhagavatta, al cabo del tiempo la diosa carece de forma o cualidad
tangibles y llega a representar la verdad absoluta.
Hator, el ojo maligno
Hator era
hija o madre del dios solar Ra, que la envió a espiar a los humanos bajo la
forma de gran ojo que todo lo ve. Hator llegó a la conclusión de que las
costumbres humanas eran deplorables y adoptó una actitud salvaje y se dispuso a
destruir la humanidad, aunque fue refrenada por los demás dioses.
Entre Anubis y Hator se encuentra Tut que tecibe la vida
Eterna en un Ankh.
Hator había creado a la humanidad y como
vaca la alimentaba. Su actitud negativa hacia su creación responde a su
fragmentación: de ser la diosa creadora y destructora, la patrona de los
placeres de la vida (canto, danza y música) se convirtió en una figura
exclusivamente destructiva.
Ankh en forma de espejo de la tumba Tutankamon
Hator es el origen del “mal de ojo” (Sangre
menstrual y mujer venenosa) que simboliza la transformación de los celos
malsanos en arraigada hostilidad. Las brujas han sido perseguidas por el empleo
del mal de ojo para provocar muertes, enfermedades o malas cosechas.
Actualmente la cruz egipcia –Anj o ankh-, que quizá proceda del ojo de Hator, se cuelga en las paredes como
símbolo de buena suerte y vigilando el interior para que la buena fortuna
permanezca en el seno de la vivienda.
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