Leyenda Negra: los autores
Bartolomé de las Casas entre los “Retratos
de los españoles ilustres” (1801); de esta lámina, obra de los hermanos José y
Vicente López de Eguídanos, proceden todos los retratos modernos
El primero en el ranquin de los más odiados por la caverna retrógrada es el fraile Bartolomé de las
Casas, quien
publica su Brevísima historia de la
destrucción de las Indias en 1542, echando
pestes de los colonizadores americanos.
El Sr. Antonio Sánchez nos ilumina sobre la personalidad de Bartolomé de
las Casas, quien fue uno de los
primeros colonos que maltrató a muchos indios, fue quien introdujo la
Inquisición en América, en contra del parecer del emperador Carlos V y, además,
fue el inventor de la esclavitud moderna cuando, compadecido de la debilidad de
los indios del Caribe, convenció al emperador de que sería conveniente traer
negros de África, más resistentes, para sustituir a los indios en las tareas
más pesadas (hecho que también olvidan quienes lo consideran patrón de los
Derechos Humanos), apostilla entre paréntesis el Sr. Antonio, por si se nos
hubiese pasado por alto.
Imagen de José
Guadalupe Posada. Fray Bartolomé De Las Casas representado como protector
de los indígneas
Siguiendo con este método científico-rencoroso
Antonio Sánchez Martínez se cepilla a gusto a los dos
traidores siguientes: el secretario de Felipe II, el perjuro Antonio Pérez y al príncipe Guillermo
de Orange, hombre de confianza de Felipe en los Países Bajos, que también lo
traicionó. El holandés se inventó la leyenda de que Felipe II había matado a su
hijo el príncipe Carlos. Ambos, traicionaron a su señor, como el perro que
muerde la mano de quien les da de comer.
Antonio Pérez del Hierro (Valdeconcha, Guadalajara, España; 1540 – París, Francia; 7 de abril de 1611).Fue el Secretario de Estado del Rey de España Felipe II
Guillermo de Orange, llamado el Taciturno, gran figura de la revolución de los Países Bajos, escapó de las ejecuciones impuestas por el Duque de Alba en 1568, pero murió asesinado en 1584 por un francés, según las malas lenguas, posiblemente por encargo español.
Los
terceros en el ranquin antiespañol son los editores de los Países Bajos, entre
los que hay que destacar a B. Picart y, sobre todo, a Teodoro de Bry, porque hicieron unas
ilustraciones en la que presentaban muy mal a los conquistares, presentándolos
como masacradores y explotadores de los pobres indios americanos.
Grabado del holandés Theodor de
Bry (1528–1598) mostrando la supuesta quema de indios en América. Su evidente
exageración le da un carácter de caricatura. La obra de Theodor de Bry es
característica de la propaganda anti-española que surgió en países protestantes
como Holanda y el Reino Unido a finales del siglo XVI a raíz de la fuerte
rivalidad comercial y militar con el Imperio Español.
Don
Karlos, infant von spanien de Friedrich Schiller
Igual de pérfidamente se mostraron con los
españoles los ilustrados y masones, a la cabeza de ellos Voltaire y el poeta Schiller que escribió en 1783 su Don Carlos tragándose tal cual la versión
de Guillermo de Orange sobre que Felipe II había ordenado el asesinato de su
hijo y el de su mujer, Isabel de Valois, porque eran amantes. El niño, con cara
angelical (seguramente por obra de Sánchez Coello, que quería cobrar) era un
subnormal propenso a la crueldad, que intentó varios asesinatos por puro
placer, y su padre lo tuvo que encerrar o apartar de la circulación, muriendo
al negarse a comer.
Retrato del príncipe Carlos de
Austria y Portugal, pintado por Alonso Sánchez Coello. Museo del Prado, Madrid.
Según el Sr. Antonio Sánchez Martínez todo
esto no son más que fabulaciones, pues la realidad es que los españoles
protegieron a los indios con leyes muy humanas, los evangelizaron y les
entregaron su cultura y su idioma. Deberían estarnos eternamente agradecidos y
no mostrarse unos ingratos como Evo Morales o Rigoberta Menchú.
Masacre de Wounded Knee. USA
El entierro de los muertos después de la
masacre de Wounded Knee. Soldados de EE.UU. arrojan los cadaveres de los indios
a una fosa común, algunos cadáveres están congelados en diferentes posiciones.
Dakota del Sur
Los que si fueron unos auténticos
malvados, eh… señores -es verdad lo que digo- porque nos lo cuenta y lo afirma
el historiador Guillermo Céspedes del Castillo, fueron los ingleses en su
destrucción de los indios norteamericanos, que fueron masacrados con wínchesteres
de repetición. Es falsa la imagen de una Nueva España como colonia de
explotación, puesto que la minería de metales preciosos sólo ocupaba el 0’5% de
la mano de obra y, encima, apenas rendía ningún valor. De manera que el año en que se sacaron más
minerales preciosos de América, su montante total no llegó a cubrir el 16% del
presupuesto de la Corona española, el resto del presupuesto recayó, una vez
más, sobre las sufridas espaldas de los pecheros castellanos, que eran quienes
verdaderamente mantenían con sus tributos el Imperio (del que también se valían
para vivir), pero no el oro de los indios.
A continuación nos da una lección
magistral sobre la acción civilizadora de España en la américas, la cual no me
apetece resumir -porque se debe citar íntegramente- ya que no tiene
desperdicio. Dice así en El lastre de la
Leyenda Negra… (op. cit):
Y ¿Qué decir de las Leyes de Indias y de
las instituciones que se crearon para regular la conquista y evangelización?
Estas leyes explican, en gran parte, la diferencia entre la conquista Española
y la anglosajona.
Otro tanto cabe decir respecto a la
mezcla interracial. Ya en 1503 Nicolás de Ovando escribe a los reyes
recomendando el fomento de los matrimonios interraciales, muy en contra de lo
que han hecho otros estados. Para muchos colonos protestantes, por ejemplo, los
indios no eran almas esperando recibir la fe, sino unos ingratos pecadores que
no habían sabido rentabilizar las tierras y talentos que Dios les había dado, y
que el Creador, dolorido por tan ingrata actitud, había decidido readjudicarlas
a sus fieles hijos anglosajones.
En esta línea de pensamiento el mismo Theodor Roosevelt
afirmaba: «Si se hubieran dejado a los indios, por humanitarismo, sus terrenos
de caza, ello hubiera significado abandonar amplios contingentes de tierras a
disposición de los salvajes; cosa inconcebible. No quedaba otra alternativa;
había que desplazarlos».
Por su parte el general Sheridan (que sometió a
los Siux) se ahorra tantas justificaciones y lacónicamente sentencia:
«Los únicos indios buenos son los que están muertos». Las creencias religiosas
de los protestantes se vieron más tarde reforzadas con las teorías del
darwinismo social, al ver a los indios como inadaptados e inferiores. Y lo
cierto es que Hitler tomó buena nota de la colonización norteamericana para sus
planes imperiales.
Como hemos dicho, los países protestantes
aplicaron el exterminio cuando pudieron. Por ejemplo en las campiñas de Rohil Kund, en la India, más de 100.000
personas abandonaron sus hogares y huyeron hacia los peligros de la selva con
tal de no soportar el desprecio despótico de los ingleses (Juderías, 409). Y no
digamos nada de otros estados en los que, en algunos casos, se mantuvo el apartheid hasta finales del siglo XX.
Los españoles, por el contrario, y a
pesar de todo, dejaron en América una herencia muy distinta. Desde los primeros
tiempos se tradujo la Biblia a doce idiomas indígenas (hay que tener en cuenta
que había más de ochocientos, lo que convierte en ridículos los proyectos
indigenistas que intenten encontrar algún tipo de unidad con tales bases). Los
españoles trasplantaron a América técnicas, instituciones civilizatorias,
ciudades con sus respectivas leyes, edificios, audiencias, escuelas,
hospitales, universidades, incontables obras de arte, vías de comunicación,
etc. (2).
Retomemos
el ranquin particular de antiespañoles, en el que destaca el afrancesado Juan Antonio Llorente, sacerdote y Secretario
General de la Inquisición:
“al servicio de José Bonaparte, que reeditó a
Las Casas, se burló de los papas, y escribió en 1822 La Historia de la Inquisición,
escogiendo los datos que le interesaban y exagerando el número de víctimas de
la Inquisición”.
Retrato de Llorente realizado por Goya entre
1810 y 1811, usando la Cruz de caballero comendador de la Orden Real de España.
Juan Antonio Llorente (Rincón de Soto, La Rioja, 30 de marzo de 1756 - Madrid,
7 de febrero de 1823) fue un erudito, político y eclesiástico apóstata español,
uno de los principales historiadores antiguos de la Inquisición sin embargo él
mismo confesó que quemó todos los datos oficiales de que se sirvió para su
obra.
Tremendo daño hicieron a España los liberales de Cádiz, los masones y los libertadores americanos, todos ellos agentes de nuestros enemigos
exteriores, entre los que destacaban los norteamericanos. Prueba de que la
independencia sudamericana fue obra de los masones es que los principales
líderes independentistas pertenecían a esta secta y las banderas de los nuevos
países están cargadas de símbolos masónicas (sol, triángulos, estrellas, número
de franjas), datos y hechos facilitados por Antonio Sánchez que se basa en la autoridad
del “historiador” César Vidal.
Y ya como la cumbre del pensamiento y del
razonamiento histórico -al hablar de las ideas de Moratín,
de Tomás de Iriarte, del duque de Rivas… de políticos como Ruiz Zorrilla, Moret
o, sobre todo, del catalán Prim (que
alzó al trono de España al masón Amadeo
de Sabaya), del Gran Maestre Sagasta,
Pi Margall o Emilio Castelar, nos dice:
“Con esta mentalidad «revolucionaria» y
humanitarista de la Gloriosa de 1868 (plagada de masones) se construyó la I y
la II República, y algunos buscan la III, aunque sea a costa de España”.
El Catoblepas. Revista crítica
del presente
Leyendo barbaridades como estas, tan sólo me
queda el consuelo de que el resto de los españoles no sean de la misma opinión.
Seguro que, a partir de ahora, yo también soy igual malvado y antiespañol como
los indigenistas americanos, esa corriente de “desespañolización” representada
por dirigentes políticos como Evo Morales y compañía. Ahora soy del clan
maldito, como los escritores como Gener, Mallada y Costa (que hablaba de echar 7 llaves al sepulcro de El Cid), Pío Baroja, Azorín, etc. Los
catoblepeños abominan de los nacionalistas, los que quieren quebrar y hacer
añicos la madre patria España.
En nuestra propia “patria” también
tenemos traidores, como los románticos morunos y toda la gente ligada a los
proyectos y a la ideología de Blas Infante, como Goytisolo o Garaudy, que
pretenden recuperar las «raíces islámicas» de Andalucía (a pesar de que
Andalucía, como parte de España, se conformó políticamente contra el Islam),
apostilla don Antonio. Todos ellos son unos traidores que quieren entregar de
nuevo las llaves de Andalucía a os moros, ¡con lo que nos costó expulsarlos!
Por último, encontramos como
enemigos de España a los perversos
extranjeros, que según Juderías,
escribieron aproximadamente 1000 libros
sobre «viajes por España» criticando nuestras leyes, a nuestros reyes y
nuestras costumbres, diciendo que los españoles éramos vagos, de corto ingenio
intelectual, desconocedores de las ciencias, crueles y todo cuanto se les
ocurría para vilipendiar al español. Un ejemplo lo tenemos en el norteamericano
John William
Draper, un auténtico sectario antiespañol (subrayado en negrita por Antonio Sánchez Martínez), el cual dijo:
«España, se ha convertido con razón en un
esqueleto rodeado de naciones vivas y en una lección para el mundo. La
Humanidad tendría derecho a decir: 'No habría recompensa, no habría Dios, si
España no hubiese sido castigada'» Citado
por Antonio Sánchez en El
Catoblepas.
John William Draper
En resumen, los masones son culpables y
“las reservas de Francisco Franco ante
tal organización no eran infundadas (su hermano Ramón fue masón en dicha
época), a pesar de que sus detractores las vean descabelladas o exageradas” (Antonio Sánchez Martínez. El Catoblepas, número 55).
He estado buscando por la web, indagando sobre Antonio Sánchez Martínez y en Fuentes
para la historia de la 2ª República, la Guerra Civil y el Franquismo,
se menciona a un grupo de revisionistas propagandistas y pseudo-históricos que
rehúyen los usos científicos de la Historia con un claro interés político: dar
una interpretación falsificada del presente en base a datos y documentos
falsificados del pasado. Así, por ejemplo, la izquierda política en la España
actual es antisistema, anti-Estado, antidemocrática, anti-etc., como ya se
habría demostrado, según los revisionistas, durante los años de la Segunda
República.
El historiador Enrique Moradiellos
en una discusión que mantuvieron en Internet (sobre el franquismo) con Pío Moa,
apoyado por Antonio
Sánchez Martínez, José Manuel Rodríguez Pardo e Íñigo Ongay de Felipe,
todos colaboradores asiduos de El Catoblepas, la revista
electrónica de la asociación Nódulo Materialista a
la que está ligado el filósofo Gustavo
Bueno y varios profesores de la Universidad de Oviedo, ya
demostró la catadura intelectual del grupo, encabezado por el “filósofo” Gustavo Bueno, una figura muy controvertida
por sus recientes obras, España no es un mito y Zapatero y el pensamiento Alicia
y sus declaraciones radicales sobre el actual gobierno
socialista o el nacionalismo en España, reproducidas y apoyadas
incluso por la extrema derecha.
Sobre la adscripción política de la
revista El
Catoblepas, la verdad es que es un tema controvertido porque sus
editores se definen como "materialistas", ateos y otras cosas… aunque
como siempre, dime con quien
andas... y te diré quien eres: ilustres falangistas colaboran en el
blog.
Pio
Moa, el que fuera terrorista de los GRAPO reconvertido en pseudohistoriador de
cabecera de la extrema derecha sociológica, mantuvo una discusión con el
historiador Enrique Moradiellos de la que salió mal parado.
Moradiellos rebate todas
estas teorías en base a la documentación ya estudiada, la cual viene a demostrar justo lo contrario de
lo afirmado por Moa:
que el Eje llevó la iniciativa en la intervención, que los objetivos de la
intervención soviética eran contemporizadores (detener el avance del fascismo)
y que la mayor ayuda militar alemana e italiana confirió una aplastante
superioridad aérea al bando franquista lo que determinará finalmente el curso
de las operaciones militares. Llegados a este punto, el tal Pio Moa y Antonio
Sánchez Martínez fueron incapaces de mantener un debáte científico, replicando
al ilustre historiador con nuevos datos y cifras -tal vez procedentes de
documentos inéditos- pero no. Fueron incapaces de citar fuente documental
alguna, limitándose a exponer sus prejuicios políticos, haciéndolos pasar como
trabajo de investigación.
Finalmente, se pregunta Antonio Sánchez Martínez,
que pretenden tales cuentos o leyendas, según él, basados únicamente en exageraciones,
tergiversaciones y falsificaciones de la obra política de España y sus
gobernantes, sobre todo en la época en que con mayor poderío internacional se
desplegó su Imperio (con Carlos V y Felipe II). Los autores de dicha propaganda
son los enemigos de España que pretenden oscurecer el esplendor de su historia
de en base a los chismes y falsedades propaladas por ellos, con la finalidad de
menoscabar la fortaleza de España. La
Inquisición, cuadro de Goya
¿Por qué surgió la Leyenda Negra
sobre España? La mayoría de los autores reconocen que fue una reacción desesperada
ante el hecho de que España fuera un Imperio con influencias políticas en
multitud de países. Pero no era un imperio sin más, sino un Imperio «generador»
de civilidad, es decir, que pretendía extender, en la medida de sus
posibilidades políticas, su forma de vida (su lengua, sus costumbres, su moral,
su religión,… sus instituciones) al resto de los países, y en especial a los
territorios americanos recién descubiertos.
¿Que opinar sobre el tema?
Afortunadamente, los buenos historiadores abundan y por eso me acojo a la
opinión de Consuelo
Maqueda Abreu (3):
El investigador
que quiera aproximarse al tema con ecuanimidad se encuentra con un laberinto de
tradiciones y relatos contradictorios que enmarañan la verdad. Entre los grupos
de opinión de la época encontramos opiniones que son tan agrias, que indican
escasa verosimilitud, o son tan laudatorias, que resultan parciales, por lo que
es necesario establecer diferencias entre los panegiristas, los que esperaban
algún cargo o empleo en la Inquisición, los que por temor no expresan su propia
opinión y los que por su falta de relación con el tribunal son indiferentes.
Por el contrario
los detractores, en generales extranjeros, ilustrados y liberales, cargan las
notas en sus críticas no sólo contra el tribunal sino también contra los
españoles.
Ninguno de
estos grupos es merecedor de credibilidad total.
La Inquisición, Goya
Notas
2.
El lastre de la Leyenda Negra para la conformación de una
política con plataforma en el continente Iberoamericano. Antonio Sánchez Martínez. El Catoblepas, número 55. Septiembre 2006.
3.
Extranjeros, Leyenda
Negra e Inquisición (Revista
de la Inquisición: intolerancia y derechos humanos, ISSN 1131-5571, Nº 5, 1996,
págs. 39-102)
La Leyenda Negra de
España
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