La imagen de España dañada
Como resultado de esta
campaña y, sin tener en cuenta el tema sobre los indios de américa, vemos como
poco a poco va resultado dañada la imagen española. Sin embargo, Consuelo Maqueda Abreu, afirma que esta imagen la han mantenido los
españoles con cierta vergüenza, sin reparar en las criticas que se hicieron de
otras instituciones europeas del mismo período y sin querer ver que, en su
mayor parte, la Leyenda Negra fue creada por los propios españoles, que en
circunstancias especiales podrían temer a la justicia.
Juana de Arco en la hoguera antes de su
ejecución en Francia. Obra del artista neoclásico francés Jules-Eugène
Lenepveu (1819-1898
Quema de caballeros templarios en Francia. Ilustración
anónima de la Crónica Von der Schöpfung der Welt. Bibliothèque Municipale, Besançon, France
Grupo de Viejos
creyentes en
Rusia quemando gente en la hoguera en 1681. Autor:
Grigoriy
Myasoyedov, 1897. Los viejos creyentos son partidarios
de la vieja liturgia y no aceptan la reforma de Nikon en 1654, que fundó la
Iglesia ortodoxa rusa. Los Viejos creyentes son conservadores de una moral
estricta, partidarios de la prohibición tajante del alcohol y del tabaco, y de
la prohibición de rasurarse la barba. Su principal método de represión contra
los enemigos de su doctrina era la muerte en la hoguera.
También Ricardo García Cárcel cree que somos los españoles quienes hemos
mantenido viva la llama del rencor, porque somos muy susceptibles a las
críticas de los extranjeros, según el historiador valenciano:
“La
primera consideración que a nuestro juicio debe hacerse es que esas opiniones
negativas sobre España no son el resultado de una conjura internacional
irracionalmente dirigida contra España. En plena beligerancia de las criticas
contra España en los siglos XVI y XVII, son múltiples las muestras de
admiración que suscitó la cultura española» (GARCÍA CÁRCEL. op. cii., pág. 215).
Quema de herejes, Cosmografía Universal
(1575) de Andre Thevet. El pueblo español sentía miedo por los herejes,
convertidos en villanos por los predicadores. Sólo nombrarlos era referirse al
mal, de ahí el pavor que despertaban entre el pueblo.
Maqueda Abreu dice que para comprender la aceptación de la Inquisición
por la mayoría de los españoles, sería necesario entender cuáles eran los
principios religiosos en los que creían la sociedad de aquella época, pero
sobre ello sabemos muy poco, por lo menos en lo que se refiere a sus
sentimientos más profundos: algo más informados estamos de la manifestación
externa de esos sentimientos, que tienen un amplio eco literario. La autora
citada cree que podrán ser muy ilustrativas las poesías satíricas de la época
de Carlos II, de las que siguen algunas:
Bien se
llega a conozer
si mi
juicio no me engaña
que por
las calles de España
la
zisma empieza a correr.
Y bien
pudieran temer
Jesuitas
tan sectarios
si
defienden temerarios
condenados
desatinos
que sí
aora son theatinos
mañanas
seran templarios.
El pueblo
tiene miedo al cisma y a los herejes, temiendo que los jesuitas sean sus
difusores, aplaudiendo la expulsión de esta orden de otros países europeos: “en aquestos ambiciosos, que por ser mas
poderosos, estancaron herejías” (11). Más significativa del sentir de la
época, y que toca al Santo Oficio, es la Loa para la fiesta de S. Pedro Mártir, escenificación en
la que participan y hablan la paciencia, el entendimiento, el temor, la fe, la
fortaleza, la humildad, la sabiduría y la herejía, acompañadas de música,
virtudes que acompañan al santo al que se alaba. En estas poesías se hace
patente la fe del pueblo español y su lucha contra la herejía, más bien contra
el nombre, que a sus oídos representaba todo lo malo y deleznable, aunque no
supiesen muy bien porqué. Recogemos algunas estrofas dedicadas a la herejía y a
la fe:
Sale la
erejía y dize:
Mientes
voz, que mi poder
a todo
el mundo avasalla
que es
su dilatado Imperio
como el
del sol, que no para.
a mis
pies esta Europa
Africa,
America y Asia.
En otro
momento, la herejía declara «esta es la fe mi enemiga». Continúa la fe,
contestando, ¿esto es lo que decías? Pues en vez de lince, eres ciega y la
deidad que rige el Imperio te dará muerte. La representación sigue hasta que en
nombre del santo, la fe triunfa y dice a la herejía: «Ahora eres tu vil
despojo». A lo que replica ésta: «Así lo confieso fe y te entrego todas las
armas» (Poesías satíricas págs. 65 y ss.).
Se supone que
este final produciría gran regocijo entre el pueblo amante de estas canciones
de exaltación divina, cuyos estribillos eran del género de «pues Dios se queja,
yo lloro,.., yo muero... yo grito».
El Quijote. No todo el pueblo español pensaba
lo mismo de la religión católica, ni del clero. Los había muy críticos con la
conducta del clero.
En estas Poesías
satyricas contra el gouierno de España ( B.N.M. Mss. 4050,
págs. 195 y ss) encontramos unas muestras públicas de la religiosidad
popular española, de defensa de la fe que lleva a las gentes en estos siglos a
vitorear y aplaudir al Santo Oficio, a pesar de que la documentación
inquisitorial no contenga referencias que reflejen de manera fidedigna la
actitud popular ante sus actos.
5. La visión de los visitantes
No ocurre
igual con los extranjeros, que, por regla general, condenan las actuaciones de
los tribunales, condenas procedentes tanto de simples viajeros como de los
dedicados a alguna actividad intelectual. En Llorente podemos ver una defensa
de los españoles ante estas visiones exageradas de los extranjeros:
Acostumbrados a suponer en los españoles una aprobación y
aún una veneración afectuosa del Santo Oficio, han llegado al extremo de
imputarnos que los autos de fe en que se destinaban a las llamas muchos hombres
y se infamaban las personas y familias de muchos más, eran las delicias de la
España (LLORENTE, J. A.: Memoria histórica sobre cuál ha sido la opinión nacional
de España acerca del Tribunal de la Inquisición, Madrid, 1812,
págs.5 1-52).
Auto de Fe en Lisboa. Ejecución en la plaza
pública, obra reproducido en e libro 'Historia Completa das Inquisições de Italia, Hespanha, e
Portugal', de Joseph Lavallée, 1821
a. Las alabanzas
Son muchos
los viajeros del siglo XVI, generalmente diplomáticos o embajadores, que
describen variadas cuestiones y aspectos de la vida española, pero no mencionan
a este tribunal, como ocurre con algunos representantes de la diplomacia
italiana en la Corte española, Juan de Vandenesse (que
dedica sus escritos a los viajes de Carlos y), el conde Baltasar de
Castiglione o Andrea Navagiero, embajador veneciano que describe las ciudades españolas
con sus peculiaridades; situación semejante se dará en el reinado de Felipe 11
con los embajadores venecianos (12).
Las opiniones
sobre nuestro país al finalizar el siglo xv son variadas. Algunos, como el
humanista lombardo Pedro Mártir de Anglería, critican el tratamiento que los extranjeros dan a los
españoles; un anónimo veneciano, que se cree debido a Lorenzo Driuli, sostiene «haber debido a la Inquisición la conservación
de la fe católica, expuestos como estaban a la invasión de nuevas y falsas
opiniones, como sucedió en la mayor parte de Europa, por la mezcla de judíos y
moros que aquí había». GARCÍA MERCADAL, op. cit., pág. 115. Más o menos de la misma opinión es el nuncio
apostólico de Clemente VIII, Camillo Borghese,
enviado por el Papa en 1577, se
refiere en su Relación al Consejo de la Inquisición asegurando que su
severidad ha conservado y conserva la
verdadera religión en estos reinos (13).
Grabado de Frans Hogenberg (Siglo XVI).
Encuentro entre caminantes moriscos
Ya
finalizando el siglo, en 1595, el embajador veneciano Vendramíno precisa aún más al observar entre los habitantes de
España «especies de personas» que no aceptan la situación establecida, son los
«descontentos del gobierno»:
“Hay en, primer lugar, todos los moros
que se han visto obligados a convertirse a la religión cristiana, a quienes la
fuerza impone vivir dentro de esta religión, y sienten por ello un disgusto
increíble, estos moros que se llaman marranos, aumentan continuamente de número
y riquezas, porque todos se casan, no van nunca a la guerra y se ocupan sin
descanso en el tráfico y el lucro.
Hay que añadir los descendientes de las
personas, que, en una época cualquiera, han sido condenados a la Inquisición;
estos viven en España en la mayor desesperación, porque son considerados como
Infames hasta la tercera o cuarta generación y en consecuencia inhabilitados
para ocupar ningún cargo, dignidad o beneficio.
Los aragoneses, cuyos privilegios han sido
abolidos, después de que se alzaron contra la Corona por instigación de Antonio
Pérez, anteriormente secretario de S. M., el cual ha sido castigado por su
temeridad y vive ahora como particular en la Corte de Francia.
Por último los Grandes de España ahora
humillados y reducidos... S. M. los emplea poco.” (14).
"Moriscos en Granada", grabado de
Joris Hoefnagel, 1564
Junto a estos
extranjeros, otras personalidades que viajan por España o ejercen autoridad en
ella exponen objetivamente la existencia del Santo Oficio. El señor de
Montigny, Antonio de Lalaing, que viaja a
España en el primer viaje de Felipe el Hermoso en 1501, en 1510 escribe su obra en la que destaca cómo
fueron convertidos los moros después de la guerra de Granada:
«Tuvieron
largo tiempo sin maldita ley, pero después fueron obligados a tomar nuestra
ley... lo que hicieron no tanto por amor a su Creador como por temer perder sus
tierras». Continúa denunciando cómo matan a niños cristianos, «y dicen que
hacen a menudo cosas semejantes siendo los autores ignorados; tan secretamente
hacen sus fechorías». Viajes de extranjeros por España y Portugal. Recopilación y
traducción de GARCIA MERCADAL.
J., Madrid,
1952, pág. 475.
A este
motivo hay que añadir la existencia de los judíos y la defensa de la fe,
factores que para Francis Guicciardini (embajador italiano que visitó España durante el segundo viaje de Felipe
el Hermoso en 1506) fueron la causa de que se establecieran «inquisidores en
todos los reinos en virtud de autorización apostólica», insistiendo este autor
en los efectos de las confiscaciones de los bienes de los judíos y las penas
impuestas, sobre todo la quema, que hizo huyeran de España infinitos (GARCÍA MERCADAL.
J., op. cit., pág. 617).
Expulsión de los judiós en 1492. Grabado
coloreado del siglo XIX. Biblioteca Nacional de España
Un embajador
de Carlos V, Gaspar Contarini, en
1525, en la relación de su estancia en España nos da noticias sobre el Consejo
de la Inquisición: «En cuanto Consejo es
el de Inquisición contra la perversión herética... es de tanta autoridad y tanta veneración que
todos tiemblan de él. En sus resoluciones procede con la mayor severidad y hay
más temor de él que el que en esta excelentísima República solía ser el Consejo
de los Diez. Me parece que ejerce una verdadera tiranía contra los poderes de
los cristianos noveles» (en este caso se refiere a los protestantes). Viajes traducida por GARCÍA MERCADAL, op. cit, pág. 897.
Sobre el
mismo Consejo, Leonardo Donati,
sucesor de Segismundo Cavalli en la Corte de Felipe II, en su relación sobre
España, escrita en 1572, dice que era un Consejo autónomo, independiente del
Papa y del Rey, formado por hombres de Iglesia y personas de mucha erudición.
Donati habla del gran poder del Santo Oficio, de su tremenda autoridad, que
cree no hay mayor en España. Habla del secretismo de los inquisidores, de cuyas
causas nadie sabe nada excepto cuando se publica la sentencia y termina
diciendo: “Pero es tanto el temor que cada uno tiene de ese tribunal que de sus
actos se habla poco y se indaga poco para no hacerse de algún modo sospechoso».
En lo dicho, Donati no toma partido ni expresa su opinión personal: expone
unos hechos recogidos de lo visto en nuestro país, pero termina elogiando a la
Inquisición, basándose en lo que dicen de ella: «Que sus sentencias son en los
condenados siempre justísimas y justificadísimas... y su modo de proceder es
bueno y no hay oposición alguna», por lo que considera que «grandemente es
necesario este tribunal con tanta severidad y autoridad en España» (15).
b. Las críticas.
Pero no todo
son alabanzas o relatos de hechos, también la crítica la encontramos en este
siglo XVI, en boca de Joannes Dantiscus,
embajador polaco en la Corte de Carlos V, quien en 1523 llega por tercera vez a
España, donde encontró «valladar tan fortísimo contra aquellas heréticas doctrinas»
que le hace escribir: “Aquí no se permite ni nombrar a Lutero, porque
inmediatamente acude Vulcano (la Inquisición) y tapa la boca. ¡Ojalá pueda
extinguirse de nuevo la peste humana que todo lo tiene infestado!”.
Conviene
precisar que este personaje tuvo problemas con el Santo Oficio, teniendo que
solicitar un salvo conducto al emperador, porque estuvo hospedado en Madrid en
casa de un judío, cuyas hijas trataban con el obispo de Osma, confesor del
Emperador, y al final fue denunciado (dice él) ante la Inquisición por luterano
(16).
11. Poesias satyricas contra el govierno de España, B.N.M. Mss. 4081. Referidas en este caso al reinado de Felipe IV
y Carlos II, pág. 37 y ss. Dedicadas a estas cuestiones, se encuentran en la
misma Biblioteca Nacional, entre otras «Las
Sátiras sobre el gobierno de Felipe IV» (Mss. 11592), «Las Poesías de
Don Joseph Peres de Montoro y de otros Authores. Recogidas por D. Juan Isidro
Faxardo y Monrroy, cauallero de la orden de Calatrava y oficial de la
Secretaría de Estado”, 1712 (B.N.M.
Mss. 3916) y de Francesillo de Zúñiga, «La Historia burlesca de Carlos I». (B.N.M. Mss. 1723).
12. VANDENESSE, Diario de Carlos V y Felipe II (1514-1551), en el vol. II de la Collection des voyages de L. P. GACHARD; vid. FARINELLI.
A., op.
cit., pág. 189; NAVAGIERO,
A., Viajes por España de Jorge de Einghen, del
Baron Leon de Rosmithal de Blatna,de Francisco Giuicciardini y de Andrés Navajero, traducido.,
anotados y con una introducción por Don Antonio María Fabié, de la Academia de la Historia, Madrid, 1879; vid. FOULCHÉ-DELBOSC, op. cit.. págs.
22-23
13. BORGHESE, C.: Diario
in relatione del viaggio di Mon.sigr. Camilo Borghese en L’Espagne au XVIe et u
XVIIe siécle, Documents historiques et littéraires publiés et annotés par
Alfred Morel-Fatio, págs. 151-203,
Henninger fréres, 1878, vid. R.
FOULCHÉ-DELBOSC, op.
cit., pág. 38. Recogido en Viajes
de Extranjeros por España y portugal, op.cit., pág. 1475.
14. GARCÍA MERCADAL,
J, op.
cit., pág. 279. Sobre los viajes por España de los diplomáticos
y embajadores, véase el cap. “Viaggi”, del libro de A. REUMONT Della diplomazia italiana dal secolo XIII al XVI, Firenze, 1857,
págs. 183 y sigs.; vid. FARINELLI. op. cii.. pág. 200.
15. El relato
del viaje de Donati se encuentra en un Códice del Museo Correr (Doná delle
Rose), que contiene los manuscritos del Viaggio per la Spagna di L. Doné seguendo
il re (1570). vid. FARINELLI, op. cit., pág. 279. La cita recogida, en Viajes
de extranjeros por GARCÍA MERCADAL, págs. 1475 y 1194.
16. DANTISCU S, J.: Viajes de extranjeros por España y Portugal en los siglos
XV, XVI y XVII. Colección
de Javier Liske, 1878, traducidos y anotados por E. R., Madrid, 1880, págs.
67-92.
La Leyenda Negra de
España
Comentaris