La Leyenda Negra de España: introducción
1. Introducción
Comencé la presente investigación indagando en las páginas de Internet y encontré una titulada El lastre de la Leyenda Negra para la conformación de una política con plataforma en el continente Iberoamericano, de Antonio Sánchez Martínez (1).
Comencé la presente investigación indagando en las páginas de Internet y encontré una titulada El lastre de la Leyenda Negra para la conformación de una política con plataforma en el continente Iberoamericano, de Antonio Sánchez Martínez (1).
El filósofo Antonio Sánchez Martínez definia
la Leyenda Negra como el conjunto de
relatos basura (falseadores) que sobre la historia de España han difundido una
serie de personajes, nacionales y extranjeros, que, aunque no siempre se lo
propusieran, han contribuido de hecho a menoscabar nuestra reputación y poder
(en tanto que españoles).
Su artículo resume la literatura
que sirvió de base a la confección de la Leyenda Negra, pero lo hace en un tono
excesivamente apasionado, como si odiara a los autores; por otra parte, a los
que alaban España, aunque hayan cometido crímenes, los disculpa, aduciendo que
lo hicieron bajo el Antiguo Régimen. Es decir, el justificante histórico se
acepta para un bando y no para el otro.
Entre los héroes españolistas de Antonio Sánchez Martínez destacan Julián Judería, Unamuno y Ramiro de Maeztu, pero, sobre todo Pío
Moa y Cesar Vidal. En el artículo da la impresión de que, en vez de estudiar la
historia, se decanta por una visceral defensa de la españolidad más oscura y en
el espadachín que arrasará con la “pérfida Albión” y el resto de malvados de
Europa que se atrevieron a hablar mal de España: pues si los españoles quemaron
a gente inocente, ellos el doble. Este grupo, a pesar de ser terriblemente
españolistas (defensores de la nacionalidad española) son muy beligerantes
contra los nacionalismos españoles, pues en realidad, eso es lo que son los
catalanes y vascos, nacionalidades ibéricas, como lo son los portugueses.
Los franceses, a pesar de lo que diga o se
ponga en boca de Joseph Pérez, cada día defienden más sus orígenes nacionales
y, son muchos los que abominan del yugo impuesto por los francos. La antigua
Yugoslavia era una entelequia política que no servía para gobernar a las
diferentes nacionalidades que aglutinaba. En el Canadá, igual que en la zona de
los antiguos Países Bajos, conviven dos nacionalidades diferentes. Lo mismo
ocurre en la confederación suiza… Y no quiero dar más ejemplos para no aburrir,
aunque me pasaría toda la vida discutiendo con los españolistas para que
cejaran en sus testarudos intentos de clavarnos por la cabeza su nacionalismo
castellano -al que confunden con España-, pues si admitimos lo que es España,
desde el punto de vista histórico, tendremos que convenir que se trata de la
unión histórica de varias nacionalidades, ninguna de las cuales acepta el
dominio castellano sobre las demás.
“El resurgir del nacionalismo en
España está fuera de su tiempo”, frase atribuida a Joseph Pérez, de ser
cierta me parece una opinión visceral, nacida del sentimiento político propio
del hombre, no del historiador. Joseph Pérez está convencido de que el
“resurgir” de los nacionalismos “es sui generis de España” (El
Confidencial, 07/09/2009). Ya hemos mencionado los nacionalismos europeos,
entre los que ocupan un lugar el sardo, el vasco y el país d’Oc, en ese país francés
que tanto ama Pérez. Recurriendo al argumento de Autoridad, los periodistas
españolistas ponen en boca del historiador lo siguiente:
“Los franceses que viajan por España no tienen la
impresión de que haya discriminación con Cataluña, todo lo contrario. Es una
región próspera y por eso no se entiende muy bien que existan esas
reivindicaciones”.
Mira por donde, a mi me ocurrió
lo siguiente hace un mes, cuando viajaba por París. Un francés -tipo
españolista- que estaba en la estación del metro de Opera, empezó a increpar a
los españoles y a los extranjeros:
“Hijos de puta, puercos, quiero que os marchéis fuera de
mi país. Venís aquí para matar el hambre y quitarnos los puestos de trabajo.
Puercos, negros… marcharos todos. ¡Yo soy un soldado francés! A la mierda con
los moros y españoles”.
Seguro que muchos españoles que
viajan por Francia han tenido esta impresión, señor Joseph Pérez. Pero yo me la
habría callado, porque pienso que es la exclamación de un alterado, de un
retrasado mental, y sé que la mayoría de los franceses hubiesen agachado la
cabeza de sentir vergüenza ajena.
Con esto se comprueba que resulta
muy fácil hacer un discurso demagógico, en cambio, indagar e investigar es
mucho más difícil; averiguar que gente forma parte de los partidos
nacionalistas y vota sus ideales, así como quienes son los votantes de los
partidos españolistas. A lo mejor, detrás de estos partidos, como el PSOE y el
PP, y los tocayos suyos europeos, se escondan los enemigos de las clases
trabajadoras, quizás, allí pululen los que desean medrar a costa del pueblo,
apoyando a los banqueros, al capital financiero, convirtiéndose en sus siervos
a cambio de un sueldo, pongamos de diputado. Engañan al pueblo ignorante,
manipulan sus intenciones de votos y, cuando ya están ocupando la poltrona del
poder, pretenden acallar la boca de los oponentes aludiendo al número de votos
que han recibido. Mejor, si tuvieran decencia, callarse y reconocer que es un
voto manipulado, fruto de la ignorancia, impropio de hombres libres.
La leyenda negra ha ignorado que
la cultura española influyó en Europa durante muchos siglos. Así Pérez recalca
que la moda en la corte de Luis XIII -perfumes, jabones, artículos de cuero-
procedía de España. Santa Teresa, San Juan de la Cruz o Fray Luis de León
ejercieron una influencia fundamental en la cultura europea. El dólar
estadounidense es una imitación de la piastra española llamada “colomnaria”, en
la que se dibujaban las columnas de Hércules y una cinta que se enrollaba en
torno a ellas con la divisa de Carlos V: Plus Ultra. Dicha cinta pasó a ser, en
el caso de los americanos, una S,
mientras que las columnas de Hércules fueron sustituidas primero por dos barras
y después por una sola: $. En 1776
las trece colonias norteamericanas alcanzaron su independencia de la metrópolis
inglesa, y en 1792 abandonaron oficialmente su antigua moneda, la libra
esterlina, decidiendo adoptar la moneda española de plata con un peso de
27.0674 gramos y una fineza o ley de 0.9170. El gobierno de EE.UU., en su
Congreso de 1792 dictaminó: “La moneda de los Estados Unidos de América será el
“dollar”, igual al peso duro español de plata”.
Piastra “columnaria”, 1732
Según los holandeses, el duque
de Alba era un monstruo sediento de sangre que devoraba a los niños. En los Países
Bajos se daba miedo a los niños diciendo que si no se acostaban, vendría el
duque de Alba y se los comería. Se refieren al tercer duque de Alba, un fino
estratega que tuvo como preceptor al poeta Juan Boscán, y entre sus mejores
amigos estaba Garcilaso de la Vega. Leía a Tácito y hablaba con soltura francés
e italiano. El duque de Alba reprimía con dureza los desmanes que ocasionaban
los mercenarios alemanes, franceses e italianos: asesinato de civiles, robos,
violaciones. Los Tercios de Flandes estaban dirigidos por oficiales españoles,
generalmente impecables en su comportamiento, los cuales se las veían para
reprimir a sus tropas de mercenarios europeos.
Grabado holandés
anónimo de finales del siglo XVI, donde se representa al Gobernador de Flandes,
el Duque de Alba, como un tirano sediento de sangre, incluso devorando niños.
¿Cómo es posible que haya gente que defienda esto?
2.
Crímenes en los países europeos
El sentido
común nos dice que un artículo en Internet no está obligado a mantener un
carácter académico y aburrido, como suele ser lo habitual. Es necesario ponerle
un poco de acción y, sin faltar a la razón histórica, no matar de tedio al
personal. El historiador Julián Juderías y Loyot estudió las
manipulaciones, exageraciones o falsificaciones de los hechos históricos que acabaron,
según algunos españoles que podríamos calificar de españolistas -casi siempre
de ideología absolutistas, de derechas, para entendernos- por asociar a los
españoles, individual y colectivamente, con el fanatismo, crueldad,
intolerancia, codicia, tiranía o gusto por los espectáculos bárbaros. La
Inquisición, la Brevísima Historia de la Destrucción de las
Indias, de Fray Bartolomé de las Casas, la represión
en los Países Bajos o la tauromaquia
de Goya,
son ejemplos en apoyo de esas atribuciones.
No es que
fueran malos, pero tampoco eran buenas personas, más bien eran
el producto de su época, atrasada y cruel, donde apenas se escuchaban los
primeros ecos del humanitarismo en los escritores más avanzados, los cuales
solían estar lejos del alcance de los protagonistas de la historia en aquellos
tiempos. Durante las luchas entre hugonotes y
católicos en Francia, estos últimos mataron unos 15.000 protestantes el día de
San Bartolomé y siguientes.
Le massacre de la Saint-Barthélemy de François Dubois (1529–1584). Musée
cantonal des Beaux-Arts de Lausanne
El rey
francés Luis XIV expulsó a los judíos de las colonias francesas y
persiguió cruelmente a los protestantes, obligándoles a convertirse al
catolicismo. Los franceses persiguieron sin tregua a los calvinistas y a unas 50.000 familias les quitaron los
hijos para educarlos en el catolicismo. Cuando Enrique
VIII decidió hacerse «Papa», obligó a sus súbditos a convertirse al
protestantismo, y se calcula que mató a unos 200.000 herejes
católicos (50 veces más que todos los ajusticiados por la Inquisición
Española), asegura Antonio Sánchez Martínez,
siguiendo a Juderías. El reinado del
terror comenzó en 1534, con una indiscriminada matanza de luteranos,
anabaptistas, católicos y lollars. Los protestantes eran quemados como herejes
y los católicos romanos, colgados como traidores. Esto fue seguido por una
cruel ejecución del prior de Chaterhouse y todos sus monjes, y la decapitación
de Tomás Moro y el obispo John Fisher. Condenó a la horca a cualquier abad o
monje que se resistiera a mostrar sumisión.
Campesinos sublevados
con el emblema del "Bundschuh" (cordón de los zapatos) rodeando un
caballero. Grabado del así llamado Maestro Petrarca del Trostspiegel, 1539. El
movimiento campesino del Bundschuh (1493-1517) en el
Sudoeste de Alemania y el movimiento del "Pobre Konrad" se consideran precedentes
de la "Guerra de los campesinos alemanes" de los años 1524-1525.
En Alemania Lutero y los nobles que lo protegían -también en Suabia, Turingia, Francónia y Alsacia- mataron a más de 130.000
personas, durante la Guerra de los
campesinos alemanes (1524-1525). Los campesinos se sublevaron instigados
por Lutero y por el hambre que les causó las malas cosechas y el expolio
señorial. Lutero en 1517 clavó sus "95 tesis" en las puertas de la
iglesia de Wittenberg. Argumentaba Lutero que "un cristiano está sujeto
sobre todo al Señor y a nadie más que a él", así cuestionó los privilegios
de los nobles y del clero que estaban basados, pretendidamente, en la voluntad
divina. Por su parte, Ulrico Zuinglio en Zúrich y Thomas Müntzer
en Allstedt difundieron las tesis de que todos los hombres podían encontrar,
sin necesidad de intermediarios, el camino hacia Dios y lograr la salvación de
sus almas. Así se abría paso en el hombre común la idea de que el clero era en
gran medida superfluo.
El
campesinado tampoco encontraba razón bíblica alguna que justificara la
situación calamitosa que les tocaba vivir. Si Dios había creado animales y
plantas sin la intervención del hombre y para el provecho de todos los hombres
por igual, ¿por qué no habrían de aspirar a los mismos derechos que los nobles
y que el clero?
La rebelión
comenzó en 1525 en la Alta Suabia, rodeando el lago de Constanza, donde se
crearon los tres grupos armados más famosos: la Banda de Baltringer, la del
Lago y la de Algovia, que agrupaban unos 36.000 campesinos. En las Pascuas de
1525 la Banda del Neckar ajustició a los nobles de Weinsber haciéndolos
"correr baquetas" (pasar en medio de una doble fila de hombres
armados) al odiado Conde Ludwig Von Helfenstein, el yerno del emperador
Maximiliano I de Habsburgo y a varios de sus caballeros. La humillante
ejecución de estos nobles entre las picas y bastonazos de los campesinos pasó a
la historia como "la matanza de
Weinsberg".
Los nobles
esperaron la bendición de Lutero, que no tardó en producirse, condenando
severamente a los insurrectos:
"contra las hordas asesinas
y ladronas mojo mi pluma en sangre: sus integrantes deben ser aniquilados,
estrangulados, apuñalados, en secreto o públicamente, por quien quiera que
pueda hacerlo, como se matan a los perros rabiosos" (Lutero)
Thomas Múntzer
fue apresado y torturado, siendo decapitado. La misma suerte de torturas
sufrieron miles de campesinos. El senescal Jorge III von Waldburg-Zeil se enfrentó en las
cercanías de Wurzburgo con la "Banda de la Luz Diáfana" compuesta por
campesinos de Francónia. En cuatro meses la liga de los nobles, conocida como
Liga Suaba, asesinó a más de 130.000 campesinos. El emperador Carlos V y el
papa Clemente VII agradecieron a la Liga Suaba por su rol en los combates.
Batalla contra los campesinos
(grabado de Gabriel Salmon ilustrando un libro de Nicolas Volcyre de
Sérouville, 1526).
En Munster
los anabaptistas de Juan de Leyde
implantaron un régimen de terror comunal, donde se permitió la poligamia.
Calvino mismo mandó a la hoguera a más de 500 personas (incluido Miguel Servet,
que se había dejado seducir por la «libertad» protestante). Julián Juderías dice que en Bamberg (Alemania) se quemaron
600 personas, en Wurzburgo (Alemania, también) 900, y en Ginebra (Suiza) 500.
En Lorena un solo juez se vanaglorió de haber condenado a muerte a 800 brujas. Jacobo
I quemó por brujería a 17.000 personas en Escocia y 40.000 en Inglaterra. Y ya
con Jacobo I (que, por cierto, escribió un tratado de demonología) se calculan
en 500 víctimas al año. Algo parecido
ocurrió en Francia, donde el Parlamento de Toulouse quemó de una vez a 400
brujas, y un juez (Remy) confiesa haber quemado a 800 personas en un solo año. En Flandes las quemas y decapitaciones
despoblaron comarcas enteras.
En la Francia revolucionara, a partir de 1793, fueron
enjuiciados y ejecutados miles y miles de personas. A esto se suman las
personas ejecutadas sin ser llevadas a juicio (asesinadas en el momento de su
intervención), los muertos en las cárceles por la tortura y/o las enfermedades
y los católicos asesinados en Bretaña, Languedoc, Provenza y otros muchos
lugares. Bajo el Terror Revolucionario se encarcelaron 50,000 seres humanos por
estos no creer en el sistema del nuevo orden. Durante la llamada Guerra de la Vendée, como se denomina la
rebelión que enfrentó a los partidarios
de la Revolución francesa y a los contrarrevolucionarios, se produjeron miles
de muertos.
La guillotina en acción durante la revolución francesa
Algunos
historiadores como Reynald Secher (La Vendée-Vengé, Le génocide franco-français, 1986) y Michel Ragon (1793
l'insurrection vendéenne et les malentendus de la liberté, 1992) dicen que fue un genocidio, aunque la
mayor parte de la investigación universitaria rechaza esta hipótesis (Véase,
por ejemplo: Didier
Guivarc'h, "La memoria
colectiva. De la investigación a la enseñanza", Cahiers d'Histoire Immédiate,
otoño 2002, n° 22; Jean-Clément Martin, La Vendée et la Révolution. Accepter la mémoire pour écrire
l'histoire, Perrin, col. Tempus, 2007). La
matanza de los campesinos, los cuales se negaban a entrar en filas de los
ejércitos revolucionarios, se desarrolló en la región francesa de Vendée
(Vandea en castellano) entre 1793 y 1796. Los jacobinos mataron a 117.000
campesinos de Vandea y, según Hans Graf Huyn:
"…fueron violadas las monjas; cuerpos
vivos de muchachas soportaron el descuartizamiento; se formaron hileras con los
niños para ahogarlos en estanques y pantanos; mujeres embarazadas se vieron
pisoteadas en lagares hasta morir, y en aldeas enteras los vecinos perecieron
por beber agua que había sido envenenada. Casi ciento veinte mil habitantes de
La Vendée fueron asesinados, y arrasadas decenas de miles de viviendas". (Hans Graf Huyn,
Seréis como dioses. El buey mudo, 2010)
Los
muertos de la Vendée son enterrados en fosas comunes
En el ataque a Vendée se llevaron a cabo masacres y
exterminios sin precedentes. Entre sus más macabros abusos se encuentran
los siguientes: burla hacia el
decapitado, porque según decían los jacobinos al público espectador “los
decapitados no podían recoger su propia cabeza”; antes de ejecutar a un sacerdote, lo
obligaban a caminar por las calles desnudos en deshonrosa procesión, siguiendo
a un asno vestido de obispo; inventaron la ejecución en masa de los campesinos
ahogándoles en Nantes; a los prisioneros de Lyon los ponían en filas y los
aniquilaban con un solo cañonazo; se enterró a miles de muertos sin identificar
y se arrojaron cuerpos a los ríos y pozos; se crearon “las guillotinas secas”,
que eran barcos donde se llevaban a los prisioneros para torturarlos, con
ambiente deplorable y donde finalmente se ejecutaban o se dejaban morir de
hambre, sed y epidemias; se ideo el “Matrimonio Republicano”. Esto consistía en
amarrar a los prisioneros cristianos desnudos, hombres y mujeres. Luego se les
ahogaba con horcas en los ríos utilizando barcos preparados para estas
ejecuciones. Finalmente se encerraban a los feligreses y religiosos del clero
dentro de una iglesia y la estructura era abatida a cañonazos con todos esos
cristianos adentro (Illuminati
en Puerto Rico).
Durante el genocidio en toda La
Vendée, le sacaron las pieles a los cadáveres y a personas en vida. Dichas
pieles fueron usadas para hacer guantes y botas. La piel de las mujeres fue
usada para elaborar guantes suaves para los oficiales del gobierno y la de los
hombres para hacer botas. Muchos de los artefactos hechos con piel humana de
las víctimas de la Vendée se pueden encontrar en museos de Francia. Cientos de
muertos fueron lanzados al agua hirviendo para sacar la grasa de sus cuerpos y
con esta hacer jabón y usarla en otras cosas de uso diario. Estos eventos sirvieron
de inspiración para el imperio Nazi pues estos decían que el jabón que
producían de los muertos de los campos de concentración se inspiraba en “una
Leyenda Negra”: la Masacre de la Vendée. Se usó material químico con lo que
envenenaron cuerpos de agua y crearon gases venenosos. Aplicaron ataques
químicos en muchos lugares donde solo había comunidades Católicas. Y crearon
barcos con cámaras de gas para luego hundir dichas embarcaciones con los
cristianos adentro.
Piel curtida de Chuán Expuesta en
el Museo de Ciencias Naturales de Nantes. En 2003, una gran manifestación tuvo
como fin –sin éxito– retirar esta pieza de la exposición pública, así como
obtener del Estado francés que reconozca oficialmente el genocidio de los
católicos vendeanos y bretones.
Antonio Sánchez Martínez asegura
que los europeos mataron más de doscientas mil
brujas, la mayoría quemadas en el norte de Europa; así mismo mataron más de
trescientos mil católicos, eliminados en los países protestantes. Así pues,
toda esta gente no puede reprochar el pasado español, pues el suyo es peor todavía. Si no, fijémonos en los 6
millones de judíos exterminados por los alemanes. Dicho esto, no sería ético
quedarnos tan tranquilos, porque las barbaridades y los crímenes cometidos por
los otros sean más numerosos que las cometidas por los españoles, cosa que,
según el parecer de los españolistas debe producir el perdón automático de los
crímenes hispanos.
En esta
indagación histórico-vengativa, una vez demostrado que en el extranjero son más
malos que los españoles, ahora tenemos que localizar a los falseadores que vierten
sus relatos basura contra nuestra madre Patria -¿A que sí, Don Antonio?- y
vilipendiarlos acusándolos de traidozuelos. De esta manera nuestro alumnos
estarán educados en la tolerancia y, con un poco de suerte, se convertirán en justicieros vengadores de España, y odiarán profundamente a los europeos por ser nuestros más encarnizados
enemigos.
Notas:
Comentaris