El eclipse del alma
El eclipse del
alma
En la introducción sobre el estudio del alma, Laura Bossi comienza denunciando “el eclipse del alma” en el mundo occidental. El ánima o alma había sido una noción fundamental –según ella- en la historia del pensamiento filosófico, teológico y
científico de Occidente, y también en su tradición artística y literaria, y que
sin embargo comenzó a ser paulatinamente abandonada y olvidada a partir del
siglo XIX, coincidiendo con el proceso de secularización de las costumbres, el
desarrollo de las ciencias biomédicas y la irrupción de la teoría darwinista de
la evolución.
Laura Bossi Régnier. Neurologue. 1 rue du Mail. 75002
Paris. bossi.laura@wanadoo.fr, del CHN Club d’Hitoire des
neurosciencies
La autora es una neuróloga milanesa
residente en París, que ha realizado importantes estudios científicos sobre la
epilepsia y las enfermedades neurodegenerativas.
En su estudio pretende
conseguir tres objetivos diferentes.
Primer objetivo
La autora
trata de mostrar que este olvido del alma (la psyché de
los griegos, el ánima de
los romanos), que estaba profundamente ligado a los conceptos de cuerpo,
organismo, animal, vida, muerte, cerebro, mente, conciencia, persona, etc. nos
impide comprender adecuadamente su significado en la actualidad. Aparentemente,
los científicos han reemplazado a los filósofos y a los teólogos, pero en las
controversias científicas reaparecen los viejos debates entre materialistas y
espiritualistas, monistas y dualistas, defensores de un alma mortal o inmortal,
única o compuesta de diversas facultades, localizada en un nidus
anatomicus concreto (generalmente, el cerebro) o dispersa por todo el
organismo y escalonada en varios niveles (vegetativo, sensitivo y racional).
Palomas bebiendo. Mosaico del
siglo V. Ravena, Mausoleo de Galla
Placidia. En la iconografía paleocristiana la paloma representa el alma y la
fuente o crátera en la que bebe a Jesucristo.
Segundo objetivo
Persigue
reconstruir la historia “natural” y “cultural” del concepto de alma, indagando
en sus bases biológicas y en su representación en las artes, literatura,
ciencia, teología y filosofía occidentales.
Esta parte
es la que despierta mi máximo interés y, apoyándome en ella, pretendo en
sucesivas entregas hacer un estudio de la evolución iconográfica del concepto
“alma”.
La autora
demuestra tener una gran erudición, siendo conocedora de una enorme
bibliografía relacionada con su estudio. Además, explica con gran claridad las
ideas de los científicos y filósofos más importantes, manteniendo un mesurado
tono descriptivo.
Los Wandjina son los antepasados
espirituales supremos de los pueblos indígenas de la región de Kimberley
(Australia).
Tercer objetivo
Laura
Bossi, en la conclusión de su obra pretende “repensar el alma” como medio
eficaz para la defensa de ser humano frente a los materialismos que lo
deshumaniza, según ella.
Esta parte
resulta problemática, porque sus conclusiones son las mismas que defiende la
religión cristiana: la concepción de un alma creada por Dios, hecha a su
semejanza, divina e inmortal, capaz de transfigurarse en un alma incorpórea,
resucitada e imperecedera.
El Vaticano
sostiene que el embrión posee una identidad individual propia desde el momento
de su concepción. Es a través de la fecundación que se inicia la vida
individual -y, por tanto, personal- de cada uno de nosotros. Desde el momento en el cual el óvulo es
fecundado, inicia una vida que no es la del padre o de la madre, sino de un
nuevo ser humano que se desarrolla por su propia cuenta. Eso quiere decir que
no se volverá humano, sino que es un ser humano desde este momento.
El embrión
es ya un ser singular, actúa como individuo distinto de la madre, con una
individualidad somática precisa. Es decir, nos encontramos de frente a una
entidad biológica que tiene una “individualidad” precisa en el cuerpo (soma):
el embrión muestra su individualidad, y puede ser demostrado por un análisis
citogenético.
¿Vida artificial?
Como ya
habíamos adelantado, el último capítulo se ocupa de la muerte y defiende la
idea de la inmortalidad del alma individual. Discute las tesis, actualmente
vigente, que afirma que el individuo es un mero instrumento al servicio de la
reproducción de la especie (expuesta por Schopenhauer y desarrolladas por los darwinistas); también el encefalocentrismo (2) en la concepción
actual del ser humano, que identifica el alma con la actividad neuronal del
cerebro y reduce el resto del cuerpo a un conjunto de órganos cosificados y
manipulables, prescindiendo así de la vieja noción tripartita del alma
(vegetativa, sensitiva y racional); y, por último, la doctrina médica y
jurídica sobre la muerte cerebral, que se ha impuesto en las últimas décadas
para facilitar el trasplante de órganos.
Sobre la Psicología dice que
se ha pasado al bando del funcionalismo y defiende una teoría insostenible que
afirma que el alma “pensante” funciona como un ordenador: el cerebro
sería un hardware especializado y el alma pensante (mente), un software. Según
esta réplica moderna del hombre-máquina de La Mettrie, los fenómenos mentales serían de
naturaleza “computacional” y estarían basados en “instrucciones”
(Instruccionismo). Dice Laura Bossi: “Nos
hemos quedado en el clásico debate del siglo XVIII sobre el reloj y el
relojero. Aunque ahora es el ser humano quien se cree el Gran Relojero”.
Con estas palabras se refiere, entre otros, a los experimentos que hacen gente
como el Premio Nobel Gerald Edelman, un moderno constructor de autómatas
“animados” que pretende construir robots capaces de aprender.
Darwin XI (obra de
Gerald Edelman ) aprendió a navegar por un laberinto y desarrolló respuestas en
su hipocampo (3) simulado que son similares a los observados en ratas. Fuente: Brain-Based Devices
NOTAS
(2) Aunque el papiro egipcio del siglo XII a.C (papiro
de Edwin Smith, redactado en torno al 3000 a . C.), menciona por primera vez al
“cerebro” y afirma que las lesiones de este órgano tienen consecuencias
físicas, en los ambiente médicos del antiguo Egipto y en Grecia estaba muy
difundida la idea de que en el corazón residían las actividades psíquicas del
hombre. Esta era la denominada tesis cardiocéntrica. Sin embargo, a partir del
siglo VI a.C se impuso entre los médicos la tesis encefalocéntrica, siendo uno
de sus primeros defensores Alcmeón de Crotona, quien sostuvo que los trastornos
mentales provenían de las enfermedades del cerebro. Pitágoras, Demócrito y
Platón siguieron esta tesis. Empédocles y Aristóteles (sostenía que el cerebro
era un refrigerador) regresaron a la tesis cardiocéntrica, pero a partir de
Hipócrates se impuso claramente el encefalocentrismo, defendido por Herófilo de
Calcedonia (siglo III a.C con sus disecciones de condenados a muerte) y su
discípulo Erasístrato de Ceo. El lugar del alma por excelencia sigue siendo, desde
hace dos milenios, el cerebro, la ciudadela del pensamiento. Plinio el Viejo ya
definía el cerebro como el “pináculo”, la “sede del gobierno del espíritu”, el
“regulador del entendimiento”, la “ciudadela de los sentidos”.
(3)
El hipocampo en los mamíferos desempeña principalmente funciones importantes en
la memoria y el manejo del espacio. Los estudios sobre su función en humanos
son escasos, pero se ha investigado ampliamente en roedores como parte del
sistema cerebral responsable de la memoria espacial y la navegación.
Historia
natural del alma
(Basada
en la obra de L. Bossi y la historia del pensamiento de Arthur O. Lovejoy)
1. ¿Que es el alma?
2. El alma en la Antigüedad
3. El alma de los animales
4. El racionalismo y el hombre máquina
5. El Idealismo
6. Transformismo: la escala en
movimiento
Comentaris