Diosas de Grecia
La diosa minoica y micénica no se perdió
con la desintegración de estas culturas en el 1200 a.C. y unos 400 años después
volvió a emerger entre los griegos indoeuropeos, como si hubiesen desenterrado
los vestigios de la cultura que había ocupado anteriormente esas tierras. En el
siglo VIII a.C. aparecen diosas con las manos alzadas (gesto de epifanía) y en
Atenas aparece una diosa serpiente como si, para la psique humana, 400 años
hubieran sido un solo día.
Los
pueblos del mar
Las tribus indoeuropeas invadieron Grecia
desde el 2500 a.C., sin embargo, la destrucción de las culturas minoicas y micénicas
se debió a un pueblo desconocido al que denominaban “pueblos del mar”. Es
conveniente recordar lo dicho en La
Diosa en la Edad del Bronce. Oficialmente provenían de la península
anatólica y de las islas del mar Egeo. Ha habido dos menciones de invasiones de
Pueblos del Mar en Egipto: una en el 1250 a.C., en la que Menephta
menciona a los eqwesh, tursha, luka, sherden y sheklesh; otra en el 1191
A.C con los Peleset, Tjekker, sheklesh,
denen, weshesh. La denominación "Pueblos del Mar” se debe al vizconde Emmanuel DeRouge, conservador del Louvre y
sucesor de Champollion en la cátedra
de arqueología egipcia del Collège de Francia, que la utilizó a mediados del
siglo XIX para englobar a los distintos pueblos que aparecían en algunos textos egipcios descubiertos por Jonh Baker Greene, en Medinet Habu, de fines
del Reino Nuevo, que hablaban de una gente “procedentes de las islas de en
medio del mar”.
En
las últimas investigaciones se pone en duda la existencia de los llamados “Pueblos del Mar", que posiblemente
no sean más que una de las "leyendas"
acuñadas por los investigadores de los pasados siglos XIX y XX, similares a la
historia de Tartessos o Troya por citar
solo algunas (Dotan,
T.-Dothan, M: Los Pueblos del
Mar. Tras las huellas de los filisteos, Bellaterra Arqueología, Barcelona 2002). Parece que al
referirse a los pueblos del mar,
ahora “pueblos del norte”, se referían a los pueblos que tenían su
asentamiento original en algunas de las tierras devastadas de Anatolia y Siria.
De hecho, habían sufrido una gran derrota (producida por invasores del Egeo) en
sus propios países, y tuvieron que emigrar hacia las fronteras egipcias e
invadir Palestina. Sus enemigos (o los verdaderos atacantes en el norte) eran
micénicos. Los agresores del norte eran, principalmente, los aqueos o
micénicos, quienes además de destruir Troya VIIa conquistaron algunos territorios en
Chipre y en otras zonas del litoral anatolio, como lo demuestra que entre los
refugiados se encontraba precisamente un grupo de troyanos (los
"tjeker" o teucros). Podemos también contar entre los
desplazados a los peleset (o filisteos) y a los denyen, que eran los
llamados danuna o danunim de la zona de Adana, en Cilicia (y no los dánaos de
Grecia, como algunos han creído). Ver el tema en C. J. Moreu, "The
Sea Peoples and the Historical Background of the Trojan War",
en Mediterranean Archaeology 16, 2003, p. 107-124.
Relieve
egipcio del templo de Medinet Habu que refleja las luchas con los "pueblos
del mar"
Batalla
del Delta entre Ramsés III y los Pueblos del Mar en el siglo XII a. C.
Ramsés III
guerrea contra los Pueblos del Mar
Durante la Edad Oscura –entre el 1200 y el 800 a.C.- no se construyeron
edificios de piedra, ni hubo pinturas, esculturas, ni figuras de arcilla. Sin
embargo, se preservaron costumbres antiguas en Chipre y Creta y en Beocia (continente)
a donde emigraron muchos habitantes de Micenas. De aquí proceden las diosas de
rostro con pico de ave, con zigzags que recorren la parte delantera de la
túnica y el tronco, tal vez representando raudales de lluvia.
Terracotas
micénicas del 2000-1000 a.C.
La tradición de la diosa se mantuvo en
las canciones y cuentos que se pusieron por escrito en el siglo VIII a.C. con
el nombre de Himnos Homéricos. Los himnos
homéricos son una colección de treinta y dos (o treinta y cuatro, según otros
cálculos) poemas épicos cortos griegos, que en la antigüedad solían atribuirse
a Homero. En la actualidad, se considera que el más antiguo de ellos, el
dedicado a Deméter, fue escrito en el siglo VII a.C., en tiempos de Hesíodo,
algo más tarde que la fecha normalmente atribuida a Homero. Esto les sitúa
entre los más antiguos monumentos de la literatura griega.
El
himno a Apolo Pítico cuenta que el dios
buscó por toda la tierra un lugar donde construir un templo para su oráculo. Cuando
llega a Telfusa –el lugar de la diva de las
aguas que fluyen- la diosa lo convence para que no construya su templo,
pero el dios se siente engañado. Mata a la dragona y cubre con su templo los
arroyos sagrados de la diosa.
Apolo
y la Pitón, cuadro de Cornelis de Vos pintado entre 1636-37
Otro himno titulado “A la
madre de los dioses” (Rea-Cibeles) recuerda los rituales
minoicos de la montaña: la diosa ama el sonido de tambores, flautas y crótalos
que, resonando en las montañas, se hacen eco del aullar de los lobos y del
rugido de los leones de ojos resplandecientes.
William-Adolphe
Bouguereau, Ninfas y Sátiro (1873)
Los mitos de Homero y Hesíodo sitúan los orígenes
de los dioses y diosas griegos en Creta. Esto es una evidencia de la existencia
de una transmisión cultural a lo largo de muchos siglos procedentes de la isla
hacia el continente. La gran Diosa se
convierte en muchas diosas separadas, como si cada una de ellas personificase
un aspecto diferente de su totalidad:
La serpiente a Atenea,
Deméter, Hera, Higia.
El cereal a Deméter y
Perséfone
Las amapolas a Deméter
y Perséfone
Las aves a Atenea,
Deméter y Afrodita
La Paloma a Afrodita y
Perséfone
Animales salvajes a
Ártemis
El perro a Hécate
El olivo a Atenea
Árboles frutales a
Deméter
Todas las diosas griegas son diosas
lunares:
-Doncella (Perséfone) y
virgen (Ártemis), como cuarto creciente
-Madre (Deméter) y
esposa (Hera) como luna llena
-Vieja (Hécate), como
luna menguante y luna nueva
Las ceremonias minoicas del matrimonio
sagrado entre la vaca lunar y el toro solar vuelven a estar presentes en
la Hera “de ojos de vaca” y su consorte, el Zeus
toro. Zeus constituye la diferencia distintiva, puesto que ya no es el niño
sobre las rodillas de la madre o el dios joven que saluda a la diosa, sino el
gran padre de todas las diosas y dioses.
Zeus
y Hera, representando el matrimonio sagrado
Para Jane Harrison “Prolegomena
to the Study of Greek Religión” la mitología clásica manifiesta
una degradación y trivialización de la cultura derrotada que no hace justicia a
un modo de vida que se basaba en una innata armonía con la naturaleza. Así la
gran diosa Hera
se convierte en una esposa celosa y vengativa; Afrodita, la sobrecogedora diosa
de la fertilidad, se convierte en la frívola ganadora de un concurso de
belleza; Atenea,
diosa de la serpiente y el escudo, se convierte en la hija masculinizada del
intelecto, nacido de la frente de Zeus; Pandora, que se alzó de la tierra con dones
para todos, se convierte (como Eva) en el origen del trabajo, el dolor y la
muerte de los hombres; y Ártemis, diosa indomable de los animales salvajes,
se ve reducida en estatura frente a su hermano Apolo, cuyas doradas flechas de
luz dan muerte a la oscuridad desde lejos.
Jane Harrison “Prolegomena to
the Study of Greek Religión” y Robert Graves. Los
mitos griegos
Sin embargo, un estudio más profundo nos
demuestra que no es tan fácil impedir laimportancia a los poderes de las diosas,
como veremos a continuación.
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