Los románticos: la escala en movimiento
La Naturphilosophie y los románticos aportaran a la Scala naturae la máxima diversidad y
variedad de la naturaleza, ahora vista desde la perspectiva de un evolucionismo
absoluto.
Un pionero del tema, injustamente
olvidado, fue el filósofo francés Robinet, un entusiasta de la todo poderosa
naturaleza, quien para desgracia propia, fue más recordado por la defensa que
hizo de la existencia de hombres marinos y de sirenas.
Los hombres marinos fueron nombrados con
anterioridad por el Padre Benito Feijoo (1676-1764 en el "Teatro Crítico Universal" (Madrid,
1771), según señala Julio Caro Baroja, donde nos muestra el mayor repertorio de
nereidas y otros seres fantásticos. El demoledor de fábulas y supersticiones…
creyó que podían existir hombres anfibios, como el famoso pez de Liérganes.
Francisco
de la Vega nació en Liérganes en 1660 y, tras arrojarse al río Miera,
desapareció en el Cantábrico. Cuentan que fue localizado años después, perdida
la razón y el habla, en la bahía de Cádiz.
Sin embargo, la originalidad de sus teorías
sobre la evolución natural hacen de él un
profeta del élan vital (impulso vital) de Bergson. El filósofo Juan-Bautista
Robinet (1735-1820) escribió un artículo a propósito de la mujer
pez, expuesta a París en un estanque. "Se
zambullía y saltaba al agua con una gran destreza… Miraba a los espectadores,
los hombres sobre todo, con una atención que anunciaba la curiosidad y el
deseo, y que no podía ser sólo el efecto del instinto puro”. El filósofo
empuja la precisión hasta describir los órganos genitales de la sirena.
Juan-Bautista Robinet, Considerations philosophiques de la gradation naturelle des
formes de l'etre, ou les essais de la nature qui apprend à faire l'homme. Chez
Charles Saillant, A Paris 1768
Robinet creía en una naturaleza siempre
cambiante, siempre en marcha, llena de nuevos desarrollos y evoluciones. Nunca
es igual a sí misma sin dejar de ser la misma. En tiempos remotos no había
sobre la faz de la tierra ni minerales ni animales, los seres tan sólo existían
como gérmenes y se fueron desarrollando progresivamente. Critica la Scala naturae tal y como la plantea
Bonnet, con sus diferencias cualitativas entre lo animado y lo inanimado, lo
racional y lo irracional, que resultan contrarias, según él, al principio
de continuidad (necesariamente debe existir ya en la materia bruta un
germen del alma y de la inteligencia, sino se incumpliría la lex continui), y llegó a proponer una
forma de panpsiquismo y de hilozoísmo,
atribuyendo incluso a las piedras unos rudimentos de pensamiento.
De
la rigurosa aplicación de su ley de la continuidad, se deriva la existencia de
un “prototipo” único del que derivan todas las demás formas de la naturaleza.
Esta especie de “patrón”, de modelo ideal de las formas, “principio intelectual
que tan sólo se altera al tomar forma en la materia” se adelantó a la noción de
Urbild,
tan apreciada por Herder en Ideas para una
filosofía de la historia de la humanidad (1959) y por Goethe
quien decía: todos los miembros se forman siguiendo leyes eternas, y la forma
más extraña sigue en secreto la idea original.
“Tan
sólo hay un único acto en la naturaleza en el cual caben todos los
acontecimientos, un único fenómeno con el cual están relacionados todos los
demás fenómenos, un único Ser prototípico de todos los Seres (…). Sólo hay un único
plan de organización o de desarrollo animal posible, pero dicho plan puede y
debe variar infinitamente. La unidad del modelo o del plano, común en la
prodigiosa diversidad de las formas, es la base de la continuidad o de las
relaciones graduales entre los Seres. Todos los Seres son diferentes unos de
otros, pero todas esas diferencias son variaciones naturales del prototipo que
hay que considerar como el elemento generador de todos ellos” (De la nature, vol I, 1761, cap. VIII).
Johann
Gottfried von Herder (1744- 1803) retratado por Gerhard von Kügelgen
Johann
Wolfgang von Goethe (1749 1832) retratado por Joseph Karl Stieler (1828)
Esta idea del prototipo, del “plano primitivo
universal” de los animales será retomada por Geoffroy Saint-Hilaire.
Estos autores consideraban que todo el
universo está en perpetua evolución, lo cual, evidentemente, chocaba con la
idea de un Dios eterno, perfecto e inmutable. Así, pues, también acabaron
imaginándose un Dios inmerso en el tiempo y el cambio, paso dado por Schelling,
que estableció de esta manera una auténtica teología evolucionista.
“¿Tiene
la Creación un objetivo? y si es así, ¿por qué no se llega a él directamente?,
¿por qué no existe la perfección desde los comienzos? A estas preguntas no hay
más respuesta que la que ya hemos dado: porque Dios es una Vida, no es un ser.
Toda vida tiene un destino y está sujeta al sufrimiento y al devenir. Y Dios se
ha sometido voluntariamente a tal destino, ya que para personificarse comenzó
separando el mundo de la luz del mundo de las tinieblas. El ser sólo se hace
perceptible en el devenir. (…) Sin la concepción de un Dios sometido a los sufrimientos
humanos, que es compartida por todas las religiones y por todas las
supersticiones de los tiempos antiguos, toda historia se haría ininteligible”
(Schelling,
Recherches philosophiques sur la nature de la liberté
humaine, Essais 1946, p. 290)
Según Schelling, la creación no
comienza pues por los seres mas elevados sino por los más bajos, las ultime
potenze (Dante, Paraíso,
cap. XIII) que en la Antigüedad se creían más alejadas de Dios. Se trata de un
vuelco del esquema platónico y plotiniano: ya no se trata de una vía
descendente desde Dios hacia las criaturas sino ascendente hacia Dios. Toda la
creación está en movimiento, en perpetuo devenir, y Dios mismo es
“temporalizado”, es “una vida, no es un ser”. Se convierte entonces en el
proceso mismo mediante el cual la creación progresa lenta y trabajosamente por
la escala de los posibles. La creación es pues un proyecto, y Dios el alpha y
la omega.
Schelling y Lorenz Oken
Friedrich Wilhelm Joseph von Schelling
(1775-1854) es uno de los máximos exponentes del idealismo en su obra el Sistema del idealismo trascendental (System des transzendentalen Idealismus).
En filosofía, Idealismo designa las teorías que —en oposición al Materialismo—
sostienen que la realidad externa no es conocible tal como es en sí misma, y
que el objeto del conocimiento está preformado por la actividad cognoscitiva.
En el idealismo filosófico la realidad
está fundada en las ideas que constituyen una realidad supra espacial y supra
temporal, suprasensible e incorpórea.
Sólo la conciencia es determinante para conocer la realidad, mientras
que la naturaleza –enfrentada a la conciencia- es lo no esencial.
Historia
natural del alma
(Basada
en la obra de L. Bossi y la historia del pensamiento de Arthur O. Lovejoy)
1. ¿Que es el alma?
2. El alma en la Antigüedad
3. El alma de los animales
4. El racionalismo y el hombre máquina
5. El Idealismo
6. Transformismo: la escala en
movimiento
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