Immanuel Kant
Fuente: Mycroftblog
Y
llegamos al punto clave que supone un antes y un después en la filosofía y la
historia del pensamiento: Immanuel Kant (1724-1804).
Con él aparece el llamado “idealismo transcendental” (a diferencia del
“subjetivo”, propio de Berkeley) que establece que todo conocimiento exige la
existencia de dos elementos: el primero, externo al sujeto (lo dado, o principio material), es decir, un objeto de conocimiento. El segundo, propio
del sujeto (lo puesto, o principio formal), que no es más que el sujeto
mismo que conoce. Con respecto al segundo, Kant afirma que las condiciones de
todo conocimiento no son puestas por el objeto conocido, sino por el sujeto que
conoce. El sujeto que conoce introduce ciertas formas que, no
preexistiendo en la realidad, son imprescindibles para comprenderla. Por esto
sostiene Kant
en la Crítica de la Razón Pura:
"Pensamientos sin contenidos son
vacíos; las intuiciones sin conceptos son ciegas". En otras palabras,
sin sensibilidad nada nos sería dado y sin entendimiento, nada sería pensado,
aprendido, ni conocido.
Immanuel Kant (1724-1804)
Kant es
idealista y, al mismo tiempo materialista, pues contempla la existencia del
mundo exterior, independientemente del hombre, y afirma que puede ser conocido
por este, aunque no en su totalidad, pues no podemos acceder a la cosa
en sí. La razón humana no puede trascender y llegar a esos entes en sí
mismos: sean el «mundo», «Dios» o el «alma».
En
mi opinión, la “cosa en sí” es un
concepto heredado del idealismo antiguo que no es esencial para la teoría del conocimiento
de Kant, puesto que las cosas que nos son no se pueden estudiar por el hombre,
esas “cosas en sí” son una entelequia, un producto de la mente, que no tienen
existencia real.
Ahora seguiremos el
resumen de Elena Díez de la Cortina, responsable del
conocido web de recursos filosóficos Cibernous, quien ha escrito sobre Kant un
magnífico resumen titulado Kant: Teoría
& Praxis.
Fuente: Història de
món contemporani
Kant
trató de responder a la pregunta ¿qué puedo conocer? Y, comenzó su estudio con la
crítica o examen de la propia Razón y sus límites, y propuso, frente a la
“filosofía dogmática” o metafísica –incapaz de proporcionarnos nuevos
conocimientos-, una “filosofía crítica” capaz de proporcionar nuevos conocimientos,
librando al hombre de las trabas de los oscurantismos y las supersticiones.
Está autocrítica de la razón intenta resolver los antagonismos a los que
habían llegado las anteriores concepciones antropológicas y epistemológicas
que, según el filósofo, pueden unificarse en dos posturas divergentes:
a). El dogmatismo racionalista, inaugurado por Descartes
y cuyo máximo exponente en aquel momento era Wolf y su escuela, pretendían
obtener la certeza a partir de ideas y principios innatos de la razón deducidos
acríticamente, rechazando el valor del conocimiento que aporta la experiencia.
b).
El escepticismo
o el empirismo radical de Hume que, reduciendo todo el ámbito del
conocimiento a la experiencia, había imposibilitado la obtención de certezas
universales y necesarias en el ámbito de las ciencias no formales (física,
ciencias naturales, etc.), quedando sumergido todo ello en la mera probabilidad
y contingencia.
El criticismo kantiano supone un intento de conciliación y superación de
ambas posturas, el racionalismo y el empirismo: aunque todo conocimiento ha de
provenir de la experiencia, sin embargo no todo conocimiento se agota en ella,
ya que si no, no obtendríamos nunca certezas con carácter universal y
necesario.
Fuente: Historia de la Filosofía © Oxford University Press España
Fenómeno y
nóumeno
Kant
distingue entre:
1. El fenómeno (del griego φαινομαι,
fainomai, "mostrarse" o "aparecer"), que es el objeto en
tanto que es conocido (como "aparece" frente a los sentidos y la
inteligencia),
2. El noúmeno
(del griego νοεω, noeo, "comprender"), que es el objeto tal como
sería en sí mismo.
Resumidamente, el idealismo kantiano asegura que no conocemos las cosas
tal y como son en sí (noúmeno), sino lo que aparece aquí y
ahora (fenómeno). El sujeto que estudia construye, al menos en parte,
el objeto estudiado: para Kant el sujeto es activo en el sentido de que influye
en lo conocido a partir de la información que aportan sus estructuras
aprióricas y de los procesos que en ellas descansan.
Kant dice que si queremos comprenderle tenemos que pensar que él hizo lo
mismo que Copérnico, el cual consiguió vislumbrar el movimiento de los astros
modificando las relaciones que se creía que existían entre ellos y el sol.
La vida de
la nobleza, Velada en casa de Madame Geoffrin , Lienzo de Gabriel Memmonier
(atribuido)
Kant sostiene que es posible comprender el conocimiento sintético a
priori si modificamos las relaciones entre el sujeto y el objeto: hasta Kant se
había considerado que el sujeto era pasivo en el acto del conocimiento y se
tenía que plegar al objeto para conocerlo; pero de este modo es imposible
entender el conocimiento a priori. El giro copernicano consiste en rechazar la
concepción tradicional del conocimiento y considerar que el sujeto es activo,
que son las cosas las que se deben someter a nosotros de cara al conocimiento: sólo podemos conocer a priori de las cosas
aquello que antes hemos puesto en ellas; podemos comprender el conocimiento
a priori si admitimos que conocemos únicamente los fenómenos y no las cosas en
sí mismas o noúmenos, tesis principal del Idealismo
Trascendental.
El Idealismo Trascendental es la culminación del pensamiento moderno, que
comienza con el planteamiento cartesiano del problema del conocimiento y que
progresivamente va centrando en el sujeto el fundamento de la experiencia
humana.
Toda la filosofía anterior a la modernidad,
mantiene una concepción
realista del mundo: los objetos, sus propiedades y relaciones
existen independientemente de la experiencia que podamos tener de ellos.
Pero con Kant aparece la concepción idealista: no sabemos cómo puede ser el
mundo independientemente de nuestra experiencia de él; todo objeto del que
tenemos experiencia ha quedado influido por la estructura de nuestro aparato
cognoscitivo. Estas ideas llevan a los conceptos de Noúmeno y de Fenómeno: Noúmeno
(o Cosa en sí) es la realidad tal y como pueda ser en sí misma,
independientemente de nuestra experiencia de ella; Fenómeno es la
realidad, pero dependiente del Sujeto Trascendental, es decir, el sujeto no empírico poseedor de las
formas o categorías apriorísticas que predica de ese fenómeno. Ese Sujeto Trascendental somos nosotros
mismos, los hombres, en cuyo interior residen los juicios y categorías que
aplicaremos a la materia para conocerla, pues de lo contrario, nos limitaríamos
a sentirla, sin comprenderla o entenderla desde el punto de vista científico.
Immanuel
Kant (1724-1804)
El
fenómeno
es la realidad estructurada por las formas
(sirven para ordenar los objetos) de la Sensibilidad y las categorías (las formas puras a priori) del Entendimiento.
No debemos preocuparnos por estos conceptos, más abajo volveremos a ellos.
Pensemos en ellos como una especie de conocimiento innato del ser humano que
proyecta, como un rayo de luz sobre los objetos exteriores, para iluminarlos y
comprenderlos. El sujeto (nosotros,
el hombre que estudia) no deja intacta la realidad conocida, la constituye en
el propio acto del conocimiento. Por ello, el Idealismo Trascendental se puede
resumir en la afirmación de que sólo conocemos fenómenos.
El idealismo es la actitud del filósofo que no se conforma con lo que en
apariencia "hay". Postula la existencia de una realidad superior
ligada a la estructura intrínseca de la conciencia humana. No está muy claro de
dónde procede esa “realidad superior” que se sitúa en el Sentimiento y el
Entendimiento, pero parece que su origen es Dios, es decir, un producto de la
mente, una ilusión metafísica creada por el cerebro, con lo cual se desmorona
todo el edificio construido por los filósofos idealistas, pues su fuente de
conocimiento es la más falsa, tan falsa, que no tiene ni existencia real.
Kant compartió los presupuestos que caracterizaron al movimiento
ilustrado de otorgar a la Razón la instancia suprema del conocimiento, por lo
tanto, la ausencia de racionalidad es la responsable de todos los males del
pasado, de nuestra minoría de edad.
Fuente: Historia de la Filosofía © Oxford University Press España
El método
trascendental
La
humanidad progresará siempre que sepa hacer la autocrítica de la propia razón.
Ésta, desde sí misma, ha de responder las siguientes preguntas: ¿Qué puedo
conocer?, ¿Qué debo hacer? Y ¿Qué me cabe esperar? Estas preguntas, que sintetizan la labor de
toda filosofía en la pregunta ¿Qué es el hombre?, responden a
distintos usos de la razón.
En
su uso teórico, la Razón analiza aquello que puede conocer, ya sea científica
como metafísicamente. El uso teórico de
la razón responde a la primera pregunta ¿Qué
podemos conocer? Se trata de determinar la estructura de todo conocimiento
en general, fundamentalmente del conocimiento científico.
En
su uso práctico la razón ha de
determinar los principios que rigen nuestros comportamientos y todas aquellas
acciones en las que intervenga la libertad. Este uso responde la segunda
pregunta ¿qué debo hacer?.
El
desarrollo del método trascendental se encuentra en las tres críticas
kantianas: Crítica de la razón pura (aborda el problema de la posibilidad y límites
del conocimiento: ¿Qué podemos conocer?),
Crítica de la razón pura práctica (¿Qué debo
hacer?) y Crítica del juicio (¿Qué me
cabe esperar?).
Fuente: Historia de la Filosofía © Oxford University Press España
El problema
de la metafísica
En la Crítica de la razón pura Kant aborda el problema de la posibilidad y
límites del conocimiento. En esta obra se estudia la razón humana en su uso
puro, esto es, la razón desligada de la experiencia, sin importar su aplicación
a los conocimientos empíricos.
El conocimiento que denominamos científico tiene como característica
fundamental la universalidad y la necesidad de sus juicios. Sabemos que las
matemáticas y la física son ciencias pero, ¿podemos decir lo mismo respecto a
la metafísica? ¿Es la metafísica una ciencia?
La metafísica racionalista wolfiana era elaboraba a partir de
conocimientos que no dependían de la experiencia, ni se basaban en el mundo
real de la física y la química, es decir, la metafísica era un saber construido
a priori, por la razón.
Esta postura dogmática contrasta con la crítica a la metafísica que hizo
Hume,
autor que, según Kant le despertó de su sueño dogmático. Para este empirista
radical, la metafísica solamente contiene ideas que no tienen un correlato en
ninguna impresión, en nada que exista en el mundo real, y por lo tanto, no
existe ni tiene validez como ciencia.
La ideas de
libertad e igualdad condujeron a la Revolución Francesa. Delacroix, Eugene:
"La Libertad guiando al pueblo", 1830
Los juicios
científicos
Kant intenta primero saber qué tipos de juicios utiliza el conocimiento
científico y qué características fundamentales tienen. Convenimos todos en que
para que un juicio pueda ser considerado científico debe cumplir, como mínimo,
estos dos requisitos:
1. Los conocimientos que aporte deben ser universales
y necesarios,
esto es: su validez debe demostrarse siempre y en cada caso. Por otro lado,
deben tener una tercera característica: no pueden ser de otra manera,
característica que determina que estos conocimientos no pueden provenir de la
experiencia.
2. Dichos juicios han de ir más allá de lo
evidente y consabido, aumentando nuestros conocimientos gradualmente.
Luís XVI es
guillotinado
Los juicios
analíticos y sintéticos
Kant hace una distinción entre juicios dependiendo de la relación que
mantiene el predicado de la proposición con el sujeto. Así podemos establecer
dos clases de juicios:
1. Juicios analíticos (A es B).
Son aquellos en los cuales el predicado (B) está incluido en la noción
de sujeto (A). Por ejemplo: La pelota
(A) es redonda (B). La noción de
redondez se infiere directamente y se halla implícita en el sujeto
"pelota". En estos tipos de juicio, es suficiente examinar
detenidamente el sujeto para comprender que el predicado le conviene
necesariamente.
Otros juicios analíticos serían: todos los cuerpos tienen extensión, el
todo es siempre mayor que la parte y un triángulo tiene tres ángulos. Estos
juicios son explicativos, es decir, explican lo que ya estaba implícito (tres
ángulos) en la noción misma de sujeto (triángulo). Por este motivo, los juicios analíticos no amplían nuestros conocimientos ni nos permiten averiguar nuevas
verdades.
Los juicios analíticos son siempre a priori, esto es, son juicios cuya
validez podemos establecer con total independencia de la experiencia. La noción
misma de triángulo implica necesariamente el tener tres ángulos, y no tenemos
que dibujar todos los posibles triángulos existentes para comprobarlo.
Por
lo tanto, estos juicios son conceptos metafísicos, no tienen existencia real en
nuestro mundo, ni en el universo, son meros “fantasmas” o abstracciones de la
realidad, nada más que modelos de los que se sirve para pensar un ser tan
“infantil” como el ser humano, que sólo utiliza tópicos, frases hechas, sesgos
cognitivos… para expresarse.
Fuente: Historia de la Filosofía © Oxford University Press España
2. Los juicios sintéticos (A es B).
Son
aquellos cuyo predicado (B) no está contenido en la noción de sujeto (A). Por
ejemplo: La pelota (A) es azul (B) el predicado azul no se infiere directamente con sólo
pensar en el sujeto pelota. Pare saber esto, tendremos que ver concretamente
ésa pelota, comprobar que, de hecho, es azul.
Vemos que los juicios sintéticos sí amplían y
aumentan nuestros conocimientos (analíticamente sabía que la
pelota es redonda, pero ahora que la he visto sé algo nuevo sobre ella: que es
azul, de plástico, mate, y que tiene un diámetro de 15 cm.). A esta propiedad
de los juicios sintéticos de ampliar nuestros conocimientos la denominó Kant extensión.
Los juicios sintéticos son extensivos.
Por lo que hemos visto podemos deducir otra cosa más: estos juicios son a
posteriori, es decir, su verdad es conocida a partir de la experiencia:
para saber si la pelota es azul no tendremos más remedio que cogerla y
comprobarlo. Pero los juicios sintéticos a posteriori no son universales y
necesarios: sucede que la pelota es azul y de plástico, pero esta verdad es
contingente y particular. El dueño de la pelota podría pintarla o darle tanto
uso que su color acabara siendo indeterminable.
3. los juicios sintéticos a priori
Tradicionalmente,
el conocimiento a priori se asocia con el conocimiento de lo universal y
necesario, mientras que el conocimiento a posteriori se asocia con lo
particular y contingente.
Los
conocimientos aportados por la experiencia están sujetos a todo tipo de
modificaciones y excepciones que impiden que podamos asegurar su necesidad y
universalidad: existe la posibilidad de que lo que ha venido sucediendo de una
manera no vuelva a suceder así en un futuro.
Hasta
aquí no se puede decir que Kant haya hecho algún descubrimiento original. Los
juicios analíticos son las relaciones de ideas de Hume,
y los juicios sintéticos, sus cuestiones de hecho.
Pero, si esto fuera así, las ciencias no cumplirían los dos requisitos
anteriormente mencionados: el tener un carácter universal y necesario y,
además, aumentar nuestros conocimientos. Debe haber algún tipo de juicio que
cumpla estas dos condiciones.
Como prueba, Kant aduce el siguiente ejemplo: la proposición la recta (A) es la
distancia más corta entre dos puntos
(B) no es un juicio analítico a priori ni sintético a posteriori.
No es analítico porque el predicado (distancia
más corta entre dos puntos) no está incluido en la noción de sujeto (recta). Nada hay en la noción de recta
que implique distancia alguna. Tampoco es un juicio sintético a posteriori,
porque es evidente por sí mismo que entre dos puntos la distancia más corta
será la línea recta. No hay que acudir a la experiencia para demostrar la
verdad de la proposición.
La
universalidad y necesariedad de esta proposición es también evidente. No hay
excepción posible, ni es una cuestión de hecho meramente probable. Tanto hoy
como en un futuro lejano, la distancia más corta entre dos puntos será la línea
recta. Por lo tanto, esta proposición no es a posteriori.
Sin
embargo, Kant no conocía los conceptos modernos de la teoría de la relatividad
de Einstein sobre el espacio y el tiempo.
Una vez más, la realidad y la ciencia se empeñan en que nada de la
metafísica, como el juicio que acabamos de contemplar, sea verdadero: el
espacio es curvo.
Ahora bien, desde el punto de vista lógico, esta proposición es perfecta
y auténtica. Entonces ¿qué clase
de juicio es esa
proposición?
Kant
dirá, y esta es su originalidad, que es un juicio sintético a
priori,
esto es, un juicio que siendo a priori y por lo tanto, de carácter universal y necesario, sin embargo
tiene la propiedad extensiva de los juicios a posteriori, permitiendo que aumentemos nuestros conocimientos.
Así pues, son estos juicios sintéticos a priori los únicos que pueden denominarse científicos, porque cumplen
con las características de universalidad y necesariedad y, por ser extensivos, amplían nuestros
conocimientos.
A
continuación mostramos un esquema de todos los tipos de juicios que admite
Kant:
TIPOS DE JUICIOS
|
ANALÍTICOS
|
SINTÉTICOS
|
A PRIORI
|
Explicativos
universales y necesarios |
Extensivos
universales y necesarios |
A POSTERIORI
|
Extensivos
contingentes y probables |
Kant pretende acabar de una vez por todas con el radicalismo empírico y
escéptico de Hume, que terminó por desechar como científicos los conocimientos
de la física y de las demás ciencias de la naturaleza. Para este filósofo, los
juicios de la física eran cuestiones de hecho meramente probables.
Kant afirmará que los juicios de la física son sintéticos a priori, y,
por lo tanto, aun siendo independientes de la experiencia, no por ello carecen
de validez universal y necesaria.
Fuente: educa2
La Crítica
de la razón pura: Estética trascendental
En la obra Crítica de la razón pura Kant
hace un análisis trascendental del conocimiento: cuáles son las condiciones de
posibilidad de todo conocimiento científico.
Ya
hemos visto que los únicos juicios que pueden fundamentar la ciencia son los
juicios sintéticos (extensivos) a priori (universales y necesarios).
La posibilidad de la ciencia supone la posibilidad de los juicios
sintéticos a priori. Por eso, la pregunta fundamental de la crítica de la razón
pura será ¿Cómo son posibles los juicios sintéticos a priori?
Esto enlaza con el problema fundamental que Kant se había propuesto
resolver: la posibilidad de la metafísica como ciencia. ¿Son posibles los
juicios sintéticos a priori en la metafísica?
Kant basará su teoría del conocimiento en distintas funciones o
facultades: la sensibilidad,
el entendimiento
y la razón.
Cada una de estas facultades se corresponde con un apartado de la Crítica de la razón pura:
La
Estética trascendental responde a la
pregunta ¿Cómo son posibles los juicios sintéticos a priori en las matemáticas?
Se hace una crítica a la sensibilidad y se fundamentan las matemáticas al
descubrir las formas puras a priori de la sensibilidad: espacio y tiempo.
La
Analítica trascendental: responde a
la pregunta ¿Cómo son posibles los juicios sintéticos a priori en la física? Se
hace una crítica del entendimiento y se fundamenta la física al descubrir las
formas puras a priori del entendimiento: las categorías.
La Dialéctica trascendental: responde a la
pregunta ¿Son posibles los juicios sintéticos a priori en la metafísica? En
ella se demuestra la imposibilidad de una metafísica como ciencia.
Fuente: Historia de la Filosofía © Oxford University Press España
LA ESTÉTICA TRASCENDENTAL
La Estética
Transcendental se ocupa de
las condiciones que permiten el conocimiento sensible. El ser humano tiene la facultad de las
sensaciones, llamada Sensibilidad, y fuera del hombre existen las
cosas del mundo, los objetos que producen en la Sensibilidad las
sensaciones, que son dadas a posteriori
y constituyen la materia del
conocer. Las sensaciones o datos empíricos son materia. Las sensaciones son
ordenadas por la forma, que ya
está a priori en el espíritu.
Las formas puras o principios a priori de la
Sensibilidad son el espacio y el tiempo. La síntesis de las
sensaciones y las formas es el fenómeno. Espacio y tiempo son las condiciones
de posibilidad de toda experiencia, ahora bien, espacio y tiempo no son
propiedades objetivas de las cosas mismas, sino formas a priori de la
Sensibilidad.
La Estética trascendental intenta responder a
la pregunta sobre la posibilidad de los juicios sintéticos a priori en las
matemáticas. Para ello Kant analiza la sensibilidad
desde un punto de vista trascendental.
Kant considera que, aunque el contenido de la realidad de nuestros
conocimientos ha de provenir de la experiencia, sin embargo, la universalidad y
necesidad de ella habrá de provenir del cognoscente mismo, de la Razón,
que es igual para todos los hombres.
Aquí Kant aplicó su propio giro copernicano a la filosofía. En la
filosofía anterior (Aristóteles, Tomás de Aquino, Descartes...) la mente humana
se comportaba pasivamente, era una tabula rasa que se determinaba y llenaba de
contenidos, adquiriendo la forma (se in-formaba) de los objetos que conocía. Kant
invertirá los papeles: a partir de ahora es la mente, el cognoscente humano el
que determina activamente la realidad que ha de ser conocida.
De esta manera Kant diferenciará entre la cosa
dada, lo que los sentidos nos muestran, que denomina la materia del
conocimiento. A lo que pone el sujeto en
el acto
de conocer, y que no corresponde a lo dado en sí, lo llama Kant la forma del conocimiento. Esta forma es un
principio a priori del propio cognoscente. El cognoscente es un sujeto activo
que introduce su propia estructura en la realidad.
De
esta manera define la Sensibilidad como una facultad receptiva del
ser humano, puesto que puede ser afectada por un dato empírico. Nuestra mente
lo primero que hace es recibir impresiones o sensaciones que nos son dadas
(materia) del exterior. A través de una intuición empírica nos relacionamos
inmediatamente con el dato, con los "objetos" a través de los
sentidos.
Sin embargo, el dato empírico se caracteriza por ser diverso, caótico y
por estar desprovisto de necesidad y universalidad. Se trata de un dato
contingente, particular y empírico.
Pero la Sensibilidad no se agota en esto. El sujeto recibe estos datos
ordenados y unificados bajo una coordenada espacio-temporal. El espacio
y el tiempo
son las formas puras a priori de
la sensibilidad.
El
sujeto humano no puede conocer ningún dato empírico que no esté previamente
subsumido bajo la forma
de espacio y tiempo.
¿Qué significa que el espacio y el tiempo son formas
a priori de la sensibilidad?
1.
Que el espacio
y el tiempo son
formas significa que no son datos
empíricos o impresiones sensibles particulares (colores, sabores, sonidos,
etc.), sino los modos como percibimos todas las impresiones, tanto internas
como externas. Son formas
porque pertenecen a la estructura del cognoscente y no a lo dado exteriormente.
2.
A priori significa que son
independientes de la experiencia. Son la condición previa a toda experiencia
posible. Esto implica que el espacio y el tiempo no son ni substancias, ni
propiedades reales de las cosas, sino leyes del propio sujeto que pertenecen y
expresan su propia estructura.
El
espacio
es la forma a priori de la sensibilidad
externa y el tiempo es la forma a priori de la sensibilidad interna y externa. Ambas, espacio y tiempo, son intuiciones
puras de la sensibilidad, es decir, se aplican directamente a los datos
sensibles unificándolos y sintetizándolos en una unidad empírica.
Una
intuición
pura significa que es una representación en la que no se encuentra nada perteneciente a la sensación. El espacio y el
tiempo no son conceptos del Entendimiento, pues es la condición sin la
cual no sería posible concepto alguno.
Todo ello nos lleva a negar la posibilidad de conocer la realidad en sí
misma, a no ser que el sujeto la haya ya sometido a sus propias leyes y
estructuras.
A
la cosa
en sí, lo dado, lo denominó Kant noúmeno. Kant no negó su existencia,
pero admitió la imposibilidad de conocerlo. Nuestro conocimiento versa sobre fenómenos,
esto es, los objetos tal y como se nos aparecen a nuestra Sensibilidad, es decir, lo nouménico sometido a las leyes del
propio cognoscente.
La
pregunta sobre la posibilidad de los juicios sintéticos a priori en las
matemáticas se fundamenta en el espacio y el tiempo como intuiciones a priori
de la Sensibilidad.
Las matemáticas ordenan en el espacio y el
tiempo cuanto hay. La geometría ordena las dimensiones espaciales. Y la
aritmética, por su sucesión (el 3 sigue al 2, el 2 al 1, etc.), ordena los
acontecimientos en el tiempo. La validez de las matemáticas es universal y
necesaria y aplicable a la experiencia.
Fuente: Historia de la Filosofía © Oxford University Press España
LA ANALÍTICA TRASCENDENTAL
En la Analítica Trascendental Kant estudia la facultad de los conceptos
que tiene el ser humano, facultad a la que llama Entendimiento y trata sobre las condiciones por las que podemos pensar
los objetos dados por la Sensibilidad.
También trata de resolver el problema de la posibilidad de los juicios
sintéticos a priori en las ciencias de la naturaleza (física).
Los
humanos tenemos dos tipos de conceptos: los empíricos, que proceden de la experiencia y son a posteriori, y
conceptos puros o categorías, que no
proceden de la experiencia y son a priori. Percibir no es, aún, comprender los
objetos; comprender los fenómenos es poder referirlos a un concepto,
y esta es la función propia del Entendimiento.
La Sensibilidad, por sí misma, no
aporta conocimiento alguno. Necesita del Entendimiento o facultad de
juzgar, para que los objetos dados en la sensibilidad puedan ser conocidos. Comprender un fenómeno significa que
puede ser referido a un concepto.
Por
ejemplo, si una tarde vamos dando un paseo por un lugar desconocido y
repentinamente vemos un objeto a lo lejos cuya forma, sonido, textura y
movimiento no habíamos visto jamás, podremos describir fenoménicamente lo que vemos, pero no podremos decir que conocemos o comprendemos lo que vemos. Necesitamos incluir ese nuevo objeto
dentro de una serie de conceptos (animal, vegetal, vertebrado, etc) que nos permitan
conocer lo que fenoménicamente se nos aparece. Esto es lo que hace el Entendimiento, es decir, clasifica en categorías.
El Entendimiento es la capacidad de pensar las representaciones
fenoménicas de la realidad que están ya ordenadas y unificadas espacio-temporalmente por la Sensibilidad. Po ello se puede
definir esta facultad como la que unifica y ordena los fenómenos dados por la intuición sensible bajo unidades categoriales o conceptos
puros.
Si el espacio y el tiempo eran las formas
puras de la Sensibilidad, las categorías son las formas puras a priori del Entendimiento.
Hay que
diferenciar entre conceptos empíricos, extraídos de la experiencia a partir de
la unificación de rasgos comunes a ciertos individuos y conceptos puros del entendimiento. Éstos son totalmente independientes de la experiencia (a
priori), y son las reglas por
las cuales unificamos los fenómenos
dados por la intuición sensible para comprenderlos.
¿Cuántas categorías hay? ¿Cómo se deducen esas
categorías o formas puras del entendimiento?
Hay tantas categorías como
formas de juicio hay en la lógica aristotélica. Las categorías (sustancia,
causalidad, unidad...) son nociones que no se refieren a datos empíricos ni
proceden de la experiencia, sino que existen o pertenecen a la estructura del
entendimiento. Las sensaciones nos proporcionan una multiplicidad de objetos o
cosas, lo cual no es comprensión todavía. Sólo cuando el Entendimiento aplica las categorías
a esta multiplicidad se obtiene conocimiento.
El Entendimiento
no puede pensar los fenómenos si no es aplicándoles las categorías. Pero las categorías
solamente son fuente de conocimiento aplicadas a los fenómenos y no tienen
aplicación válida más allá de los mismos. El error de la filosofía dogmática
(basada en el uso puro de la razón) consiste en usar las categorías para
referirse a realidades transempíricas o trascendentes (Dios y el alma, p. ej.).
Kant
creyó que hacer un juicio es categorizar
o conceptualizar
(en el juicio "la mesa de la habitación es negra"
conceptualizamos la realidad a la que se refiere el sujeto –la mesa– como
siendo o teniendo determinadas características –como siendo negra–) y que, por
lo tanto, habrá tantas formas puras de categorizar o conceptualizar, como
formas puras de juicios. Dado que existe una relación especial entre las
categorías y los juicios, pensó Kant, podemos averiguar cuántos y cuáles son
dichos conceptos puros utilizando como "hilo conductor" la
investigación de los tipos de juicios. La lógica de su tiempo ya había hecho
esta investigación y Kant acudió a ella para establecer la tabla de categorías.
A
continuación presentamos una tabla con las doce categorías o leyes
del juicio:
TABLA DE LOS JUICIOS
|
TABLA DE LAS CATEGORÍAS
|
||
Según la cantidad
|
Universales
"Todo A es B" |
De la cantidad
|
Unidad
|
Particulares
"Algún A es B" |
Pluralidad
|
||
Singulares
"Este A es B" |
Totalidad
|
||
Según la cualidad
|
Afirmativos
"Es cierto que A es B" |
De la cualidad
|
Realidad
|
Negativos
"A no es B" |
Negación
|
||
Infinitos
"A es no B" |
Limitación
|
||
Según la relación
|
Categóricos
"A es B" |
De la relación
|
Inherencia y Subsistencia (substancia
y accidentes)
|
Hipotéticos
"Si A es B, entonces es C" |
Causalidad y Dependencia (causa
y efecto)
|
||
Disyuntivos
"A es B, o C, o D, ...." |
Comunidad (acción
recíproca entre el agente y el paciente)
|
||
Según la modalidad
|
Problemáticos
"A puede ser B" |
De la modalidad
|
Posibilidad‑Imposibilidad
|
Asertóricos
"A de hecho es B" |
Existencia‑No existencia
|
||
Apodícticos
"A necesariamente es B" |
Necesidad‑Contingencia
|
Las
categorías se usan de un modo adecuado cuando las aplicamos a los objetos que
se dan a la experiencia pero no cuando con ellas intentamos pensar objetos que
estén más allá de la experiencia, para pensar objetos trascendentes; así por
ejemplo, el concepto de unidad tiene un valor objetivo si lo usamos para pensar
el objeto que tengo delante como una
mesa, pero no para pensar en Dios como siendo una realidad; o la categoría de
causa–efecto tiene valor objetivo cuando la aplico a la relación existente
entre fenómenos (como el fenómeno de calentar el agua a 100 grados y el
fenómeno de hervir el agua), pero no es válida cuando la utilizo para pensar en
un ser trascendente como Dios y decir de
él que es causa del mundo (Historia de la
Filosofía. Volumen 2: Filosofía Medieval y Moderna. Javier
Echegoyen Olleta. Editorial Edinumen.).
Pongamos
un ejemplo: todos los
habitantes de Samarcanda pesan más de 120 kilos.
Se trata
de un juicio universal, afirmativo, categórico y
asertórico. Para producir este juicio, nuestro Entendimiento unifica las
impresiones sensibles aplicando las categorías puras del Entendimiento.
Las categorías, por sí mismas, no tienen contenido alguno (están vacías). Su contenido les viene dado por el
conocimiento sensible. Ahora bien; el límite de aplicación de las categorías es la experiencia, las cosas u objetos aportados por la Sensibilidad. Más allá de ella, las categorías no producen conocimiento
válido.
Por eso
un juicio del tipo: todos los marcianos
tienen la piel viscosa y verde o este otro juicio: las almas de los difuntos irán al cielo, no aporta
conocimiento alguno, porque las categorías se aplican
ilegítimamente
a algo (marcianos, almas, cielo) de lo que no tenemos experiencia alguna
(carecemos de conocimiento sensible sobre los marcianos o las almas). Ver Wittgenstein
i el Tractus.
Ahora
estamos en condiciones de responder afirmativamente a la pregunta de si son
posibles los juicios sintéticos a priori en la física.
La
universalidad y necesariedad de los juicios de la física proviene de
las categorías o conceptos puros del Entendimiento: las leyes de la
física son las leyes de nuestro propio pensar. Remiten a la estructura del
cognoscente, no de la realidad en sí (nouménica).
Kant
restaura el principio de
causalidad
destruido por Hume:
éste no depende de la experiencia,
sino que es a priori.
Fuente: Historia de la Filosofía © Oxford University Press España
LA DIALÉCTICA TRANSCENDENTAL
La Dialéctica Transcendental estudia la Razón (facultad de las argumentaciones) y el
problema de si la Metafísica puede ser un saber a priori, y concluye que la
Metafísica como disciplina científica es imposible.
La Metafísica quiere alcanzar las cosas tal y como son en sí mismas, sus
objetos son transcendentes ―no empíricos―: el alma, Dios y el mundo como totalidad. La pregunta que se intenta contestar
es ¿Son posibles los juicios
sintéticos a
priori en la metafísica?
La Razón
es la facultad que reduce la multiplicidad de los conceptos puros del Entendimiento a un número mínimo de principios. La Razón es la facultad de la unidad
de las reglas del Entendimiento bajo principios.
La Razón
intenta unificar lo dado por el Entendimiento
en unidades supremas.
Por ello Kant denomina a esta facultad "la facultad de los
principios".
La razón
conecta unos juicios con otros, siguiendo la estructura del silogismo, para
formar razonamientos. Dichos silogismos, relacionan la condición que se
establece en las premisas con lo condicionado que se infiere en la conclusión.
Los silogismos presentan la siguiente estructura:
Premisa mayor: regla general o mayor.
Premisa menor: conocimiento que se halla bajo la condición de la regla.
Conclusión: aplicación de la regla a este caso.
Veamos
unos ejemplos de uso de los silogismos:
Todos los hombres son mortales
Todos los investigadores son hombres
Conclusión:
todos los investigadores son mortales
En su uso
puro, la Razón tiende a subordinar la condición que aparece en la premisa mayor
(Todos los hombres son mortales) a una condición todavía más general,
convirtiéndose en condicionado de ésta. Esto se denomina prosilogismo o silogismo
reductivo.
Todos los animales son mortales
todos los hombres son animales
Conclusión: Todos los hombres son mortales
Hemos dado
un paso más en la generalización.
Todos los vivientes son mortales
todos los animales son vivientes
Conclusión: todos los animales son mortales
En virtud
de este movimiento reductivo, la razón tiende hacia una condición
incondicionada, intentando reducir todo a una unidad superior e incondicionada denominada idea trascendental.
Las ideas trascendentales son conceptos puros de la razón a priori y significan la
unificación de todos los conocimientos del entendimiento mediante su remisión a
unos principios primeros y condicionados que constituyen el límite de nuestro
conocimiento posible.
Tres son
las ideas o unidades límites de la razón pura:
Alma: idea que unifica todos los fenómenos de la
experiencia interna.
Mundo: idea que unifica todos los fenómenos de la
experiencia externa.
Dios: idea que unifica los fenómenos de la experiencia
interna (alma) y externa (mundo).
Alma, mundo y Dios son ideas que no se
adquieren por intuición sensible alguna ni hacen referencia alguna a la
experiencia o a la realidad fenoménica. Por eso, mediante estas ideas no
conocemos nada. Podemos pensar en esas unidades, pero no conocerlas, porque son precisamente el
límite donde nuestro conocimiento ha de detenerse. El límite del conocimiento
es el límite de la experiencia posible.
Kant dice que la Razón realiza argumentos
aparentemente correctos pero ilegítimos, como lo son los de la metafísica. El
conocimiento intelectual formula juicios y conecta unos juicios con otros
formando razonamientos. Pero hay una tendencia peculiar en el uso de la Razón:
la Razón busca encontrar juicios cada vez más generales, aspira a lo
incondicionado, al fundamento de los fundamentos. Cuando la Razón, en esa
búsqueda de las condiciones de lo condicionado, de leyes más generales y
profundas, se mantiene en los límites de la experiencia, su uso es correcto y
no da lugar a contradicciones; pero esa tendencia lleva inevitablemente a
traspasar los límites de la experiencia empírica en busca de lo incondicionado:
los fenómenos físicos se pretenden explicar por medio de teorías metafísicas
acerca del mundo, los fenómenos psíquicos de teorías metafísicas acerca del
alma, y unos fenómenos y otros se intentan explicar y unificar por medio de
teorías metafísicas acerca de una causa suprema de ambos tipos de fenómenos:
Dios. "Dios", "alma" y "mundo", son pues tres
Ideas de la Razón; ideas que, sin embargo, no tienen una referencia objetiva,
pues no podemos conocer los objetos a los que se refieren.
Fuente: Julián
Yepes Derecho y Filosofía
Antinomias y paralogismos
Según
Kant, cuando aplicamos las ideas de la razón pura a la cosmología aparecen antinomias o proposiciones
que son, a la vez, falsas y verdaderas.
Por ejemplo,
la afirmación de que el mundo tiene un
comienzo en el espacio y en el tiempo: si esto fuera verdad, el espacio y
el tiempo tendrían que provenir de una nada anterior, lo que supondría la
antítesis de lo que se quería demostrar: que el mundo no tiene comienzo en el
espacio y en el tiempo. Pero, si esto último fuera verdad, no podría hablarse
de un acontecer en el universo, acontecer que requeriría un
comienzo y un fin.
Por paralogismos entiende Kant falsas
conclusiones que surgen cuando aplicamos las ideas puras de la razón a la
psicología racional. Son proposiciones que no tienen como materia una intuición
sensible, por lo que trascienden la posibilidad de toda experiencia.
Un
paralogismo es confundir la unidad del Yo pienso con la unidad trascendental
del yo como substancia simple y como personalidad (alma).
A la
pregunta de si son posibles los juicios sintéticos a priori en la metafísica
Kant responderá negativamente.
La
metafísica no es posible como ciencia, pues la razón encuentra paralogismos y
antinomias y no conocimiento.
Sin
embargo, esto no quita todo valor a la metafísica: la función de ésta ha de ser
metodológica y reguladora: expresa el ideal del hombre de seguir avanzando en
el camino del conocimiento, a la vez que le fija un límite donde detenerse.
Fuente: Historia de la Filosofía © Oxford University Press España
Historia
natural del alma
(Basada
en la obra de L. Bossi y la historia del pensamiento de Arthur O. Lovejoy)
1. ¿Que es el alma?
2. El alma en la Antigüedad
3. El alma de los animales
4. El racionalismo y el hombre máquina
5. El Idealismo
6. Transformismo: la escala en
movimiento
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