Hermetismo
1.
El hombre
y su trascendencia en los “textos herméticos”
"¡Oh,
vosotros que vivís sobre la tierra y vosotros que vais a nacer, que vendréis a
este desierto, que veréis esta tumba y pasaréis ante ella: venid. Yo os
conduciré al camino de la vida, de forma que podáis navegar con buen viento,
sin que quedéis varados, para que alcancéis la morada de las generaciones, sin
llegar a la aflicción"
Inscripción de la tumba de
Petosiris, Sumo Sacerdote de Thot en Hermópolis.
Sesostris I (Museo de Arte
Egipcio de Luxor).
Hermes
Trimegisto (el Tres veces Grande) es la denominación que los filósofos griegos
utilizaron para referirse al antiguo dios egipcio Thot, señor del conocimiento y de la sabiduría.
En ese sentido, tenemos constancia de que cuando Herodoto visitó Egipto ya denominó templo de Hermes a un
santuario consagrado a Thot (Herodoto II, 138).
Grabado
de El Kybalión. Hermes Trismegisto portando las esferas celestes en su mano
derecha, la razón, y señalando a la dualidad, Sol y Luna.
Thot, gran dios de Hermópolis
Magna, en el Alto Egipto, era uno de los dioses primordiales egipcios,
encabezando una ogdóada de dioses que según una antiquísima
creencia se habría asentado sobre la colina primigenia de Hermópolis. Creador de
las ciencias y de las artes vinculadas a la escritura, Thot era una divinidad que jugaba un papel de
gran transcendencia en las Casas de la Vida, en donde se estudiaban
los conocimientos que había legado al hombre, vinculados con las creencias
religiosas, la magia, la medicina, la astrología y la alquimia.
Leemos en Sendero
del Mago que de los libros de Hermes han quedado muy pocos datos y escasos
originales dignos de auténtica fe. Según antiguas crónicas, en la famosa Biblioteca
de Alejandría, durante el reinado de la última dinastía de los Tolomeos, se
guardaban de Hermes, el más sabio maestro de la antigüedad, 42 libros
esotéricos que resumían toda la sabiduría de las edades, pero fueron destruidos
por el gran incendio que asoló la biblioteca durante el desembarco de la armada
romana de Julio César.
Corpus Hermeticum, atribuido a Hermes Trismegisto.
A
través de traducciones griegas se supo el título de alguo de ellos, como El Pymander, El
Kybalión, ciertos libros de poemas sueltos y El
Libro a la Salida de la Luz del Día, más conocido como Libro de los Muertos, por haberse
encontrado ejemplares de él dentro del sarcófago de las momias de algunos
destacados egipcios.
Otros libros son conocidos por algunos
fragmentos sueltos que fueron agrupados e interpretados bajo el título genérico
de Libros de Thot-Hermes. Tales libros de
Toth circularon profusamente durante el período de dominación romana por los
tres continentes de África, Europa y Asia cercana bajo el lema de Corpus Herméticum en traducción latina la
que, unida a la griega, a otras de procedencia árabe y a las egipcias en lengua
popular, han llegado hasta nuestros días.
Dios Egipcio Thot, el dios
de la ciencia. Mercurio, mensajero de los dioses romanos
Hermes con sus atributos. Basilius
Valentinus, Duodecim Claves
Hermes
Trismegisto es una figura mitológica compleja que presenta el
aspecto de un superhombre divinizado a quien incluso se ha atribuido una obra
clave de la tradición esotérica occidental. Síntesis del Thot egipcio, el Hermes
griego y el Mercurio
romano, es el arquetipo del Conocimiento, el Verbo divino encarnado en ser
humano.
Para los helenistas herméticos y,
posteriormente, para los pensadores humanistas del Renacimiento, desde Marsilio Ficino a Giordano Bruno, Hermes (Thot) habría sido el gran profeta de la
humanidad. Él habría sido quien enseñó sus conocimientos a otros hombres que
como Moisés u Orfeo habrían de jugar luego un papel
transcendental en la historia de las religiones.
1.
Textos
Herméticos
Libro de los Muertos
(Museo de El Louvre).
En el siglo II a.C. diversos tratados
egipcios atribuidos a Hermes comenzaron a ser traducidos
al griego. Se trataba de unos textos que habrían de alcanzar un notable éxito en
la medida en que ofrecían esperanza y certezas a la filosofía griega en un
ámbito, la religión, en el que los egipcios no tenían rivales.
De manera paulatina habría de producirse
una influencia mutua de lo griego y de lo egipcio, de cuya interacción iría
surgiendo lo que hoy se conoce como hermetismo filosófico que sobre el fondo que
supone el conglomerado religioso egipcio desarrollaría luego unas concepciones
que se sitúan en el marco teórico del medioplatonismo (cubriendo el espacio
existente entre el propio Platón y la filosofía neoplatónica). En palabras de Xavier Renau (Cita), el Hermetismo habría de
elaborar "una refinada espiritualidad basada en la piedad por medio del
conocimiento", o en definición del propio "Libro de Asclepio", una religión de la mente. Ver la edición de Textos
herméticos, introducción, traducción y notas de Xavier Renau Nebot, Madrid: Gredos, 1999.
Muy interesante la web de Xavier Renau Nebot donde nos ofrece una suculenta
sección de vocabulario y conceptos herméticos:
Cosimo de Medici le encargó a Marsilio Ficino traducir el Corpus Hermeticum al latín. El manuscrito
de Ficino constaba de catorce folletos pequeños. La traducción fue en 1471.
Corpus Hermeticum. El Pymander,
Cracovia, 1584
En el Hermetismo pronto se aprecia que no
existe una clara unidad doctrinal. Fruto del flujo y reflujo de creencias se
puede afirmar que existen realmente dos hermetismos. De un lado, tendríamos
a) El Hermetismo pesimista, que acusa la influencia
egipcia y también de otras culturas orientales (persa, judía y babilónica).
Destaca por presentar unas concepciones de marcado carácter dualista en
las que la materia se distingue, en esencia, por su maldad. El hombre es
concebido como cárcel del alma, estando revestido de una túnica aborrecible que
le impide reconocer la belleza de la verdad y el bien que en ella reside (Tratado VII
del "Corpus
Hermeticum"). El Hermetismo pesimista habría de ejercer una
notable influencia sobre las doctrinas gnósticas. El Corpus
hermeticum es una colección de 24 textos sagrados escritos en
lengua griega que contienen los principales axiomas y creencias de las
tendencias herméticas. En ellos se trata de temas como la naturaleza de lo
divino, el surgimiento del Cosmos, la caída del Hombre del paraíso, así como
las nociones de Verdad, de Bien y de Belleza.
Edición
holandesa del Corpus hermeticum,
impresa en el año 1643.
Por otro lado, existe
también el denominado
b) Hermetismo optimista, en el que también se
acusa la impronta egipcia, influenciada luego, además, por la filosofía griega.
La idea central de esta corriente es que el hombre es un ser digno de
admiración, en la medida en que desarrolla una función fundamental para el
mantenimiento del orden del cosmos. El hombre, nos dice el "Libro de
Asclepio", es un gran milagro. Es un ser vivo digno de toda veneración y
honor.
Los "Textos Herméticos", sostiene Xavier Renau, recogerían las
enseñanzas religiosas y filosóficas de una comunidad de hombres que no se
limitaba a la mera discusión teórica de las cuestiones sino que buscaba vivir
una experiencia que se iniciaba con el diálogo, continuaba con la plegaria y
terminaba con el recogimiento místico (iluminación divina).
Los "Textos
Herméticos"
estudio de Xavier Renau
El
hermetismo constituye un conjunto de tendencias que coinciden, en lo
fundamental con la doctrina de los Hermética filosóficos:
Correspondencia,
interdependencia entre todas las partes de la realidad (Dios, Cosmos, Hombre),
concebida como una red de antipatías y simpatías, como un juego de espejos.
Conciben el Cosmos, la Naturaleza, como organismo vivo. El Hombre como realidad
compleja (cuerpo, alma, espíritu) que puede acceder a diferentes niveles de la
realidad mediante el conocimiento (gnosis).
La
gnosis como regeneración, transmutación o palingenesia: un segundo nacimiento.
La experiencia mística. La gnosis como iniciación a una Sabiduría perenne que
se remonta a los tiempos primigenios. La tradición. El Secreto.
3. Kóre
Kósmou (La visión pesimista)
El libro conocido como "Kóre Kósmou" (Consulta en la entrada
el dualismo) es uno de los textos
que se integran en la Antología o Florilegio de Juan de Stobi, que habría vivido en
Macedonia entre los siglos V y VI d.C. En él se nos habla de la
existencia de dos mundos -el que está arriba (el cosmos) y el que está abajo
(nuestro mundo)-, afirmándose que solamente a través de la revelación puede el hombre
llegar a conocer el modo en que el mundo superior ha sido ordenado. Isis y
Osiris habrían instituido en la tierra unos misterios o funciones sagradas que,
en suma, vendrían a significar la prolongación en nuestro mundo de los
misterios del cosmos o mundo superior.
La revelación de los secretos del cosmos
es algo que solo es accesible a los iniciados en los misterios. Hermes, que lo conoció todo, habría grabado esos
misterios en libros sagrados que quedaron luego silenciados y ocultos,
constituyéndose desde entonces en objeto de búsqueda por parte de las
generaciones que habrían de ir naciendo.
El "Kóre Kósmou" nos dice que a
Hermes "le vino a la mente la precisa decisión de depositar los sagrados
símbolos de los elementos cósmicos cerca de los secretos de Osiris". Luego
habría ascendido a los cielos, exclamando antes:
"Oh, libros sagrados, que fuisteis creados
por manos incorruptibles y ungidas con el filtro de la inmortalidad, vosotros
sobre quienes tengo poder, permaneced incólumes e incorruptibles por el
transcurso de toda la eternidad haciéndoos incontemplables e indescifrables
para todo aquél que vaya a recorrer las llanuras de esta tierra, hasta que el
anciano cielo haya dado a luz sistemas dignos de vosotros, que el creador
denominó almas".
Es decir, según las creencias herméticas,
Hermes habría conocido los secretos del cosmos en un momento en que todavía no
existían, siquiera, las almas y, por tanto, menos aún los hombres. La
revelación de esos misterios solo podría ser accesible para las almas una vez
que estas fueran creadas por el Supremo. El hombre, en cuanto compuesto
de cuerpo y de alma, no podrá acceder a esa revelación salvo que el alma
consiga aflorar y prevalezca sobre la materia del cuerpo. Desde la pura materia, en
las creencias herméticas, no es posible acceder a la revelación. A través de la
iniciación solamente las almas más puras podrán acceder al conocimiento
sagrado.
Tumba de Pached (Pashedou,
Pachedou, Pashed…). Deir el Medina.
Afirma el "Kóre Kósmou" que hubo un
momento en que el Supremo deseó que el mundo superior no estuviera inactivo,
sino que decidió llenarlo de espíritus, es decir de criaturas dotadas de pneuma divino (almas-astros),
buscando con ello el movimiento y la acción en el cosmos. Hizo así nacer
Dios miríadas de almas, creando un total de 60 grados de ellas (todas, eso sí,
inmortales) cuyo destino sería poblar las distintas regiones del cosmos, cada una de ellas en un
lugar concreto, adecuado a su propia naturaleza.
Insistió el Creador en que las almas debían
situarse en el lugar que él las había asignado, advirtiéndolas que "si cometiereis algún acto de rebeldía contra
mis propias resoluciones os juro
por mi sagrado aliento que con la
misma mezcla de la cual habéis nacido y con mis mismas manos creadoras de
almas, fabricaré de inmediato cadenas y suplicios para vosotras".
Desgraciadamente, las almas no
tardaron en transgredir las disposiciones divinas y dotadas de una audacia
indiscreta e impía, llenas de curiosidad, abandonaron sus propias
secciones y no permanecieron en los lugares que tenían asignados. Ante esta
situación, Dios no dudó en castigar a las almas: resolvió crear al
hombre para que en él sufriesen castigo eterno las almas, que no habían seguido
sus deseos.
Sigue narrando el Kóre Kósmou que las almas, cuando
conocieron que su destino era el de ser encarceladas en los cuerpos de
los hombres comenzaron a gemir y lamentarse de modo similar a como lo hacen los
animales salvajes cuando son obligados a vivir en cautiverio:
"Sufrimos
–dirán- la terrible desgracia de ser
separadas de todos vosotros (el cielo y los astros) y, lo que es peor, tras ser
arrebatadas de las cosas grandes y luminosas, de lo sagrado envolvente, de la
opulenta bóveda celeste y de la felicidad participada con los dioses, vamos a
ser de este modo encerradas en unos indignos y abyectos cuerpos. ¿Pero qué acto
tan vergonzoso hemos podido cometer, desgraciadas de nosotras?".
Las almas eran conscientes de que habían
quedado atrapadas en unos cuerpos acuosos y rápidamente disolubles, nos dice este texto
hermético, a través de los cuales ya solo podrían contemplar, en tamaño ínfimo,
a su progenitor el cielo. Con los ojos de los hombres, las almas ya no podrían
disfrutar contemplando la Luz de Dios. Los ojos de los humanos, por si mismos,
no la pueden ver.
Atormentadas, las almas terminaron
suplicando perdón a Dios y este, finalmente, en su gran bondad, decidió
ofrecerlas un motivo de esperanza. En efecto, si las almas, en su paso
por la existencia humana, actuaban de una manera virtuosa, sin cometer faltas
graves, tras la muerte del cuerpo que las aprisionaba se produciría su abandono
del lazo perecedero de la carne y podrían retornar, ya libres de sollozos, a
los cielos. Sin embargo, si cometían faltan graves durante su vida como hombres las
almas jamás llegarían a alcanzar el cielo y en adelante ya ni siquiera
ocuparían cuerpos humanos, sino que pasarían el resto de su existencia errantes
entre los animales irracionales. Estas creencias son similares a las que Platón, que vivió parte de su vida en Egipto,
exponía en su obra "Timeo".
Según el "Kóre Kósmou", las almas más
justas, es decir las que experimentan más profundamente el cambio hacia lo
divino, son las que cuando habitan los cuerpos humanos sobresalen como reyes
justos, filósofos, legisladores, profetas de los dioses, músicos, astrónomos,
etc.
5. La
redención de Osiris
A pesar de que el Supremo había ofrecido
a las almas una clara esperanza de redención, lo cierto es que en un momento
posterior habría de producirse lo que se conoce como la segunda rebelión
de las almas. Aprisionadas en los cuerpos de los hombres por su primer acto impío
ocurrió ahora que las almas no podían soportar la afrenta que el justo castigo
de Dios les suponía. Con nuevos actos de impiedad las almas buscaban ahora la
disputa con los dioses del cielo, utilizando los cuerpos de los hombres, los
únicos medios que poseían, para rebelarse de nuevo. Como consecuencia de ello
las guerras, las matanzas y el salvajismo se hicieron los señores del
mundo inferior: "los más fuertes quemaban y
mataban a los débiles y arrojaban de lo alto de los templos tanto a los vivos
como a los cadáveres".
Presionado por los elementos (Fuego, Aire,
Agua y Tierra) el Supremo decidió manifestarse a los hombres para acabar con
esos actos de salvajismo y ofrecerles leyes y esperanza en el futuro. Con esa finalidad, Osiris (emanación de la voluntad de Dios) fue
enviado a nuestro mundo, en el que habría de jugar el inmenso papel de gran
dios civilizador, aportando la ayuda y el socorro divino a un mundo necesitado
de todo.
Escena del sarcófago de la Dama
Madja. Museo de El Louvre
Hemos profundizado en la visión
intensamente negativa que el "Kóre Kósmou" ofrece acerca del hombre y de su papel en el
cosmos, que consiste, en suma, en ser utilizado como castigo o prisión para las
almas rebeldes. Ese es el motivo, tanto en el antiguo Egipto como en el
Hermetismo, de que la materia sea considerada como algo que ahoga la
espiritualidad del alma. Existe una similitud entre las ideas plasmadas en el
"Kóre
Kósmou" y las creencias egipcias
que expusimos anteriormente acerca de ese pecado o mancha que el hombre
arrastraría por el solo hecho de nacer (los llamados pecados de los padres).
En ambos casos se piensa que es necesario
que el hombre actúe de manera justa a lo largo de su vida para que de ese modo,
tras la muerte, su espíritu pueda retornar a los cielos. El hombre, cuando
nace, arrastra un intenso componente negativo. Su función en el cosmos es de
castigo, si bien puede redimirse a través de una vida virtuosa.
Las almas, en el "Kóre Kósmou", gimen cuando son aprisionadas en el vestido de la
carne. Los espíritus, en el "Libro de los Muertos" piden un vestido de
Pureza que les libere de las imperfecciones y faltas de la materia. Tras la muerte,
tanto los egipcios como los iniciados en el Hermetismo, serán juzgados.
Solamente los puros, los que no han cometido faltas graves, podrán ver como sus
almas se elevan hacia los reinos de Dios, transformadas, en ambos casos, en
espíritus puros (seres luminosos).
6. Libro de
Asclepio (La visión
optimista)
Sarcófago de Madja (Museo
de El Louvre).
Hemos analizado la visión pesimista que
acerca del hombre se encierra en el "Kóre Kósmou". Otros textos herméticos, sobre todo el "Libro de
Asclepio", se distinguen, por contra, por ofrecer una visión
claramente optimista. En ellos se afirma que el hombre ha sido creado
para que se ocupe del cuidado del mundo inferior, así como para
atender a los cultos que se deben rendir al Supremo y al mundo superior (el
cosmos).
Esta visión optimista del hombre tiene
también sus antecedentes en Egipto, en donde los ritos resultaban
imprescindibles para el mantenimiento del orden del mundo creado. En los templos egipcios,
todos los días, los sacerdotes seguían unos rituales muy concretos y llevaban a
cabo ofrendas a los dioses para conseguir, día tras día, que la diosa Maat, símbolo del orden y de la justicia, reinara
triunfante en el cosmos.
Escena de duelo del sarcófago de la
Dama Madja. Museo de El Louvre
El optimismo del "Libro de Asclepio" tiene también
claros antecedentes en las ideas desarrolladas por la filosofía griega, sobre
todo Platón (Timeo) y sus seguidores. Según
las creencias platónicas el hombre habría sido creado ya que resulta
imprescindible para asegurar que el cosmos quede completo. Sin la presencia del
hombre el cosmos sería algo parcial e imperfecto.
Afirma
Xavier Renau que el
texto griego original existía a principios del s. IV, como lo prueba la
inserción en los Papiros mágicos (PGM III
551) de la plegaria final (Asclepio 41), así como las citas de Lactancio
en Diuinae Institutiones. La traducción
latina (el Discurso Perfecto) ya fue
utilizada por Agustín
de Hipona, que cita parte de los parágrafos 23, 24 y 37 (en Civitas Dei, VIII 23). A partir del s. IX
el Asclepio se atribuye, incorrecta pero comprensiblemente
dadas las similitudes doctrinales, a Apuleyo. En el s. XII, el resurgir de la
cultura europea es paralelo al del interés por el hermetismo y por el Asclepio en particular: es citado por Teodorico de
Chartres, Juan de Salisbury y Alberto Magno. Hasta el
Renacimiento, en el que el Asclepio
se convierte en una de las principales fuentes de la antigua y prestigiosa
sabiduría pagana para Ficino, Pico de la Mirándola, Agrippa, Campanella o Giordano Bruno.
Todavía
hoy puede constatarse la magnitud de esta influencia en el pavimento de la
catedral de Siena: en él se ve a Hermes (Mercurius
Trimegistus, contemporaneus Moysi) entregando un libro abierto a dos
personajes que representan a Oriente y Occidente. La mano derecha de Hermes
reposa sobre una tabla que reproduce, precisamente, uno de los textos del
Asclepio, en el que se lee:
“Suscipite
o licteras et leges Egiptii, mientras que su mano izquierda reposa sobre la
parte superior de una tabla en la que hay escrito un fragmento del Asclepio
(§8): Deus omnium creator / secundum deum
fecit / visibilem et hunc / fecit primum et solum amavit proprium / fillium
[qui appelatur / sanctum verbum](quo oblectatus est / valde… añadido cristiano)”.
Pavimento de la catedral de Siena: en
él se ve a Hermes
(Mercurius Trimegistus, contemporaneus
Moysi) entregando un libro abierto a dos personajes que representan a Oriente
y Occidente
También
podemos encontrar fragmentos del Asclepio
en los textos coptos de Nag Hammadi:
el tratado 7 del códice VI reproduce la plegaria final del Asclepio (que
también encontramos en los Papiros Mágicos, p.ej. en PGM III 592).
El "Libro de Asclepio", obra de los primeros siglos de nuestra era y que ya
es citado por el cristiano Lactancio a principios del siglo
IV, habría de convertirse en una de las fuentes primordiales de la antigua
sabiduría pagana, ejerciendo profunda influencia en los posteriores momentos
del Renacimiento (Ficino, Bruno, Campanella, etc.). Es una obra que nos habla
de los grandes temas de la filosofía religiosa del Hermetismo:
-
el puesto del hombre en el cosmos,
-
la naturaleza de Dios y
-
los principios en los que se asienta el orden del cosmos.
a). El hombre y el cosmos
Yamu-Nedyeh (Museo de Arte
Egipcio de Luxor).
Para las concepciones herméticas que se
plasman en el "Libro de
Asclepio" el hombre es, en esencia,
"un gran milagro", un ser digno de veneración y honor, un ser que
conocedor del carácter divino que se integra en su naturaleza no duda en despreciar el
otro componente material, es decir, su mera naturaleza humana. El hombre es
digno de admiración en la medida en que entre todos los seres vivos es el único
adornado con la cualidad del pensamiento. Gracias a esa cualidad
el hombre puede alzar su mirada al cielo y tomar conocimiento del plan de Dios.
Según el libro, el Señor, hacedor de
todas las cosas, Dios, llegó un momento en que a partir de sí mismo decidió
crear un segundo dios, que fuese visible y sensible, es decir, un dios que
fuese perceptible por los sentidos. Dios creó luego al hombre porque deseaba, en su
grandeza y bondad, que otros seres pudieran contemplar la belleza de
este dios (el Cosmos) que había creado de sí mismo. Existe una estrecha
similitud de estas ideas con las creencias egipcias sobre la creación del
mundo. En efecto, vimos antes que Atum, divinidad primigenia
egipcia, espíritu creador, decidió desdoblarse en dos partes y dio
origen a Ra, el sol, dios comprensible y visible por los ojos de los
hombres. De algún modo, tanto en Egipto como en el Hermetismo se pensaba que el
Creador se manifestaba a los hombres a través del gran milagro del cosmos.
El papel del hombre en el cosmos se
relaciona con la dualidad de su naturaleza (materia y espíritu). El hombre está
dotado de una constitución que es en parte mortal (el cuerpo) y en parte
inmortal (el alma). La finalidad del hombre, así compuesto, es la de admirar y
adorar las cosas del mundo superior, a la vez que habita y gobierna las cosas
del mundo inferior. El cosmos, en suma, habría sido creado para que el
hombre, a través de él, pudiese contemplar al Supremo. En síntesis, para el
"Libro
de Asclepio" todo existe para el hombre y el hombre existe
para Dios.
Esa idea ya fue plasmada en el Egipto de
los faraones por el autor de las "Instrucciones a Merikare", que nos dejó escrito que
"Dios ha hecho para los hombres el
Cielo y la Tierra, ha calmado para ellos la avidez de las aguas, ha hecho el
aire para dar aliento a sus narices, los ha creado a su propia imagen, se eleva
por ellos cada día en el Cielo. Para los hombres hizo los vegetales, los
pájaros y los peces, para alimentarlos".
El hombre solamente puede encontrar su
total plenitud cuando a través de la contemplación de la divinidad llega a ser
capaz de despreciar su componente mortal, que le ha sido incorporado a causa de
su función de ocuparse del cuidado de nuestro mundo. El hombre actúa de un modo
justo cuanto a través de una vida de piedad y de dedicación al cuidado del
mundo inferior consigue ser grato al Creador. Entonces, cuando termine el
tiempo de su servicio en la tierra, una vez que sea descargado de la tarea de
custodia de nuestro mundo y libre igualmente de las ataduras de lo mortal,
habrá llegado el momento en que el hombre, puro y santo –en palabras del
Asclepio- será restituido a la condición de su parte superior (divina):
"Éste
es el premio que espera a los que viven en la piedad para con Dios y atienden
al mundo con diligencia", convertirse en dioses. Y todo ello debido a que
según nos indica este libro sagrado: "la verdadera, pura y santa
filosofía" no consiste sino "en honrar a Dios con una mente y un alma
sencillas, reverenciar sus obras y dar gracias a la voluntad divina, la única
completamente llena de bondad".
b). Petosiris
En los textos de la tumba de Petosiris, que fue Sumo Sacerdote de Thot en
Hermópolis en los tiempos previos a la llegada de Alejandro Magno a Egipto, es
decir, en los momentos de la dominación del país del Nilo por los persas,
encontramos plasmadas las creencias que este hombre santo tenía acerca del
Supremo, de los caminos que conducen a él y del destino del hombre cuando le
llega la muerte. A través de este singular personaje apreciamos que las
concepciones egipcias y herméticas sobre estos grandes temas eran muy
similares. Una breve exposición de las inscripciones de la tumba de Petosiris
nos permitirá culminar el trabajo que nos ocupa.
La pintura representa a Anubis cuidando
de la momia de Osiris, como denota su reposo sobre una cama en forma de león.
Isis y Neftis, las dos guardianas de Osiris, presiden la ceremonia. Debajo cuatro
vasos canopos, llevando los rostros de los cuatro hijos de Horus. Excavaciones
en la Universidad de Nueva York por Amheida Staff. Publicado por el Instituto
para el Estudio del Mundo Antiguo, parte de World Bank (AWIB). Más información:
http://www.nyu.edu/isaw/awib.htm.
Ante todo, para Petosiris el camino hacia Dios es seguir en la
vida la vía del corazón, es decir, la vía de la piedad, no el camino del
vientre (la materia). Dice, en ese sentido, una de las inscripciones:
"¡Oh, vosotros que vivís sobre la tierra y vosotros que vais a nacer, que
vendréis a este desierto, que veréis esta tumba y pasaréis ante ella: venid. Yo
os conduciré al camino de la vida, de forma que podáis navegar con buen viento,
sin que quedéis varados, para que alcancéis la morada de las generaciones, sin
llegar a la aflicción.
Yo soy un difunto excelente,
sin faltas –nos sigue narrando la inscripción-. Si escucháis mis palabras, si
os unís a ellas, encontraréis su excelencia. El buen camino es servir a dios.
Bendito aquél cuyo corazón le conduce a ello. Os hablo de lo que me aconteció.
Haré que conozcáis los designios de dios. Haré que percibáis el conocimiento de
su poder.
He llegado aquí, a la ciudad
de la eternidad, porque realicé el bien sobre la tierra, porque llené mi corazón con el camino del dios, desde mi juventud hasta
este día. Me tiendo con su poder en mi corazón, me alzo haciendo lo que su ka desea. Practiqué
la justicia y aborrecí la falsedad, sabedor de
que él vive por ella, y en ella se satisface".
Pinturas de la tumba de Petosiris en
Muzawaka (XLI)
La pintura representa a Anubis y
Horus pesando el alma del difunto con la pluma de Maat. Un babuino, símbolo de
Thoth, se sienta encima de la balanza, mientras el dios Thot anota la
sentencia. Un Osiris momiforme preside el acto, mientras que Ammut devorador,
coronado con dos plumas de Maat, espera para devorar el alma del difunto si se
le juzga indigno. Excavaciones de la Universidad de Nueva York dirigidas por
Amheida Staff, lugar fotografiado Gebel el-Muzawaka. Publicado por el Instituto
para el Estudio del Mundo Antiguo, parte del World Bank (AWIB). Más
información: http://www.nyu.edu/isaw/awib.htm.
Destaca como segundo aspecto de interés
que Petosiris era consciente de que
después de su vida en la tierra, tras su muerte, para poder integrarse con Dios
sería necesario que lograse superar un juicio en el que sus actos serían
pesados y valorados. Se trata de lo que conocemos como "Juicio de
Osiris", que permitía que los justos que salieran
victoriosos del mismo se transformasen en dioses, asimilados a Osiris. Uno de
los textos de la tumba nos dice que:
"Yo fui puro, como desea el ka de dios; no
me asocié con el que ignoraba el poder del dios, apoyándome en aquel que le era
fiel. No me apoderé de los bienes de nadie, no hice mal alguno a nadie. Todos
los ciudadanos alaban a dios por mí. Yo hice esto pensando que alcanzaría a
dios tras la muerte, conocedor del día de los señores de la justicia, cuando
disciernen en el juicio. Se alaba a dios por aquel que ama a dios; él alcanzará
su tumba sin aflicción".
Otra de las inscripciones asegura que:
"Ningún hombre alcanzará el
Occidente a menos que su corazón sea recto practicando la justicia. Allí el pobre no se distingue del rico, sólo el que es encontrado libre de falta por la balanza y el peso ante
el señor de la Eternidad. Ahí nadie está exento de ser calibrado".
Pinturas de la tumba de Petosiris en
Muzawaka (XXVIII)
Detalle que representa el dios Anubis
en procesión. Excavaciones de la Universidad de Nueva York dirigidas por
Amheida Staff, lugar fotografiado Gebel el-Muzawaka. Publicado por el Instituto
para el Estudio del Mundo Antiguo, parte del World Bank (AWIB). Más
información: http://www.nyu.edu/isaw/awib.htm.
Finalmente, en los textos de la tumba de Petosiris podemos apreciar que este personaje era
consciente del papel del hombre como guardián de los ritos y de los cultos
debidos a los dioses y al cosmos. En su calidad de Sumo Sacerdote de Thot, Petosiris dedicó toda su vida a
restaurar el templo de Hermópolis y sus cultos, que estaban padeciendo las
consecuencias de la dominación de los persas sobre Egipto. Petosiris sabía que su misión en la
vida era precisamente esa:
"Cuando
me convertí en controlador para Thot, señor de Khmun –nos dice- puse el templo de Thot en su estado
primigenio. Hice que cada rito fuera como antaño y que cada sacerdote sirviera
en su justo tiempo. Hice grandes a sus sacerdotes; promoví a los
sacerdotes-horarios del templo. Promoví a todos sus servidores. Proporcioné una
norma a sus asistentes. No reduje las ofrendas de este templo. Llené sus
graneros con cebada y espelta, su tesoro con toda cosa buena. Incrementé lo que
anteriormente había, y cada ciudadano alabó a dios por mí. Proporcioné plata,
oro y todo tipo de piedras preciosas, de forma que alegré los corazones de los
sacerdotes y de todos aquellos que trabajaban en la Casa de Oro; y mi corazón
se regocijó en ello. Dejé espléndido lo que había encontrado arruinado por
todos lados. Restauré lo que hacía tiempo había decaído, y que ya no estaba en
su lugar..."
En suma, vemos que todo aquello que
el "Libro
de Asclepio" nos dice acerca del hombre, su papel en el cosmos
y su transcendencia ya había sido conocido y vivido por este Profeta de Thot, Petosiris, de cuya vida de santidad habrían de guardar
la memoria los egipcios durante cientos de años.
- Existeix el progrés en la història humana?
- Els bàrbars civilitzats?
- Salvatges i civilitzats
- L’escepticisme
- L'heurística com a metodologia científica
- Biaixos cognitius
- Decisions instintives
- Heurística
- Les altres explicacions als fenòmens físics
- Prejudicis cognitius
- Mètodes científics?
- La teoria científica
- El mètode cientific
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