Las herejías gnósticas
Según el diccionario ideológico de la lengua española de Julio Casares, el término herejía puede ser
entendido de cuatro maneras diferentes: a) error en materia de fe, sostenido
con pertinacia; b) error que uno sostiene contra los principios de una ciencia
o arte; c) ofensa o palabra injuriosa; d) daño grave causado a una persona o
animal.
Lo normal es que el hereje
no sea alguien ajeno a la Iglesia católica, sino un creyente que en un momento histórico
determinado -en el cual se encontraba en discusión un aspecto determinado de
las creencias de su Iglesia-, optó por posiciones que posteriormente fueron
minoritarias y condenadas por la jerarquía eclesiástica.
El judaísmo contemporáneo de Jesús
se encontraba dividido en diversas sectas, como la de los samaritanos,
saduceos, fariseos, esenios etc. En la Palestina del siglo I habían surgido algunos grupos
entre la población judía como consecuencia de las diversas sensibilidades
acerca de las fuentes y los modos de vivir la religión de Israel. En tiempos de
Jesús, los más apreciados por la mayoría del pueblo eran los fariseos. Su nombre, en hebreo perushim, significa «los
segregados». Dedicaban su mayor atención a las cuestiones relativas a la
observancia de las leyes de pureza ritual incluso fuera del templo. Su posición
política estaba ligada al empeño por la independencia nacional, pues ningún
poder ajeno podía imponerse sobre la soberanía del Señor en su pueblo. A éstos
se los conoce con el nombre de zelotes, que
posiblemente se dieron a sí mismos, aludiendo a su celo por Dios y por el
cumplimiento de la Ley.
Los saduceos eran personas de la alta sociedad, miembros de familias sacerdotales,
cultos, ricos y aristócratas. Eran los representantes judíos ante el poder
imperial. Hacían una interpretación muy sobria de la Torah, sin caer en pureza
de los fariseos. A diferencia de los fariseos no creían en la pervivencia
después de la muerte, ni compartían sus esperanzas escatológicas. No gozaban de
la popularidad ni el afecto popular del que disfrutaban los fariseos, pero
tenían poder religioso y político, por lo que eran muy influyentes.
Refugio de los esenios. Qumram, a orillas del Mar
Muerto
Los rollos de Qumrán o
pergaminos del Mar Muerto
Uno de los grupos más estudiados en los
últimos años ha sido el de los esenios. Tenemos
amplia información acerca de cómo vivían y cuáles eran sus creencias a través
de Flavio
Josefo, y sobre todo de los documentos del
papiro de Qumram, donde parece que se instalaron algunos de ellos. Los
esenios rechazaban el culto que se hacía en el templo de Jerusalén, ya que era
realizado por un sacerdocio que se había envilecido desde la época asmonea.
Pompeyo profana el Templo de
Jerusalén: «No vi ninguna imagen de dios, sino un espacio vacío y misterioso»,
dice después de entrar al Sancta Santorum en donde sólo los levitas tenían
permitido ingresar. Fuente: Wikipedia
Los asmoneos
o hasmoneos (en hebreo חשמונאים, Hashmonayim) fueron los sucesores directos de
los macabeos
que lograron establecer un poderoso reino en lo que hoy es Israel, que duró
desde el 134 a. C. hasta el advenimiento del Imperio romano en Israel en el 63
a. C. Pusieron gran resistencia a las expansiones del Imperio seléucida. Entre los ideales religiosos de los macabeos destacaba su celo por la defensa del Templo de Jerusalén,
del monoteísmo y de la independencia del reino de Judea, pero con los asmoneos estos ideales perdieron
toda su fuerza, más ambiciosos y preocupados por extender su poderío militar, y
marcados por las intrigas, traiciones y luchas fratricidas. Precisamente una
guerra civil entre hermanos marcaría el fin del reino y pondría a Israel en
manos de la nueva potencia emergente de la época: Roma.
Fases de expansión del Reino
de los Asmoneos (134-63 a.C). Fuente: Wikipedia
En consecuencia, los esenios optaron por segregarse de esas prácticas comunes con la
idea de conservar y restaurar la santidad del pueblo en un ámbito más reducido,
el de su propia comunidad. La retirada de muchos de ellos a zonas desérticas
tiene como objeto excluir la contaminación que podría derivarse del contacto
con otras personas. La renuncia a mantener relaciones económicas o a aceptar
regalos no deriva de un ideal de pobreza, sino que es un modo de evitar
contaminación con el mundo exterior para salvaguardar la pureza ritual.
Consumada su ruptura con el templo y el culto oficial, la comunidad esenia se
entiende a sí misma como un templo inmaterial que reemplaza transitoriamente al
templo de Jerusalén mientras que en él se siga realizando un culto que
consideran indigno.
Si quieres ampliar el tema: Étienne Nodet, Essai sur les
origines du Judaïsme: de Josué aux Pharisiens (Editions du Cerf, Paris 1992); Anthony J. Saldarini, Pharisees,
scribes and Sadducees in Palestinian society: a sociological approach (William B. Eerdmans, Cambridge 2001); Francisco Varo, Rabí Jesús de
Nazaret (B.A.C., Madrid, 2005) 91-97;
Flavio Josefo, La guerra de los
judíos; Ricciotti G, Storia di Israele (Torino, 1964).
El propio cristianismo de
los primeros tiempos también fue considerado por los sacerdotes judíos y los
doctores de la ley como una herejía de la religión judaica. El cristianismo se
irá separando progresivamente de la religión hebraica, teniendo su primer
momento culminante en el Concilio de
Jerusalén en el que se sanciona la misión de Pablo
entre
los gentiles según nos cuentan los Hechos de los Apóstoles.
Observamos pues, que en la
construcción de una nueva fe (cristianismo) nos encontramos con un proceso que
va en dos direcciones diferentes:
-
Por un lado, se produce la progresiva separación de
las tradiciones y el marco cultural en donde ha nacido;
- De otro, la progresiva construcción de una doctrina
propia, sin la cual no podríamos considerarla una religión independiente.
La herejía se mueve,
precisamente, en este proceso que de manera sucinta hemos descrito: la
construcción de una nueva doctrina, de manera que el antiguo defensor de la
ortodoxia religiosa cristiana, en unos años, podía convertirse en el hereje
principal.
La gnosis
Gnosis es una palabra
procedente del griego clásico que solemos traducir por conocimiento o
revelación. La filosofía griega (platónica y pitagórica) con esta expresión designa
el conocimiento verdadero (en el sentido de episteme: conocimiento
abstracto sobre la esencia de algo) por oposición al conocimiento dudoso y
particular (en el sentido de la doxa: conocimiento sobre las
apariencias de las cosas sometido a los vaivenes del cambio).
La gnosis,
será pues, el conocimiento de Dios o de alguna propiedad de Dios, pero un
conocimiento, que una vez dado es inmediato y absoluto, es decir, es recibido a
la manera de una revelación o visión inmediata, sin necesidad de sucesivas y
progresivas deducciones y acercamientos de nuestro entendimiento. Existe en
esta concepción una menor contraposición entre fe (pistis)
y conocimiento (gnosis).
Su objetivo es la redención del hombre y su vuelta al mundo de la luz (Pleroma),
en donde será un ser divino. Este objetivo se puede alcanzar con un
conocimiento completo de la verdad y el mundo de la luz mediante una visión o
revelación inmediata.
Para el cristiano, mediante la fe
otorgada por la gracia en el bautismo, le es posible esperar la salvación y la
resurrección de la carne al final de los tiempos (parusía) o segunda venida
del mesías. La mayoría de las doctrinas expuestas por las principales escuelas
gnósticas, son presentadas como el fruto de un éxtasis; por tanto, un
conocimiento selectivo otorgado a una élite religiosa, en ningún sentido una
oferta salvífica universal.
Urbi et Orbi (a la ciudad de
Roma, y al mundo entero). Grabado que representa un hombre tratando de
descubrir el mecanismo del universo a través de la bóveda celeste.
La astrología tradicionalmente explica los
efectos de los cuerpos celestes en el cuerpo humano bajo un concepto de espejo:
“como arriba, es abajo” (urbi et orbi) reza la máxima hermética. Esto sugiere
que el diseño del universo obedece a ciclos fractales, en el microcosmos y en
el macrocosmos, el hombre es semejanza del universo.
Las fuentes de
la gnosis
1. Los escritos
de los Padres de la Iglesia.
La mayoría de los escritos
gnósticos fueron destruidos y escondidos. Por lo tanto los heresiólogos (padres de la Iglesia que
refutaban las desviaciones y herejías en el seno de las comunidades cristianas)
y sus escritos son la primera fuentes en las que aparecen los docetas, marcionitas, montanistas etc.
La herejía docética
toma este nombre de la raíz griega dokéō (δοκέω), que significa parecer
o parecerle a uno. Apareció a finales del siglo I de la era cristiana,
afirmando que Cristo no había sufrido la crucifixión, ya que su cuerpo sólo era
aparente (inmaterial, divino) y no real. La herejía tiene su raíz en la
influencia platónica, que afirma que son las ideas las únicas realidades y
nuestro mundo es sólo un reflejo, una imagen de las ideas; opinaban que la
materia era corrupta y que el cuerpo es la cárcel del espíritu. La doctrina
docética, enraizada también en el dualismo
gnóstico, dividía tajantemente los
conceptos de cuerpo y espíritu, atribuyendo todo lo temporal, ilusorio y
corrupto al primero y todo lo eterno, real y perfecto al segundo; de ahí que
sostuviera que el cuerpo de Cristo fue tan sólo una ilusión y que, de igual
modo, su crucifixión existió más que como mera apariencia. El Islam conserva
también este punto de vista y sostiene que el cuerpo del profeta Isa (el nombre
con que conocen a Jesucristo) sólo fue crucificado como una ilusión.
“Crucifixión” de un manuscrito carolingio (finales siglo IX,
principio del siglo X). Codex d’Angers, ms34 fol-7v. Fuente: petrus.agricola
El marcionismo fue una secta herética fundada en 144 d.C. en Roma por el
rico comerciante Marción y que
continuó en Occidente por 300 años, pero en Oriente algunos siglos más,
especialmente fuera del Imperio Bizantino. Ellos rechazaban los escritos del
Antiguo Testamento y enseñaban que Jesucristo no era el Hijo del Dios de los
judíos (el dios creador llamado Yahvé), sino el Hijo del Dios Bueno, que era
diferente del Dios de la antigua alianza, era el Padre, el Dios verdadero capaz
de encarnar a un hijo hombre, llamado Cristo. Ya vimos que para los cátaros el
dios creador, el demiurgo, es un dios malo, porque crea la materia. Ellos anticiparon el dualismo más consistente
del maniqueísmo y fueron finalmente
absorbidos por éste.
Marción afirma que el Mesías al que se refiere el Antiguo Testamento no es Cristo, que aún no se ha cumplido esa profecía y que cuando
ocurra, si llegara a ocurrir, el Mesías del Antiguo Testamento se llamará Emmanuel y no Jesús. Emmanuel, el
Mesías judío estaría destinado de manera exclusiva al pueblo judío y sólo
tendría prosélitos entre estos, los descendientes de David, además contra él se
levantarán los pueblos y los imperios y él responderá bélicamente, insiste
Marción: este Mesías no ha llegado ni se ha cumplido esa profecía con Cristo,
ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento.
Marción exponiendo sus
doctrinas.
Afirma que el judaísmo del Antiguo
Testamento es una religión diferente de la del Nuevo Testamento, concepto que
comprendió Pablo, pero que no captó Pedro ni los apóstoles, que trataron de conservar
el cristianismo como una secta judaica, cosa que finalmente debe ser resuelta
separando con nitidez y de manera definitiva ambas religiones, ambos
testamentos, ambos dioses, para lo cual no sólo rechazó el Antiguo Testamento,
sino que procedió a rechazar todos los elementos del Nuevo Testamento que
consideraba judíos. Para lograrlo, de todas las Escrituras escogió el Evangelio
de Lucas, excluyendo los relatos sobre el nacimiento de Cristo por
considerarlos citas de la Biblia judía, y revisa minuciosamente y acepta como verdaderas
sólo diez de las cartas de Pablo por considerarlas exentas de judaísmo
(Gálatas, 1ª y 2ª de Corintios, Romanos, 1ª y 2ª de Tesalonicenses, Efesios,
Colosences, Filipenses y Filemón), rechazando las otras cuatro (1ª y 2ª
Timoteo, Hebreos y Tito). Después escribió la “Antítesis” que es un análisis de las contradicciones entre el
cristianismo (el Dios Padre del Nuevo Testamento) y el judaísmo (el Dios
Creador del Antiguo Testamento), que puede leer aquí.
En la teología cristiana, el Espíritu Santo, Espíritu de Dios,
Espíritu de verdad o Paráclito (acción o presencia de Dios, del griego παράκλητον
parakleton: aquel que es invocado), del latín Spiritus Sanctus es una
expresión bíblica que se refiere a una compleja noción teológica a través de la
cual se describe una "realidad espiritual" suprema, el conocido como
el pneuma divino, palabra que significa «espíritu» (del griego
«πνευμα», pneuma)y el hebreo «ruaj»). Se trata de una traducción incompleta ya
que «ruaj» y «pneuma» también se traducen como «aire» (ej: pneumático). Aire y
espíritu son cosas distintas para nosotros pero aparecían relacionadas en el
griego y el hebreo antiguos. Lo que actualmente es una doble acepción era en
esos idiomas una identidad de conceptos.
Representación en piedra del
Espíritu Santo: su santidad queda indicada con la orla de la cabeza. Clave en
la iglesia de San Miguel de Michaelsberg (Cleebronn, Alemania).
Existen dos grandes clases de teologías
sobre el Espíritu Santo: las que resaltan el aspecto «aire» y la que resaltan el
aspecto «espíritu». Dichas teologías coinciden a grandes rasgos con la judía y
la cristiana.
El montanismo fue un movimiento que se produjo en el interior de las
comunidades cristianas primitivas, como un esfuerzo para revalidar las
realidades pneumáticas y escatológicas (tratan sobre las "realidades últimas" profesadas
por el cristianismo y por lo tanto sobre las esperanzas en las que se sostiene) de los primeros tiempos de la Iglesia. Se trataba de un
«movimiento reavivador», como sería llamado posteriormente.
El conocimiento que se tiene de este
movimiento se funda en el testimonio de los autores cristianos, como Eusebio de Cesarea, Epifanio, Clemente de
Alejandría, Orígenes
e Hipólito. De mayor importancia es, sin embargo, una fuente original
en los escritos de Tertuliano, que se
adhirió al montanismo al final de su vida.
Quinto Septimio Florente
Tertuliano, 160-220, padre de la iglesia y teólogo. Fuente: Wikipedia
El origen de este movimiento se puede
fijar entre los años 160 y 170 en Ardabau (Frigia) donde Montano se sintió transportado a estados de éxtasis durante los
cuales profería advertencias proféticas. Luego se unieron a él dos mujeres,
Prisca y Maximila, que también empezaron a profetizar. Montano y sus profetisas
anunciaban el final inminente del mundo, ordenando a sus fieles que se
reunieran en un lugar determinado para esperar allí el descenso de la Jerusalén
celeste.
El montanismo era una doctrina
escatológica, es decir, afirmaba que el fin de los tiempos se acercaba y que
llegaría en un plazo muy breve, resurgiendo así la espera de la parusía
tal como lo habían esperado las primeras generaciones cristianas. El montanismo
insistió en las prácticas ordinarias en la Iglesia de entonces: preparación al
martirio, ayuno, xerofagia (abstención de alimentos húmedos), castidad dentro
del matrimonio, prohibición de segundas nupcias, negativa a conceder el perdón
a un cristiano bautizado incluso en el caso de que hiciera penitencia.
El profetismo es el verdadero elemento
dominante en el montanismo; sus promotores intentaron revivir el profetismo
cristiano, que apenas existía en la época. No obstante, su concepción del
profetismo difería sustancialmente de la tradición primitiva, puesto que los
profetas del montanismo se consideraban como receptáculos de la divinidad: no
eran ellos quienes hablaban, era el Espíritu quien hablaba por su boca. Así,
Montano era un nuevo Paráclito que continuaba la revelación contenida en el evangelio. El
concepto no
designa la naturaleza de algo, sino la función de alguien: el que es «llamado
al lado de» (para-kaleo; ad-vocatus) desempeña el papel activo de
asistente, de abogado, de apoyo (el sentido de «consolador»). Esta función
corresponde a Jesucristo, que en el cielo es «nuestro abogado cerca del Padre»,
intercediendo por los pecadores, y aquí en la tierra al Espíritu Santo que
actualiza la presencia de Jesús, siendo para los creyentes el revelador y el
defensor de Jesús.
Cruz y serpiente, tomado como símbolo por algunos
gnósticos
Los Padres de la Iglesia
pretenden demostrar el origen posterior al cristianismo de estas sectas, de tal
manera que el gnosticismo sería en la práctica
una interpretación perversa y falsa del cristianismo, una vuelta al paganismo
de la mano de la cultura y la filosofía griega.
Especial importancia como fuente
del gnosticismo hasta el descubrimiento de la biblioteca de Nag-Hammadi, son “El Sintagma” obra perdida de Justino, a la cual alude en
su “Apología” dirigida al
emperador Antonino Pío (150-155). Otra
obra es “Contra
los Herejes” (Adversus Haereses) de San Ireneo de Lyón, en la que hace un repaso de los
principales movimientos gnósticos, poniendo especial énfasis en los valentinianos, barbelognósticos
y ofitas, remontando la gnosis hasta Cerinto, Simón
el Mago
o Menandro.
Los valentinianos son una de las más
importantes sectas gnósticas del siglo II, constituida por discípulos de Valentín (el del día de los enamorados) de los que tenemos noticias por los escritores cristianos, como el mencionado S. Ireneo en el Adversus
haereses, su discípulo Hipólito de Roma en los Philosophumena (o Refutatio, “Refutación de todas
las herejías”) y Tertuliano en el Adversus Valentínianum, todos los cuales son fuentes fundamentales para conocer
las sectas gnósticas.
Su secta se dividió en dos ramas: la ítala
y la anatolia. A la primera, más sobria, pertenecen Ptolomeo, Florino y
Heraklion. La rama anatolia u oriental, más complicada y menos conocida, tiene
como representantes a Marcos el mago, Axiónico y Ardesianes.
Relieve gnóstico que muestra a la diosa del cielo con
la luna creciente sobre su cabeza, rodeada de siete estrellas que representan
los planetas y los doce signos del zodiaco (Siglo II-III aC). Una inscripción, no
visible aquí, da los nombres de los siete arcontes gnósticos. Los doce pecados
pueden representar los eones gnósticos. British Museo
La mitología
gnóstica habla de siete arcontes o
dioses planetarios. El número siete pertenece al ámbito de la mitología lunar.
Desde Sumer se habla de siete planetas, siete purtas del inframundo, siete
Anunnaki o guardianes del inframundo. El arco iris de siete colores era el “collar
de Istar”, que dejó a un lado en su descenso al inframundo. Inanna e Istar
tenían que franquear siete puertas para acceder al oscuro reino de Ereshkigal o
Allatu; en la Biblia, siete pilares sostienen la casa de la Sabiduría. Según
los gnósticos los arcontes (dioses) regenten los eones o dimensiones entre este
mundo y la fuente de la luz (otra vez el túnel lleno de monstruos y el paraíso
al final). Según la tradición gnóstica Sofía, como alma, hija de la luz y de la
verdad, tiene que pasar a través de estos siete eones, liberándose de su poder,
con la ayuda de su hermano, Cristo, en su viaje de regreso al seno de su madre
y su padre y el Pleroma, o fuente de la luz, de la que provino (El mito de la diosa: Evolución de una imagen,
de Anne
Baring y Jules Cashford).
Los arcontes,
como hemos dicho y lo confirma Ireneo de Lyon, son divinidades planetarias,
guardianes del túnel, los amos del mal, concebidos como personajes reales con
cuerpos terimorfos de león, de asno, de hiena, de dragón, de mono, de perro, de
oso, de toro, de águila, etc (cf. M. Tardieu, Trois Mythes gnostiques, págs.
61-69). Estas representaciones proceden de la interpretación de la astrología
hermética, en la que todas las convenciones espaciales estabas personificadas.
La palabra “zodíaco” (zodiakos)
significa círculo de animales, pues la mitad de los signos poseen una forma
animal (Eros y Magia en el Renacimiento
de Ioan Petru Culianu, pág 295).
No conocemos de primera mano la
doctrina de Valentín, pero de lo escrito por los autores cristianos deducimos
que su creencia se basaba en un sistema de emanaciones (eones) que componían el
mundo divino o pléroma. Dividía a los hombres en hílicos (materiales), psíquicos
(animales) y pneumáticos o gnósticos
(espirituales). Sólo estos últimos podían aspirar a la perfección y al
desposorio con los ángeles. Tras el proceso de degradación provocado por Sophía
(el eón último más imperfecto del pléroma, origen del pecado) viene el proceso
de redención que culmina en la bajada del Logos (Cristo) al mundo. El Salvador
ilumina a los gnósticos en el «descubrimiento» de su realidad divina. Con la
muerte, el elemento divino presente en el gnóstico se reintegrará al pléroma;
también a los psíquicos se les ha reservado una salvación inferior, extrapleromática,
mientras que los hombres materiales caerán en una disolución total.
2. Los textos
originales antes de 1945.
Los Manuscritos de Nag Hammadi son una colección
de textos gnósticos de los primeros cristianos descubiertos en el pueblo de Nag
Hammadi, Egipto, en 1945. Ese año, 13 códices de papiro forrados en cuero y
enterrados en vasijas selladas fueron encontrados por campesinos locales. El
conjunto de estos textos pueden ser clasificados por el lugar donde se
conservan: el
códice de Londres, el códice de Berlín y el códice de Oxford. Tenemos una buena
traducción del códice de Berlín publicada en 1984 en París.
Apocalipsis Gnóstico de Pedro
Evangelio de Tomás
2.1. Los textos de Nag Hammadi.
En 1945, un
campesino egipcio descubre cerca de esta ciudad, a unos 100 Km. de Luxor, lo que
sin duda constituye uno de los descubrimientos más importantes en lo tocante a
manuscritos antiguos, comparable al descubrimiento de los manuscritos de Qumram. En 1972 aparece
una primera edición para museos y coleccionistas en placa fotográfica. En esta
edición se incluyen fotografías de todos los textos coptos encontrados con una
introducción general de J.M Robinson. Estos textos son
una traducción de originales griegos compuestos en el siglo II.
Podéis encontrar lista
completa de códices aquí.
Ya hemos hablado del
sistema de la gnosis valentiniana (siglo II) es el
más consistente filosóficamente hablando, y el menos dado a la fantasía
desbordante, del que sabemos algo por los escritores cristianos y, por otro
lado, de lo poco que nos aportan los textos de Nag Hamamdi pertenecientes a
esta corriente gnóstica, sin duda alguna el movimiento gnóstico más integrado
en el seno de la Iglesia y durante más tiempo.
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