Sectas fraternales

      Las sectas secretas se originan como consecuencia de la ideas divulgadas por un individuo a un grupo de seguidores que comparten su doctrina y la difunden silenciosamente a otras personas de las que exigen guardar secreto. Una secta muere por divulgación o revelación del secreto que guardaba, cuando este llega al conocimiento público.

      También hubo sectas que tuvieron por objetivo el mantener el orden establecido en tiempos de cambio. Estas sectas religiosas o políticas son organizaciones  involutivas. Su final sobreviene con la aparición del orden nuevo.

     Las sectas secretas han sido toleradas en la inmensa mayoría de las sociedades, únicamente se comprueba que han sido condenas en las épocas materialistas y las espiritualistas, es decir, en todas. Primero por ser un cáncer en el interior de la sociedad y segundo por diluirse el secreto y sus ritos secretos y esotéricos se en la religión de una mayoría.

      Las sectas secretas pueden tener dos concepciones del universo: la religiosa y la material. Las sectas religiosas se dividen en dos: sectas involutivas que tienden a mantener las formas y las creencias en un mundo donde reina Dios; y sectas progresistas que tienden a combatir las creencias religiosas para instaurar un mundo sin Dios. Las sectas materialistas también son dos: las involutivas tienden a conservar los dogmas materialistas ante el regreso de la idea de Dios y, las mesiánicas combaten los dogmas materialistas para instaurar o preparar el futuro Reino de Dios.

      Las sectas involutivas mueren por el estallido de la sociedad que defienden, por la aparición de un nuevo orden social,  y las mesiánicas y progresistas por divulgación del secreto que defienden, por su universalización.

Los movimientos fraternales

      Los movimientos fraternales de la Baja Edad Media se incluyen dentro de las sociedades o sectas de Purificación que pretenden la purgación del neófito, para ser considerado como relejo o imagen de la Divinidad. Son sectas de amistad o fraternidad y sus enseñanzas descansan sobre un sistema dualista de lo espiritual-material, puro-impuro, amor-egoísmo… Los fines que promueven son el Bien  y practican la virtud, la compasión y la igualdad.

      Se desarrollan al final de la época del reinado la Iglesia poderosa, la cual perdona a sus fieles con la sola presencia; en la que los sacerdotes no castigan; en que se festeja al hijo pródigo… Hasta el siglo XI es la época del Dios amor, tanto en el Islam (con la escuela asharita), como en el Cristianismo y las doctrinas de San Anselmo. El islam conoció en el siglo IX un gran debate teológico, cuando se contrapuso la interpretación racional de la Escuela Mutazilí a la interpretación literal defendida por la Escuela Asharita. Su desenlace, a favor de los asharitas, selló el destino del Islam. Los asharitas insisten en la veracidad literal y total del Corán, y lo consideran un libro eterno, declarando heréticos a los mutazilíes. El más grande ideólogo de los asharitas fue Al-Ghazali, rector de la Universidad Nizamiyya en Bagdad, quien sentó las bases del fundamentalismo en el siglo XI, tropezando así con los racionalistas de Andalucía.

     En Europa se estaba produciendo un cambio en las estructuras sociales que desembocará en el Renacimiento y después en el Mundo Moderno. Los Reyes intentaban recuperar el poder político y económico, en manos de la nobleza feudal, otorgando privilegios y cartas de libertad a las ciudades y promocionándolas en lo social. Y aliados con ellos, los obispos de dichas ciudades, que disputaban el mismo poder, más el espiritual, a las órdenes religiosas (benedictinos y sus ramas: cluniacenses, cistercienses, etc.) que ostentaban desde la caída del Imperio Romano la exclusiva de lo religioso y de lo intelectual. Nace una nueva institución cultural de carácter secular: la Universidad, réplica de las ciudades a los monasterios, sus monjes y sus bibliotecas. Esta institución se enfrenta a los monjes y a los monasterios discutiéndoles la exclusiva de la enseñanza, y de la doctrina. En el concilio de Sens (1140) uno de los nombres míticos de las universidades, Abelardo, topa con San Bernardo, Abad de Claraval, representante de los conventos, el cual consigue la condena de varias proposiciones de Abelardo, reconocido por la crítica moderna como uno de los grandes genios de la historia de la lógica. Abelardo es también recordado, siglos después, en pleno Romanticismo, por la su relación amorosa mantenida con Eloísa.  Era conocido en el Medioevo como Golia ('demoníaco'), sobrenombre del que estuvo particularmente orgulloso,  firmando con él algunas de sus cartas.


Abelardo y Eloísa

      En esa época reaparecen las sectas,  muchas de las cuales creen en las profecías del Apocalipsis que hablan de la necesaria sucesión de la Noche al Día. El capítulo 20 de este libro profético en el que se dice que el diablo permanecerá encarcelado en el abismo por mil años. Apocalipsis 20:4-5. Hablan de 1050 como final del periodo religioso del amor. Le sucede una época en la que el egoísmo domina a los ricos; el miedo al porvenir y a los pobres. Los musulmanes acusan a los cristianos de prácticas extrañas, entre ellas de antropofagia. Un gran pesimismo recorre los años finales del siglo XI, los hombres  ya no creen que el estado político y el sistema social de la época correspondan al Reino de Dios o a la Ciudad Perfecta, sino todo lo contrario, la corrupción de muchos religiosos es escandalosa, como lo son sus riquezas. 



Icono del siglo XVI con imágenes del Apocalipsis. Fuente: Wikipedia

      Aparecen los movimientos milenarios, para los que  la salvación es algo colectivo, terrenal, inminente, total y milagroso. Están convencidos que ha llegado la época de los tiempos finales, y esperan una  segunda venida de Cristo (Parusía), la cual supondrá la derrota de su antítesis, el anticristo, y traerá la paz a la tierra.

    El estudio y uso del término parusía fue revivido a finales del siglo XIX con el desarrollo del preterismo y la publicación de la obra de James Stuart Russell La Parousia, Doctrina de la segunda venida del Señor. En la Época Contemporánea, los milleristas (antecedentes de los adventistas del Séptimo Día) anunciaron la Segunda Venida numerosas veces, datándola en 1844. Los testigos de Jehová, igualmente, la anunciaban con fechas exactas hasta 1925. 



Icono de la segunda venida de Cristo. Fuente: Wikipedia

    El milenarismo o quiliasmo es la doctrina según la cual Cristo volverá para reinar sobre la Tierra durante mil años, antes del último combate contra el Mal, cuando el diablo perderá toda su influencia hasta la eternidad y el Juicio Universal. Tuvo influencia en la Iglesia del Siglo II de la era cristiana, en la Edad Media, y finalmente entre los protestantes fundamentalistas. El ideal de la vida apostólica fue una respuesta contraria a la ostentación y las ambiciones políticas de la alta clerecía y a los concubinatos y la relajación moral del bajo clero. Los predicadores ambulantes aparecieron como guías espirituales e incluso como profetas inspirados en Dios. Este mesianismo surgía especialmente en épocas calamitosas de plagas y hambres.



San Miguel combatiendo al Dragón, de Jean Fouquet

       El origen de estas profecías apocalípticas, que servirán para la elaboración de una escatología revolucionaria durante la baja Edad Media, tiene su principio inmediato en el judaísmo, posiblemente en su desgracia como pueblo sin tierra. Efectivamente, la judía fue la primera religión monoteísta importante, caracterizada por la firme convicción de ser el pueblo elegido por un Dios único y creen en la llegada de un Mesías que vencerá al poder maligno que domina el mundo, para fundar el Paraíso en la tierra.

     Los cristianos también sufrieron de opresión, lo que facilitaba la fantasía de una fuerza maligna omnipresente en el mundo, y la adopción de las profecías judías. Efectivamente, no resulta difícil apreciar en el “Apocalipsis de Juan” o “Libro de la Revelación” elementos cristianos y judíos conformando una profecía escatológica.

     El mesianismo es una cosmovisión, ideología o creencia que se relaciona con la convicción de que la humanidad cambiará por la llegada de un "mesías" o héroe, quien establecerá un nuevo orden que dará origen al mundo utópico. Aunque el más conocido de los mesianismos es el de tradición judeo-cristiana, es frecuente su desarrollo en otros contextos, especialmente en aquellos donde la opresión social es fuerte. Como ejemplos de mesianismo se encuentran -además del mesianismo judío-, el cristianismo, el adventismo, los cultos cargo de Melanesia y varias iglesias nativas de base cristiana o islámica que se desarrollaron en el África subsahariana después del proceso de descolonización durante el siglo XX.

     Con el nombre de cultos cargo se conoce a un conjunto de movimientos religiosos poco ortodoxos que aparecieron entre varias tribus de Australia y Melanesia -especialmente en Nueva Guinea- tras su contacto con el mundo occidental. La base de los cultos cargo es la creencia de que las manufacturas occidentales -el cargo- que llegaron a las islas eran en realidad una creación de espíritus divinos, destinadas al beneficio de los nativos, aunque para su desgracia, el control de estos bienes quedó en manos de los blancos. Por ello, uno de los rasgos principales de los cultos cargo es la esperanza de que los ancestros regresarán alguna vez para entregar a la comunidad de creyentes bienes de mucho más valor y el control del cargo



Imagen del culto cargo. El avión es adorado como medio de transporte de los cargo
  
      El Mesianismo tenía como antecesores tres personajes con pretensiones de salvadores y redentores de la Humanidad. En el siglo VII apareció Aldeberto, en el siglo X Eón de Bretaña y en el XII Tanchelmo de Amberes. Los tres, comenzaron predicando por libre, hasta llegar a desempeñar la función de apóstoles o incluso Mesías. Por ejemplo, Eón ponía fin a sus oraciones con la frase “per eundem Dominum nostrum Jesum Christum”, es decir, “por Eun Jesucristo Nuestro Señor”. Estos movimientos mesiánicos, reclutan ya sus seguidores entre los miembros más pobres de la sociedad. De hecho, a partir del siglo XI, se puede hablar ya de movimientos mesiánicos de los pobres. Son los nuevos pobres, desplazados desde el campo a las zonas artesanales y comerciales de las ciudades, en las que se ven desligados del vínculo de la familia, y empobrecidos por la superpoblación. Los “prophetae” predican las cruzadas, y los “pauperes” con muy poco que perder, se lanzan a la conquista de Jerusalén.

      Paralelamente evolucionó la creencia de salvadores contra las huestes del Anticristo, sobre todo identificado con los infieles musulmanes -a través de la lucha de las cruzadas- y los judíos, aunque también era extendida la creencia de que el Anticristo sería un clérigo o un emperador. Las primeras cruzadas en Tierra Santa, en 1096 y 1146, se tiñeron de un trasfondo milenarista con la participación de los pobres y de los niños; los movimientos mesiánicos de las masas eran más hostiles hacia los ricos y los privilegiados.
  


Lucas Signorelli (h. 1450-1523). Los condenados. Frescos de la catedral de Orvieto, capilla de San Brizio (1499-1502)

      Hablando del Anticristo, hagamos un paréntesis y entretengámonos con la siguiente historia. Entre las crónicas francesas del siglo XV (Chronique de Mathieu D'Escouchy, publicada por la Societé de l'Histoire de France, París, 1863, t. I, pág. 69.) se encuentra narración del siguiente curioso suceso. En el presente año de 1445 vino a estas partes un letrado de edad de 25 años, que decía ser natural de España. En realidad, la visita del español fue en la Pascua de 1446, según cálculos de Cesáreo Fernández Duro, expuestos en el Boletín de la Real Academia de la Historia. Tomo XI, Año 1887.  

     Era de mediana estatura, de buena presencia, muy agradable a cuantos le trataban, y tenía de todas las ciencias, especialmente de las eclesiásticas, el más profundo conocimiento que se haya acreditado en cualquier país. Era además caballero en armas, doctor en teología, en medicina, en leyes y en derecho: sabía de música más que otro alguno; tocaba todos los instrumentos excelentemente, y daba las reglas e instrucciones de cómo debía de hacerse en cada cual. Manejando una espada de dos manos saltaba delante y detrás de su adversario, sin paralelo.

     Finalmente, después de haber corrido muchos lugares del reino de Francia, vino a París, donde en presencia de 40 o 50 de los hombres eminentes de la Universidad, fue examinado y preguntado en varias ciencias, respondiendo tan bien, y con tales razones, que nadie pudo corregirle; y lo que es más de notar, redargüía sobre los libros de San Jerónimo, San Agustín y otros de la Santa Iglesia.
  


La predicación y los hechos del anticristo, por Luca Signorelli.  Crédito: Wikipedia.

     Bueno, para no hacerlo tan largo diremos que fue examinado en la Universidad por 3000 letrados, viajó a Bélgica y Alemania donde dejó alucinados a todo el personal. Los más sabios sospecharon que el español pudo haber adquirido su ciencia por arte de mágica y dijeron que era el Anticristo.

       Todo lo cual así como ha ocurrido, lo certifica un notable doctor en teología, llamado Maestro Juan de Oliva, en sus cartas, y dice que estuvo presente en el examen é interrogaciones que se hicieron en la Universidad de París al referido letrado, con maravilla general, y que después no ha vuelto a saberse nada de él.

    Según los estudios de Cesáreo Fernández Duro, al  leer la obra titulada Historia Universitatis Parisiensis, de Caesare Egassio Bvlaco (París, M.DC.LXX. Tomo V, en la página 534) dice:  

      “HISTORIA VIRI ADMIRABILIS. Eodem anno (1445) ex Hispania Lutetiam venit Iuvenis quidam sacræ Theol. Doctor tam mirabilis ingenij & scientiæ, vt nunquam ei par visus, neque post hac videndus sit. Vocabatur autem Ferrandus Cordubensis, de quo sic Trithem. in Chron. Spenheim…

     Por ello, Cesáreo Fernández cree que el tal Ferrandus Cordubensis era Fernando del Pulgar, el que más se aproxima en edad al prodigio recibido por Ante-Cristo; precisamente en el año 1445 cumplía, según se cree, los 25 años, que visitó  París, y aunque en su tierra no se le tuviera por maravilla, sin perjuicio de otro proverbio de altísimo origen, pasaba en la estimación general, y en la particular de los doctos, por hombre versado en letras divinas y humanas.

    Uno de los movimientos de mayor repercusión milenarista surgió de la profecía de Joaquín de Fiore (1130-1202), abad y ermitaño calabrés que en su exégesis de las escrituras, interpretó la historia como un ascenso en tres edades sucesivas, presididas por cada una de las personas de la Santísima Trinidad. Esta visión de la historia se inspira en la idea agustiniana de la realización del reino de Dios. Joaquín de Fiore calculó que cada edad comprendía 42 generaciones humanas, con 30 años cada una; así, previó el fin de aquel período para 1260. La rama espiritualista de la orden franciscana adoptó esta doctrina, editando y comentando la profecía joaquinista a mediados de siglo. Por aquella época, la figura del emperador Federico II, promotor de una de las últimas cruzada  -excomulgado reiteradamente por el papado romano-, se presentó tanto con el cariz de salvador como de Anticristo. Su muerte en 1250 precipitó el oscurecimiento político del Imperio, pero no apagó los ecos de la creencia en su posible resurrección o en la llegada del caos apocalíptico: las hambres, las plagas y las guerras entre güelfos y gibelinos asolaron Centroeuropa.

  

Gioacchino da Fiore (Celico, ca. 1130 – Pietrafitta, 30 marzo 1202)

      Durante la Edad Media fue común la interpretación de las catástrofes como castigos divinos. Los movimientos flagelantes nacieron con la idea de aplacar la ira de Dios y alcanzar el perdón de los pecados. Cuando a mediados del siglo XIV las pestes asolaron Europa, mermándola en casi un tercio de su población, las ciudades consideraron un privilegio contar con procesiones de redentores autoinmoladores. En 1396 el dominico San Vicente Ferrer tuvo una visión de la cercanía de los últimos días y, ante la llegada inminente del reinado del Anticristo, dirigió procesiones flagelantes por España, el sur de Francia e Italia.



Retablo de San Vicente Ferrer, detalle del Santo (Maestro del Grifó)

Tabla central del retablo. San Vicente aparece con la típica filacteria que lo representa iconográficamente con las palabras "Timete Deum et date illi honorem, quia venit hora iudici eius" (Temed a Dios y dadle todo honor, que ha llegado la hora de su juicio - Apocalipsis 14,7

      En distintos momentos de descontento social surgieron más movimientos de corte milenarista, en busca de una sociedad sin distinciones de riqueza y status, como una edad de oro perdida en el pasado. 


  

Dos imágenes de El Jardín de las Delicias. El Bosco. Museo del Prado de Madrid 

    Las predicaciones de Juan Hus, quien denunció la mundanidad corrupta de la Iglesia en vísperas del Gran Cisma de la Iglesia latina, motivaron la interpretación apocalíptica de los taboritas -el monte Tabor fue donde Cristo había profetizado su Segunda Venida- en Bohemia. En el ámbito alemán, en vísperas de la gran reforma luterana, también surgieron sectas clandestinas que preconizaban la igualdad del estado natural, como el anabaptismo. Estas herejías de la baja Edad Media fueron perseguidas por las autoridades eclesiásticas, como había sucedido en el siglo XII con el movimiento cátaro y en el XIII con el Libre Espíritu, cuyas doctrinas también abogaban por el purismo evangélico y contenían un vago sentimiento milenarista.



Crónica de Spiezer (1485). Quema de Jan Hus (6 de junio de 1415)

       El teólogo Jan Hus, un seguidor de la doctrina de Juan Wyclife de Oxford, en Bohemia, puede ser considerado un precursor del protestantismo. Aunque excomulgado en 1410 asistió al concilio de Constanza, cuyo objetivo era poner fin al cisma de Avignon. Fue condenado y quemado vivo el 6 de junio de 1415. Muchos hombres religiosos se apartan de la Iglesia y se refugian en lugares apartados para volver a encontrar los caminos de la realidad. Estos solitarios estarán en las bases de algunas sociedades secretas. Veamos algunos de ellos.

Los solitarios

      Ibn Al-Sid (Badajoz 1052-1127) en  “El Libro de los Círculos” expuso una doctrina sobre los ciclos sucesivos por los que pasan las sociedades y presentó la teoría de los Tres Estados de la divinidad: Inteligencia, Semblanza y Mesías u Hombre renovado.
     Los números son símbolos del cosmos; el ritmo de la duración de las cosas tiene su explicación genética en la década, esencia de todo número; el Uno penetra todos los seres, es su verdadera esencia y su fin último. Tres círculos simbolizan las tres fases de la Emanación:

1) La década de las Inteligencias o Formas puras sin materia, la décima de las cuales es la Inteligencia agente.

2) La década de las Almas (Semblanza), a saber, nueve para las Esferas celestes, más el Alma universal, emanación directa de la Inteligencia agente.

3) La década de los seres materiales, la forma, la materia corporal, los cuatro elementos, los tres reinos naturales, el Hombre.

       En cada uno de los círculos, el décimo lugar está, pues, ocupado por el Alma universal, por el Hombre.

      Roscelin de Compiègne, en llatí Roscellinus Compendiensis (1050-1122), fue un filósofo francés fundador del nominalismo frente al problema de los universales. Roscelin hizo la distinción entre Forma y Materia, entre Modelo y Creador. Separa la sustancia divina en tres personas (o sustancias). La razón nos dice que la Forma (idea) puede separarse de la Materia; por lo tanto Dios es distinto de la Materia (lo real), la Esencia es distinta de la Existencia.

     Los primeros filósofos medievales pensaban que los universales (espirituales y metafísicos) tenían existencia fuera del mundo real, mientras que la sustancia, la corporeidad, la animalidad, la  humanidad eran cosas no existentes. Para los nominalistas, los universales eran meramente voces: palabras, golpes de aliento, palabras sin significado. Los universales no son "nada", cosas, tan sólo el individual existe. Los universales son meramente palabras, "flatus vocis", la palabra "hombre" no tiene ningún significado real. El universal se reduce a la emisión de un sonido.

      Pedro Abelardo (10791142) fue el mejor discípulo de Roscelín, llamando a su teoría el conceptualismo, una versión edulcorada de las doctrinas de su maestro. Abelardo confrontó unas con otras las doctrinas sucesivas de los teólogos cristianos, demostrando como estos santos habían abrazado concepciones distintas de la divinidad. Demostró como  unos teólogos defendían que la divinidad era múltiple y otros que Dios era Uno. También para Abelardo la Trinidad no era una sustancia única, sino el conjunto de tres conceptos distintos.

     El conceptualismo mantiene que aunque los universales (abstracciones o ideas abstractas) no tienen existencia en el mundo real, existen sin embargo como ideas o conceptos en la mente y que allí implican algo más que palabras. Esta teoría está en abierta oposición al nominalismo que defiende que los universales son simples ruidos guturales sin ninguna materialidad y que sólo los objetos individuales y concretos tienen existencia real.

      Ante la corrupción evidente del Reino del Amor vemos cómo responden los eruditos y los monjes, refugiándose en lugares remotos o en conventos, donde por medio de la oración y la disciplina tratan de recobrar el reino perdido, o esperan la Parusía, la segunda llegada, y la definitiva, del Mesías salvador.

Fanáticos  y Goliardos

      Por otro lado, también surgieron agrupaciones de obreros, canteros, carboneros… que pensaban que les bastaba con hacer su trabajo bien hecho para salvarse. Estos hombres se reunieron para rezar en asociaciones de Fraternidad.

      Apareció los que llamaron la Doctrina de los Fanáticos, cuyos defensores fueron Tanchelm de Amberes (+1115), notario del conde de Flandes y Arnoldo de Brescia (ca.1090-1155), asesinado el primero y el segundo detenido, ahorcado por el papado, quemado después de su muerte y luego sus cenizas fueron arrojadas al río Tíber en 1155.  Criticaban violentamente las riquezas materiales de la Iglesia. Predicaban contra la Iglesia oficial y su jerarquía, se oponían al pago de los diezmos y a los sacerdotes que vivían con las mujeres. Propugnaban un retorno a la fraternidad de los primeros tiempos. En el movimiento de Tanchelm se observa que habían doce discípulos (entre ellos una virgen) que rodeaban al Maestro, el cual era el esposo místico de la Virgen María.



Arnaldo de Brescia quemado en la hoguera a manos de los guardias papales. Impresión posterior en Martyrs Mirror.

      El noble bretón Eudes de L’Etoile, allá por el 1145 creó un movimiento con doce discípulos que enseñaron por los pueblos marítimos de Bretaña y Gascuña, que estaban sufriendo los estragos del hambre y  la terrible subida del pan (1144). Los campesinos buscaban la salvación embarcando incluso con los vikingos, en busca de fortuna al otro lado del océano. La predicación de la fraternidad y la igualdad universal seducían a estas personas hambrientas.

      Eudes de l'Étoile era seguido por una multitud de fanáticos organizados en una especie de iglesia personal. Atacaron muchas iglesias y monasterios de la Galia con sus ataques contra iglesias y monasterios. Eudes fue hecho prisionero en 1148 y murió en la cárcel, sus seguidores más importantes fueron quemados vivos por herejes.

      Ahora sabemos que estos primeros sectarios que acabamos de estudiar fueron inspirados por los poemas y cantos de los “clérigos vagabundos” que recorrían Europa Occidental y eran conocidos como Goliardos o Hijos de Golias. A Pedro Abelardo se le conocía como Golia ('demoníaco'). En latín “goliardus” (en catalán “gormandos”) significa glotón, en francés "geule" significa esto: aficionado y buen comedor, de buenas tragaderas. De ahí  guliarts que se latiniza en goliardos.



Juglares de la Edad Media

      Sin embargo no está muy claro él porque de la denominación de Goliardos. Puede ser porque los consideraban demonios por su forma de vida y su esencial irrespetuosidad (Golia); o porque se les consideraba unos comilones, que se pasaban la vida en tabernas bebiendo y comiendo.  Naturalmente muchos eran estudiantes que iban de ciudad en ciudad para oír las lecciones de Libertad que dictaba éste o aquel maestro. La mayoría de ellos ingresaban en la Iglesia no por vocación, sino como pasaporte a la libertad. El solo hecho de recibir las órdenes menores libraba al aspirante a cura de las dependencias señoriales, abaciales o de los consejos municipales. Así que recibían la tonsura y quedaban libres. Libres de impuestos seculares, obligaciones con señores seculares y eclesiásticos, libres del servicio militar de la época, libres de tribunales civiles, etc.

      Los goliardos eran clérigos vagabundos y estudiantes pobres pícaros que proliferaron en Europa con el auge de la vida urbana y el surgimiento de las universidades en el siglo XIII. La mayor parte de ellos estudiaron en las universidades de Francia, Alemania, Italia e Inglaterra. No obstante, la figura del goliardo puede rastrearse hasta épocas muy anteriores. Ya en el siglo IV, el concilio de Nicea condenaba a un cierto tipo de clérigos de vida licenciosa que podrían equipararse al goliardo (Vagans). En la Regla benedictina y en otros textos canónicos posteriores se vuelve a mencionar a la figura del clérigo vagabundo y ocioso.



 Una imagen del siglo XI-XIII de “Carmina Burana”, una colección de canciones de amor de goliardos y vagabundos de la Abadía benedictina de Beuren (Alemania).

     Buscando a sus maestros de ciudad en ciudad, recorrían todas cuantas tabernas se cruzaban por su camino y, allí, inspirados por los efluvios del vino, componían poesías y canciones en las que ridiculizaban a todas las autoridades políticas y, con preferencia, religiosas. Parece como si estuviesen buscando el País de Cucaña o La Cucaña (también País de Jauja o Jauja),  un país mitológico del cual se hablaba frecuentemente durante la Edad Media. En esta tierra mitológica no era necesario trabajar y el alimento era abundante. Se suponía que quienes lo habitaban vivían entre ríos de vino y leche, y que montañas de queso y lechones asados pendían de los árboles con una faca en el lomo listos para ser prontamente degustados. Tal es la representación que se puede observar en el cuadro realizado por Pieter Brueghel el Viejo.




Representación de la Schlaraffenland (El nombre de Cucaña en Alemania)  La ilustración está basada en la pintura de Bruegel (1567) en la que se ven a tres hombres: un soldado, un campesino y un clérigo inmóviles de tanto comer y beber. En la mesa pueden verse los restos de comida dejados tras el festín (algo extremadamente raro en dicha época ya que todo, incluso los restos, eran aprovechados). Notar la casa de la derecha cubierta de tartas, y los lechones asados caminando por la tierra. Fuente: Anfrix
  
     Gonzalo de Berceo también les recuerda cuando canta "quiero fer una prosa en román paladino/ en qual suele el pueblo fablar a su vecino/ ca non so tan letrado por fer otro latino: / bien valdrá, como creo, un vaso de bon vino". Fueron condenados en 1072 por el Concilio de Rouen. Sus obras fueron recopiladas en los “Carmina Burana” y conservadas en la abadía benedictina de Beuren en Bavaria, hasta que fueron hallados de nuevo en el siglo XIX.



Carl Orff. Carmina Burana

      En ellos basó una cantata de título homónimo el compositor alemán Carl Orff (1895-1982). Sus cantos traslucen el sueño de una fraternidad universal, el canto a la bebida, el amor sensual…todo con un marcado carácter pagano. Sus cantos de amor influían en gran manera sobre los espíritus, por lo que fueron perseguidos con gran saña por la Iglesia. Los Carmina Burana son los más importantes textos goliardos, pero no los únicos. Existe un Cancionero de Cambridge en Inglaterra, mejor considerarlo como representativo del Compagnonnage que veremos más adelante; otro Cancionero de Charlons-sur-Marne en Francia, un "Carmina Rivipullensia", de un monje anónimo de Ripoll, en Cataluña y algunos poemas del Libro del Buen Amor de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, son de extracción goliarda. Es más, toda la obra debe mucho a la inspiración, los temas y planteamientos goliardos. Y también se conoce el nombre de algún poeta goliardo: Gautier de Châtillon Hugo de Orleáns del siglo XI-XII.

Los Valdenses 

      En la segunda mitad del siglo XII unos cabecillas cataros iniciaron los primeros movimientos populares de la Pataria; el nombre hace referencia a uno de los barrios populares más pobres de Milán, del que toma el nombre el movimiento. Fulk de Nevilly (1198) reúne a los pobres para realizar una Cruzada contra los musulmanes. Antes, en 1170, Pierre Valdo,  creó la secta de los Pobres de Lyon o “valdenses”.


Masacre de los valdenses llevada a cabo en el Piamonte en 1655. Grabado proveniente del libro History of the Evangelical Churches of the Valleys of Piedmont, publicado en Londres en 1658.

     Pedro Valdo era un rico comerciante que lo abandonó todo y predicó con gran éxito por los caminos. Sus discípulos fueron perseguidos y se refugiaron en Provenza, otros en Italia y los más fanáticos en Suiza, en un cantón que tomó su nombre y paso a llamarse de Vaud. Se lanzaron varias cruzadas contra ellos, la última en 1487, sin conseguir destruirlos. En el siglo XVI los valdenses suizos se unieron a los calvinistas. El movimiento combatía los pecados de la Iglesia y lo hacían sin armas, con la práctica de la humildad, el desprendimiento y la fraternidad.  Los valdenses no presentaban evidencia de herejía, porque adoraban los evangelios, la Virgen, la Trinidad, los Ángeles y los apóstoles.

  


Escudo de los valdenses. Candelabro con la inscripción "Lux lucet in tenebris" (La luz brilla en las tinieblas)

Los Cátaros

      Aparecen en el siglo XII en Bulgaria y, quizá, en Macedonia. Están emparentados con los Bogomilos del siglo VIII, que a su vez se reconocían como sucesores de los Paulicianos, secta maniquea del Oriente Medio del siglo VII. Los Paulicianos tenían como jefe a Constantino de Manalis y fundaron un Estado independiente en Bizancio; vencidos en 752 fueron deportados a Bulgaria donde desarrollaron el movimiento “bogomilo”. La palabra "bogomilo" significa "querido o amado de Dios" y proviene de la combinación de dos palabras de origen eslavo: bog, que significa "dios", y mil, milo, que significa "querido". Algunas otras versiones de la etimología suponen que el término deriva de su principal patriarca, llamado Bogomil, aunque si bien se observa esta segunda posible etimología no contradeciría a la anterior, ya que Bogomil equivale al nombre Teófilo y este en griego significa amigo de Dios.

      Dualistas, los Paulicianos veían en la Materia la obra del “Dios Malo”. Rechazaban a la Virgen y las doctrinas monofisitas. También la Biblia de los judíos y la Iglesia judeo-cristiana simbolizada en las Epístolas de San Pedro. Cristo era el dios de la Semblanza de los arios y, su cuerpo terrestre o “aparente” no era más que un reflejo del Dios-Luz. Negaban el nacimiento divino de Cristo, la coexistencia personal del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Sostenían la concepción dualista maniquea del origen del mundo.
     Negaban la validez de las ceremonias y los sacramentos cristianos. Los milagros hechos por Jesús eran interpretados en un sentido espiritual, no como hechos materiales reales. El bautismo sólo se debía practicar a las personas adultas, sin agua ni aceite, sino por la autorrenuncia, las plegarias y el cantar de himnos. Habían de instruirse los unos a los otros, y no tenían sacerdotes especiales. Rezaban en casa, no en edificios religiosos.
Se conocieron dos ramas principales, una —la más puritana— recibió el nombre de "albanesa" por el hecho de que gran parte de sus integrantes se retiraba a vivir en las zonas montañosas, la rama menos estricta se ha conocido con el nombre de "garatense".

  

Cementerio bogomilo en Bosnia. Fuente: Wikipedia

       Los Bogomilos afirmaban que  Dios tenía dos hijos: Jesús y Lucifer, otros dicen que Satán y Miguel. El mal y el bien, respectivamente. El demonio, por orgullo, había creado el mundo material, al cual, en su amor, Dios insuflaba la vida (el Soplo de Vida). De Lucifer tuvo Eva a Caín y de Adán a Abel. El combate entre el Bien y el Mal, de la Luz y las Tinieblas era el fundamento de sus creencias.  Hacia 1119 son perseguidos y abandonan los Balcanes. Los refugiados en Italia se les conocía como Patarios y a los de Francia como Albigenses o cataros. Los Patarios se reunían en un barrio pobre de Milán –la Pattaria- de donde procede su nombre. Rechazaban el matrimonio y, sobre todo, la procreación. Participaron en movimientos de reivindicación social. Desaparecieron en el siglo XIV.



Herejías gnosticas en Europa

      En cambio, los Cataros del Languedoc, por amistad con los condes de Tolosa, pudieron sobrevivir, convirtiéndose su secta en una religión de todo un pueblo. El papa Inocencio III en 1229 creó la Inquisición y lanzó una Cruzada contra ellos que se convirtió en una auténtica carnicería; pero los verdaderos motivos de su represión fueron los políticos y económicos: recordemos que los Reyes intentaban recuperar el poder político y económico, en manos de la nobleza feudal, otorgando privilegios y cartas de libertad a las ciudades y promocionándolas en lo social, siendo sus aliados los obispos y el papado que querían imponerse sobre todas las órdenes de monjes y “herejías” que amenazaban su poder. Un “santo” (Domingo de Guzman) desencadenó la matanza, y otro “santo” (Luis) la terminó, consiguiendo que hacía 1250 no hubiese ni un solo cátaro en Francia, en cambio no lograron acabar con su doctrina.



Derrota de los cátaros de Carcassone

      En ella Lucifer (el Porta-Llama), el segundo hijo de Dios, ya no es el Creador del mundo, porque de aquello que es Luz (de ahí “Lucifer”) no puede nacer nada malo. Los únicos demonios cataros son tenebrosos y creadores de la materia o el mundo: son los demiurgos, como el Creador, Baal y Satán, así como toda divinidad hembra, como la Virgen y la Serpiente (el Saber).  La ciudad emblema de esta religión fue la ciudad de Albi, de ahí que también se les conozca como Albigenses, en cuyo credo se rechazaba la Creación, como origen de todo el Mal  y,  por esto mismo, reprobaban el acto sexual, prohibiendo alimentarse de aquellos alimentos que hubiesen estado en contacto con el sexo, como la leche, los huevos, el queso…

  

Santo Domingo y los albigenses. Pedro Berruguete. Museo del Prado
  
      Los Albigenses se alimentaban de legumbres y pescado porque moría aspirando aire, la materia más parecida al espíritu. Para ellos el mundo real era el de las almas, un mundo que no ha sido creado y, por lo tanto, es eterno, lo mismo que el número de las almas que lo habitan, que son de un número constante, por lo que es preciso que transmigren eternamente de un cuerpo a otro, de suerte que toda forma animal puede ser cárcel temporal de un alma humana. Reconocemos aquí la doctrina de los brahmanes y primeros budistas. Los Albigenses tenían conciencia de que los hombres ya no vivían en el Reino de Dios, culpando de ello a los escándalos y crímenes de la Iglesia. El creyente “cátaro”, como deducimos del significado de la palabra que lo designa, era puro y sólo veían como posibilidad de salvación actual, la liberación por la muerte individual en estado de pureza, lo cual libraría al alma de la cadena infernal de las reencarnaciones.

El Compagnonnage

      En 1198 se produce la Cruzada de los Pobres y en 1212 la Cruzada de los Niños, movimientos sociales populares que representaban un estallido de reivindicaciones de mejoras económicas y sociales. El motor secreto de todos estos movimientos está en el interior de una de las sociedades más secretas de todos los tiempos, predecesores de la francmasonería o de las grandes sectas chinas.

      El movimiento surgió en el siglo XI, conocido como “compagnonnage” medieval, entre los picapedreros, leñadores y carboneros, entre otros oficios manuales. Sus orígenes se remontan a las fraternidades de los trabajadores en las catedrales medievales o incluso el Templo de Salomón, pero asumió una forma institucional estable en Francia por los años 1600. Sus prácticas se fundaban en la Fraternidad. Una de sus creencias fue la de los Dos Juanes que se celebran durante los equinoccios (24 de Junio y 27 de diciembre), como pervivencia del antiguo culto de los Dioscuros, de Jano y de los símbolos géminos (Grifos, Espejo, figuras simétricas, los Dos Testigos…etc.). En fin, un maniqueísmo evidente con la creencia de que al Gran Día sucedería la Gran Noche, de la estación caliente pasaremos a la fría… Rastros de su liturgia se hallan en las “Cambridge Songs” del siglo XI.


Paul Leclair. Compagnons carpinteros parten de Burdeos hacia París (1826). Musée des Arts et Traditions populaires, París


         En el siglo XVIII tuvieron una época de resurgimiento, pero la ley Le Chapelier (1791) los declaró ilegales. Sobrevivieron clandestinamente durante el período revolucionario y napoleónico, floreciendo de nuevo bajo la monarquía de la Restauración, cuando 100.000 trabajadores se unieron a las compagnonnages. En 1848 un  compagnonnage,  Agricol Perdiguier, carpintero de profesión, ganó las elecciones a la Asamblea Constituyente. Las hermandades se unieron con las asociaciones de trabajadores progresistas, despertando el entusiasmo de Louis Blanc, Lamartine y George Sand, que escribió una novela sobre el compagnonnage. Sin embargo, el fraccionamiento, los desafíos de las nuevas formas de organizaciones de trabajadores, los cambios económicos, y la oposición a la exclusividad de las cofradías llevó a la decadencia del sistema compagnonnage a finales. 



Compañeros picapedreros. © Bürger Bibliothek, Berne, D.R.
  
      La entrada en los compagnonnages conlleva elaboradas ceremonias de iniciación, la adopción de 'padrinos' y un sobrenombre, el bautismo con agua y vino, la humillación ritual, juramentos y la expedición de un documento de identidad y una contraseña secreta. Los miembros se comprometían a mantener el secreto de sus rituales y defender su derecho (devoir) de compañeros. Los miembros gozaban del derecho a descansar y comer en las fondas del Compagnonnage (Meres), extendidas alrededor de toda Francia y pedir a un funcionario de la organización que le ayudara o le diese trabajo. Los compagnonnages también controlaba los mercados laborales y presionaban a los empresarios y a los maestros artesanos en cuestiones como los salarios y las condiciones de trabajo y boicotearon a los que que no cooperaban. Los compagnonnages prestaban ayuda a los enfermos y organizaban los funerales de los miembros fallecidos. Celebraron los días de fiesta de sus santos patronos y desarrollaron un corpus de baladas y canciones que hacían referencia a la  artesanía y a sus costumbres.

      La existencia de tres grupos rivales de compagnonnages (los Enfants de Salomon, Enfants de Maître Jacques y Enfants du Père Soubise), provocó conflictos violentos entre compagnons. Después de la revolución de febrero de 1848, un nuevo club, los Compagnons de Tous Les Devoirs, y un periódico, el Atelier, pidieron la unificación de las facciones. En marzo y mayo, unos 10.000 compagnons celebraron su reconciliación con marchas a través de París. Sin embargo, las jornadas de junio pusieron fin a la euforia, cuando los miembros rechazaron una constitución que regulase su unión. Los observadores los ven como antepasados ​​de los sindicatos y las cooperativas. La semejanza entre los compagnonnages y la Masonería también se observa. Otros historiadores señalan su importancia en la movilización de jornaleros contra los maestros artesanos en una lucha temprana de clases.  Todos están de acuerdo en la importancia de las tradiciones de los Compagnons y su ideal de que su oficio constituye una comunidad moral, como parte de la cultura artesanal en el Antiguo Régimen y el siglo XIX. 



Lápida de un picapedrero germano en Brno (República Checa). © Photographie Jean-Pierre Bourcier 2007, D.R.

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