La gran escala de los seres
El hombre
siempre ha sentido, respecto de los animales, la necesidad de clasificarlos
simplificadoramente, ya sea colocándolos en museos o disecándoles en
colecciones pedagógicas.
Sin embargo, siempre nos preguntamos porqué existe tal
multiplicad de animales y, sobre todo, por qué tenemos que compartir la tierra
con esos animales: pulpos, moscas, pulgas, gallinas, monos… Esta variedad choca
con nuestra necesidad de creer en un mundo ordenado.
Tienda de animales disecados Get Stuffed, Canonbury (Inglaterra)
En la Gran Galería de la Evolución se aloja el enorme palacio de estilo típico francés que se sitúa en pleno centro del Jardín des Plantes (Museo Nacional de Historia Natural) e introduce al visitante en la historia de la evolución de las especies, con más de 7.000 animales disecados. Fot: Georgios Michalogiorgakis, parisciudad.
Un cazador africano disecado expuesto en un pequeño museo local (Museo Darder) saltó a los periódicos internacionales gracias a un periodista haitiano. Al final, más de 100 años después (2000), el negro de Banyoles fue enterrado en Botswana.
En 2002 fue devuelta a Sudáfrica la conocida como Venus hotentote, que fue exhibida en Francia por su llamativos atributos: exhibida en vida y exhibida en muerte.
En 2002 Francia devolvió a Nueva Zelanda 19 cabezas de maoríes momificadas, muestrario de los tatuajes de esta gente.
Platón en el Timeo
fue el primero en formular una ingeniosa justificación, conocida como el principio de plenitud. El universo debe
ser plenum
formarum, debe contener todas las variedades posibles de criaturas,
para reflejar la bondad y la capacidad generadora de una Fuente perfecta e inagotable.
Nosotros seguimos en la exposición del
presente tema a Laura
Bossi, Historia natural del alma, la cual confiesa que ha tomado muchos de los
conceptos del bello libro de Lovejoy La gran cadena
del ser (1936), Barcelona, Icara, 1983. Por cierto, en su libro
Lovejoy señala que en Platón se encuentran dos concepciones de dios bastantes
contradictorias: un Dios perfecto, infinito, eterno, inmutable y
autosuficiente, y un Dios creador que engendra la multiplicidad de formas y que
ama la variedad, el movimiento y el devenir.
Scala naturae del libro de Ramon Llull De nova logica (escrito en 1304, publicado en 1512). Fuente: biologydirect
Parece ser, que Platón, con esta
diversidad quería indicar que deberíamos sentirnos felices de que el mundo esté
tan lleno de tantas cosas. De hecho,
para Platón, el mundo en el que vivimos es en si mismo un ser viviente, un
“animal” eterno creado por el Demiurgo a imagen y semejanza de un mundo
inmutable y perfecto (el mundo de las Ideas). Este demiurgo ha dotado al mundo
de alma y de inteligencia. En un segundo momento, los dioses subalternos
crearon a los hombres y las plantas; en cuanto a las mujeres y a los animales,
son tan sólo hombres degradados y degenerados.
El fin último del hombre es, según
Platón, liberar su alma inmortal de la prisión corporal. Según Platón y los
pitagóricos, el alma y el cuerpo son dos
cosas radicalmente distintos y separables. Esto permite que el alma, liberada,
tras un primer ciclo de vida terrenal, se reencarne en un nuevo hombre. Los
hombres cobardes y malhechores se reencarnan en mujeres. Las almas que se
encarnan en animales proceden de hombres que han sucumbido a las tentaciones
terrenales: las almas de los pájaros proceden de personas sin malicia pero de
comportamiento ligero, la de los animales pedestres de quienes nunca han
prestado atención alguna a la filosofía y las de los reptiles y especies acuáticas
de los humanos más estúpidos e ignorantes.
Jesus Satan teufel armdrücken Duell versus 666 Devil. Fuente: Lowbird
De esta manera, vemos como Platón intenta
una primera jerarquización siguiendo una escala descendente: de los dioses a
los hombres (por creación), de los hombres a las mujeres, a los pájaros, a los
cuadrúpedos, a los reptiles y finalmente, a los peces (por degeneración).
Esta escala está relacionada con el
concepto de las tres almas, predominará en el pensamiento occidental hasta
nuestros días. Los vegetales, que son “animales siempre pasivos” (El Timeo, de Platón), tan sólo poseen un
alma mortal, sensible y apetitiva (posteriormente, Aristóteles la llamó vegetativa):
Los humanos también poseen este alma vegetal inferior, situada “entre el
diafragma y el ombligo”, así como una segunda alma mortal que es el centro de
las “pasiones temibles y fatales” y que se ubica en el pecho, “entre el
diafragma y el cuello” (Aristóteles dijo que esta alma era la de los animales y
la llamó sensitiva). Finalmente, en la cabeza se aloja un alma inmortal
y racional (Aristóteles la llamó intelectiva). Los dioses únicamente
tienen un alma inmortal, sin mezclas.
Respecto a los animales, Platón no es demasiado explícito: “Las almas de
los animales circulan de unos a otros en la medida en que pierdan o ganen inteligencia
o estupidez (Timeo).
Entre 1617 y 1621 médico inglés y erudito Robert Fludd publicó su obra maestra Utriusque Cosmi, un libro dividido en dos volúmenes y lleno de más de 60 grabados intrincados.
Fue su alumno, el primer gran naturalista,
Aristóteles,
quien esbozó la noción de los tres reinos de la naturaleza: mineral, vegetal y
animal. Comenzó a desarrollar la Scala naturae que va a marcar el
imaginario occidental. A diferencia de Platón, Aristóteles conocía bien a los
animales, distinguiendo entre vertebrados (tienen sangre) e invertebrados
(carecen de sangre). En La historia de
los animales describe de forma precisa 508 especies repartidas
entre ocho géneros: vivíparos, aves, peces… animales con caparazón rígido y con
caparazón flexible, animales con secciones (insectos) y animales blandos
(cefalópodos)…
Estimaciones aproximativas estiman que
existen en la Tierra entre 30 y 80 millones de especies vivas. De ellas se han
descrito aproximadamente 1.760.000 especies, de las cuales 4000 serían eubacteria y archea, 80.000 protoctista, 270.000 plantas, 72.000 hongos y
1.320.000 animales, de los cuales 4327 serían mamíferos. Cada año se describen
unas 11.600 especies nuevas. En nuestra región pueden haber 630 especies de animales, de los cuales 77
son peces, 38 anfibios, 38 reptiles, 357 aves y 120 mamíferos. Se estima que
hay unos 30 millones de especies de insectos por descubrir en los bosques
tropicales. El número de invertebrados marinos podría alcanzar los 10 millones
de especies.
Mosaico de Pompeya, Museo Archaeologica Nazionale, Nápoles. Foto: Andrew & Suzanne. El pez eléctrico era bien conocido en el imperio romano clásico, tal como se percibe en este mosaico, como el pop, el sargo, la lubina, el tragaluz, el serrano, la doncella ...
En su afán de clasificación de los seres
vivos, Aristóteles caerá en la
simplificación, alineándoles en una serie progresiva, según una escala de
perfección ascendente, que parte de la materia inerte, las plantas, los
animales sin sangre, los animales con sangre, hasta el hombre, siendo el varón
más perfecto que la mujer.
En esta escala el ser humano es el más
perfecto entre los animales, el único “racional”. En el libro de Aristóteles,
Acerca del alma, la perfección ascendente se
basa en los “poderes del alma”. Aquí,
las tres almas de Platón se convierten en “potencias del alma”. Según
Aristóteles el alma otorga la “forma del cuerpo”, por lo tanto, es única, como
lo es cada cuerpo y sólo puede encajar en un solo cuerpo, el suyo. Esta es la
celebre teoría del hilemorfismo. La materia es potencia, goza de la posibilidad
de convertirse en cosas diferentes, según el molde que le proporciona la forma,
que es pura entelequia, es decir, tiene el fin en sí misma, es decir, la
capacidad de acabar o terminar un ente. La materia, el cuerpo, no existen en
estado puro, sino tras ser modelados por la forma, así como la forma tampoco
existe en estado puro (como las ideas platónicas), sino que debe asociarse a la
materia. Si quieres ampliar sobre el hilemorfismo es fundamental el libro de G. Freudental,
Aristotle’s Theory of Material Substance-Heat and Pneuma,
Form and Soul (Oxford, Clarendon Press, 1955).
En la versión aristotélica de la Gran Cadena del Ser, se puede ver a Dios ocupando la fase superior del "Ser". Didacus Valades, Scala Naturae Aparecida en Rhetorica Christiana (1579). Fuente: Jason Bengtso
Los humanos, nacidos de Adán y Eva, ocupan el cuarto escalón. Didacus Valades, Scala Naturae Aparecida en Rhetorica Christiana (1579) Fuente: Jason Bengtson
Las “potencias del alma” (almas aristotélicas),
según se asciende en la escala, encajan unas en otras como las muñecas rusas,
cada forma superior englobando a las formas “inferiores”. Los vegetales tienen
un alma nutritiva (vegetativa) que asegura la reproducción y la nutrición; los
animales suman a esta un alma sensible y
volitiva (sensitiva) y el hombre, en la
parte superior suma otra más: un alma pensante (intelectiva).
Mestre de Rohan, manuscrit llatí nº 9471 del foli 159 de les Grandes Heures de Rohan (1430), ubicat en la Bibliothèque nationale de France: Déu observa la lluita entre un àngel i un dimoni per una ànima humana.
Esta Scala naturae de perfección
-descendente de Dios a la piedra y ascendente del mundo inorgánico hasta los
ángeles- ha perdurado en el imaginario occidental hasta el siglo XVIII, con la
llegada del evolucionismo y la teoría de la descendencia de los seres de uno o
varios ancestros comunes. Entonces se sustituirá la Scala naturae por el
simbolismo del árbol genealógico, que se confunde con el árbol de la vida.
Arbre de la vida proposat per Haeckel en 1866
Plotino estaba convencido de que este mundo es
el mejor de los mundos posibles, describiendo perfectamente el principio
platónico de plenitud: el mundo está lleno de una maravillosa diversidad de seres
vivos, mortales e inmortales. El mundo, colmado de seres vivos hasta los
cielos, necesita criaturas imperfectas y
la existencia del Mal para lograr una armonía de conjunto. Lo mismo
ocurre en un cuadro, donde todos los colores son necesarios para la belleza del
conjunto, o en las representaciones de teatro, donde los personajes malos y los
buenos confluyen en un buen espectáculo.
Plotino era un místico, un metafísico
preocupado por el orden del cosmos, al que creía eterno, inmutable y único. Para
él, el principio del mundo es el Uno,
el Primero o el Bien, el cuan engendra, al principio, la Inteligencia o mundo inteligible, que a su vez engendra a Psyché, el alma o fuerza de vida y,
después la Materia. Estos son los cuatro
principios, o hipóstasis de Plotino, sujetos existentes, esencias o sustancias
dotadas de forma. Esta jerarquización se manifiesta a continuación en todos los
seres del mundo, siguiendo una graduación en la cual un ser desciende de una
fuente, la cual es transmitida por cada criatura a la criatura inmediatamente
inferior, como la luz irradia sin perder
nada en su difusión.
Retrat de Plotí d’Ostia (250-300 aC). Museu Arqueològic d’Ostia
Esto se denomina la teoría de la
emanación o de la “procesión”: todos los seres, incluso los más imperfectos,
emanan del Uno, sin discontinuidad. Todos los seres vivos, sin distinción,
poseen un alma inmortal y participan en la naturaleza divina, todo lo contrario
que en la doctrina cristiana que separa claramente a Dios de las criaturas. La
doctrina de Plotino es panteísta –pues todo es de naturaleza divina- e implica
la “necesidad” de la creación, pues como los seres vivos cuando son adultos, el
Uno maduro tiene que engendrar. En cambio, la doctrina cristiana de la creación
dice que ésta es un acto libremente decidido por Dios.
Teoria de l'emanació. Gràfic procedent de Páginas sobre filosofía
La doctrina de la emanación será retomada
por Porfirio, Proclo, Avicena, reaparece en los cabalistas, en los
neo-platónicos renacentistas y en místicos como Eckhart o Böhme.
La belleza de la imagen plotiniana de la
luz divina irradiante sedujo al mismo Dante que en varios pasajes de Paraíso habla de la divina bontà encendida y resplandeciente, que dispiega le bellezze eterne, la prima
luce que permanece inalterable en su irradiación, de espejo en espejo,
hasta las ultime potenze.
Sobre las piedras y los ángeles
Fue
Tomás de Aquino, seguidor de Aristóteles,
quien introdujo la Scala naturae
en la Iglesia. El mundo lo ha creado un Dios bienhechor. Su cosmología es
geocéntrica, tomada de Ptolomeo (incongruente teoría, según Lovejoy, op. Cit.,
porqué el marginar al astro Sol en una posición periférica y tomar la Tierra
como centro, en realidad, el sistema medieval es de hecho “diabolocéntrico”).
La Tierra, inmóvil, alberga a los escalones más bajos de la escala de los
seres, pero también a una raza única de criaturas semi-materiales y
semi-espirituales que son los seres humanos. Los cuerpos celestes, planetas y
estrellas giran en torno a la Tierra de forma armoniosa, siguiendo sus esferas
concéntricas Y en los cielos superiores moran los ángeles y Dios.
Dante, el Paradís de la Divina Comèdia. Gustave Doré
El primer escalón en la Scala naturae tomista está constituido
por los cuatro elementos que forman la materia: Agua, Tierra, aire y Fuego. El
reino mineral es el de las especies mixtas formadas por diversos compuestos de
los elementos. Los vegetales y los animales son especies animadas, cuya forma
es un principio de vida. El ser humano se sitúa en la cima del reino animal, y
al mismo tiempo en los confines del mundo visible e invisible, material y
espiritual, ya que está dotado de un alma inmortal e incorruptible.
Grabado de la Divina Comedia de Dante (1256 - 1321) muestra el concepto medieval del universo, incluyendo la conexión entre la teología católica (infierno, purgatorio, paraíso) con la cosmología griega de las esferas superpuestas.
Según Tomás de Aquino, las almas vegetativas y
sensitivas de los vegetales y las bestias no son inmortales. Adopta el modelo
aristotélico del hilemorfismo, según el cual alma y cuerpo están unidos en una
sola sustancia (“forma in materia inmersa”),
en contraste con la tendencia dualista de la teología cristiana imperante desde
Agustín, que consideraban el cuerpo-alma como dos sustancia separadas.
Andreas Cellarius, Harmonia Macrocosmica, Una octava en el camino
Plotino consideraba que todos los seres
vivos poseen un alma inmortal y participan en la naturaleza divina. Tomás de
Aquino pensaba que sólo los seres humanos (que se distinguen de las bestias por
su sentido común, imaginación…) poseen un alma inmortal. De esta manera, el
hombre es separado de los animales y su posición en la Scala naturae se halla en un
estadio intermedio, en una especie de microcosmos intermediario entre la bestia
y el ángel. Los seres superiores al hombre son especies incorruptibles.
El cosmos de la
Edad Media, Hartmann Schedels Weltchronik,
Anton
Koberger, Nüremberg, 1453
La
Tierra inmóvil, constituida por los cuatro elementos, está rodeada por los
siete planetas y por el cielo de estrellas fijas con los doce signos del
zodiaco. Los tres cielos superiores corresponden al imaginario cristiano: el caelum cristallinum, el primum mobile, y el empíreo donde
residen Dios y los ángeles. Las jerarquías angelicales responden a la
ordenación gregoriana: eraphim, cherubim, throni, dominationes, principatus, potestates, virtutes, archangeli, angeli.
En el mundo ordenado de Tomás de Aquino
los entes celestes se sitúan en la cima de la jerarquía, pues están formados
por un quinto elemento: el éter incorruptible, la “quintaesencia”. Su
angelología se alimenta de tres fuentes diferentes: las teorías astronómicas
sobre las sustancias espirituales que animan a los astros; las teorías
neoplatónicas de la emanación y las representaciones bíblicas de los ángeles,
concebidos como mensajeros divinos.
Assumpció de Maria per Francesco Botticini (1446-1497). Maria i Jesús estan envoltats pel cor d'àngels.
El mundo de Tomás se enriquece con tres
nuevos niveles jerárquicos de inteligencias que carecen de cuerpo. El primer nivel es el más próximo a Dios y
“conoce la razón de las cosas en Dios mismo”, incluye a los Serafines, los
Querubines y los Tronos; el segundo nivel “conoce la disposición universal de
las cosas”, incluye a las Dominaciones, las Virtudes y los Potestados; el
tercero, “que conoce el orden de la divina providencia y que administra los
asuntos humanos”, incluye a Principados, Arcángeles y Ángeles.
Tomás de Aquino, como buen teólogo,
apenas se interesó por las criaturas excluidas de la salvación, como los
animales. Pero para él, como para Platón y Plotino, la multiplicidad de los
seres creados resultan esencial para la perfección del universo. Hoy en día,
por esta razón, sería un ardoroso defensor de las especies en vías de extinción
y abominaría de las razones económicas que calculan el coste que nos supondría
la supervivencia de dichas especies.
También, como Plotino, se erige en defensor de la existencia del Mal como algo
necesario para la perfección del universo.
El
hilemorfismo aristotélico fue adoptado por Tomás de Aquino y seguida por la
mayoría de los escolásticos, según la cual todo cuerpo se halla constituido por
dos principios esenciales, que son la materia y la forma. La materia es aquello
que carece de forma. Sin embargo, todo objeto material tiene una forma, por lo
tanto, esta será diferente de la materia prima que es el sustrato básico de
toda la realidad. En el mundo material, la materia no puede darse sin forma y
la forma no puede darse sin materia. Mientras que la materia pura no tiene más
que una existencia teórica, la forma pura existe realmente: es la divinidad, el
primer motor inmóvil. Después de la Contrarreforma, los jesuitas adoptaron esta
doctrina, pero la derrota del hilemorfismo frente a las nuevas ciencias
físicas, sobre todo, frente al resurgimiento del atomismo durante el siglo
XVII, contribuyó al descrédito del tomismo entre los filósofos.
Historia
natural del alma
(Basada
en la obra de L. Bossi y la historia del pensamiento de Arthur O. Lovejoy)
1. ¿Que es el alma?
2. El alma en la Antigüedad
3. El alma de los animales
4. El racionalismo y el hombre máquina
5. El Idealismo
6. Transformismo: la escala en
movimiento
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