Descartes
Fue René Descartes (1596-1650) el que formuló la
teoría más radical que, hasta hoy en día, se opone a una visión continuista y
unitaria del mundo vivo, opuesta al transformismo que entonces estaba surgiendo. Podemos encontrar las versiones más elaboradas de su
teoría del animal-máquina en el Discurso del
método (1637), y en el Tratado del
hombre (1664). Llegó a
esta conclusión tras autoconvencerse de que en el universo existen dos
elementos fundamentales que no pueden confundirse: la materia (o extensión, rex extensa) y el espíritu (res cogitans).
René Descartes (1596-1650)
René Descartes vivió durante el siglo del
Barroco, época en que la arquitectura y la escultura alcanzaron gran esplendor. La literatura y la
música, también tuvieron su expresión barroca en el siglo XVII (especialmente
en España, donde será conocido posteriormente como el Siglo de Oro). Entre los
escritores destacan: Shakespeare, La Fontaine, Cervantes, Lope de Vega, Góngora,
etc. Entre los pintores: Velázquez, Murillo, Rembrandt, etc. En el terreno de
la música el barroco alcanzó su máxima expresión en el siglo XVIII, con Bach y
Händel, pero en el siglo XVII tuvo ya representantes de consideración como
Johann Pachelbel (1653-1706).
Palacio de Versalles, prototipo barroco de residencia
real o principesca
Su
filosofía dualista entiende por substancia aquello que no necesita de ninguna
otra cosa: “lo que existe de tal forma
que no tiene necesidad sino de sí mismo para existir”. Sostiene que el
cuerpo y el alma pueden existir separados. El cuerpo como máquina, el alma como
espíritu pensante. Concepción que trae como consecuencia un mecanicismo
corporal y un ultraespiritualismo.
Modo de vida de los campesinos en el siglo XVII
Le Nain. El Carro (1641). Wikipedia
La esencia del cuerpo es la extensión;
mientras la del alma o mente es el pensamiento. El cuerpo es espacial, el alma
no tiene extensión. El cuerpo es un mecanismo que puede ejecutar muchas
acciones sobre sí mismo sin la intervención del alma; el alma es pura sustancia
pensante que puede, pero no siempre, regular el cuerpo.
Los
organismos vivos son máquinas
1. El hombre máquina
Su mecanicismo corporal considera al
cuerpo como una “maquina compuesta de hueso y carne”, un mecanismo con tubos
huecos y filamentos diminutos que contienen aires sutiles que son calentados y
presurizados por el corazón. A estos aires
les llama espíritus
animados en las meditaciones
y espíritus
animales en las pasiones
del alma. Éstos son “partículas extraordinariamente pequeñas y sutiles que
pasan información desde el cerebro a los músculos a través de la sangre y los
nervios”. Aires que, supuestamente, conectan la res extensa y la res cogitans.
Explicación
cartesiana del movimiento reflejo
En el centro del cerebro existe una
glandulita en forma de nuez (glándula pineal), que recibe y facilita la
información captada por los sentidos y en la que “el alma ejerce inmediatamente sus funciones”. Así pues, ya sabemos
dónde ubica Descartes el alma. Asegura Descartes que el cuerpo no puede ser
movido por propio impulso, como tampoco puede pensar ni sentir.
Afirma que el alma controla los humores,
los nervios y hasta la sangre de la máquina corporal. Sin embargo, el alma no
puede mover el cuerpo, pues para mover algo material hay que ponerse en
contacto con ello, es decir, lo que mueve y lo que es movido deben estar
contiguos en el espacio, deben ser ambos sustancias extensas.
En
el centro del cerebro existe una glandulita en forma de nuez (glándula pineal),
que recibe y facilita la información captada por los sentidos.
Sin embargo, actualmente nos preguntamos
porqué no eligió Descartes la hipófisis: es también única, está enormemente
protegida en la base del cerebro y actualmente se considera la glándula clave
de todo el control del organismo. Pues, bien, en la época de Descartes se
consideraba el cerebro como el órgano clave para los pensamientos y los
sentimientos, las sensaciones y los movimientos, pero la hipófisis no se
consideraba parte del cerebro.
Para
Descartes la glándula pineal era la parte más importante del cerebro pues en
ella la sangre se convertía en “espíritus animales” que posteriormente se
extendían por todos los nervios; la parte del cerebro en donde se sitúa el alma.
Otra razón es que consideraban la hipófisis como algo de importancia
secundaria, una especie de bomba que drenaba los residuos, la “flema” del
cerebro. Por así decirlo, la hipófisis se consideraba el desagüe de esos
líquidos que gobernaban el cuerpo desde el cerebro. Actualmente,
científicos de la Universidad de Rochester, han descubierto un sistema
de drenaje por el que el cerebro elimina los desechos por medio de unas “tuberías”
que aprovechan los vasos sanguíneos del cerebro y parecen llevar adelante la
misma función en el cerebro que el sistema linfático en el resto del cuerpo:
drenar los productos de desecho.
René
Descartes. La glándula pineal. Ilustración de Gerard van Gutschoven (1644). En las Meditaciones
metafísicas, Descartes plantea la ruptura entre la mente y
el cuerpo.
Frente a ello, la epífisis se consideraba parte del
cerebro y no tenía una función asignada, estaba localizada en el centro del
cerebro, y estaba cerca de los ventrículos donde podría controlar el sistema de
tuberías y válvulas que manejaba el movimiento del ser humano. Nunca más volvió
a tener la epífisis un momento de gloria como ése. Eso sí, esotéricos de
distinto tipo la intentan conectar con los campos magnéticos, la reflexología,
las tribus amazónicas, la energía psíquica, la acupuntura, la videncia y demás tonterías de este estilo.
René
Descartes. La glándula pineal. Ilustración de Gerard van Gutschoven (1644)
Hemos visto el alma situada en el cerebro,
donde ejerce como una especie de acequiero que controla un gran centro de
distribución de líquidos, que puede dejar pasar el líquido correspondiente por
una u otra cañería. De esta manera, el
alma controla el paso de los "humores" o "calores" de la
sangre por uno u otro vaso, por una u otra cavidad o con una u otra intensidad,
consiguiendo animar la máquina.
Esta teoría, aplicada a los seres
vivos, separa completamente el cuerpo del alma, identificada con el espíritu.
Los animales quedan así despojados de alma, puesto que el alma material
vegetativa y el alma sensible se hacen impensables. Descartes rechaza la idea
de que las bestias pudieran actuar movidas “por
un principio interior parecido al nuestro, es decir, el propio de un alma con
sentimientos y pasiones como los nuestros”. Según él, actúan “de forma natural y mediante resortes, como
un reloj, el cual nos marca mejor la hora que lo que pueda sugerirnos nuestro
juicio”.
Descartes dice que el alma es la esencia del
hombre, substancia que no necesita ningún lugar para ser ni depende de ninguna
cosa material. No obstante, la define como una especie de espíritu encerrado en
una parte hueca de la maquinaria, desde la cual opera mediante movimientos
menores que alteran el curso de los espíritus animales, conduciéndolos hacia donde
más le conviene.
The
Mensch-Maschine of Fritz Kahn. (Opera Mundi)
De esta manera, el cuerpo humano queda
reducido a un portador, un conductor del ser esencial: el alma. La propuesta
antropológica del racionalismo cartesiano, en cuanto consideró al hombre como
espíritu puro, es un atentado a la definición esencial del hombre como animal
racional.
"Aunque
tengo yo un cuerpo al que estoy estrechamente unido, sin embargo, puesto que,
por una parte, tengo una idea clara y distinta de mí mismo, según la cual soy
algo que piensa y no extenso y, por otra parte, tengo una idea distinta del
cuerpo, según la cual éste es una cosa extensa, que no piensa, resulta cierto
que yo, es decir, mi alma, por la cual soy yo lo que soy, es entera y
verdaderamente distinta de mi cuerpo, pudiendo ser y existir sin el cuerpo."
Descartes
El cuerpo humano de Descartes se encuentra
sometido a la acción de las leyes naturales y mecánicas, al determinismo y la
universidad de las causas eficientes, mientras que el alma es libre y posee
capacidad de iniciativa propia y de propia espontaneidad.
Ya vimos como para Tomás de Aquino el alma no es
toda la esencia
del hombre, pues si así lo fuera, el hombre sería puro espíritu y el alma
utilizaría al cuerpo como mero utensilio. El hombre está compuesto de los dos
elementos (alma y cuerpo) que son inseparables.
David Teniers the Younger (1610-1690), Night The King
Drinks. Teniers representa el pintoresquismo de los personajes
con gran detalle en toda la escena.
El intelecto humano es una facultad
inmaterial y espiritual, que tiene que existir en la materia. El hombre, a través
de los sentidos, capta imágenes que son representadas o reconstruidas por la
imaginación, la cual es capaz de captar los objetos externos y despojarlos de
sus propiedades materiales para conocerlos en su esencia. El intelecto es una
facultad humana que capta el mundo exterior y nos proporciona información
verdadera, según Tomás de Aquino.
2. Teoría del conocimiento
Descartes
consideraba que nuestros sentidos nos engañan y por tanto no somos capaces de
conocer las cosas exteriores a nosotros mismos, sin embargo, Descartes no era
un escéptico, como lo fue Pierre Charron, que había dicho algo parecido. Como el hombre
es sólo alma que opera desde la glándula pineal, lugar en donde recibe todas
las sensaciones que son captadas por la maquinaria y trasportadas a la
imaginación por los espíritus animales, solo podemos reflexionar acerca de la
sensación como tal e inspeccionarla sin referencia al objeto externo.
Si nuestros sentidos nos engañan, los
datos que nos proporcionan los sentidos no son seguros y podemos dudar de
ellos: duda
del conocimiento sensible. Incluso no hay indicios ciertos para
distinguir el sueño de la vigilia, por lo que todo lo que percibimos por los
sentidos podría no ser real. En consecuencia, todos los datos de los sentidos,
inclusive el propio cuerpo, quedan a un lado en esta búsqueda de la certeza.
Descartes pretendía terminar con el escepticismo
reinante y demostrar que el hombre podía conseguir la certeza en el
conocimiento. Su método utiliza la duda hasta las últimas consecuencias.
Sirviéndose de la duda metódica rechazó como falsa
toda afirmación de la que se pudiese dudar.
Es decir, sometió todo conocimiento a duda
con el fin de encontrar una verdad de la que ya no pudiese dudar ni el más
escéptico. Esta verdad o certeza fue “Pienso, existo”, base imperturbable sobre
la que construyó un edificio filosófico.
A través de esta verdad alcanzó la segunda
certeza inconmovible: la existencia de Dios, que le sirvió para reafirmar la
confiabilidad del conocimiento científico, el cual tenía a Dios por garante.
Esquema. LuventicuS
Las verdades de razón (lógicas y
matemáticas) no se basan en los datos de los sentidos, por lo tanto, si
sometemos a duda
el conocimiento racional, es evidente de que este no se encuentra sometido a la incertidumbre
de los sentidos.
No obstante, es evidente que más de una vez
nos equivocamos al realizar algún cálculo, lo que nos plantea la duda de que
tal vez, nuestra mente podría estar influenciada por un "genio maligo"
astuto y poderoso, del que no sabemos como defendernos.
Ante las dudas que nos generan los
conocimientos adquiridos por los sentidos o los conocimiento de la razón,
nuestra propia existencia queda más allá de toda duda por el hecho de pensar y
ser conscientes de que lo hacemos: “Cogito, ergo sum”
(Esto también podría ser un sueño, pero no vamos a marear más la perdiz).
Esquema. El rincón de
un filósofo
“Pienso,
luego soy, dijo el hombre famoso. Los árboles de mi jardín son, pero no creo
que piensen, con lo que se demuestra que el señor Renato no estaba en su sano
juicio y que lo mismo sucede con otros seres: mi suegro por ejemplo: es y no
piensa, o mi editor que piensa y no es…”.
Max Aub, Crímenes
ejemplares, Calambur, Madrid, 1996, página 91.
Para seguir el razonamiento de Descartes,
es preciso creernos esta verdad absoluta, porque según el filósofo, no nace de
los sentidos, ni de la razón, sino que nace de nuestro espíritu, pues es una
evidencia que se impone de un conocimiento intuitivo que se obtiene de modo
inmediato y directo.
Descartes cree que, a pesar de haber
encontrado una certeza absoluta (“Pienso, existo”), sigue en pie la duda
generada por la hipótesis del Genio Maligno. Su parecer es que solamente la
demostración de la existencia de Dios puede despejar todas las dudas sobre el
conocimiento, el cual tendría a Dios como su garante.
Marjane Strapi, Persépolis.
Norma Editorial (2003)
Su
existencia se demuestra como causa externa de la existencia en la conciencia de
la idea de
perfección, que no puede provenir del yo que duda y es imperfecto. Y
siendo Dios perfecto no puede ser engañador ni puede habernos hecho para que
nos confundamos sistemáticamente. Podemos equivocarnos porque no somos
perfectos, pero no estamos hechos para el error.
Del análisis de las certezas, Descartes obtiene el criterio de verdad y afirma que son verdaderas
todas las afirmaciones que se presentan a la conciencia con "claridad" y "distinción". Por lo tanto, serán
aceptadas como verdaderas aquellas ideas que sean claras (ciertamente presentes
a la conciencia) y distintas (no confundidas con otras ideas).
Estas son las ideas innatas que no proceden ni
de la experiencia ni de la imaginación, son las únicas verdaderamente claras y
distintas (la idea de Dios, por ejemplo).
El món de "Matrix"
“Dudo de todo, pero no puedo dudar de que
estoy dudando. Por tanto, dado que dudo, he de existir. Pienso, luego existo”.
Descartes
De esta manera, teniendo a dios como
garantía, podemos desechar la hipótesis del Genio Maligno y recobrar la certeza
que nos proporciona el conocimiento racional lógico y matemático. Al
mismo tiempo, la causa de nuestras ideas adventicias (la que nos vienen del
exterior a través de los sentidos, ejemplo, La idea de azul) proceden de Dios
que no nos engaña, pero estas ideas son substancia extensa, porque no las
podemos conocer racionalmente. No las debemos confundir las ideas facticias
que son producidas por la propia conciencia mediante la imaginación (la
idea de minotauro, por ejemplo).
En
resumen, para Descartes el hombre es un espíritu puro, cuya esencia es pensar,
espíritu que no tiene ningún tipo de dependencia de la materia, que se une al
cuerpo accidentalmente y no substancialmente, ya que el alma y el cuerpo son
dos substancias completas y actualizadas que pueden existir independientes una
de otra.
Por el contrario, en la teoría de la unión substancial (Tomismo) se entiende
a la materia como potencia y a la forma como acto, así el hombre puede
existir como compuesto de alma y cuerpo, siendo el alma la forma del cuerpo.
Forma que actualiza lo que está en potencia para ser informado (el cuerpo). El
alma es el principio de ser y acción del cuerpo. Los seres meramente posibles
son entes en potencia; los seres reales son o “sólo y puro acto”, o son
“compuestos de potencia y acto”, es decir, por un lado, tenemos seres que aún
no son, pero pueden llegar a ser, y de otra, seres que ya son.
La materia y la forma en unidas
substancialmente constituyen una esencia particular concreta y singular. El
hombre es un animal especificado como racional ya que su forma substancial es
el alma racional simple y espiritual, poseedor de intelecto y voluntad.
Como cuerpo el hombre tiene las
facultades del animal, pero en grado superlativo, esto posibilita su inserción en el mundo. La estructura esencial integra la unidad y
compenetración del alma y cuerpo, asegurando la plenitud de la persona humana.
Historia
natural del alma
(Basada
en la obra de L. Bossi y la historia del pensamiento de Arthur O. Lovejoy)
1. ¿Que es el alma?
2. El alma en la Antigüedad
3. El alma de los animales
4. El racionalismo y el hombre máquina
5. El Idealismo
6. Transformismo: la escala en
movimiento
Comentaris
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Muchas gracias!