El tomismo
El hombre es un compendio inseparable de cuerpo y alma
1. Fe y razón
La filosofía de Tomás de Aquino, sistematizada
por sus seguidores empeñados en lograr la coordinación entre fe y razón, recibe
el nombre de tomismo. En cualquier caso, al final, siempre suponía una clara subordinación de la
razón a la fe, a pesar de que Tomás de Aquino afirmase que el fundamento de la
fe debe estar en la razón humana.
Santo
Tomás de Aquino, de Carlo Crivelli
(circa 1435–circa 1495)
Estaban convencidos, al contrario que los escépticos, que las facultades del hombre
son suficientes para alcanzar la verdad allí donde se encuentre, sostenían que el
mundo se puede comprender por la razón y por la fe, que no son contradictorias
entre sí, ya que las dos proceden de Dios.
La filosofía del tomismo se basa en la disciplina de la sabiduría, en la
creencia de que científicamente se pueden dar respuestas a las certezas
naturales del razonamiento. Supone la unificación de la verdad revelada y la
fe, la razón natural y el sentido común.
Santo
Tomás de Aquino, Fra Angélico (1395–1455)
Para San Agustín la fe está por encima de la razón. A diferencia de San
Agustín, Santo Tomás de Aquino llegó a concluir que es por medio de la razón
como podemos manifestar nuestra fe. Por ser una obra de la razón, la fe no
puede imponerse por la fuerza de ninguna autoridad.
Santo
Tomás de Aquino (1482), atribuido a Sandro Boticcelli
2. La división de los seres
El Ser
o Ente es el concepto que utilizamos para definir todas las cosas reales o
posibles, pero teniendo en cuenta que hay diferentes géneros de seres. Podemos
dividir los seres de la siguiente manera:
A. La primera gran partición de los
seres es la potencia
(materia) y el acto (forma).
Los seres meramente posibles son entes en potencia; los seres reales son o “sólo y puro acto”, o son “compuestos de potencia y acto”, es
decir, por un lado, tenemos seres que aún no son, pero pueden llegar a ser, y
de otra, seres que ya son.
B. Hay otra gran segmentación de los
seres reales: la división de los seres en existencia y esencia, cualidades que
determinan la sustancia de los entes. Todo ser real o es “pura existencia”, o está “compuesto de esencia y existencia”.
De ello se deduce que el ser que es pura
existencia, que no está limitado por ninguna potencia, es el Ser supremo, la
esencia que llamamos Dios. Los otros seres, que no pueden existir por sí
mismos, tienen todos una limitación: su esencia no es la existencia o al
existir puro y simple, sino algo potencial que sólo consiguen si logran
existir, entonces decimos que han alcanzado la perfección.
Santo
Tomás de Aquino, de Benozzo Gozzoli
3. Sustancia y accidentes de lo seres.
Todavía es necesario distinguir entre la realidad existente y sus diversas
limitaciones. En todos los seres existentes podemos diferenciar la sustancia
(sea esta pura existencia o compuesta de esencia y existencia), y los accidentes,
que limitan, determinan y no sobreviven a la sustancia. El ser que es puro
acto, puro existir, y que llamamos ser absolutamente supremo o Dios, es también
pura sustancia, sin accidentes. Los otros seres, que están compuestos de
potencia y acto, de esencia y existencia, lo están también de sustancia y
accidentes.
Santo
Tomás de Aquino orando, de Sassetta 1430-1432, Budapest
Visión
de Santo Tomás de Aquino (Stefano Sasseta, 1430, Museo Vaticano)
Nueve son los accidentes, que pueden determinar las sustancias compuestas de
esencia y existencia, es decir, que afectan a "las cosas que existen"
y que junto con la sustancia forman
los llamados 10 predicamentos o categorías de los seres reales (todo
esto tomado de la filosofía de Aristóteles). El filósofo griego distinguía en
todos los seres una sustancia permanente de unos accidentes variables. La sustancia
fundamenta la individualidad y unidad del ente, organiza sus accidentes y,
además, justifica la permanencia del ente a través del cambio.
Santo
Tomas de Aquino, Bartolomeo Esteban
Murillo
Aristóteles expone su famosa lista de 10 categorías, pero, por desgracia, no
dice cómo ha llegado hasta ellas. Se limita a enunciarlas, ilustrando cada una
de ellas mediante ejemplos.
Sustancia: hombre, caballo.
Cantidad: de dos codos, de
tres codos.
Calidad: blanco,
gramatical.
Relación: doble, mitad,
mayor.
Dónde: en el Liceo, en el
ágora.
Cuando: ayer, el año
pasado.
Posición: yacer, estar
sentado.
Tener: va calzado, va
armado.
Hacer: cortar, quemar.
Sufrir: ser cortado, ser
quemado.
Sto. Domingo, virgen con el Niño y Sto. Tomás de
Aquino, de Fra Angélico (1424-1430)
4. sustancias espirituales y compuestas (de materia y espíritu)
Dentro del mundo de los seres compuestos hay otra gran división: unas
sustancias son espirituales
(esencialmente simples), y otras son esencialmente compuestas de dos elementos:
uno formal
o actual (forma o acto) y otro material o potencial. Los dos elementos no
son independientes -ni al existir ni en el actuar- y, tanto lo uno como lo otro
(el ser y la acción), no son exclusivos de ninguno de ellos, sino del compuesto
resultante o supuesto (del ser compuesto creado o surgido de la unión de estos
elementos). Estos dos elementos reciben los nombres científicos de forma
sustancial y materia prima.
Esta filosofía deriva de la teoría
hilemórfica de Aristóteles, quien aseguraba que todos los seres
naturales están compuestos de materia (hile), y forma (morfé), de ahí el nombre de teoría
hilemórfica, que a continuación resumimos brevemente.
La materia es el principio de pasividad,
mientras que la forma es el de actividad, de dinamismo. Las sustancias poseen
dos formas, la forma
sustancial, por la que quedan incluidas en una naturaleza o especie
(por ejemplo, los hombres, por la forma sustancial, pertenecemos a la
naturaleza o especie humana), y la forma accidental por la que cada sustancia
queda individualizada dentro de su especie (por ejemplo, cada persona física,
individual, es diferente de otras de su misma especie). Cada ser tienen una
única forma sustancial, pero puede tener muchas formas accidentales. La unidad
de forma sustancial proporciona a los seres de una especie una naturaleza
propia, es decir, la naturaleza (ousía)
proporciona a los seres un principio operativo o dinámico, según el cual, cada
ser actúa de acuerdo con su naturaleza, el pez como pez, la abeja como abeja
etc.
Francisco
Zurbaran, La Apoteosis de Santo Tomás de Aquino (1631)
5. Seres vivos y seres carentes de vida
Expuesto el hilemorfismo, continuemos
con las segmentaciones de Tomás de Aquino, quien dividía las sustancias
materiales o corpóreas en dos clases: los seres vivos y otra los seres puramente
materiales o carentes
de vida. La forma sustancial de los seres vivos es el alma,
que es el principio que da unidad a todas las partes y es también el principio
interno de su movimiento, dinamismo, de su mantenimiento y de su desarrollo.
Sto. Tomás de Aquino de Fra Filippino Lippi
(1489-92)
Triunfo
de Santo Tomás sobre los herejes, Fra Filippino Lippi (1489)
Las sustancias corpóreas o materiales vivas (los seres vivos) se dividen en
tres grandes géneros: vegetales, animales y racionales o hombres. Cada uno de estos
géneros viene definido por su clase de forma sustancial o de alma, es decir por
la virtud y diversidad de movimientos que pueden comunicar a su cuerpo o ser
material.
6. La tres almas: vegetativa, sensitiva y racional
El alma
vegetativa es el principio de estos movimientos genéricos antes
indicado. El alma
animal o sensitiva, además de comunicar estos
movimientos, es también el principio de todo conocimiento a través de las
diversas clases de sentidos que pueda haber en las más diversas especies de
animales. El alma
racional o humana, además de conferir estos movimientos vegetales y
este conocimiento sensitivo, es el principio del conocimiento intelectual o
racional propio del hombre.
Andrea
di Cione di Arcangelo. Sto. Tomás de
Aquino, representado por la Virgen Santísima. Retablo Strozzi, 1357, Florencia,
Santa Maria Novella, capilla.
Las almas vegetativas, o de los vegetales, y las sensitivas, o de los animales,
no pueden existir más que gracias a su cuerpo o principio material, por lo que
se corrompen o desaparecen cuando se daña el compuesto o cuerpo material del
que formaban parte.
El alma racional o inteligente, que conoce los seres inmateriales o
espirituales, es también inmaterial y espiritual. Por ello, aunque está dentro
del cuerpo y le da vida, no depende plenamente de él, y cuando el cuerpo se
corrompe o se desprende del compuesto que forma con el alma, ésta sigue
viviendo por sí misma, aunque conserva siempre esta inclinación o poseer su
propio cuerpo o un cuerpo hecho a su medida.
Santo
Tomás entre San Marcos y San Luís, de Tolouse Vittore Carpaccio, siglo XVI
7. Los principios del conocimiento intelectual
El alma racional en el hombre es su única forma sustancial y cumple en él todas
las funciones del alma vegetativa y sensitiva. Esta alma tiene dos clases de
facultades o potencias para desarrollar sus operaciones: unas facultades orgánicas o corporales y
otras inorgánicas o espirituales. Las primeras, a las que
pertenecen los
sentidos, tanto externos (vista, oído, etc.), como internos
(imaginación, memoria, etc.) se sustentan en el compuesto; las segundas, o
espirituales, se apoyan sólo en el alma, aunque se ayuden del cuerpo para su
estímulo en las operaciones.
El principio o causa del conocimiento intelectual es la inmaterialidad. La
posibilidad de captar el conocimiento real está relacionada con el grado de
inmaterialidad del objeto a conocer. Por ello el objeto adecuado del
entendimiento es el ser en sí mismo o el concepto de ser, despojado de sus
accidentes materiales.
Santo
Tomas de Aquino, Protector de la Universidad de Cuzco Museo de Arte de Lima, Perú. Siglo XVII
El entendimiento humano no se puede separar del cuerpo y depende de los
sentidos corporales, pero el objeto propio del entendimiento humano es la
esencia de las cosas, abstraídas de las condiciones materiales. El conocimiento
intelectual humano parte de las cosas sensibles captadas por los sentidos
corporales, externos e internos. Como estos objetos materiales no son en sí
mismos inteligibles, el entendimiento humano, mediante la función o virtud
llamada abstractiva o entendimiento agente, ha de sustraerles las esencias y crear representaciones o modelos
intelectuales de los objetos. Estos objetos que captamos (que no son más que fantasmas
de la realidad) son intelectualizados, despojados de sus características
materiales, para convertirlos en especies inteligibles, pues como ya habíamos
dicho, únicamente pueden serlo las cosas inmateriales o espirituales.
Fra
Angélico, La Virgen con el Niñó entre los santos Domingo y Tomás de Aquino,
1424. Ermitage
Una vez eliminados los atributos accidentales (materiales) de las cosas, el
entendimiento humano puede comprender directamente la esencia de las cosas o
los llamados universales.
Para conocer los singulares, en los que se dan de hecho estas esencias, el
entendimiento dirige de nuevo su mirada hacia las especies o representaciones,
también llamadas fantasmas, de esas cosas que encuentran los sentidos, externos
o internos.
8. Entendimiento y voluntad
Para entender o conocer el ser espiritual se sirve de la analogía, que le
permite llegar hasta las perfecciones o atributos del ser supremo o Dios. En el
hombre hay dos potencias espirituales propias del alma: el entendimiento y la voluntad.
Las dos caminan o actúan armónicamente en bien del compuesto o del hombre. El
desorden o desequilibrio, inclinándose excesivamente por el cuerpo o por el
alma, procede de un error en la representación de un objeto como bueno, no
siéndolo en la realidad. Siempre es el entendimiento lo que señala el camino
mejor, yendo por delante de la voluntad, ya que esta es una potencia ciega o
sin luz, y es atraída por lo que tiene apariencia de bueno o mejor, aunque no
lo sea, por error del entendimiento. La voluntad o apetito espiritual elige el
bien más atractivo ofrecido por la razón. La razón o entendimiento juzga que
este es el bien que le conviene, y la voluntad decide seguirlo.
Santo Tomás de Aquino, por Fra Angelico
El entendimiento humano no sólo conoce las cosas materiales y compuestas de
cuerpo y espíritu en sí mismas, sino también en sus relaciones y dependencias
causales, y puede ascender a la causa suprema de todas las causas, de la que
dependen todos los seres reales y posibles, es decir, puede llegar al
conocimiento de Dios.
9. El conocimiento de Dios: las cinco vías.
¿Cómo llega el hombre a conocer la existencia de Dios? Santo Tomás utiliza cinco
procesos racionales de orden causal, conocidos conoce como "las cinco vías" para el
conocimiento de Dios. Las cinco vías parten de la observación por los sentidos
de las cosas particulares. Hay en el inicio un análisis empírico, que genera
por inducción un proceso causal; después este método inicial inductivo se
completa con el deductivo, llevándonos, causa detrás causa, hasta la causa
primera en todos los cinco procesos u órdenes de ascensión o vías, ya que en
todos ellos es imposible un proceso hasta el infinito.
La tentación de Santo Tomás, por Velazquez
A. La primera vía parte del hecho
observable del movimiento, hecho este que nos exige la localización de la causa
de este movimiento y, a su vez, esta causa por ser también movida exige otra
causa, hasta llegar a un ser inmóvil que es el origen del movimiento.
B. En la segunda vía se observa la
existencia de seres que son efectos, que tienen por tanto su causa eficiente,
que son a su vez efecto de otra causa, hasta llegar a un ser que es sólo causa
eficiente, sin ser efecto de nadie.
Santo Tomás
de Aquino (Joos van Gent, c1460)
C. La tercera vía observa la
contingencia de los seres, que ahora son, pero antes no fueron y con el tiempo
dejarán de ser. Si todos los seres fueran contingentes, debió existir un tiempo
en que ningún ser existía y no pudo ser origen de otro ser y, por lo tanto,
ahora tampoco existiría nada. De esto deducimos que hay un ser necesario que ha
originado a los sucesivos contingentes.
E. La cuarta vía sigue este mismo
proceso con respecto a las perfecciones de los seres, que no son completas, y
postula la existencia de un ser que las tenga en su plena totalidad.
Tentación
de Santo Tomás de Aquino (Bernardo Daddi, 1338, Staatliche Museen, Berlín)
F. La quinta vía observa la
existencia de un objetivo o finalidad en los movimientos y actos de los seres
naturales, lo cual postula la existencia de una inteligencia que los ordene y
sea su fuente: el ser inteligentísimo que da a todos los seres su fin y las
leyes que lo desarrollan.
El entendimiento humano no sólo conoce la existencia de Dios, sino también, en
cierto modo, su esencia y sus perfecciones. ¿Cómo? Ya hemos indicado que por la
analogía de las cosas materiales puede el hombre llegar a entender las cosas
espirituales. Dios es, en primer lugar, el único ser subsistente por sí mismo
en el que la esencia es su propio existir. Es el ser simplicísimo, puramente
espiritual, acto puro, en el que todas las perfecciones que observamos en la
naturaleza se encuentran en él en su grado máximo e infinito. Las perfecciones
de los otros seres devienen de que participan de las perfecciones del ser
supremo que es Dios.
Lámina
de Santo Tomás (Vida de Los Santos, Presbítero Alban Butler)
10. La Creación y la Providencia
Este acto de comunicar Dios su ser y sus perfecciones a las cosas, que antes ni
tenían nada ni eran nada, se dice creación. Pero el ser subsistente no sólo
comunicó una vez a las cosas todo lo que son por el acto creador, sino que
continuamente debe seguir comunicando su ser y sus perfecciones, porque de lo
contrario dejarían de existir. Este acto de continua conservación o
comunicación del ser por parte de Dios con las cosas se llama providencia
o gobernación de la creación o providencia gobernadora.
Fiesta
de Santo Tomás de Aquino, 7 de Marzo (Jacques Callot, 1636, Paris)
El ser creado viene de Dios y a él vuelve después de una efímera existencia. El
hombre, por razón de su alma, disfruta de la incorruptibilidad de los seres
espirituales y tiene una responsabilidad sobre sus actos, que deben conformarse
a las normas que Dios ha establecido en su naturaleza. Según este orden, Dios,
que es el principio o causa eficiente de todos nosotros, es también la causa
final a la que debemos aspirar, por lo que el hombre ha de asumir como único
fin de todo su obrar el bien supremo, que es Dios, el único capaz de saciar
plenamente su hambre espiritual, que con nada creado se puede saciar. No puede,
pues, el hombre marcarse como el fin de sus actos la posesión de las cosas
creadas y en eso el entendimiento no debe engañar a la voluntad, ni la voluntad
debe ir contra el bien verdadero propuesto por el entendimiento.
Detalle
de Santo Tomás de Aquino
Santo Domingo rodeado por San Pedro Mártir y
Santo Tomás de Aquino (Lippo Vanni, 1360, El Vaticano)
11. El hombre en sociedad
Para finalizar, expondremos sucintamente la visión tomista del hombre en
sociedad. Afirman que el hombre necesita de los demás para conseguir la máxima
perfección como hombre. Para conseguir esta finalidad, forma una sociedad común
de intereses con los demás, para completarse mutuamente. La primera sociedad es
la familia que asegura la supervivencia generacional a través de los hijos.
La segunda sociedad, necesaria, para que los hombres consigan esta máxima
perfección, es la sociedad civil, donde por medio de la convivencia pacífica y
la ayuda recíproca logramos progresar en el mundo. La tercera sociedad
necesaria es la sociedad universal, formada por los diferentes pueblos,
naciones o sociedades civiles.
Santo
Tomas de Aquino. Jacopo Landini, sXIV y Francisco de Zurbarán (Colección privada, Madrid)
De esta manera se reparten y comparten los bienes, que, por el bien de todos
los hombres, y en especial para los más necesitados de ellos, Dios ha puesto en
la naturaleza. Así los pobres y los
países pobres son ayudados por los más ricos, y se da la convivencia pacífica y
la armonía, venciendo envidias, odios y guerras. Esta es la base del progreso y
la manera de conseguir el reinado de la fraternidad de todos los hombres como
miembros de la gran familia humana o como partícipes de la misma humanidad o
naturaleza humana.
Gonçal Vicens Bordes
La Velleta Verda
***
Bibliografía
Abbagnano, Nicola (1981/1996). Historia de la
filosofía. Barcelona: Hora. ISBN 84-85950-06-2.
Arnau, Juan (2014). Manual de
filosofía portátil. Vilaür: Ediciones Atalanta. ISBN
978-84-940941-9-4.
Bréhier, Émile (1948). Historia de la
filosofía (3ª edición). Buenos Aires: Editorial Sudamericana.
Capelle, Wilhelm (2009). Historia de la
filosofía griega. Madrid: Editorial Gredos. ISBN
978-84-249-3616-7.
Copleston, Frederick Charles (2000-2004). Historia de la filosofía. Barcelona:
Editorial Ariel. ISBN 978-84-344-8769-7 / ISBN 978-84-344-8700-0.
Corbin, Henry (1994). Historia de la
filosofía islámica. Madrid: Editorial Trotta. ISBN
978-84-8164-373-2.
Entralgo, Pedro Laín; Marías, Julián (1964). Historia
de la filosofía y de la ciencia. Madrid: Guadarrama.
Fraile O.P., Guillermo; Urdánoz O.P., Teófilo
(1997-2013).
Historia de la Filosofía. 9 Vol.: I: Grecia y Roma; II.1ª: El
cristianismo y la filosofía patrística. Primera escolástica; II.2ª: Filosofía
judía y musulmana. Alta escolástica: desarrollo y decadencia; III: Del
Humanismo a la Ilustración (siglos XV-XVIII); IV: Siglo XX: Kant, idealismo y
espiritualismo; V: Socialismo, materialismo y positivismo. Kierkegaard y
Nietzsche; VI: De Bergson al final del existencialismo; VII: Siglo XX:
Filosofía de las ciencias, neopositivismo y filosofía analítica;. VIII: Siglo
XX: Neomarxismos. Estructuralismo. Filosofía de inspiración cristiana. Madrid:
Biblioteca de Autores Cristianos. ISBN 9788479141486.
Giannini, Humberto (2005). Breve
historia de la filosofía (20ª edición). Santiago de Chile:
Catalonia. ISBN 956-8303-23-5.
Gilson, Étienne (2007). La filosofía en la
Edad Media: desde los orígenes patrísticos hasta el fin del siglo XIV.
Versión española de Arsenio Pacios y Salvador Caballero. Madrid: Gredos. ISBN
978-84-249-2861-2.
Guthrie, William Keith Chambers (1992/1999). Historia de la filosofía griega. Madrid:
Gredos. ISBN 978-84-249-0947-5.
Marías, Julián. Historia de la
filosofía. Madrid: Revista de Occidente.
Russell, Bertrand (1946–1961). A History of Western
Philosophy. Gran Bretaña: Allen & Unwin.
Störig, Hans Joachim (2012). Historia universal de la filosofía (3ª edición).
Madrid: Tecnos. ISBN 978-84-309-5457-5.
Internet:
Webdianoia
Historia
natural del alma
(Basada
en la obra de L. Bossi y la historia del pensamiento de Arthur O. Lovejoy)
1. ¿Que es el alma?
2. El alma en la Antigüedad
3. El alma de los animales
4. El racionalismo y el hombre máquina
5. El Idealismo
6. Transformismo: la escala en
movimiento
Comentaris