El concepto de brujería


3. El concepto de brujería

        Hemos visto como Anna Armengol, de la Universidad Autónoma de Barcelona, define la Brujería utilizando lo que llama  el concepto acumulativo de brujería  que  se basa en la formación progresiva, en el tiempo, de los conceptos fundamentales que la definirán: el pacto con el diablo, el aquelarre, los vuelos, y por último, las metamorfosis. Esta teoría concuerda con la definición de Brian P. Levak quien tambien enumera cuatro aspectos fundamentales para definir el concepto de Brujería. 

      1. El pacto con el diablo suministró la base de la definición legal del delito de brujería; la idea se difundió en Europa a partir del siglo IX y tuvo su máximo auge en el siglo XVII. En resumen, se supone que la parte humana del pacto establecía un acuerdo similar a un contrato legal según el cual el diablo proporcionaba salud u otra forma de poder terrenal a cambio de servicios y la potestad sobre el alma después de la muerte. 


Grafica de el "Compendium Maleficarum" mostrando la ejecucion del Osculum Infame.

      En los siglos XII y XIII se tuvo la creencia de la existencia de una magia que,  utilizanado el conjuro,, podía controlar a los demonios.  Esta magia se conocía como necromancia, término que significa "evocación de los espíritus de los muertos". Los teólogos eclesiásticos consiguieron la condena de este nuevo tipo de magia argumentando  que los demonios no proporcionaban servicios sin exigir nada a cambio. Así, el mago se convirtió en hereje, ya que negaba a Dios, y un apóstata, porque renunciaba a su fe cristiana cuando accedía a adorar o servir al diablo.

      Todo este proceso iba unido a la enorme difusión de los temas diabólicos, tema que se inicia a partir de finales del siglo XIV. La Divina Comedia, en los años posteriores a la peste negra, describiendo los suplicios del infierno, es un ejemplo.  Esta expansión diabólica encuentra dos medios de comunicación que sirven para extremar su difusión: el teatro y la imprenta. En las representaciones teatrales salen, frecuentemente, personajes disfrazados de diablos. Entre los primeros incunables de Alemania y Francia aparece una historia de Satán escrita por Jacobus de Teramo, titulada Das Buch Belial (1473). 



Imágenes de Jacobus de Teramo Das Buch Belial (1473)


      No olvidemos tampoco que el Martillo de las brujas (Malleus Malleficarum), aparece en esta época: entre ediciones y reediciones se calcula que los ejemplares editados en Alemania de libros relacionados con la demonología o el demonio fueron aproximadamente unos 231.600 en la segunda mitad del XVI (J. Delumeau, La peur en Occident. París, Fayard, 1978, Pág. 314.). En el mismo sentido tenemos en 1581 el Fausto de Marlowe, en 1606 el Macbeth de Shakespeare y en 1633 las Novelas Ejemplares de Cervantes, obras que tocan directa o indirectamente el tema. De esta forma, cuando en el siglo XVII comienza la caza encontramos montada una superestructura ideológica creada sobre esta cuestión.

     2. El aquelarre es una invención del catolicismo que podemos describir como la inversión de las pautas morales de la sociedad o, mejor, una parodia de la misa. El concepto de aquelarre nace  durante las predicaciones que realizaron los monjes contra los herejes en los siglos XI y XII, de sus  invenciones retóricas y de la imagen sobre los herejes que fabricaron los escritores patrísticos, así como de  la convicción que tenían las autoridades rurales de que los herejes se reunían en secreto para practicar su doctrina y sus ritos (esta acusación nace del fracaso de su busca) y, finalmente, del contenido doctrinal de la herejía misma.


      Con estos elementos se construyó  un estereotipo del hereje como adorador secreto  y nocturno del diablo y sexualmente promiscuo. Según Mikel Azurmendi (“La invención de la brujería como akelarre”, Bitarte. Revista cuatrimestral de humanidades 4, 1995, p.15-37.) la palabra aquelarre no sería una palabra procedente del euskera, sino una construcción culta emanada del lenguaje jurídico, tesis corroborada por Henningsen (El invento de la palabra aquelarre”, en VV. AA., Historia y humanismo. Estudios en honor del profesor Dr. D. Valentín Vázquez de Prada, vol. I, Pamplona, 2000, p. 351-359), quienes señalan como probable “inventor” de la palabra, al inquisidor Juan del Valle Albarado. Esto contradice la teoría mantenida hasta ahora -defendida entre otros por Julio Caro Baroja- que afirma que en la descripción que hace el inquisidor Avellaneda en 1525 de las juntas y acciones de las brujas vascas, aparece la adoración al macho cabrío, llamado aquí "akerra" y las juntas, por lo tanto, serían akelarres, aunque reconoce que todavía no se usaba la palabra. Caro Baroja creía que la palabra es de origen vasco y que significaba el "prado del macho cabrío". 

     Juntamente con el boom demoníaco que arranca en el siglo XIV, podemos constatar entre 1330 y 1340 la aparición por primera vez del sabbat en los procesos inquisitoriales de la zona de Carcasonne y Toulouse. Es el caso de dos mujeres que confiesan, como Catalina, que allí adoraba al macho cabrío y se daba a él, así como a todos los presentes en aquella fiesta infame. Se comían en ella cadáveres de niños recién nacidos, quitados a sus nodrizas durante la noche; se bebían toda clase de licores desagradables y la sal faltaba en todos los alimentos.

        La otra acusada, Ana María Georgel, cocía en las calderas, sobre un fuego maldito, hierbas envenenadas, sustancias extraídas bien de los animales, bien de cuerpos humanos, que, por una profanación horrible, iba a levantar del reposo de la tierra santa de los cementerios para servirse de ellos en los encantamientos; merodeaba durante la noche alrededor de las horcas patibularias, sea para quitar jirones a las vestiduras de los ahorcados, sea para robar la cuerda que los colgaba, o para apoderarse de sus cabellos, uñas o grasa (J. Caro Baroja, Las brujas y su mundo, Madrid, Alianza, 1979 -1° ed. 1961-, págs. 115-118).


«Brujas asando un niño», xilografía del libro de Francesco Maria Guazzo, Compendium  maleficarum, Milan: Apud Haeredes August Tradati, 1626.



Canibalismo en Ein Erschröckenliche doch Warhaftige grausame Hungers nott Und Pestilenzische klag so im Landt Reissen und Littau fürgangen im 1573 Jar (Munich: Adam Berg 1573).


      3. El viaje o vuelo de las brujas se explica por la utilización de unturas que contenían alucinógenos entre sus ingredientes, los cuales provocaban en las brujas la sensación de estar recorriendo grandes distancias y hasta la fantasía de su presencia en el aquelarre. Los experimentos realizados en el siglo XX con los ingredientes enumerados en las recetas para estos ungüentos han demostrado que contenían atropinas y otros tóxicos que, en contacto con la piel, pueden producir una gran euforia, fantasías y sueños vividos. Sin embargo, Anna Armengol dice que se ha comprobado que las recetas antiguas para unturas voladoras contienen sólo elementos inertes. Los ungüentos de las brujas habrían de considerarse un elemento más de un folklore ingenuo o de la teoría demonológica y no como sustancias psicotrópicas eficaces, dice Armengol.


Goya. El vuelo de las brujas



Imagen de una bruja anunciando jabón Pears, 1899




       4. Y por último, sobre la metamorfosis diremos que es un concepto que no apareció con frecuencia en los juicios como para considerarla integrante del concepto acumulativo de brujería. Jean Bodin fue uno de los pocos que la aceptaron, pero sus ideas fueron rechazadas por Pierre Le Loyer y Martín del Río entre otros, que definían la metamorfosis como el producto de la ilusión demoníaca. Pero en algunas zonas de Europa se juzgaron y sentenciaron como brujas a varios lobos.

       En el Formicarius de Nider se nombra al hechicero Scavius quien supuestamente escapó de sus enemigos en múltiples ocasiones al metamorfosearse en un ratón. Antes de su muerte, Scavius fue responsable del tutelaje de Stedelen en la brujería. Este brujo fue acusado en Suiza por Meter von Greyerz, juez del Simmental, de haber practicado la brujería entre 1397 y 1406. Stedelen de Boltigen fue torturado y confesó que había usado la magia negra para destruir las cosechas. Hizo un pacto con el diablo y realizó una parodia de la misa, sacrificando un gallo negro en una encrucijada, colocando un lagarto debajo de la entrada de una iglesia de la zona. El juez lo acusó de poder transformarse en ratón, de fabricar granizo y tormentas de truenos, de convertir a la gente y a los anímales en estériles, de hacer enloquecer a los caballos. El juez creyó en la existencia de un culto satánico cuyos practicantes se comían a los niños en las iglesias por la noche, por eso ordenó la muerte de Stedelen que fue quemado en una estaca.



Grabado realizado por Lucas Cranach el Viejo en 1512, donde se muestra a un hombre lobo.

      Dice Julio Caro Baroja (El ballet del inquisidor y la bruja) que el magistrado de Burdeos Pierre De Lancre a comienzos del siglo XVII achicharró una buena porción de brujas y brujos en el dulce país vecino al suyo, el país del Labourd. Este magistrado publicó en 1612 un grueso tomo recogiendo sus experiencias como tal incinerador. El libro (Tableau de l'inconstance des mauvais anges et demons, 1612) lleva de lema una prescripción del Éxodo, capítulo veintidós, versículo dieciocho, que en la versión española de Cipriano de Valera, se traduce así: «A la hechicera no dejarás que viva». El Éxodo es un libro compuesto de partes muy distintas entre sí, que abarca la historia de los israelitas en la época de los grandes movimientos. Sea la que sea la fecha en que se compiló y fijó su texto, resulta claro que de él arrancará todo lo que puede decirse de la hechicera o la bruja ante el inquisidor o el juez laico en los países cristianos. La ley rotunda, breve, queda ampliada en el Deuteronomio (XVIII, 11-12). De esta manera, en el mundo cristiano, las leyes represivas arrancan del «Éxodo» y llegan a los códigos de Teodosio y Justiniano, para pasar luego a otras colecciones.

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