La exploración del mundo
El afán de conquista, la búsqueda de
riquezas y la presión demográfica impulsaron a lo largo de la historia los
viajes que hicieron posible el descubrimiento de nuevas tierras y la
exploración geográfica del planeta. Aquello del simple ánimo aventurero
–y demás cuentos del mismo estilo- se lo dejo para los amantes de las rentas
ajenas que se autodenominan “emprendedores”. La mayoría de estos “aventureros”
demostraron un gran celo en ocultar sus “descubrimientos”, mintiendo y tergiversando
sus exploraciones por motivos comerciales.
Algunos se empeñan en diferenciar entre
grandes migraciones –como las prehistóricas o las invasiones bárbaras- y la
exploración geográfica, acción emprendida y asumida conscientemente por un determinado
pueblo o estado. Aseguran que esta operación implica un “grado de civilización
desarrollado”, tan desarrollado que lleva a los europeos, por ejemplo, a
exterminar los nativos americanos.
Todos estos razonamientos burgueses
únicamente intentan disimular las barbaridades y el latrocinio de unos pueblos
sobre los otros. Esquilmar las tierras de otro pueblo no es civilización, sino
todo lo contrario.
Esta costumbre de esclavizar a seres
humanos no es patrimonio de los europeos, pues también lo hicieron los árabes
con ellos. Robert C. Davis en Christian
Slaves, Muslim Masters [Esclavos cristianos, amos musulmanes] afirma que la costa de Berbería, que se
extiende desde Marruecos hasta la actual Libia, fue el hogar de una próspera
industria del secuestro de seres humanos desde 1500 hasta aproximadamente 1800.
Las principales capitales esclavistas eran Salé (en Marruecos), Túnez, Argel y
Trípoli. Los europeos tardaron en acabar con este “negocio” pues las armadas fueron
demasiado débiles durante la mayor parte de este período y no pudieron poner
fin a esta piratería.
Jean-Léon Gérôme. Fragmento de Mercado de esclavos, 1867.
Los
cálculos de Robert
C. Davis afirman que entre 1530 y 1780 hubo, con casi total
seguridad, un millón y tal vez hasta millón y cuarto de cristianos blancos
europeos esclavizados por los musulmanes de la costa bereber. De ser cierta
esta cifra, supera con creces la cantidad generalmente aceptada de 800.000
africanos transportados a las colonias de América del Norte y más tarde a los
Estados Unidos.
Los
esclavos muertos durante la travesía transatlántica eran arrojados por la borda
para aligerar la “carga”
Por lo tanto, sostengo que tanto las
migraciones como las exploraciones vienen impulsadas por el hambre o por el
afán de enriquecerse de algunos. Los supuestos exploradores que tienen
“consciencia” de lo que hacen y por donde viajan, en realidad lo que pretenden es
dejar constancia de su conocimiento sobre las tierras descubiertas. ¡Claro
que sí, para marcarles el camino a los piratas que vendrán después a arrasar
las nuevas tierras!
Las primeras exploraciones de la
antigüedad, según algunos, fueron obra de los Tartessos que exploraron el
Atlántico hasta Cornualles y el Mediterráneo Oriental. Los primeros viajes
conocidos en Mesopotamia corresponden a la expansión y conquista de los reyes
de las ciudades sumerias. Lugalzagezi de Umma, dominaba desde el Mar
Interior (golfo
Pérsico) al Mar Superior (Mediterráneo), y Sargón de Acad adquiere fama de ser el mayor conquistador al
explorar los montes
del Tauro y la parte oriental de
la península
de Anatolia, las costas del golfo Pérsico y la región del Elam.
Las grandes exploraciones sumerias cristalizarán en las famosas leyendas sobre
maravillosos viajes como el del héroe Gilgamesh.
El
mundo según Herodoto (450 d.C.)
También nos ocuparemos de los viajeros
egipcios como Herkhuf
y Henu,
y del comercio que mantenían por el Mediterráneo con Biblos y con el país del Punt
en el Mar Rojo y, por el interior con las tierras de Yam (Nubia).
Una de las primeras culturas exploradoras
fue la cretense, que entre el año 3000 y el 1200 a.C. se extendió por la
península griega, el mar Adriático y el mar Negro. Su preeminencia marítima terminó con la
invasión doria (c. 1200 a.C) y pasó a los fenicios. Desde Biblos, Sidó o Tiro,
sus naves exploraron el Mediterráneo occidental, fundando factorías en
Cartago, Siracusa y Gádir (Cádiz, recinto
amurallado). Muchos piensan que traspasaron el Atlántico llegando a las
islas británicas. Así mismo cruzaron el Bósforo y desde el mar Negro
ascendieron hasta el Cáucaso.
Las
rutas comerciales de los fenicios. Fuente: Audiolibrosgratis
Entre los siglos VIII y VI a.C. el
Mediterráneo es dominado por los griegos. Piteas (330 a.C.) exploró las costas de las islas
británicas, rebasó Islandia y penetró en el círculo polar ártico. Alejandro Magno,
el 334 a.C. explora las costas del golfo de Omán, las riberas del Indo, los
desiertos del Asia central y la ruta de la seda.
Se dice que los romanos no realizaron
grandes descubrimientos, limitándose a ocupar las tierras ya conocidas. En
aquella época se conocía el mundo desde los 54° de latitud N hasta el trópico y
desde el Atlántico hasta China, como lo demostró la Geografía
de Estrabón y los mapas de Tolomeo, que defendía la
esfericidad de la Tierra.
El
viaje de Piteas. Fuente: Trianguloequidlatere
La caída del Imperio Romano supuso el
comienzo del periodo conocido como Edad Media, durante el cual los mejores
exploradores fueron los vikingos, musulmanes y venecianos. Erik el Rojo visitó Groenlandia (c. 950) y el años 1001, su hijo Leif Erikson se desvió de la ruta y llegó a la península
norteamericana del Labrador, que él denominó Vinland, o país del vino, pero
Occidente no tuvo noticias de este descubrimiento.
Las
exploraciones de los vikingos. Fuente:
The Vinland Map,
Brandeis University
Detalle
del mapa de Vinland. Fuente:
The Vinland Map,
Brandeis University
Exploraciones
musulmanas
Desde la Edad Media, los territorios centrales
del Islam estuvieron atravesados por las
rutas del comercio internacional, en especial, la llamada Ruta de la Seda, una
red de rutas caravaneras que transitaban toda
Asia. La otra gran ruta comercial conectaba las más importantes ciudades del norte de África, como Fez, Túnez o El
Cairo, con los grandes imperios
musulmanes del África subsahariana, mediante una red de caminos que atravesaban todo el desierto del Sahara.
Los grandes conocimientos astronómicos, cartográficos
y geográficos musulmanes impulsaron las navegaciones marítimas, no sólo por el
Mediterráneo, bajo control musulmán desde el siglo VIII al XVII, sino también el
Océano Índico por el que navegaron, desde mediados del siglo IX, comerciantes árabes
y persas hasta sus factorías en las costas de Java, Sumatra o China, gracias a
su capacidad de dominar los vientos monzónicos.
Mapamundi
de Al-Idrisi 1154. Fuente: paraquefuturoeducamos
Fruto
de esta actividad viajera se desarrolló un género literario específico, de modo que llegaron a
escribirse todo tipo de tratados, entre los que destaca el de Ahmad ibn Mayid
hacia 1450, una guía náutica del mar
Rojo y del Océano Indico. Otras veces se
trataba de simples cuentos o fantasías como el relato de Simbad
el Marino de Las mil y una noches.
La mayoría de ocasiones se trataba descripciones
geográficas de las tierras visitadas, genero conocido como rihla
o viajes por etapas, surgido en el
siglo XII, como el Ajbar al-Sin (“Informe sobre China”) y el Ajbar
al-Hind (“Informe sobre India”),
escritas ambas por Suleiman el Comerciante.
Viajeros árabes de 1237. Manuscrito iluminado
Maqamat de Al-Hariri (1054-1122), pintado en Iraq en el estilo de la escuela de
Bagdad de Yahya ibn Mahmud al-Wasiti. Fuente: Bibliothèque Nationale de France. MS Arabe
5847
Son numerosos los viajeros musulmanes,
destacando Abu-l-Hassan
Ali ibn al-Hussain al-Masudi (871-957) que recorrió buena parte de
Oriente –India, China o Sri Lanka–, al-Ándalus
y las costas de África oriental. Tambien recordar el viaje de Abu Hamid
al-Garnati (1080-1169),
nacido en Granada, que recorrió el norte de África, Siria, Iraq, Persia, y el sur y centro de
Rusia. También hay que señalar al
valenciano de Xàtiva Ibn Yubair (1145-1217),
que escribió una rihla de gran importancia, debido a la abundancia de
los datos etnográficos e históricos
aportados y a su calidad literaria.
Mapa
de la primera travesía de Ibn Yubair desde Ceuta hasta La Meca.
Probablemente, el más conocido de todos
los viajeros musulmanes de la Edad Media
sea Ibn
Batuta (1304-c. 1369), quien escribió
un Rihla (Viajes) que constituye una valiosa
fuente de información sobre la historia y la geografía del mundo musulmán
durante la edad media. Batuta era un bereber que llegó hasta la China, en el
Oriente; visitó Tombuctú y la curva del río Níger en África occidental; visitó
las estepas rusas, recorriendo los territorios de la Horda de Oro, el valle del
Indo, las islas Maldivas, Ceilán, Bengala…
Maqamat
of al-Hariri. Bibliothèque nationale de France, manuscrito árabe 5847, 1237AD. Folio
51 Recto: maqama 18. Abu Zayd viajando.
El último de los grandes aventureros musulmanes del periodo medieval es Hasan ibn Muhammad al-Wazzan al-Fasi, más
conocido en occidente por el nombre
cristiano de León
El Africano (1488-1554), nacido en el reino nazarí de Granada, que escribió Della descrittione
dell'Africa et delle cose notable che ivi sono (“Descripción
de África y de las cosas notables que allí hay”).
Retrato
de un humanista pintado por Sebastiano del Piombo, posible retrato de León el
Africano (Galería Nacional de Arte de Washington). Fuente: Wikipedia
Hay evidencias de que los musulmanes, antes
de 1492, se adentraron en el océano Atlántico y algunos textos sugieren la posibilidad de que algunos de ellos pudieran
haber alcanzado las costas americanas. El más antiguo de estos textos es el ya citado
Muruj adh-dhahab wa maadin al-jawhar (“Los
prados de oro y las canteras de joyas”), de al-Masudi (871-957), en el cual
se afirma que, durante el reinado del califa andalusí Abdullah ibn Muhammad (888-912), un
navegante cordobés llamado Jashjash ibn Said ibn Asuad zarpó de Delba
(Palos) en 889 y, cruzando el “mar
tenebroso”, llegó a un territorio desconocido (ard majhula) de donde
regresó con tesoros fabulosos.
Otros textos serían el del historiador
andalusí llamado Abu Bakr ibn Umar al-Gutiyya, que nos relata el viaje del Ibn Farruj, de Granada, que partió en 999, adentrándose en el Atlántico y desembarcando en las Canarias, desde donde continuó hacia
el oeste descubriendo las islas Capraria y Pluitana. También cabe mencionar el escrito de al-Idrisi Nuzhat al-Mushtak fi Ijtirak al-Afak (“Pasatiempo de quien está poseído por el deseo de abrir
horizontes”), nos relata la historia de
los hermanos al-Mugarribun –también conocidos por el nombre latinizado de “los Almagrurinos”–, quienes
en el año 1013 zarparon desde Lisboa
para adentrarse en el “mar de las tinieblas” hasta alcanzar “la isla de los
hombres rojos”.
Los
dos posibles recorridos que se cuentan en el libro de al-Idrisi. Fuente: Muslimwiki
Uno
de los textos mejor documentados sobre estos viajes trasatlánticos es el de Ibn Fadl
al-Umari
(1300-1384), quien, en su libro Massâlik
al-absâr fi mamâlik al-amsâr, no narra el viaje de una flota de
doscientos barcos del emperador de Malí, Mansa Musa, hacia las costas americanas.
Ya después de 1492, mención aparte merece
la figura del turco Piri Reis (1465-1554), almirante de la marina
otomana, famoso por su gran obra el Kitab-i Bahriye (“Libro de las materias marinas”), un atlas náutico
editado en 1525, el cual destaca por
contener un famoso mapa elaborado por el almirante otomano y conservado
actualmente en el museo Topkapi de Estambul (Turquía), tras ser recuperado en 1929.
Con anterioridad a este mapa, sólo se conserva
otro que reproduzca la costa americana, y es el compuesto alrededor de 1500 por
el español Juan
de la Cosa.
Mapamundi
de Juan de la Cosa 1500
Así pues, podemos concluir que antes de
que los pueblos de Europa occidental
iniciaran la llamada “época de
los descubrimientos” (siglo XVI), otras culturas del Viejo Mundo, como la
musulmana o la china, trataron de
estudiar y comprender el mundo que las rodeaba a través de la ciencia y de los viajes. Entre los siglos IX al XI
los mercaderes árabes recorrieron los países del Índico, así como las rutas
comerciales del Asia central que conducían a China y Extremo Oriente. En el
siglo XIII descubrieron Siberia.
Los
relatos de estos fabulosos viajes fueron conocidos en Europa y estimularon a
los mercaderes venecianos, como los Polo, que atravesaron la meseta de Pamir,
el desierto de Gobi y llegaron a Pekín, donde se entrevistaron con el Kan
mongol Kublai Kan. El joven Marco Polo salió en 1271 y permaneció en China
hasta el 1295.
Planisferio de Cantino (1502). El mapa
se caracteriza por representar con gran precisión zonas del mundo hasta
entonces poco exploradas por los navegantes europeos. La costa de Brasil,
así como sus territorios actuales, aparece parcialmente trazada, confirmando la
conjetura de Pedro Álvares Cabral, que dos años antes mencionó que Brasil no
era sólo un territorio pequeño, sino quizás un continente que se extendía mucho
más al sur. La línea del Tratado de Tordesillas aparece
demarcada. Fuente: Wikipedia
Exploraciones
atlánticas
El cierre de las rutas orientales por los
turcos otomanos dejó desabastecido al occidente europeo de las especias y
metales preciosos orientales, obligando a los comerciantes a buscar una ruta
alternativa. Los adelantos técnicos (timón, astrolabio, brújula, nuevos barcos),
el conocimiento de que la tierra era redonda, el aumento de población…
estimularon los viajes atlánticos.
A finales del siglo XV dos reinos de la
península Ibérica inician una búsqueda de rutas hacia el país de las especias,
demostrando especial interés por las costas africanas. Asegurada la independencia
lusa, Portugal ocupa Ceuta en 1415, las islas Azores en 1427, en 1434 Gil Eanes llegó al cabo Bojador y
deshizo los temores de los navegantes, pues según antiguas leyendas, los mares
al sur de las Canarias estaban poblados de monstruos. En 1482 Diogo Cão reconoció la costa del Congo, cinco años después Bartolomeu Dias dobló el cabo de Buena Esperanza y se adentró en el océano Índico, y en 1498 Vasco da Gama desembarcó en la India.
La
nave de St. Brandan en el dorso de una ballena. Escaneado del libro (2013) de Chet Van Duzer publicado por la British Library: Sea Monsters on Medieval and Renaissance.
Fuente: Flickr
de la Galería
de peacay
A finales del siglo XV, Castilla
conquistó las islas
Canarias. Colón era conocedor de la teoría tolemaica de la
esfericidad de la Tierra, lo que le hizo que navegando por el Atlántico hacia
el oeste llegaría al lejano oriente, lo que le permitió descubrir América en
1492. Los geógrafos no tardaron en darse cuenta de que América era un nuevo
continente que se interponía en el camino hacia Asia. El hallazgo de este
continente abrió el camino a múltiples expediciones de exploración y
conquista.
Así pues, todos los navegantes trataron
de hallar el paso marítimo que les condujera hacia Asia por el oeste. En 1513, Vasco Núñez de
Balboa cruzó Panamá y descubrió el
océano Pacífico. Fernando de Magallanes
partió en 1518 para tratar de dar la vuelta al mundo. En 1520 descubrió
en el extremo meridional de América el estrecho que lleva su nombre: el primer
paso marítimo entre el Atlántico y el Pacífico. El viaje continuó pese a la
muerte de Magallanes, y en 1522, Juan Sebastián Elcano
concluyó la expedición al llegar a España: se había demostrado la esfericidad de la
Tierra.
Primera
circunnavegación mundial. Fuente: Wikipedia
Los portugueses centraban todos sus esfuerzos en el lejano oriente, al que accedían navegando por el sur de África y el océano Índico. En 1540 habían conseguido el enclave comercial de Macao, en la China. A partir de la década de 1530, los portugueses exploraron y colonizaron la costa brasileña, descubierta por Pedro Álvares Cabral en 1500.
Los grandes descubrimientos de los siglos
XV, XVI y XVII abrieron nuevos mercados para los europeos, lo que favoreció el
desarrollo de su industria, al tiempo que conseguían materias primas baratas,
metales preciosos y, sobre todos, nuevos alimentos como la patata y el maíz,
que permitieron abaratar los salarios de los trabajadores, de manera que las
ganancias de los empresarios aumentaron considerablemente.
En el campo cultural se ampliaron los
horizontes geográficos, al tiempo que se modificaban las concepciones
tradicionales sobre la historia, la antropología, el derecho… En el terreno
político se modificaron las relaciones de poder entre las coronas europeas, al
tiempo que comenzaron los primeros conflictos a escala mundial.
América
del Norte y el Paso del Norte
América del norte fue explorada primero
por los españoles, y después por los franceses y los ingleses. En 1497, Giovanni Caboto dirigió una expedición inglesa que alcanzó las
costas de Nueva Escocia y Terranova, pero al no encontrar el paso hacia
el oeste los británicos renunciaron a su exploración.
Giovanni
Caboto desembarca en las orillas del Labrador. Ilustración de la Gran Columbian
Exposition de 1892, de la biblioteca The Library at The Mariners’ Museum, E178.
El
siglo XVII
Los comerciantes de pieles franceses y los
colonos ingleses se expandieron por Norteamérica, por la costa atlántica y por
la bahía de Hudson. Mientras tanto, España ponía en explotación las
tierras conquistadas del Nuevo Mundo.
La antigua idea sobre la existencia de un
vasto continente austral quedó reforzada con los descubrimientos españoles en
el Pacífico (Filipinas).
En 1605, una expedición holandesa avistó las costas noroccidentales de
Australia y, en 1642, Abel Tasman descubrió
Tasmania, Nueva Zelanda y las islas Tonga. No obstante, sólo después
de los viajes del británico James Cook por
el Pacífico (1768-1779) y las costas orientales de Australia empezó a
colonizarse el continente oceánico.
James
Cook presencia un sacrificio humano en Tahití (Otaheite) c. 1773. Grabado de una edición 1815 de los
viajes de Cook. Fuente: Wikipedia
El
Siglo de las Luces: siglo XVIII
Se suele decir que durante el siglo XVIII las exploraciones geográficas adquirieron un carácter científico y una organización metódica. En realidad, los reyes y zares, así como los banqueros que financiaban las expediciones, obligaron a los marineros a incluir en sus barcos a naturalistas y geógrafos para que documentasen todo lo que viesen y, de esta manera, al regreso los patronos poder decidir la mejor manera de explotar o sacar beneficio de sus inversiones.
Los
zares rusos impulsaron desde 1733 la exploración de Siberia, aunque históricamente
la conquista de Siberia comienza en 1580
cuando medio millar de cosacos liderados por el atamán Yermak
Timoféyevich invadieron el
territorio de los mansi, sujetos al kan Küçüm. Los acompañaban 300 esclavos
lituanos y alemanes que los Stróganov
habían comprado al zar. Durante todo el año de 1581 atravesaron el territorio
conocido como Yugra y sojuzgaron las ciudades de los mansis y ostiakos. El primer
explorador ruso atravesó los Montes Urales y
exploró el río
Obi, consiguiendo expulsar a los mongoles de la región.
Yermak Timoféyevich
Entre los más importantes exploradores
rusos tenemos a Demid
Sofonovich Pyanda (¿?–después de 1637), quien entre 1620-24,
mientras lideraba una partida que estaba en Siberia cazando y comprando pieles
a los locales, se convirtió en el primer ruso que remontó el río Tunguska Inferior, un afluente del curso inferior del río
Yeniséi. También se cree que llegó a las proximidades del río Lena, uno de los mayores
ríos del mundo. Además se cree que descubrió Yakutia y, posiblemente, fue el
primer ruso que se encontró con yakutos y buriatos.
El relato de la exploración del río Lena por Vasily Bugor sucedió
entre 1628-30. Entre el viaje de Pyanda y el viaje de Bugor, otros exploradores
realizaron varios intentos de llegar al Lena: Grigori Semenov lo buscó en 1625 (uno de sus hombres, Matvey
Parfyonov se cree que habría
llegado al río); Bazhen Kokoulin viajó al
Lena en 1626 y Vasilyev
Martemyan en 1627-28. Todos ellos
descendieron hasta el Lena a través de su afluente el Vilyuy, a diferencia de
Pyanda o Bugor que lo hicieron a través de los ríos Angará y Kirenga.
Etapas del viaje de
Pyanda
En 1631 se fundó en territorio yakuto la
primera ciudad rusa (Yakutsk) y se llegó a Buriatia, fundando dos
nuevas ciudades rusas (Chitá, 1635 y Nérchinsk en 1654). El
explorador que realizó esta hazaña fue otro cosaco, llamado Piotr Ivánovich Bekétov (сa. 1600-ca. 1661).
Fedot
Alekséyev Popov (¿?-entre 1648 y 1654)
apodado el Jolmogoriano por su lugar
de nacimiento (Jolmogory), fue un explorador ruso que organizó la primera
expedición europea a través del estrecho de Bering
que compartió con Semión Dezhniov (Wikipedia).
La Exploración de Siberia
10. Vitus
Bering
El danés Vitus Jonassen Bering
descubrió el angosto paso que separa América de Asia. Asimismo, las costas del
noroeste de América y las islas oceánicas fueron recorridas por Louis-Antoine
de Bougainville (1766-1769), James Cook (1768-1779) y el conde de La Pérouse (1786-1788).
Reconstrucción danesa del aspecto de Vitus Bering. Fuente: © Horsens Museum
Exploraciones geográficas durante los siglos XIX y XX
A fines del siglo XVIII se conocían todos los continentes y se habían recorrido todos los océanos, pero quedaban por explorar las regiones ártica y antártica hasta los polos y el interior de algunos continentes. Estas empresas, en las que estuvieron ausentes las antiguas potencias descubridoras, España y Portugal, fueron obra de franceses, británicos, suecos, estadounidenses y noruegos.
Los
viajes de Livingstone en África entre 1851 y 1873. Fuente: Wikipedia
Durante el siglo XIX se multiplicaron las
expediciones al interior de África, impulsadas por motivos económicos,
políticos (Imperialismo, o séase, intención de los grandes empresarios y
corporaciones financieras de asegurarse los nuevos mercados y los territorios
ricos en materia prima) y científicos (los vasallos ilustrados encargados de
hacer un memorándum o catálogo de las riquezas que pueden disfrutar sus
patronos capitalistas). James Kingston Tuckey, David Livingstone y Henry Morton Stanley
exploraron el río Congo, el Zambeze y las cabeceras del Nilo, y en 1858,
J. H. Speke encontró las fuentes de este río.
Fotografía
sin fecha de Henry Morton Stanley con Kalulu, el niño africano que
"adoptó" como su paje de armas y siervo. En 1877 Stanley bautizó el
lugar de la muerte del niño en el río Congo como “Kalulu Falls”. (Archives of
Charles Scribner’s Sons, Manuscripts Division). Fuente: Princeton.edu
En América del norte, desde fines del siglo XVII, cuando Alexander Mackenzie exploró el río que lleva su nombre, se sucedieron innumerables expediciones en las que tramperos y aventureros buscaron el camino hacia el oeste de Canadá y de los Estados Unidos; de este modo se inició el poblamiento de regiones hasta entonces virtualmente deshabitadas.
La penetración en el polo norte tuvo un primer hito con la expedición de William Parry, que en 1828 avanzó hasta los 82° de latitud N, pero el primero en llegar fue el estadounidense Robert E. Peary, en 1909. Durante todo el siglo XIX se sucedieron las expediciones hacia la Antártida, cuyas costas e islas próximas eran frecuentadas por cazadores de focas. El continente fue circunvalado entre 1839 y 1843 por James Clark Ross, que también descubrió el mar de Ross y tierra de Victoria. La expedición de Ross demostró que la Antártida era un continente. Los intentos de llegar al polo sur durante el siglo XIX fracasaron. Hubo que esperar a que el noruego Roald Amundsen lo alcanzase en 1911.
Roald
Amundsen, Helmer Hanssen, Sverre Hassel y Oscar Wisting en "Polheim",
la tienda levantada en el Polo Sur el 16 de diciembre de 1911. La bandera
superior es la bandera de Noruega. Fotografía de Olav Bjaaland.
En el siglo XX aún quedan algunos
territorios por explorar, como los territorios interiores de la selva brasileña y las cordilleras chinas del Kunlun y el Tíbet oriental.
Cordilleras
chinas del Kunlun
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