Evidencias de un pensamiento complejo
Los prehistoriadores piensan que el
desarrollo de armas complejas, o la aparición en los yacimientos de objetos
coloreados y adornos, pueden considerarse como prueba de la existencia de
pensamiento complejo en sus creadores.
Así lo defiende el arqueólogo Kyle S. Brown, de la Universidad de
Ciudad del Cabo, quien asegura que el mejor indicio para determinar la
inteligencia son los utensilios de piedra fabricados por el hombre.
Estas evidencias o marcadores encontrados
en los restos arqueológicos determinan el nivel de simbolismo alcanzado por el
hombre, entre los que destacan las armas y los utensilios, primero de piedra y
posteriormente de hueso, maderas… etc. Instrumentos que se harán cada vez más
pequeños y de talla compleja.
Otro marcador de la presencia de los
seres humanos lo constituye la forma en que aprovechan los recursos marinos y
fluviales, como peces y moluscos, así como el incremento de vegetales en su
dieta. Muy relacionado con la obtención de los alimentos está la planificación
de su territorio en áreas para que les provengan de diversos recursos,
atendiendo a las circunstancias climatológicas, con lo cual consiguen reducir
su movilidad. Aparecen entonces extensas redes sociales que controlan grandes
territorios y surge el intercambio de materias primas, objetos e ideas a larga
distancia.
Fotograma
de la película Ao, le dernier Néandertal,
de Jacques
Malaterre, que muestra a un niña marisqueando.
Huellas de manos
auriñacienses
Escena
idealizada que muestra el posible intercambio cultural entre cromañones y
neandertales. Ao, le dernier Néandertal,
de Jacques
Malaterre. Jean Clottes y David Lewis-Williams en Los Chamanes de la Prehistoria aseguraban que el hombre primitivo creía que se podía comunicar con el mundo de los muertos a través de las paredes de las cuevas.
También la aparición de los objetos
coloreados y otros adornos, es decir, las expresiones simbólicas del
pensamiento humano, son importantes para determinar su nivel de humanidad:
utilización de colorantes para espolvorear los huesos de los difuntos como
sustitutos de la sangre; brazaletes, collares, pendientes… son ornatos que
demuestran que se ha despertado en el hombre el sentimiento artístico,
corroborado por la utilización de instrumentos musicales.
En el valle del río Ach,
al sur de Alemania, se ha encontrado una flauta tallada en el hueso de un ala
de un buitre gigante. Pertenece a la cultura Auriñaciense (Paleolítico
superior) y es parte del tesoro de la cueva Hohle Fels (Roca Hueca), donde
también fueron encontrados una Venus de marfil y un Falo de piedra. Fuente: La Memoria del Viento
Con la aparición del arte rupestre y el
arte mobiliario, los objetos de arte se convierten en referencias materiales de
las identidades locales y regionales. Los adornos también pueden significar la
presencia incipiente de una diferenciación social o la aparición del sentido de
autoconsciencia o individualidad personal frente al grupo social. Finalmente,
se producen una serie de conductas que determinan la aparición de nuevas formas
de conocimiento, como la que proporcionan los símbolos, siendo el lenguaje
articulado y metafórico el sustento social de estos procesos simbólicos.
Representación de un chamán del auriñaciense, con una piel de oso.
Fuente: Terrae
Antiquae
Encuentro
entre cromañones y Ao el neandertal, fotograma de la película Ao, le dernier Néandertal, de Jacques
Malaterre. Fuente: L’Express
Recreación
de un grupo de neandertales según la película Ao,
le dernier Néandertal, de Jacques Malaterre
Según el estudio de Kyle S. Brown realizado sobre
las excavaciones de Pinnacle Point, un pequeño promontorio en la
costa sudafricana, el Homo sapiens
comenzó a utilizar herramientas de piedra sofisticadas antes de lo que se
pensaba, hace al menos 71.000 años, y transmitió este conocimiento a sus
descendientes, lo que implica el desarrollo de una capacidad de pensamiento
complejo, según un estudio publicado en la revista Nature
de noviembre de 2012. Esta aseveración surge del estudio de unas pequeñas
cuchillas de piedra tallada (menos de 50 mm) encontradas en dicho yacimiento
sudafricano, la cuales fueron utilizadas para elaborar armas y utensilios
artísticos, lo que indicaría que estos hombres ya disponían de la habilidad cognitiva necesaria
para diseñar herramientas complejas. Este descubrimiento hace más creíble la
hipótesis de que el ser humano moderno se originó en el sur de África.
El ser humano se refugió en los
bosques de la costa sudafricana huyendo de la aridez y los desiertos del
continente africano.
El sur
de África constituye el origen del Homo sapiens sapiens para muchos investigadores
Otros investigadores (Kyle
S. Brown, Curtis W.
Marean, Zenobia
Jacobs, Benjamin
J. Schoville, Simen
Oestmo, Erich C.
Fisher, Jocelyn
Bernatchez, Panagiotis
Karkanas & Thalassa
Matthews) corroboran que las armas de hace 71.000 años, encontradas en Pinnacle Point, cerca de Mossel Bay, constituyen una
tecnología nueva que permitió que el hombre moderno pudiera disparar
proyectiles mortales a una mayor distancia. Esta tecnología se afianza en otras
regiones de África y Eurasia hace unos 20.000 años.
Según Curtis W. Marean, director principal de
la investigación, publicada en ‘Nature’ (Nº 491, 590-593, 2012), estas armas
pudieron sentar las bases para la expansión de los humanos modernos fuera de
África y la extinción de muchas presas, “así como de las especies hermanas,
como los neandertales”.
Pequeñas
cuchillas de piedra tallada de las excavaciones de Pinnacle Point
Kyle
S. Brown
asegura que fabricaban
armas ligeras que podían ser utilizadas como proyectiles, tales como flechas o
dardos de arcos y propulsores. En la fabricación de estos objetos fue necesario
tratar las piedras con fuego, otro avance tecnológico que fue descubierto en
2009 por el mismo equipo investigador en la costa de Sudáfrica. Estas
herramientas fueron esenciales en el triunfo de la emigración que condujo a los
Homo sapiens fuera de África.
En la última década, el origen de la conciencia en los Homo sapiens,
presente en África desde hace unos 140.000 años, se ha convertido en un tema
primordial para los arqueólogos, que se preguntan si apareció al mismo tiempo
que la anatomía moderna o si surgió a partir de una mutación genética
posterior. Brown y su equipo defienden que tanto el cuerpo como el pensamiento
evolucionaron al mismo tiempo.
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