Persecuciones de brujas
1º. Final de la Cruzadas. Siglo XIII.
Se produce una confraternización en las fronteras,
entrada de las ideas maniqueas, dualistas: gnosticismo. Se llega a un
conocimiento de las filosofías orientales, de la filosofía árabe, que influye
en las ideas cátaras, valdenses y búlgaros (confundidos con los bogomilos, a
quienes se acusaba de sodomía, de ahí deriva la palabra castellana bujarrón) La Iglesia, una vez vencidos
sus enemigos exteriores, crea la Inquisición para controlar a los interiores,
es decir, a quienes considera herejes.
Comienza el ataque a
los Caballeros Templarios, que además de riquezas temporales, tienen nuevas
ideas orientales, como el gnosticismo, constituyendo un cuerpo dentro de la
Iglesia totalmente independiente. Acusados de herejía en 1307 por el rey
francés Felipe IV, dijo que adoraban al
demonio, que habían vendido sus almas, que realizaban sacrificios de niños recién
nacidos, que quemaban a los muertos y bebían sus cenizas. Torturados a placer,
en 1312 la orden quedó totalmente destruida: 1500 miembros fueron ejecutados y
54 quemados lentamente a las afueras de París.
Según los gnósticos Bogomilos, Dios, el Padre Supremo, tiene dos hijos, el
mayor el demiurgo Satanael (Satan) y el joven Jesús el Cristo (para otros
Miguel). Dios sentó a su derecha a Satanael, a quien le pertenece el derecho de gobernar el
mundo celestial, pero lleno de orgullo, se rebeló contra su padre y cayó del
cielo. Luego creó el mundo visible, a imagen de lo celestial y por último creó
al hombre y la serpiente que se convirtió en su ministro. Más tarde, Cristo
vino a la tierra con el fin de mostrar a los hombres el camino al cielo, pero fue
muerto, sin poder arrebatar el poder a su hermano el Demiurgo Satanael, es
decir, Satanás. Esta creencia en la impotencia de Cristo tiene como
consecuencia lógica que los bogomilos creen en la necesidad de aplacar a
Satanás, el príncipe de este mundo y su creador, porque siendo todopoderoso es
necesario adorarlo para tenerlo aplacado. Estas creencias pasaron a muchos
grupos gnósticos, tal vez a los templarios y a los cataros. Sin embargo, los
ataques que recibieron estos grupos de parte de los monarcas franceses tuvieron
claros intereses económicos: arrebatarles sus riquezas o sus territorios
productivos. Pero supieron enmascararlos con acusaciones religiosas.
Prisioneros cataros y desfile de flagelantes
2º. Siglo XV, después de la Peste Negra.
Se produce grandes sublevaciones
campesinas, como las “jacqueríes francesas”, debido al hambre y a las fuertes
imposiciones con que gravan los nobles a los campesinos. Mucha gente
desesperada se lanza a recorrer los caminos de Europa, desnudos e inflingiéndose
daños a sí mismos: son las danzas de los flagelantes. También se produce la
aparición del nacionalismo.
Museo del Prado
Juicio de Juana de Arco (1430). Se trata de una bruja practicante de la Vieja
religión, nacida en Domrémy, donde los campesinos danzaban alrededor del árbol
sagrado en un bosque encantado. Fue quemada y sus cenizas arrojadas al río
Rouen, donde se realizaban sacrificios humanos antiguos.
Gilles de Rais (+1440). Compañero de Juana
de Arco, llamado “Barbazul” atrajo multitud de muchachos con los que realizó
prácticas sexuales y después los asesinó. Dicen que estaba impulsado por el
diabolista Francesco Prelati, del que se decía poseía poderes psíquicos.
Juicio de Arras en 1459. Es un juicio
contra los Valdenses que fueron acusados de robar las hostias para mezclarlas en
sus infernales caldos. Fueron torturados. Los ricos compraron su libertad y los
pobres fueron quemados ante la expectación de miles de compatriotas –muchos
pobres- venidos de todo el país.
3. Siglos XVI y XVII. Las reformas religiosas.
El Renacimiento y la Reforma habían
derrumbado por completo el modelo de la católica Europa.
Para defenderse de los ataques contra el catolicismo, en 1484 se
publicó la Bula “Summis desiderantes afectibus”,
que fue el estímulo para el holocausto. Basándose en ella los dominicos James Sprenger
y Henry
Kramer publicaron su Malleus
Maleficarum en el que siempre
se presumía la culpabilidad del acusado, no permitía ninguna defensa y hacía
sugerencias para que se confundiese y traicionase al prisionero; abogaba por un
cruel castigo y una muerte prolongada por la tortura. Una vulgar difamación era
suficiente para producir un arresto.
1. La crisis del Barroco
La crisis tiene dos manifestaciones:
a)
Abundan los que niegan la realidad de los actos de la
Brujería.
b)
La Brujería deriva hacia la posesión demoníaca.
El descrédito de la Brujería
El jesuita alemán Friedrich Von Spee (1591-1635)
gozaba de buena prensa mientras que de Alonso de Salazar,
que había trabajado mucho para acabar con estas creencias, se reían por
aparecer su nombre en el auto de fe de Logroño (1610). Von Spee reducía el
asunto de la brujería a un problema de justicia mal administrada y a los abusos
y torturas injustificadas. Salazar -que realizó la investigación de la zona-
abogaba por la anulación de todas las causas, alegando para ello que él, en el
curso de su viaje por las provincias vascongadas, no había conseguido ni una
prueba de la existencia de una secta de brujos, solo había mujeres ignorantes
que decían sandeces.
Este escepticismo y el uso de la razón
hace que a partir de 1700 sean muchas las personas que creen que los
calumniadores e imbéciles hacen autoridad en los proceso de Brujería. Las
inspecciones que se llevaban por el cuerpo en busca de manchas las hacían los
verdugos y gentes indoctas, que no
sabían nada de anatomía ni de medicina.
Quema de Templarios en Francia
Era frecuente el uso de las pruebas
llamadas ordalías, se usaba agua caliente o fría, hierro candente, inmersiones
en el agua… Muchas veces se sometían voluntariamente los acusados a estas
pruebas, porque creían que si las superaban quedaba demostrada su inocencia.
Muchos eruditos se dieron cuenta que los
encargados de juzgar y perseguir a las brujas eran brujos convertidos en
perseguidores ignorantes y supersticiosos. Cuando quedó demostrado que las
brujas no volaban, todo lo demás se vino abajo y se vio que era falso: las
brujas no comían recién nacidos, ni hacían orgías durante los aquelarres. Gassendi administró unos narcóticos a
varios aldeanos de los Bajos Alpes y
estos describieron el viaje que habían realizado, volando, mientras que el
observador tenía a la persona en observación delante de él. Se iniciaban los
primeros pasos hacia una búsqueda de las causas que ocasionaban alteraciones en
la percepción. Malebranche decía que
la Brujería era un problema ocasionado por un exceso de imaginación que
afectaba a personas sugestionables por su inclinación a creer ciegamente en todos los relatos y sueños de los
demoniografos.
Proceso tardíos
Hubo muchos jueces e inquisidores, sobre
todo en los países protestantes, que no fueron tan racionales y continuaron
quemando mujeres en el siglo XVIII. Así hubo unas quemas en 1670 en Suecia, en
el pueblo de Mohra, reproduciendo todos los procesos de la brujería clásica.
Las declaraciones las realizaron trescientos chicos, resultando quemadas 70 mujeres y azotadas 56. De los acusadores
fueron quemados quince niños de 16 años.
2. La Época de las Luces (Siglo XVIII)
A mediados del siglo XVIII la batalla la
habían ganado los racionalistas, sin embargo, durante todo el siglo XVIII se
continuó condenando a los brujos y brujas.
Como casi siempre, fue Holanda de donde
salieron los escritos más radicales contra las creencias en Brujería. Bayle
comenzó a dudar de todo, era un escéptico, por lo tanto no negaba, sino que
dudada de la existencia de las brujas hasta que alguien le demostrase lo
contrario. También tuvo un carácter crítico el libro de
Baltasar Bekker “Betooverde weereld” (Leuwarden 1691),
traducido al castellano como El Mundo
encantado, en el que trató de
demostrar que el Diablo no intervenía en la vida del hombre, por lo que fue
despojado de su cargo y terminó sus días llevando una vida errante. Bordelon
publica en 1710 en Ámsterdam “L’histoire des
imaginations extravagantes de Monsieur Oufle” que es una sátira
contra los libros de magia. El médico St.
André afirmó en 1725 que la existencia de la literatura hechiceril es la
que hace a los brujos. En las mismas líneas escribieron varios autores
italianos como Escipión Maffei.
Voltaire afirmaba que
“sólo la acción de la Filosofía ha curado a los hombres de esa abominable quimera y ha enseñado a los jueces que no hay
que quemar a los imbéciles”.
El padre Feijoo afirmaba que las declaraciones de culpabilidad se hacían por
tortura y terror, y que si hoy en día existieran jueces como aquellos habría
tantos hechiceros como en otros tiempos.
A comienzos del siglo XIX sólo creían en
brujas gentes crédulas y absolutistas dispuestos a obligar a todos a creer en
brujas, porque sí, porque los afirmaban
ellos y su espada.
Arte y literatura en torno
a la Brujería
A grandes rasgos observamos que la
literatura ha utilizado la burla y el humor para satirizar la Brujería. La
bruja es un personaje dionisiaco (como
la música) que surge de los estados de embriaguez y frenesí producidos por los
ritos y bailes violentos. Es decir, vemos otra vez, como la literatura, en
general, apunta a los fenómenos
estudiados actualmente en los
trabajos de neuropsicología acerca de los estados de conciencia alterada. Dice Julio Caro
Baroja en Las Brujas y su
mundo que “la bruja real, turbulenta y alocada, debió ser con
frecuencia una mujer borracha que producía risa y miedo, o las dos cosas a la
par, en personas sencillas.” (Pág. 269).
Un artista como El Bosco, creyente y extraordinariamente piadoso, pintó lo
anormal y raro era representación del demonio. En sus pinturas los movimientos
desconyuntados, los equilibrios raros, caprichosos, de tipo muscular…eran
diabólico en esencia, y pinta sus cuadros para condenar y censurar, en plan
moralizante.
Las pinturas de Goya producen terror, miedo y angustia. Están reflejadas
en la serie Los Caprichos y las pinturas negras de la Quinta del Sordo. El tema
del aquelarre es el símbolo más perfecto de una sociedad fea y bestial que
desagradaba al pintor. Goya intuyó que el problema de la Brujería surgía de los
oscuros estados de conciencia de brujos y embrujados, refiriéndose otra vez a
los estados de conciencia alterados, y
es aquí donde se halla la solución y no en los análisis racionalistas, como los
de quienes se burlaban y censuraban las actuaciones de letrados y jueces.
El Aquelarre. Bruja
de Los Caprichos de Goya
3. El
romanticismo. Siglo XIX
Se observa un retroceso en los estudios serios por comprender la
Brujería, y participamos de una visión
costumbrista y folklórica del fenómeno, que busca criterios efectistas y
teatrales.
Así lo vemos en los escritos de Victor Hugo, Valter Scot, Gautier,
Gustavo Adolfo Bécquer. En los grabados de Gustavo Doré vemos un virtuosismo,
una destreza profesional lejos de la sinceridad primitiva del Bosco o de la profundidad de Goya. J. Grima
pretende hallar ricos filones para sus narraciones en la mitología germánica,
transmitida oralmente. Las investigaciones de la época se convierten en una
“collectanea”, en una acumulación de datos más o menos divertida, casi siempre
muy monótona y pocas veces adornada con una gracia especial. La bruja se
banaliza en zarzuelas y operetas, como la de Zuloaga “La brujas de San Millán”. En esta época la mayoría de los
investigadores, o cultivadores de las danzas regionales y del particularismo
rural son hijos de familias burguesas ciudadanas dirigidos por “especialistas”
a sueldo, mientras que los hijos del terruño sueñan no con brujas, sino con
equipos electrónicos de música o buenos tractores.
Supervivencia de
la Brujería
Las curanderas serían brujas, o mejor, la mayoría de la mujeres quemadas
y procesadas por brujas en otras épocas, en realidad no eran sino las
curanderas que han tenido todas las culturas desde el origen del hombre. De
hecho, la Brujería de tipo pagano ha pervivido más tiempo que la satánica.
De reuniones de brujas las tenemos documentadas en 1929, según Julio
Caro Baroja, que habla de un akelarre celebrado entre Lequeitio e Ispaster.
Otro lo hubo en 1942, cerca de la frontera de Roncesvalles, en el que se
reunieron tres mujeres y seis hombres que habían consumido gran cantidad de
vino y vermouth, se desnudaron y danzaron, comiéndose una sopa hecha con un
gato vivo, parodiaron la misa tomando rodajas de chorizo y acabaron con una
pequeña orgía sexual.
Los practicantes de la brujería actuales se reúnen en los prados vascos,
no siempre llamados aquelarres, sino algunos “eperrlanda” que significa el
prado de la perdiz. Los dólmenes, fuentes y peñas son lugares de cita. Al pasar
por ellos se traza una cruz con una piedra, en el suelo o sobre la peña. Son
lugares paganos que podréis ver en mi sección de lugares mágicos de España.
En el norte de la península Ibérica las brujas están dirigidas por Mari
o por la Dama de Amboto. Mari es de una
belleza extraordinaria y provoca tempestades. Atrapa a los hombres para
explotarlos sexualmente. Cruza los aires rodeada de fuego. Sus cuevas están
llenas de oro y piedras preciosas. Es una divinidad “ctónica” tipo Proserpina.
En Galicia es conocido el ancestral miedo a la Santa Compagna, a la compaña de brujos y espíritus malignos que
vagaban de noche por los cruces de los caminos. Las meigas son chupadoras de
sangre. Los brujos gallegos se apiñan en
el Arenal de Coiro, cerca de Cangas, al pie de la fuente de Áreas Gordas.
Preside la reunión el macho cabrío de tres cuernos, y Santa Comba, hermana de
la Santa Walburga germana.
En la montaña de Santander las brujas se congregan en Cernégula, en la
provincia de Burgos, donde está el macho cabrío. Se untan con ungüento negro y viajan con
escobas.
Otros puntos de reunión son los campos de Barahona (Soria); y en Sos del
Rey Católico (Pirineos aragoneses), en el Barranco de las Brujas. En Badajoz se
reúnen en la Fuente de las Brujas en Almendral. El pueblo oscense de Tella
es uno de los lugares aragoneses preferidos por las brujas para celebrar sus
macabros aquelarres y hechizos, e incluso sus actuales habitantes muestran toda
la relación entre Tella y las brujas en un museo dedicado a ellas. Se han
recogido diversas historias relacionadas con la habitual presencia de brujas en
Tella, y hasta se tiene constancia de la Danza d’as Bruxas que todavía se baila
en la población. Pero de todos los episodios se puede encontrar uno
protagonizado por un brujo. En Zaragoza en el Somontano de Trasmoz. Cuenta Gustavo Adolfo
Bécquer que entre 1861 y 1862 (en realidad fue en 1850) en Trasmoz, los mozos
mataron a una mujer llamada la Tía Casca, considerada bruja. Fueron juzgados y
encerrados en prisión, a pesar del gran descontento de los vecinos del pueblo
que creían que habían actuado bien. Ver una ampliación en mi sección Leyendas.
Monasterio de Santa Maria
de Veruela (Zaragoza),
dibujo de Valeriano Bécquer
de Veruela (Zaragoza),
dibujo de Valeriano Bécquer
"Aquel que tiene por cimientos pizarra negra de que está
formado el monte, y cuyas vetustas murallas, hechas de pedruscos enormes,
parecen obra de titanes, es fama que las brujas de los contornos tienen sus
nocturnos conciliábulos. Los sábados, después de que la campana de la iglesia
dejaba oír el toque de las ánimas, unas sonando panderos, y otras, añafiles y
castañuelas, y todas a caballo sobre escobas, los habitantes de Trasmoz veían
pasar una banda de viejas, espesas como las grullas, que iban a celebrar sus
endiablados ritos a la sombra de los muros de la ruinosa atalaya que corona
la cumbre del monte".
G.A. Bécquer
|
Gustavo Adolfo Bécquer en una de
sus narraciones, cuenta lo que le sucedió un día en el que, paseando por los
bellos parajes cercanos al Monasterio
de Veruela, quedó desorientado en el camino que transcurre entre Litago
y Trasmoz. Al rato de ir deambulando por la zona, topó
con un pastor que le advirtió para que no tomara la senda de "La tía
Casca". "En
ella fue despeñada la señora en cuestión, y al ser rechazada por Dios y por el
Diablo, su alma vaga por ese camino, y mediante engañosos sonidos, unas veces
con lloros de niño otras con gruñidos de lobo, atrae a los ingenuos caminantes
para, con su seca mano, despeñarlos por el barranco", le relató el hombre. La leyenda
cuenta, que la tía Casca era muy conocida en Trasmoz. Fue acusada, de ser la
ejecutora de males de ojo y todos los hechizos imaginables, por los vecinos del
lugar, quienes la persiguieron hasta el precipicio en cuestión, y a pesar de
los ruegos y súplicas de la anciana, fue arrojada al arroyo donde murió. En
realidad este personaje existió, y fue despeñado el año 1850, según se narra en
los periódicos de la época, ya que se le presumía practicante de las malas
artes de la brujería, tan arraigadas en estas tierras.
En la actualidad,
sobre todo en los países anglosajones, también hay un resurgimiento de la brujería,
a raíz de la publicación del libro de Margaret Murray. Movimiento de la Wicca y
el Neo Paganismo.
Han influenciado la aparición de los
nuevos movimientos varios libros sobre Wicca, como el de Scout Cunningham, Guide for the Solitary Practitioner y A Further Guide for the Solitary Practitioner
que es la segunda parte de la guía. Los libros contienen todo lo que uno
desearía saber sobre la Wicca, incluídas pequeñas guías sobre el uso hierbas y
minerales. También destaca el libro de Starhawk, The Spiral Dance,
un clásico de los años 60.
Un análisis sobre los rituales, como el
trazado del círculo y ritual gardneriano, lo tiene Deborah Lipp en The Elements of Ritual. El libro de Edan McCoy,
Making Magick, se ocupa más que nada de los
aspectos prácticos de la magia. El título Magia Celta de
Murry Hope
se ocupa de los aspectos de la religión y mitología. Magia
Celta de D.J.Conway es
similar al libro de Murry Hope, aunque lo que presenta es Wicca con un sabor
celta.
El libro de Ronald Hutton The Triumph of the Moon hace un estudio
histórico del resurgir del paganismo en el siglo XX. Los editores Bengt
Ankarloo y Stuart Clark han publicado seis volúmenes de historia de la
brujería, el último de los cuales trata sobre la actualidad: Witchcraft and Magic in Europe: The Twentieth Century.
En cuanto a los libros sobre mitología destaca La Rama Dorada de Sir James Frazer, un tratado
sobre las costumbres mágicas de los distintos pueblos, teniendo un extenso
apartado sobre los festivales solares europeos. Fue el primero en sugerir la
íntima relación entre las festividades cristianas y las de la Europa pagana. La Diosa Blanca de Robert Graves hace una revisión
sobre los mitos de la Diosa Triple (la Luna: la niña, la mujer fértil y la
anciana) a lo largo de Europa, y vuelve sobre la relación entre los festivales
solares primitivos y las festividades cristianas.
Marguerite Elsbeth y Kenneth Johnson en The Silver Wheel hacen una revisión sobre los arquetipos
asociados con los tres aspectos de la Diosa, en cuanto Doncella, Madre y
Anciana, y cómo una mujer puede activar los mismos en su psique. Mother, Maiden, Crone de D.J.Conway incide en revisar los arquetipos de
la Diosa Triple y sus distintas manifestaciones. El
Oráculo Celta de Liz y Colin Murray trabaja sobre la adivinación por
medio de cartas, en vez de runas inscriptas en corteza. Su información es
superficial y copia las conclusiones de Graves. Scott Cunningham tienen tres libros necesarios: la Enciclopedia de Hierbas Mágicas es un libro de referencia sobre las hierbas
del mundo y sus usos mágicos; indispensable para la creación de inciensos y
bolsitas de perfume (sachets). La Enciclopedia de
Inciensos, Aceites y Pócimas recoge recetas, indica métodos de
fabricación de tinturas, etc. y la Enciclopedia de
cristales, gemas y metales
La Velleta Verda 2011
BRUIXES: INDEX
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