La exploración del mundo

      El afán de conquista, la búsqueda de riquezas y la presión demográfica impulsaron a lo largo de la historia los viajes que hicieron posible el descubrimiento de nuevas tierras y la exploración geográfica del planeta. Aquello del simple ánimo aventurero –y demás cuentos del mismo estilo- se lo dejo para los amantes de las rentas ajenas que se autodenominan “emprendedores”. La mayoría de estos “aventureros” demostraron un gran celo en ocultar sus “descubrimientos”, mintiendo y tergiversando sus exploraciones por motivos comerciales. 


      Algunos se empeñan en diferenciar entre grandes migraciones –como las prehistóricas o las invasiones bárbaras- y la exploración geográfica, acción emprendida y asumida conscientemente por un determinado pueblo o estado. Aseguran que esta operación implica un “grado de civilización desarrollado”, tan desarrollado que lleva a los europeos, por ejemplo, a exterminar los nativos americanos.

    Todos estos razonamientos burgueses únicamente intentan disimular las barbaridades y el latrocinio de unos pueblos sobre los otros. Esquilmar las tierras de otro pueblo no es civilización, sino todo lo contrario.


     Esta costumbre de esclavizar a seres humanos no es patrimonio de los europeos, pues también lo hicieron los árabes con ellos.  Robert C. Davis en Christian Slaves, Muslim Masters [Esclavos cristianos, amos musulmanes]  afirma que la costa de Berbería, que se extiende desde Marruecos hasta la actual Libia, fue el hogar de una próspera industria del secuestro de seres humanos desde 1500 hasta aproximadamente 1800. Las principales capitales esclavistas eran Salé (en Marruecos), Túnez, Argel y Trípoli. Los europeos tardaron en acabar con este “negocio” pues las armadas fueron demasiado débiles durante la mayor parte de este período y no pudieron poner fin a esta piratería.


Jean-Léon Gérôme. Fragmento de Mercado de esclavos, 1867.

      Los cálculos de Robert C. Davis afirman que  entre 1530 y 1780 hubo, con casi total seguridad, un millón y tal vez hasta millón y cuarto de cristianos blancos europeos esclavizados por los musulmanes de la costa bereber. De ser cierta esta cifra, supera con creces la cantidad generalmente aceptada de 800.000 africanos transportados a las colonias de América del Norte y más tarde a los Estados Unidos.


Los esclavos muertos durante la travesía transatlántica eran arrojados por la borda para aligerar la “carga”

    Por lo tanto, sostengo que tanto las migraciones como las exploraciones vienen impulsadas por el hambre o por el afán de enriquecerse de algunos. Los supuestos exploradores que tienen “consciencia” de lo que hacen y por donde viajan, en realidad lo que pretenden es dejar constancia de su conocimiento sobre las tierras descubiertas. ¡Claro que sí, para marcarles el camino a los piratas que vendrán después a arrasar las nuevas tierras!



    Las primeras exploraciones de la antigüedad, según algunos, fueron obra de los Tartessos que exploraron el Atlántico hasta Cornualles y el Mediterráneo Oriental. Los primeros viajes conocidos en Mesopotamia corresponden a la expansión y conquista de los reyes de las ciudades sumerias. Lugalzagezi de Umma, dominaba desde el Mar Interior (golfo Pérsico) al Mar Superior (Mediterráneo), y Sargón de Acad adquiere fama de ser el mayor conquistador al explorar los montes del Tauro y la parte oriental de la península de Anatolia, las costas del golfo Pérsico y la región del Elam. Las grandes exploraciones sumerias cristalizarán en las famosas leyendas sobre maravillosos viajes como el del héroe Gilgamesh.


El mundo según Herodoto (450 d.C.)

       También nos ocuparemos de los viajeros egipcios como Herkhuf y Henu, y del comercio que mantenían por el Mediterráneo con Biblos y con el país del Punt en el Mar Rojo y, por el interior con las tierras de Yam (Nubia).

     Una de las primeras culturas exploradoras fue la cretense, que entre el año 3000 y el 1200 a.C. se extendió por la península griega, el mar Adriático y el mar Negro.  Su preeminencia marítima terminó con la invasión doria (c. 1200 a.C) y pasó a los fenicios. Desde Biblos, Sidó o Tiro, sus naves exploraron el Mediterráneo occidental, fundando factorías en Cartago, Siracusa y Gádir (Cádiz, recinto amurallado). Muchos piensan que traspasaron el Atlántico llegando a las islas británicas. Así mismo cruzaron el Bósforo y desde el mar Negro ascendieron hasta el Cáucaso.


Las rutas comerciales de los fenicios. Fuente: Audiolibrosgratis

     Entre los siglos VIII y VI a.C. el Mediterráneo es dominado por los griegos. Piteas (330 a.C.) exploró las costas de las islas británicas, rebasó Islandia y penetró en el círculo polar ártico. Alejandro Magno, el 334 a.C. explora las costas del golfo de Omán, las riberas del Indo, los desiertos del Asia central y la ruta  de la seda

    Se dice que los romanos no realizaron grandes descubrimientos, limitándose a ocupar las tierras ya conocidas. En aquella época se conocía el mundo desde los 54° de latitud N hasta el trópico y desde el Atlántico hasta China, como lo demostró la Geografía de Estrabón y los mapas de Tolomeo, que defendía la esfericidad de la Tierra.


El viaje de Piteas. Fuente: Trianguloequidlatere

     La caída del Imperio Romano supuso el comienzo del periodo conocido como Edad Media, durante el cual los mejores exploradores fueron los vikingos, musulmanes y venecianos. Erik el Rojo visitó Groenlandia (c. 950) y el años 1001, su hijo Leif Erikson se desvió de la ruta y llegó a la península norteamericana del Labrador, que él denominó Vinland, o país del vino, pero Occidente no tuvo noticias de este descubrimiento.


Las exploraciones de los vikingos. Fuente: The Vinland Map, Brandeis University


Detalle del mapa de Vinland. Fuente: The Vinland Map, Brandeis University  

Exploraciones musulmanas

      Desde la Edad Media, los territorios centrales del Islam estuvieron  atravesados por las rutas del comercio internacional, en especial, la llamada Ruta de la Seda, una red de rutas caravaneras que transitaban toda  Asia. La otra gran ruta comercial conectaba las más importantes ciudades  del norte de África, como Fez, Túnez o El Cairo, con los grandes  imperios musulmanes del África subsahariana, mediante una red de caminos que atravesaban todo el desierto del Sahara.

     Los grandes conocimientos astronómicos, cartográficos y geográficos musulmanes impulsaron las navegaciones marítimas, no sólo por el Mediterráneo, bajo control musulmán desde el siglo VIII al XVII, sino también el Océano Índico por el que navegaron, desde mediados del siglo IX, comerciantes árabes y persas hasta sus factorías en las costas de Java, Sumatra o China, gracias a su capacidad de dominar los vientos monzónicos.



Mapamundi de Al-Idrisi 1154. Fuente: paraquefuturoeducamos

      Fruto de esta actividad viajera se desarrolló un género literario  específico, de modo que llegaron a escribirse  todo tipo de tratados,  entre los que destaca el de Ahmad ibn Mayid hacia 1450, una guía  náutica del mar Rojo y del Océano  Indico. Otras veces se trataba de simples cuentos o fantasías como el relato de Simbad el Marino de Las mil y una noches.

     La mayoría de ocasiones se trataba descripciones geográficas de las tierras visitadas, genero conocido como rihla o viajes por etapas, surgido en el siglo XII, como el Ajbar al-Sin (“Informe sobre China”) y el Ajbar al-Hind (“Informe sobre India”), escritas ambas por Suleiman el Comerciante.


Viajeros árabes de 1237. Manuscrito iluminado Maqamat de Al-Hariri (1054-1122), pintado en Iraq en el estilo de la escuela de Bagdad de Yahya ibn Mahmud al-Wasiti. Fuente: Bibliothèque Nationale de France. MS Arabe 5847

     Son numerosos los viajeros musulmanes, destacando Abu-l-Hassan Ali ibn al-Hussain al-Masudi (871-957) que recorrió buena parte de Oriente –India, China o Sri Lanka–,  al-Ándalus y las costas de África oriental. Tambien recordar el viaje de Abu Hamid al-Garnati  (1080-1169), nacido en Granada, que recorrió el norte de África,  Siria, Iraq, Persia, y el sur y centro de Rusia.  También hay que señalar al valenciano de Xàtiva Ibn Yubair (1145-1217), que escribió una rihla de  gran importancia, debido a la abundancia de los datos etnográficos  e históricos aportados y a su calidad literaria.


Mapa de la primera travesía de Ibn Yubair desde Ceuta hasta La Meca.

     Probablemente, el más conocido de todos los viajeros musulmanes de  la Edad Media sea Ibn Batuta (1304-c. 1369), quien escribió un Rihla (Viajes) que constituye una valiosa fuente de información sobre la historia y la geografía del mundo musulmán durante la edad media. Batuta era un bereber que llegó hasta la China, en el Oriente; visitó Tombuctú y la curva del río Níger en África occidental; visitó las estepas rusas, recorriendo los territorios de la Horda de Oro, el valle del Indo, las islas Maldivas, Ceilán, Bengala…


Maqamat of al-Hariri. Bibliothèque nationale de France, manuscrito árabe 5847, 1237AD. Folio 51 Recto: maqama 18. Abu Zayd viajando.

     El último de los grandes aventureros  musulmanes del periodo medieval  es Hasan ibn Muhammad al-Wazzan al-Fasi, más conocido en occidente  por el nombre cristiano de León El Africano (1488-1554), nacido en  el reino nazarí de Granada, que escribió Della  descrittione dell'Africa et delle cose notable che ivi sono (“Descripción  de África y de las cosas notables que allí hay”).


Retrato de un humanista pintado por Sebastiano del Piombo, posible retrato de León el Africano (Galería Nacional de Arte de Washington). Fuente: Wikipedia

     Hay evidencias de que los musulmanes, antes de 1492, se adentraron en el océano Atlántico y algunos textos sugieren la  posibilidad de que algunos de ellos pudieran haber alcanzado las costas americanas. El más antiguo de estos textos es el ya citado Muruj adh-dhahab wa maadin al-jawhar (“Los prados de oro y las canteras de joyas”), de al-Masudi   (871-957), en el cual se afirma que, durante el reinado del califa andalusí   Abdullah ibn Muhammad (888-912), un navegante cordobés  llamado Jashjash   ibn Said ibn Asuad zarpó de Delba (Palos) en 889 y, cruzando el “mar   tenebroso”, llegó a un territorio desconocido (ard majhula) de donde   regresó con tesoros fabulosos.

     Otros textos serían el del historiador andalusí llamado Abu Bakr ibn Umar al-Gutiyya, que  nos relata  el viaje del Ibn Farruj, de Granada, que partió  en 999, adentrándose en el Atlántico  y desembarcando  en las Canarias, desde donde continuó hacia el oeste descubriendo las islas Capraria y Pluitana. También cabe mencionar el  escrito de al-Idrisi Nuzhat al-Mushtak fi Ijtirak al-Afak (“Pasatiempo de quien  está poseído por el deseo de abrir horizontes”), nos relata  la historia de los hermanos al-Mugarribun –también conocidos por el  nombre latinizado de “los Almagrurinos”–, quienes en el año 1013 zarparon  desde Lisboa para adentrarse en el “mar de las tinieblas” hasta alcanzar “la isla de los hombres rojos”.



Los dos posibles recorridos que se cuentan en el libro de al-Idrisi. Fuente: Muslimwiki

     Uno de los textos mejor documentados sobre estos viajes trasatlánticos es el de Ibn Fadl al-Umari  (1300-1384), quien, en su libro Massâlik al-absâr fi mamâlik al-amsâr, no narra el viaje de una flota de doscientos barcos del emperador de Malí, Mansa Musa, hacia las costas americanas.

     Ya después de 1492, mención  aparte merece  la figura del turco Piri Reis (1465-1554), almirante de la marina otomana, famoso por su gran obra el Kitab-i Bahriye  (“Libro  de las materias marinas”), un atlas náutico editado en 1525, el cual  destaca por contener un famoso mapa elaborado por el almirante otomano y conservado actualmente en el museo Topkapi de Estambul (Turquía),  tras ser recuperado en 1929.

       Con anterioridad a este mapa, sólo se conserva otro que reproduzca la costa americana, y es el compuesto alrededor de 1500 por el español Juan de la Cosa.


Mapamundi de Juan de la Cosa 1500

      Así pues, podemos concluir que antes de que los pueblos de Europa occidental  iniciaran  la llamada “época de los descubrimientos” (siglo XVI), otras culturas del Viejo Mundo, como la musulmana o la china, trataron   de estudiar y comprender el mundo que las rodeaba a través de la ciencia  y de los viajes. Entre los siglos IX al XI los mercaderes árabes recorrieron los países del Índico, así como las rutas comerciales del Asia central que conducían a China y Extremo Oriente. En el siglo XIII descubrieron Siberia.

      Los relatos de estos fabulosos viajes fueron conocidos en Europa y estimularon a los mercaderes venecianos, como los Polo, que atravesaron la meseta de Pamir, el desierto de Gobi y llegaron a Pekín, donde se entrevistaron con el Kan mongol Kublai Kan. El joven Marco Polo salió en 1271 y permaneció en China hasta  el 1295.


Planisferio de Cantino (1502). El mapa se caracteriza por representar con gran precisión zonas del mundo hasta entonces poco exploradas por los navegantes europeos. La costa de Brasil, así como sus territorios actuales, aparece parcialmente trazada, confirmando la conjetura de Pedro Álvares Cabral, que dos años antes mencionó que Brasil no era sólo un territorio pequeño, sino quizás un continente que se extendía mucho más al sur. La línea del Tratado de Tordesillas aparece demarcada. Fuente: Wikipedia

Exploraciones atlánticas

      El cierre de las rutas orientales por los turcos otomanos dejó desabastecido al occidente europeo de las especias y metales preciosos orientales, obligando a los comerciantes a buscar una ruta alternativa. Los adelantos técnicos (timón, astrolabio, brújula, nuevos barcos), el conocimiento de que la tierra era redonda, el aumento de población… estimularon los viajes atlánticos.

    A finales del siglo XV dos reinos de la península Ibérica inician una búsqueda de rutas hacia el país de las especias, demostrando especial interés por las costas africanas. Asegurada la independencia lusa, Portugal ocupa Ceuta en 1415, las islas Azores en 1427, en 1434 Gil Eanes llegó al cabo Bojador y deshizo los temores de los navegantes, pues según antiguas leyendas, los mares al sur de las Canarias estaban poblados de monstruos. En 1482 Diogo Cão reconoció la costa del Congo, cinco años después Bartolomeu Dias dobló el cabo de Buena Esperanza y se adentró en el océano Índico, y en 1498 Vasco da Gama desembarcó en la India.


La nave de St. Brandan en el dorso de una ballena. Escaneado del libro (2013) de Chet Van Duzer publicado por la British Library: Sea Monsters on Medieval and Renaissance. Fuente: Flickr de la Galería de peacay

      A finales del siglo XV, Castilla conquistó las islas Canarias. Colón era conocedor de la teoría tolemaica de la esfericidad de la Tierra, lo que le hizo que navegando por el Atlántico hacia el oeste llegaría al lejano oriente, lo que le permitió descubrir América en 1492. Los geógrafos no tardaron en darse cuenta de que América era un nuevo continente que se interponía en el camino hacia Asia. El hallazgo de este continente abrió el camino a múltiples expediciones de exploración y conquista. 

      Así pues, todos los navegantes trataron de hallar el paso marítimo que les condujera hacia Asia por el oeste. En 1513, Vasco Núñez de Balboa cruzó Panamá y descubrió el océano Pacífico. Fernando de Magallanes partió en 1518 para tratar de dar la vuelta al mundo. En 1520 descubrió en el extremo meridional de América el estrecho que lleva su nombre: el primer paso marítimo entre el Atlántico y el Pacífico. El viaje continuó pese a la muerte de Magallanes, y en 1522, Juan Sebastián Elcano concluyó la expedición al llegar a España: se había demostrado la esfericidad de la Tierra


Primera circunnavegación mundial. Fuente: Wikipedia

     Los portugueses centraban todos sus esfuerzos en el lejano oriente, al que accedían navegando por el sur de África y el océano Índico. En 1540 habían conseguido el enclave comercial de Macao, en la China. A partir de la década de 1530, los portugueses exploraron y colonizaron la costa brasileña, descubierta por Pedro Álvares Cabral en 1500.

      Los grandes descubrimientos de los siglos XV, XVI y XVII abrieron nuevos mercados para los europeos, lo que favoreció el desarrollo de su industria, al tiempo que conseguían materias primas baratas, metales preciosos y, sobre todos, nuevos alimentos como la patata y el maíz, que permitieron abaratar los salarios de los trabajadores, de manera que las ganancias de los empresarios aumentaron considerablemente.

     En el campo cultural se ampliaron los horizontes geográficos, al tiempo que se modificaban las concepciones tradicionales sobre la historia, la antropología, el derecho… En el terreno político se modificaron las relaciones de poder entre las coronas europeas, al tiempo que comenzaron los primeros conflictos a escala mundial.

América del Norte y el Paso del Norte

     América del norte fue explorada primero por los españoles, y después por los franceses y los ingleses. En 1497, Giovanni Caboto dirigió una expedición inglesa que alcanzó las costas de Nueva Escocia y Terranova, pero al no encontrar el paso hacia el oeste los británicos renunciaron a su exploración.


Giovanni Caboto desembarca en las orillas del Labrador. Ilustración de la Gran Columbian Exposition de 1892, de la biblioteca The Library at The Mariners’ Museum, E178.

El siglo XVII

     Los comerciantes de pieles franceses y los colonos ingleses se expandieron por Norteamérica, por la costa atlántica y por la bahía de Hudson. Mientras tanto, España ponía en explotación las tierras conquistadas del Nuevo Mundo.

    La antigua idea sobre la existencia de un vasto continente austral quedó reforzada con los descubrimientos españoles en el Pacífico (Filipinas). En 1605, una expedición holandesa avistó las costas noroccidentales de Australia y, en 1642, Abel Tasman descubrió Tasmania, Nueva Zelanda y las islas Tonga. No obstante, sólo después de los viajes del británico James Cook por el Pacífico (1768-1779) y las costas orientales de Australia empezó a colonizarse el continente oceánico.


James Cook presencia un sacrificio humano en Tahití (Otaheite)  c. 1773. Grabado de una edición 1815 de los viajes de Cook.  Fuente: Wikipedia

El Siglo de las Luces: siglo XVIII

     Se suele decir que durante el siglo XVIII las exploraciones geográficas adquirieron un carácter científico y una organización metódica. En realidad, los reyes y zares, así como los banqueros que financiaban las expediciones, obligaron a los marineros a incluir en sus barcos a naturalistas y geógrafos para que documentasen todo lo que viesen y, de esta manera, al regreso los patronos poder decidir la mejor manera de explotar o sacar beneficio de sus inversiones.

      Los zares rusos impulsaron desde 1733 la exploración de Siberia, aunque históricamente la conquista de Siberia comienza  en 1580 cuando medio millar de cosacos liderados por el atamán Yermak Timoféyevich invadieron el territorio de los mansi, sujetos al kan Küçüm. Los acompañaban 300 esclavos lituanos y alemanes que los Stróganov habían comprado al zar. Durante todo el año de 1581 atravesaron el territorio conocido como Yugra y sojuzgaron las ciudades de los  mansis y ostiakos. El primer explorador ruso atravesó los Montes Urales y exploró el río Obi, consiguiendo expulsar a los mongoles de la región.


Yermak Timoféyevich

     Entre los más importantes exploradores rusos tenemos a Demid Sofonovich Pyanda (¿?–después de 1637), quien entre 1620-24, mientras lideraba una partida que estaba en Siberia cazando y comprando pieles a los locales, se convirtió en el primer ruso que remontó el río Tunguska Inferior,  un afluente del curso inferior del río Yeniséi. También se cree que llegó a las proximidades del río Lena, uno de los mayores ríos del mundo. Además se cree que descubrió Yakutia y, posiblemente, fue el primer ruso que se encontró con yakutos y buriatos.

     El relato de la exploración del río Lena por Vasily Bugor sucedió entre 1628-30. Entre el viaje de Pyanda y el viaje de Bugor, otros exploradores realizaron varios intentos de llegar al Lena: Grigori Semenov lo buscó en 1625 (uno de sus hombres, Matvey Parfyonov se cree que habría llegado al río); Bazhen Kokoulin viajó al Lena en 1626 y Vasilyev Martemyan en 1627-28. Todos ellos descendieron hasta el Lena a través de su afluente el Vilyuy, a diferencia de Pyanda o Bugor que lo hicieron a través de los ríos Angará y Kirenga. 
 

Etapas del viaje de Pyanda

      En 1631 se fundó en territorio yakuto la primera ciudad rusa (Yakutsk) y se llegó a Buriatia, fundando dos nuevas ciudades rusas (Chitá, 1635 y Nérchinsk en 1654). El explorador que realizó esta hazaña fue otro cosaco, llamado  Piotr Ivánovich Bekétov (сa. 1600-ca. 1661).

      Fedot Alekséyev Popov (¿?-entre 1648 y 1654) apodado el Jolmogoriano por su lugar de nacimiento (Jolmogory), fue un explorador ruso que organizó la primera expedición europea a través del estrecho de Bering que compartió con Semión Dezhniov (Wikipedia).

La Exploración de Siberia
 19.  Los rusos
 10.  Vitus Bering
  6.  La Horda de Oro

      El danés Vitus Jonassen Bering descubrió el angosto paso que separa América de Asia. Asimismo, las costas del noroeste de América y las islas oceánicas fueron recorridas por Louis-Antoine de Bougainville (1766-1769), James Cook (1768-1779) y el conde de La Pérouse (1786-1788). 



Reconstrucción danesa del aspecto de Vitus Bering. Fuente: © Horsens Museum

Exploraciones geográficas durante los siglos XIX y XX 

      A fines del siglo XVIII se conocían todos los continentes y se habían recorrido todos los océanos, pero quedaban por explorar las regiones ártica y antártica hasta los polos y el interior de algunos continentes. Estas empresas, en las que estuvieron ausentes las antiguas potencias descubridoras, España y Portugal, fueron obra de franceses, británicos, suecos, estadounidenses y noruegos.


Los viajes de Livingstone en África entre 1851 y 1873. Fuente: Wikipedia

      Durante el siglo XIX se multiplicaron las expediciones al interior de África, impulsadas por motivos económicos, políticos (Imperialismo, o séase, intención de los grandes empresarios y corporaciones financieras de asegurarse los nuevos mercados y los territorios ricos en materia prima) y científicos (los vasallos ilustrados encargados de hacer un memorándum o catálogo de las riquezas que pueden disfrutar sus patronos capitalistas). James Kingston Tuckey, David Livingstone y Henry Morton Stanley exploraron el río Congo, el Zambeze y las cabeceras del Nilo, y en 1858, J. H. Speke encontró las fuentes de este río. 


Fotografía sin fecha de Henry Morton Stanley con Kalulu, el niño africano que "adoptó" como su paje de armas y siervo. En 1877 Stanley bautizó el lugar de la muerte del niño en el río Congo como “Kalulu Falls”. (Archives of Charles Scribner’s Sons, Manuscripts Division). Fuente: Princeton.edu

      En América del norte, desde fines del siglo XVII, cuando Alexander Mackenzie exploró el río que lleva su nombre, se sucedieron innumerables expediciones en las que tramperos y aventureros buscaron el camino hacia el oeste de Canadá y de los Estados Unidos; de este modo se inició el poblamiento de regiones hasta entonces virtualmente deshabitadas.

     La penetración en el polo norte tuvo un primer hito con la expedición de William Parry, que en 1828 avanzó hasta los 82° de latitud N, pero el primero en llegar fue el estadounidense Robert E. Peary, en 1909. Durante todo el siglo XIX se sucedieron las expediciones hacia la Antártida, cuyas costas e islas próximas eran frecuentadas por cazadores de focas. El continente fue circunvalado entre 1839 y 1843 por James Clark Ross, que también descubrió el mar de Ross y tierra de Victoria. La expedición de Ross demostró que la Antártida era un continente. Los intentos de llegar al polo sur durante el siglo XIX fracasaron. Hubo que esperar a que el noruego Roald Amundsen lo alcanzase en 1911.


Roald Amundsen, Helmer Hanssen, Sverre Hassel y Oscar Wisting en "Polheim", la tienda levantada en el Polo Sur el 16 de diciembre de 1911. La bandera superior es la bandera de Noruega. Fotografía de Olav Bjaaland.

     En el siglo XX aún quedan algunos territorios por explorar, como los territorios interiores de la selva brasileña y las cordilleras chinas del Kunlun y el Tíbet oriental


Cordilleras chinas del Kunlun

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