Pioneros de la Prehistoria


      El estudio de la Prehistoria abarca el período en que el hombre empieza a ser tal, hasta que es capaz de legar a sus descendientes testimonios escritos. La Prehistoria es el estudio de la vida del hombre antes de que este inventara la escritura. 

      Se constituye como ciencia  a partir del siglo XIX y tiene como fundador a Boucher de Perthes. Se ha atribuido al arqueólogo inglés D. Wilson, la invención del término prehistoria para referirse a los restos correspondientes a épocas anteriores al descubrimiento de la escritura.



Jacques de Crevecoeur Boucher de Perthes (1788-1868) y William Pengelly  (1812-1894)

    Actualmente, algunos manuales de Prehistoria, como el de la UNED (2012), sólo reconocen las “importantes aportaciones previas” de personas como Boucher de Perthes, McEnery, Bukland o Schmerling a la Ciencia prehistórica, la cual comienza en 1859 con las excavaciones y trabajos de William Pengelly en la Cueva de Brixham (Devon) que demostraron que el ser humano había convivido con animales extinguidos. 




Smerdon, capataz de William Pengelly en la entrada de la Cueva de Brixham (Devon). Fuente: DevonLife

      Boucher  de Perthes publico su obra "De l´homme antédiluvien et ses oeuvres" (1860), sucediéndole es sus trabajos Edouard Lartet (1801-1871), que intentó establecer una cronología paleontológica observando la evolución de los útiles humanos en relación con la fauna. A él se debe el descubrimiento y valoración del arte mobiliar del Paleolítico superior.  Sin embargo, el arte parietal paleolítico no se revelaría hasta los descubrimientos de Marcelino Sanz de Sautola en Altamira en 1879. 




Dibujos de Edouard et Louis Lartet : pioneros de los estudios prehistóricos. Fuente : Université de Toulouse

      Sus métodos la emparentan más que con la historia (en sentido clásico) con las ciencias naturales, especialmente la geología, pues la primera prehistoria surgió vinculada a los estudios de una geología catastrofista y diluviana, en un momento en el que los cálculos sobre el origen del mundo y la humanidad se basaba en el Génesis, como hizo el obispo James Ussher (1581-1656) con su libro Los Anales del mundo (1650): basándose en la Biblia, hizo una excéntrica estimación del número de generaciones, la duración media de la vida humana y las principales figuras bíblicas entre Adán y Eva y el nacimiento de Jesucristo. Dedujo fechas exactas: 

- La creación de la Tierra: el anochecer del sábado 22 de octubre del 4004 a. C.
- Expulsión de Adán y Eva del Paraíso: el lunes 10 de noviembre del 4004 a. C.
- El final del Diluvio Universal (el arca de Noé se posa sobre un monte): el miércoles 5 de mayo del 2348 a. C.

      El efecto de verosimilitud generado por su peregrina precisión le dio una gran credibilidad entre sus contemporáneos y generaciones siguientes, hasta que Charles Darwin publicó el Origen de las especies (1859) y acabó con las viejas concepciones sobre el origen de la humanidad. Este es el año en que William Pengelly excavó la Cueva de Brixham y demostró la antigüedad del ser humano, siendo reconocidos los trabajos arqueológicos y la prehistoria como disciplinas científicas por la British Geological Society, la Royal Society y la Académie des Sciences francesa. El desarrollo de la Prehistoria fue espectacular y en 1869 Mortillet estableció una clasificación de las culturas materiales del Paleolítio siguiendo el modelo geológico de las estaciones-tipo: Achelense, Musteriense, Solutrense y Magdaleniense.

     Los primeros decenios del siglo XX constituyen la fijación general de cronologías y esquemas generales de la evolución de las faunas e industrias, así como de los hallazgos antropológicos. A comienzos del siglo XX los prehistoriadores realizan la indagación científica del pasado usando métodos arqueológicos y reconstruyen el pasado del hombre con esquemas inteligibles. 

      La figura más representativa es el abate Breuil.  En la década de los 70 con la aceleración de hallazgos antropológicos, el asentamiento de esquemas generales y la evolución tecnológica, serán los prehistoriadores ingleses quienes realicen la aportación fundamental, desde Gordon Childe, considerado el fundador de la Prehistoria moderna,  a J. D. G. Clark. Sir John Lubbock fue quien introdujo por primera vez el termino Paleolítico para la etapa más antigua de la Prehistoria, y el de Neolítico para el posterior de la piedra pulimentada.

      La Prehistoria del siglo XX no podría entenderse sin la obra del prehistoriador marxista australiano Vere Gordon Childe (1892-1957) Los orígenes de la civilización (1936), donde reconstruye, a través de los datos arqueológicos los aspectos económicos, sociales y de desarrollo cultural. Su concepto de cultura se define como una unidad económica y social, por lo tanto no se origina en un espacio concreto ni en un tiempo determinado, no tiene un valor cronológico concreto, sino que puede persistir largo tiempo en una zona, o aparecer en un lugar y un momento determinado en una zona y mucho más tarde en otra, casi siempre por difusión. Era partidario de la teoría de Engels expuesta en El origen de la familia, la propiedad y el Estado, donde incardina una visión inteligente y sorprendente por la sencillez y claridad de su exposición. Rompió con la rígida  separación que las especialidades académicas habían establecido entre Prehistoria, Protohistoria e Historia Antigua, integrando los tres niveles en un todo explicativo donde, además, lo más sustancial era el análisis de los mecanismos de cambio que llevan desde una fase a la otra; esos nexos quedaron magníficamente expuestos en su concepto de “revolución neolítica”, un afortunado hallazgo del autor basado en el descubrimiento de la ganadería y la agricultura. 





      La figura de F. Bordes, quien introduce el concepto de facies, inicia la siguiente etapa en los estudios prehistóricos. Las listas tipológicas de Bordes y D. de Sonneville-Bordes/Perrot fueron traducidas a nuestro idioma por J. A. Moure y utilizadas regularmente en los trabajos de la Cornisa Cantábrica. 

La Prehistoria en España

         Se tiene como punto de partida de los estudios prehistóricos en España el año 1862, cuando se descubrió  una pieza procedente del yacimiento madrileño de San Isidro, recogida por Louis Lartet (hijo de Edouard) y Edouard Verneuil a quienes acompañaba Casiano de Prado.





La pieza recogida en 1862 en San Isidro (Madrid). Fuente: Prehistoria Antigua de la Península Ibérica, coordinador Menéndez Fernández


      Los comienzos de la Prehistoria española son conocidos por los descubrimientos casuales de profesionales libres aficionados, como Sautuola, y el reconocimiento científico de los descubrimientos arqueológicos por parte de ingenieros (Siret es el mejor exponente, junto con Vilanova i Piera y Casiano del Prado) o geólogos en su mayoría (Lyell, por ejemplo).  Entre los pioneros más destacados tenemos a Miguel Rodríguez Ferrer (que buscó en cuevas cubanas), el Marqués de la Ribera (trajo de Dinamarca objetos prehistóricos para su estudio) y, por supuesto, Casiano de Prado, quien desde 1851 estuvo recogiendo restos paleolíticos del valle del Manzanares (Madrid) y en las cuevas de Riaza (Segovia).

     Otro elemento precursor de la Prehistoria en España fue el descubrimiento del cráneo de Gibraltar (1848) y la publicación en 1863 de los descubrimientos de San Isidro que atrajeron hacia Madrid a  los arqueólogos ingleses Falconer y Busck (investigadores de las cavernas de Gibraltar), los cuales, en su paso por Andalucía impregnaron de la simiente investigadora al naturalista Antonio Machado Núñez (abuelo del poeta) uno de los máximos difusores del evolucionismo. 




El hombre fósil según Pierre Boitard (1838), publicado por el Semanario Pintoresco Español (1840). Fuente: Prehistoria Antigua de la Península Ibérica, coordinador Menéndez Fernández

      La primera institución que se ocuparía de la Prehistoria fue la Escuela de Minas de Madrid. También tuvo su importancia la efímera Sociedad Antropológica Española (1864) de Pedro Velasco de González. Juan Vilanova también formaba parte de esta sociedad, y a él se deben las prospecciones de la Cova del Parpalló de Gandía y la Cova Negra de Xàtiva en 1866.



El valenciano Joan Vilanova i Piera (1821-1893), uno de los mejores difusores de la Prehistoria en España. Fuente: Prehistoria Antigua de la Península Ibérica, coordinador Menéndez Fernández. Retrato de Joan Vilanova. Fuente: Universidad de València.

       Con la Revolución del 68 llegó el darwinismo a España y la lucha entre creacionista, como Vilanova, y evolucionistas como Tubino. En 1872 Joan Vilanova publica su libro Origen, Naturaleza y Antigüedad del Hombre, aunque el primer libro que lleva en su títula la palabra “Prehistória” es Antigüedades Prehistóricas de Andalucía (1868) de Manuel de Góngora. El autoctonismo de los prehistoriadores españoles, frente al difusionismo imperante en Europa, hizo prevalecer los conceptos de periódos intermedios como el Mesolítico y la Edad del Cobre (Calcolítico). La ciencia Prehistórica española fue reonocida por la Real Académica Española con el ingreso de Joan Vilanova en 1889, inciándose su enseñanza en la Universidad en 1892. En 1886 el francés Cartailhac publicó Les Âges préhistoriques de l’Espagne et du Portugal. En este periódo también trabajo el hispano-belga Luis Siret que escribió La España Prehistórica (1891) que no fue publicada hasta el 2001 por Arrael Editores de Almería.




Luis Siret  (1860-1934)

      En 1900 se crea la Dirección de Bellas Artes que tutela el patrimonio artistico e histórico. En 1911 la Ley de Excavaciones establece las normas a las que han de someterse la excavaciones. Las otras nacionalidades españolas crearon el Institut d’Estudis Catalans, con una sección de arqueología dirigda por Bosch Gimpera; el Eusko-Ikaskuntza de José Miguel de Barandiarán, las escuelas regionales vascas de Aranzadi, Barandiarán y Eguren, o Perez de Barradas en Madrid, o Lluís Pericot en València. Otros prehistoriadores salieron al extranjero para perfeccionarse, como Martín Almagro, Julio Martínez Santa-Olalla, Alberto del Castillo, Juan Cabré y su hija.

     Se creó la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas (CIPP) presidida por el Marqués de Cerralbo que excavó los yacimientos de Torralba y Ambrona (1909-1911). Uno de sus miembros, Hugo Obermaier, publicó El Hombre Fósil (1916), compendió de los estudios prehistóricos espaloles hasta la época. Bajo el auspicio del Instituto de Pelontología Humana de París creado por Alberto I de Mónaco se excavaron varias cuevas de la cornisa cantábrica, principalmente los de El Castillo (Puente Viesgo). El conde de la Vega del Sella descubrió el Asturiense en la cueva del Penicial (1914). En  1922 Obermaier consiguió la cátedra de História Primitiva del Hombre (Madrid), la primer cátedra dedicada a la Prehistória.



Hugo Obermaier, Henri Breuil y Hermilio Alcalde del Río. Fuente: UCM



En el palacio del Conde de la Vega del Sella, en Nueva, fueron huéspedes habituales Hugo Obermaier, Breuil, Wernet, Boule, Pacheco, Alcalde del Río… Fuente: Asociación Pico Peñamellera

      Por culpa de la críticas de Cartailhac i Mortillet al arte rupestre de Altamira (1879), este arte quedó relegado al olvido durante el resto del siglo XIX, hasta que se produjo el descubrimiento de Font de Gaume y la disculpa pública de Cartailhac en su Mea culpa d’un sceptic (1902). La firma en 1906 de un contrato entre el Príncipe de Móncaco y Alcalde del Río disparó los estudios en la cornisa cantábrica, reiniciándose en 1906 las excavaciones de El Castillo, descubriéndose en 1911, en la misma montaña la cueva de La Pasiega, encargándose de su estudio el abad Breuil (que se encontraba estudiando La Pileta en Malaga) quien publicó Les Cavernes de la Region Cantabrique (1911).



Cartailhac y Marcelino Sautuola

      Con la llegada del primer franquismo (1939-1959) se exiliaron los principales prehistoriadores españoles y quedaron paralizadas las excavaciones arqueológicas. La Falange sustituyó a Obermaier por Santa-Olalla, de familia militar adicta al régime, colocándolo al frente de la Comisaría General de Excavaciones, responsable de la desaparición de muchos yacimientos, por falta de preparación de sus miembros. Con el segundo franquismo (1959-1975) y el comienzo del desarrollo económico se produjo una apertura democrática que favoreció el regreso de muchos catedráticos y se creó el Servicio Nacional de Excavaciones Arqueológicas, al frente del cual destacó Martín Almagro que en 1958 crea el Instituto Español de Prehistoria dependiente del CSIC. Se vuelven a reanudar las excavaciones de Torralba y Ambrona por Howell y Emiliano Aguirre.

      Con la muerte de Franco en 1978 se instaura el sistema democrático, desaparecen en la década de los 80 los prehistoriadores pioneros y surgen nuevos prehistoriadores formados con las más modernas técnicas que inician excavaciones en El Castillo, Atapuerca y Orce.  Los nuevos descubrimientos sobre los neandertales los presentan como seres humanos mucho más cercanos a nosotros.

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