Poblado de La Estrella
"Un recóndito pueblo abandonado en las entrañas de Teruel. Maldiciones, apariciones marianas y tragedias han hecho del poblado de La Estrella un lugar singular. Un equipo del programa ha viajado a este punto de la geografía española para entrevistar a los dos últimos habitantes de este poblado marcado". Cuarto Milenio.
Esto fue emitido en el programa Cuarto Milenio de Iker Jiménez y los habitantes de la zona se indignaron, porque en vez de hablar de la hermosura del lugar, se dedicó a espantar al personal, metiéndole el miedo en el cuerpo, como hizo con tantos lugares que pasaron por sus manos y su mente febril, como El Pardal (Albacete), Ochate (Condado de Treviño), La Mussara (Tarragona)...
En Maestrazgo Mágico se puede leer que los habitantes de Mosqueruela, el lugar más próximo, afirman que es un sitio espectacular, tanto por paisaje como por el Santuario y casas. Por la noche, con linternas, gatos, malas pistas y cuentos chinos, como en cualquier película de cine, la zona puede resultar terrorífica.
Nada más lejos de la realidad. La Estrella para mi y muchos conocidos, sigue siendo un lugar maravilloso y con energía positiva.…
Mosqueruela es mucho más que un pueblo fantasmal, tiene un pasado histórico cultural excepcional, una naturaleza que ya muchos la quisieran tener y una gente luchadora; que no merecen que hablen de ellos de esta manera.
Este poblado abandonado –si descontamos la presencia de Martín y Sinforosa- es para muchos un centro de energías telúricas, un bosque de refugio para forajidos, lugar santo, centro de devoción y procesión, incluso “paridera” para damas de alta cuna “preñás” sin previo aviso. Todo eso es La Estrella, uno de los lugares más mágicos de todo el Maestrazgo (MAESTRAZGO MÁGICO).
Llegamos al lugar procedentes de Ares del Mestre y Villafranca. El desvió de la carretera a Moqueruela se encuentra a unos 7 km, al lado de una ermita. Hicimos camino por una estrecha carretera que discurre paralela a los barrancos que separan Aragón de Valencia; supimos por donde se accedía al lugar gracias a un peirón situado a la izquierda de la carretera, el cual sostenía una escultura metálica de la virgen de la estrella.
Se trata de un pequeño monumento típicamente aragonés, con una base de piedras en forma de prisma cuadrangular regular con una hornacina en la parte superior rematada en un tejadillo sobre el que suele colocarse una cruz. Los materiales para su construcción son de lo más diverso y se adaptan a las necesidades del lugar, piedra sillar, ladrillo, cal y canto, etc. En nuestro caso era un monumento de chapa de hierro.
La palabra peirón en su etimología más próxima se relaciona con la occitana pèira y significa “piedra” de igual significado que en su etimología latina. En el sur de Aragón toma la forma de “pairón”. Es pues, una piedra, cuyo referente más remoto es el menhir. Basándonos en este principio general podemos decir que el peirón es una piedra-mojón.
Una piedra con la que el hombre señala un lugar específico por alguna circunstancia determinada. También existen peirones con forma de cruz a imitación de los conocidos como cruceiros gallegos.
Peirón de La Estrella (Mosqueruela) Maestrazgo Mágico
La Estrella se encuentra en un lugar recóndito, en el fondo del río Montlleó. Para llegar al poblado debemos afrontar una pista forestal de unos 16 Km. de longitud (en el peirón marca 12 km), con algunas curvas descendentes realmente peligrosas. Desaconsejable para viajeros con turismos, sobre todo con barro y agua en la pista. La temperatura calurosa hacía todavía más penoso el viaje, montados mi mujer y yo en la moto, descendiendo por barrancos abruptos con fondos que casi llegaban al infierno. Después de muchos malabarismos llegamos a un ensanchamiento del río Monlleó, que formaba un estrecho valle en el que se divisaba unas pequeñas huertas. El río estaba completamente seco y el lecho blanco deslumbraba a aquellas horas del medio día. A su lado una pequeña aldea de tejas rojas y un templo con una cúpula cubierta con los restos de un tejado de tejas azules. Un perro ladraba. Detuvimos la moto e hicimos fotografía de aquel lugar: al fondo el río descendía hasta desembocar en la Rambla de La Viuda, cerca de Els Ibarsos.
En el centro de la fotografía se aprecia el cauce blanco y tortuoso del río Monlleó. A la izquierda, una A dentro de un globo rojo señala el pueblo de Mosqueruela. Al norte del mapa se ve el discurrir de la CV15 por Ares del Maestre y Villafranca del Cid. Al sur, en amarillo anaranjado, cerca del rio, se ve el término de Vistabella del Maestrazgo.
Hoy en día La Estrella es un barrio de Mosqueruela, y ambos lugares tienen sus inicios en el castillo del Mallo.
Restos del Castillo del Mallo (descubriendopenyagolosa.blogspot.com) Fotografía de J. Serrador
El rey Jaime I de Aragón eligió estas tierras como punto de partida para reconquistar a los musulmanes los territorios valencianos. Allá por los años 1233 el rey catalán entregó el castillo de “la Moschorola”, en la vertiente oriental de la Sierra de Gúdar, a uno de sus caballeros y éste, o el mismo monarca, entregó el futuro lugar de La Estrella a los caballeros templarios. Los musulmanes resistieron en el castillo del Mallo, pero en 1234 un caballero cristiano urdió un ardid que le permitió vencer a los moros y ocupar el castillo.
En realidad poca seguridad tenemos sobre estas historias. Lo único que he podido averiguar en la página del ayuntamiento de Mosqueruela és que los orígenes de La Estrella se remontan al siglo XIV cuando se puebla un pequeño villar (antiguo poblado del Mallo?) en la margen izquierda del río Monlleó, cuya finalidad era el cultivo de la vid. El culto mariano surge en el siglo XVII, como lo documenta el hecho de que en 1647, el papa Inocencio X concede indulgencias a la Cofradía de La Estrella. En 1673, mosen Domingo Monforte instituye una capellanía laical en la Estrella. En esta época comienzan a tomar auge las romerías, lo que obliga a reconstruir el tempo (1720-1731) y construir una hospedería, la casa Vieja, y, en 1738, la villa construye una nueva hospedería: la casa Nueva, que junto al santuario, completa la plaza de la Villeta.
Además del santuario, todavía se conservan los restos de una interesante zona residencial, situada hacia la ladera, que fue afectada por una inundación en 1883.
Anteriormente eran dos las romerías que se efectuaban al santuario de La Estrella. La primera de ellas se hacía el primer domingo de mayo y es la única que se mantiene, aunque ahora ha pasado del primer domingo al último. La otra romería era la de San Martín o del Patrocinio de la Virgen, que se hacía en el mes de noviembre. Esta romería se consideraba como la fiesta patronal de la Villeta, pero también era compartida por los de Mosqueruela, además significaba el fin del ciclo de recogida de la uva.
La noche de la romería llega la fiesta al poblado de La Estrella, la gente baila durante toda la noche y en el poblado reina el espíritu festivo. Las muchachas chinchirinas se engalanan con trajes de bellos bordados y en procesión bajan por el Barranco del Majo y beben el agua fría de la Fuente de Aparicio, mientras la virgen es portada por los pastores camino del santuario.
Dice Raúl Rentero en La Oca Loca: “Arribar a La Estrella encoge el alma, cuando no el ánimo, que no poca diferencia hay. Sus calles yermas enlazadas sobre la pendiente a la vera del río Monleón (seco en mi visita), los impresionantes riscos que la rodean (algunos de ellos elevados a más de 1.200 metros), la imponente figura de la iglesia del Santuario que se levanta como protegiendo a los hijos de las embestidas de la corriente, los esqueletos de las casas consumidas por el tiempo…”.
Mi mujer y yo bajamos de la moto y nos quitamos el casco. Una brisa fresca nos enfrió la recalentada cabeza. Había ropa tendida en la fachada del santuario y, debajo de una enorme morera blanca, estaba estacionado un antiguo Land-Rover. Muchos gatos merodeaban a nuestro alrededor. No sé porque, estaba en estado de alerta, tenso, como si hubiésemos profanado la casa de alguien; desconfiaba y observaba atentamente a mi alrededor, cuando de pronto, divisé una figura en un huerto cercano. Desapareció de repente, pero me dirigí hacia allí y divisé a un hombre con gorra blanca... y cuando iba a saludarle, de detrás de un viejo muro de piedra, semi derruido, salió una mujer con el pelo blanco y un cubo de plástico.
-Hola, buenas tardes! Les saludamos a los dos.
No puede ser, pensé, son Martín Colomer y Sinforosa, sobre los cuales yo ya había escrito unos diez años antes, cuando leí el libro de Matilde Pepín sobre la Valencia Mágica, Me alegré mucho de que todavía estuviesen vivos. Les pedí permiso para fotografiarlos al lado de mi mujer y ellos aceptaron gustosos.
-Yo tengo la llave del templo –dijo Sinforosa- les gustaría verlo.
-Por supuesto, señora, estaremos encantados.
De esta manera, los dos únicos habitantes del poblado se convirtieron en nuestros guías, explicándonos las historias de cada rincón del lugar. Estuvimos hasta pasadas las tres de la tarde y, muy a pesar nuestro, tuvimos que despedirnos puesto que nuestros compañeros moteros nos estaban esperando en Mosqueruela para comer.
Pasaron algunos años después de la expulsión de los musulmanes y los repobladores de aquellas abruptas tierras vivían encerrados en su soledad, disfrutando de la belleza monótona y esplendorosa de la naturaleza salvaje. Alguien tenía que civilizar aquella recóndita zona, alguna persona necesitaba reafirmar el territorio dentro de la ortodoxia cristiana, y así se hizo. Como en tantos otros lugares, surgió una vez más la leyenda de una aparición mariana, y de nuevo, un pastor que guardaba sus ovejas en aquel lugar, alzó la vista al cielo y sintió una llamada celestial viendo una luz cegadora que bajaba de los cielos, una especie de estrella luminosa, la cual llevaba la Madre de los Cielos en una mano, mientras sostenía en sus brazos a su santísimo hijo. Y como en tantos otros lugares, tanto el pastor como los vecinos de Mosqueruela se manifestaron como unos auténticos cabezones, empeñados en llevarle la contraria a la Virgen que había decidido establecerse en aquel paraje. Cuantas veces se empeñan en llevarse la imagen para su iglesia parroquial, inmediatamente esta regresaba misteriosamente una y otra vez al lugar de la aparición. Al final, los hombres, píos y obedientes interpretaron sus deseos y construyeron un santuario de devoción.
Sinforosa nos condujo a la puerta del santuario, pero antes de llegar, Martín nos hizo contemplar la estrella de ocho puntas construida de cantos rodados a la entrada del santuario. Toda la puerta estaba adornada con estrellas de diferentes tamaños. En una reciente reconstrucción se había colocado una imagen de la virgen sobre una peana metida en una hornacina, sobre la puerta de entrada, y en la piedra tenía esculpida una estrella de cinco puntas que desentonaba ostensiblemente del resto.
La mujer abrió el portón del santuario que tenía todo el aspecto de estar semiabandonado, a pesar del altar que se había construido recientemente. Comentamos algo sobre las pinturas y el señor Martín nos indicó el zócalo de los dos escalones de acceso al altar, decorado con losetas azules, cada una con motivos decorativos que no se repetían. Le comenté a Sinforosa lo de la paridera y me dijo que yo sabía más que ella, aunque no era verdad, pues ella nos contó lo que hacían con los niños de las monjas que se habían quedado inesperadamente preñadas. Se notaba que había hecho de guía muchas veces. El santuario es del siglo XVIII con tres naves y capillas laterales. La nave central de bóveda de cañón con lunetos y las laterales cubiertas con casquetes esféricos. El altar está precedido por un pequeño crucero cubierto con una cúpula pintada con estrellas. El exterior de la cúpula está cubierto de tejas esmaltadas azules, más propias de Valencia que las verdes de Aragón.
La estrella de ocho puntas representa a la stella matutina y vespertina, es decir, al planeta Venus, que los antiguos concebían como hijo de la luna. La Luna y Venus eran símbolos de la Diosa Madre, cuyo culto estuvo muy extendido durante la prehistoria y las primeras etapas de la civilización en Oriente Medio
Después los ermitaños nos condujeron a una estrecha sacristía que había detrás del altar, y nos enseñaron la pequeña pila de agua que estaba pintada en la pared, como si sobresaliera en tres dimensiones, gracias a la perspectiva empleada por el pintor. Aquello era el verdadero santuario, con algunas fotos de peregrinos agradecidos por las milagrosas curaciones que había realizado la virgen. En realidad, las ofrendas eran escasas: una pierna de un camionero accidentado, una muñeca de un parto feliz. La mujer nos dijo que un cura se había llevado las vestiduras y todo lo que allí había.
Le pregunté a Martín por el Land-Rover de la plaza y me dijo que era suyo y tan viejo como él. Como buen entendido, comentó que las ruedas de mi BMW 1200 GS no eran las adecuadas para bajar al santuario. Le dije que era verdad, que me había comportado como un auténtico irresponsable, no obstante, también le confirmé que mi confianza con la moto era total, pues yo sabía que si ella no me sacaba del apuro, no había moto en el mundo capaz de hacerlo.
Martín se interesó por el lugar de nuestra procedencia, informándole que veníamos de un valle de la Marina lleno de naranjos y donde las moreras producían frutos rojos y las hojas enormes, para alimentar a los gusanos de seda. Le pregunté por la riada y me equivoqué de fecha, resulta que era más moderna de lo que creía. ¿Habéis visto el cartel de la riada? Entre el edificio señorial y el santuario había una estrecha callejuela y en la pared del convento una inscripción pintada con información sobre la desgracia acaecida. Nos dijo que ahora el río no llevaba agua porque a penas llovía, pero antes eran los días más lluviosos y, aquel año, estuvo durante tres noches lloviendo copiosamente. Inesperadamente, el tercer día cayó una avalancha de agua, barro y piedras procediendo de un pequeño arroyuelo que atravesaba el pueblo. No fue el culpable el río Montlleó, sino aquel torrentuelo inofensivo que desembocaba en el río. El 9 de octubre de 1883 el cielo se desplomó y el monte aledaño perdió pie cubriendo de lodo y piedras la parte este de la aldea. Los hechos ocurrieron, según Rafael Fabregat Condill, sobre las 7 u 8 de la tarde, murieron 22 personas y hubo 5 desaparecidos. De las 45 casas, 16 desaparecieron completamente y la mitad de las restantes quedaron en ruinas. En la pared lateral de la iglesia reza una inscripción: "Diluvio de La Estrella, 9 de octubre de 1883; 17 casas destruidas y 26 personas muertas".
Torrente por el que bajó la riada
La Estrella a la vera del rio Montleó (Foto Club de Montaña Benassal)
El año 2003 cité por primera vez este lugar en mi página web La Velleta Verda en club.telépolis, ahora desaparecida. El Club de Montaña Benassal decía que este lugar pertenece al municipio turolense de Mosqueruela, donde la llaman "La Villeta"; nosotros lo vamos a encuadrar dentro del País Valenciano, puesto que forma parte espiritual de la montaña sagrada de los valencianos: el Penyagolosa. La Estrella y Sant Joan de Penyagolosa se pueden unir mediante una línea imaginaria que atraviesa el Pla de Vistabella. El santuario de la Estrella se encuentra a orillas del río Montleó. El puente romano que permite cruzar el Montlleó, se dice que forma parte de la antigua calzada que comunicaba Tarraco con Mérida. El lugar tiene fama de poblado maldito. Los habitantes del Maestrazgo conocen las negras leyendas de La Estrella y evitan bajar al inhóspito paraje, pero no los aragoneses. Matilde Pepín dice que en el lugar reina un silencio absoluto, que el paisaje es desolado y endiablado. El barranco de La Estrella fue territorio maqui, por aquí accedían los guerrilleros comunistas a Valencia. (Publicado en Celan. Boletín de cultura núm. 7. Centro de Estudios Locales de Andorra. Primavera 2003. Información Facilitada por el bandolero detenido Isaías Jiménez Utrilla (a) Manolo y el maqui el día 8 de abril de 1951. SIGC. Citado por Fernanda Romeu Alfaro. Más Allá de la Utopía: Agrupación Guerrillera de Levante).
Desde entonces he visto muchas veces como han plagiado mi página sin dignarse en citarme, así como las fotografías, de las cuales yo facilitaba la correspondiente autoría. Plagiador, por favor, cita a los que copias y se justo con el trabajo de los demás. Al final todo es el resultado de miles y miles de aportaciones de los hombres. Pero cita a los autores!
Plagiador, por favor, cita a los que copias y se justo con el trabajo de los demás.
Ellos tuvieron la cortesía de citar las fuentes
La plaza de La Estrella (Foto Lamberto Vicente Guardiola)
En su obra Valencia Mágica, Matilde Pepín dice que las estrellas fugaces son más abundantes en este lugar que en otros, y que parecen caer sobre el mismo eremitorio. En este punto se suceden cosas misteriosas. En la Estrella el 10 de agosto, la noche de los meteoritos, conocida como Noche de las lágrimas de San Lorenzo, es impresionante la cantidad de estrellas fugaces que se ven sobre el lugar.
Cuenta Lamberto Vicente Guardiola (Ver su página):”La Estrella es donde yo nací el 12 de mayo de 1923. Es un barrio de Mosqueruela situado a 25 km. de distancia. En sus buenos tiempos la Estrella era un vergel, existían todo tipo de frutas, eran famosos sus cerezas, uvas y melocotones, los famosos priscos de la Estrella. Éramos 40 familias, unos 140 vecinos, teníamos prácticamente todo lo que pudiéramos necesitar: dos tiendas de comestibles, dos de ropa, había maestro y maestra, cura practicante y barbero. En el término de la Estrella había 50 masadas o masicos, los niños iban a escuela por la noche y los domingos siempre íbamos a misa. En aquellos tiempos bajaba agua por el río durante todo el año y cuando estábamos trillando podíamos tomar el baño, se trabajaba mucho pero éramos felices. Hoy en día se pueden ver los terrenos llenos de rocas y piedras donde parece mentira que se pudiese plantar algo, allí sembrábamos tabaco bien escondido para que no lo viesen los carabineros...".
El de la fotografía es Lamberto Vicente Guardiola
El santuario fue construido por los templarios y el convento se dedicó para acoger en vida monástica a mujeres amantes de personajes de la corte e hijas ilegítimas de reyes y nobles. Los habitantes de las masías le llamaban la "Paridera del Rey". Cuenta la leyenda que una de estas mujeres dio a luz en el convento y el niño se lo arrebataron; entonces invocó a la virgen para vengarse del hombre que le había quitado al amor de sus entrañas, pero la virgen le negó la ayuda por tener demasiado odio. Desesperada subió a lo alto del Castillo del Mallo y se le apareció un joven alto y seductor que le prestó ayuda, a cambio de su alma. La mujer dijo: "Si en verdad tienes poder, arrasa este pueblo miserable que está a las órdenes de nuestros verdugos". Al día siguiente, una tormenta ocasionó una riada que arrasó el pequeño poblado. Sin embargo, como ya hemos visto, no hubo una riada, sino que el agua se desplomó de las montañas en forma de torrente que se llevó la mitad de la aldea por delante.
Sinforosa nos señaló una placa que había en el hastial del edificio frente al santuario que recordaba al torero del lugar el Niño de la Estrella. Buscamos información y la encontramos en el Blog Rafael Fabregat Condill y en Teruel Siempre.
Silvino Zafón. Niño de la Estrella (1908-1963). Foto El ültimo Condill y Teruel Siempre
Niño de la Estrella tiene en su honor una plaza de toros, la de Villafranca (Castellón), que se construyó siendo él todavía un novillero; un pasodoble del gran compositor Jaime Teixidor Dalmau (autor del popular Amparito Roca) lleva también su nombre, como también lo llevan varias peñas taurinas e, incluso, en su momento, la etiqueta de un anís muy conocido en Aragón y Levante. Sin embargo, en la actualidad, salvo para algunos entendidos, ya casi nadie lo recuerda. A este respecto, es digno de mención para quien quiera aproximarse a su vida el documentado libro de Rafael Monferrer, Silvino Zafón. Niño de la Estrella (1908-1963). Murió por accidente de moto el 14 de Marzo de 1.963 en Orange, a los 54 años de edad.
Fotografía Teruel siempre
El escritor José Manuel Almerich le ha puesto imágenes a la historia de los últimos habitantes de La Estrella para el programa de Punt 2 Planeta Bicicleta. Según Almerich La Estrella se encuentra al fondo de un barranco sin luz, agua caliente, teléfono ni televisión, pero viven felices a pesar de todo. Este lugar durante siglos perteneció al Reino de Valencia hasta su reorganización provincial, cuando pasó a Aragón. Los últimos de La Estrella. Levante-Emv (18/02/2008).
En Artzeche se habla de Sinforosa y Martín, sentados en el portal de su casa, en una antigua hospedería perteneciente al arzobispado. Una morera blanca que señorea en la recogida y bonita plaza da sombra a todo aquel que se acerque a este apartado lugar. Esta pintoresca placita acoge el ayuntamiento de 1739, la iglesia de 1816, un murete de contención que se desliza hasta el río y dos hospederías de 1818.
Fotografía de Artzeche
Sinforosa tiene un precioso pelo blanco. Aprendió a leer sola mientras cuidaba el rebaño. Tienen electricidad de motor y nevera que proveen cada 8 días.
Fotografía de Artzeche
Preciosa fotografía de una de las calles de La Estrella. Fotografía de Artzeche
Dice Artzeche. “Leo: ...Leyenda negra, insólito paraje, silencio absoluto, poblado maldito, paisaje desolado y endiablado... En esta tarde de septiembre toda en gris percibo: reposo, amabilidad, invitación a compartir...donde el tiempo que conozco, ése que me ata, no cuenta. La miro, me mira. Nos sonreímos las dos. ¿Cómo se llama eso? Volveré”.
Sinforosa fotografiada por Paco Domingo en Sube y Baja
¡Hasta la vista!. Fotografía del SIPCA
"Un recóndito pueblo abandonado en las entrañas de Teruel. Maldiciones, apariciones marianas y tragedias han hecho del poblado de La Estrella un lugar singular. Un equipo del programa ha viajado a este punto de la geografía española para entrevistar a los dos últimos habitantes de este poblado marcado". Cuarto Milenio.
Esto fue emitido en el programa Cuarto Milenio de Iker Jiménez y los habitantes de la zona se indignaron, porque en vez de hablar de la hermosura del lugar, se dedicó a espantar al personal, metiéndole el miedo en el cuerpo, como hizo con tantos lugares que pasaron por sus manos y su mente febril, como El Pardal (Albacete), Ochate (Condado de Treviño), La Mussara (Tarragona)...
En Maestrazgo Mágico se puede leer que los habitantes de Mosqueruela, el lugar más próximo, afirman que es un sitio espectacular, tanto por paisaje como por el Santuario y casas. Por la noche, con linternas, gatos, malas pistas y cuentos chinos, como en cualquier película de cine, la zona puede resultar terrorífica.
Nada más lejos de la realidad. La Estrella para mi y muchos conocidos, sigue siendo un lugar maravilloso y con energía positiva.…
Mosqueruela es mucho más que un pueblo fantasmal, tiene un pasado histórico cultural excepcional, una naturaleza que ya muchos la quisieran tener y una gente luchadora; que no merecen que hablen de ellos de esta manera.
Este poblado abandonado –si descontamos la presencia de Martín y Sinforosa- es para muchos un centro de energías telúricas, un bosque de refugio para forajidos, lugar santo, centro de devoción y procesión, incluso “paridera” para damas de alta cuna “preñás” sin previo aviso. Todo eso es La Estrella, uno de los lugares más mágicos de todo el Maestrazgo (MAESTRAZGO MÁGICO).
Llegamos al lugar procedentes de Ares del Mestre y Villafranca. El desvió de la carretera a Moqueruela se encuentra a unos 7 km, al lado de una ermita. Hicimos camino por una estrecha carretera que discurre paralela a los barrancos que separan Aragón de Valencia; supimos por donde se accedía al lugar gracias a un peirón situado a la izquierda de la carretera, el cual sostenía una escultura metálica de la virgen de la estrella.
Se trata de un pequeño monumento típicamente aragonés, con una base de piedras en forma de prisma cuadrangular regular con una hornacina en la parte superior rematada en un tejadillo sobre el que suele colocarse una cruz. Los materiales para su construcción son de lo más diverso y se adaptan a las necesidades del lugar, piedra sillar, ladrillo, cal y canto, etc. En nuestro caso era un monumento de chapa de hierro.
La palabra peirón en su etimología más próxima se relaciona con la occitana pèira y significa “piedra” de igual significado que en su etimología latina. En el sur de Aragón toma la forma de “pairón”. Es pues, una piedra, cuyo referente más remoto es el menhir. Basándonos en este principio general podemos decir que el peirón es una piedra-mojón.
Una piedra con la que el hombre señala un lugar específico por alguna circunstancia determinada. También existen peirones con forma de cruz a imitación de los conocidos como cruceiros gallegos.
La Estrella se encuentra en un lugar recóndito, en el fondo del río Montlleó. Para llegar al poblado debemos afrontar una pista forestal de unos 16 Km. de longitud (en el peirón marca 12 km), con algunas curvas descendentes realmente peligrosas. Desaconsejable para viajeros con turismos, sobre todo con barro y agua en la pista. La temperatura calurosa hacía todavía más penoso el viaje, montados mi mujer y yo en la moto, descendiendo por barrancos abruptos con fondos que casi llegaban al infierno. Después de muchos malabarismos llegamos a un ensanchamiento del río Monlleó, que formaba un estrecho valle en el que se divisaba unas pequeñas huertas. El río estaba completamente seco y el lecho blanco deslumbraba a aquellas horas del medio día. A su lado una pequeña aldea de tejas rojas y un templo con una cúpula cubierta con los restos de un tejado de tejas azules. Un perro ladraba. Detuvimos la moto e hicimos fotografía de aquel lugar: al fondo el río descendía hasta desembocar en la Rambla de La Viuda, cerca de Els Ibarsos.
En el centro de la fotografía se aprecia el cauce blanco y tortuoso del río Monlleó. A la izquierda, una A dentro de un globo rojo señala el pueblo de Mosqueruela. Al norte del mapa se ve el discurrir de la CV15 por Ares del Maestre y Villafranca del Cid. Al sur, en amarillo anaranjado, cerca del rio, se ve el término de Vistabella del Maestrazgo.
Hoy en día La Estrella es un barrio de Mosqueruela, y ambos lugares tienen sus inicios en el castillo del Mallo.
El rey Jaime I de Aragón eligió estas tierras como punto de partida para reconquistar a los musulmanes los territorios valencianos. Allá por los años 1233 el rey catalán entregó el castillo de “la Moschorola”, en la vertiente oriental de la Sierra de Gúdar, a uno de sus caballeros y éste, o el mismo monarca, entregó el futuro lugar de La Estrella a los caballeros templarios. Los musulmanes resistieron en el castillo del Mallo, pero en 1234 un caballero cristiano urdió un ardid que le permitió vencer a los moros y ocupar el castillo.
En realidad poca seguridad tenemos sobre estas historias. Lo único que he podido averiguar en la página del ayuntamiento de Mosqueruela és que los orígenes de La Estrella se remontan al siglo XIV cuando se puebla un pequeño villar (antiguo poblado del Mallo?) en la margen izquierda del río Monlleó, cuya finalidad era el cultivo de la vid. El culto mariano surge en el siglo XVII, como lo documenta el hecho de que en 1647, el papa Inocencio X concede indulgencias a la Cofradía de La Estrella. En 1673, mosen Domingo Monforte instituye una capellanía laical en la Estrella. En esta época comienzan a tomar auge las romerías, lo que obliga a reconstruir el tempo (1720-1731) y construir una hospedería, la casa Vieja, y, en 1738, la villa construye una nueva hospedería: la casa Nueva, que junto al santuario, completa la plaza de la Villeta.
Además del santuario, todavía se conservan los restos de una interesante zona residencial, situada hacia la ladera, que fue afectada por una inundación en 1883.
Anteriormente eran dos las romerías que se efectuaban al santuario de La Estrella. La primera de ellas se hacía el primer domingo de mayo y es la única que se mantiene, aunque ahora ha pasado del primer domingo al último. La otra romería era la de San Martín o del Patrocinio de la Virgen, que se hacía en el mes de noviembre. Esta romería se consideraba como la fiesta patronal de la Villeta, pero también era compartida por los de Mosqueruela, además significaba el fin del ciclo de recogida de la uva.
La noche de la romería llega la fiesta al poblado de La Estrella, la gente baila durante toda la noche y en el poblado reina el espíritu festivo. Las muchachas chinchirinas se engalanan con trajes de bellos bordados y en procesión bajan por el Barranco del Majo y beben el agua fría de la Fuente de Aparicio, mientras la virgen es portada por los pastores camino del santuario.
Dice Raúl Rentero en La Oca Loca: “Arribar a La Estrella encoge el alma, cuando no el ánimo, que no poca diferencia hay. Sus calles yermas enlazadas sobre la pendiente a la vera del río Monleón (seco en mi visita), los impresionantes riscos que la rodean (algunos de ellos elevados a más de 1.200 metros), la imponente figura de la iglesia del Santuario que se levanta como protegiendo a los hijos de las embestidas de la corriente, los esqueletos de las casas consumidas por el tiempo…”.
Mi mujer y yo bajamos de la moto y nos quitamos el casco. Una brisa fresca nos enfrió la recalentada cabeza. Había ropa tendida en la fachada del santuario y, debajo de una enorme morera blanca, estaba estacionado un antiguo Land-Rover. Muchos gatos merodeaban a nuestro alrededor. No sé porque, estaba en estado de alerta, tenso, como si hubiésemos profanado la casa de alguien; desconfiaba y observaba atentamente a mi alrededor, cuando de pronto, divisé una figura en un huerto cercano. Desapareció de repente, pero me dirigí hacia allí y divisé a un hombre con gorra blanca... y cuando iba a saludarle, de detrás de un viejo muro de piedra, semi derruido, salió una mujer con el pelo blanco y un cubo de plástico.
-Hola, buenas tardes! Les saludamos a los dos.
No puede ser, pensé, son Martín Colomer y Sinforosa, sobre los cuales yo ya había escrito unos diez años antes, cuando leí el libro de Matilde Pepín sobre la Valencia Mágica, Me alegré mucho de que todavía estuviesen vivos. Les pedí permiso para fotografiarlos al lado de mi mujer y ellos aceptaron gustosos.
-Yo tengo la llave del templo –dijo Sinforosa- les gustaría verlo.
-Por supuesto, señora, estaremos encantados.
De esta manera, los dos únicos habitantes del poblado se convirtieron en nuestros guías, explicándonos las historias de cada rincón del lugar. Estuvimos hasta pasadas las tres de la tarde y, muy a pesar nuestro, tuvimos que despedirnos puesto que nuestros compañeros moteros nos estaban esperando en Mosqueruela para comer.
Pasaron algunos años después de la expulsión de los musulmanes y los repobladores de aquellas abruptas tierras vivían encerrados en su soledad, disfrutando de la belleza monótona y esplendorosa de la naturaleza salvaje. Alguien tenía que civilizar aquella recóndita zona, alguna persona necesitaba reafirmar el territorio dentro de la ortodoxia cristiana, y así se hizo. Como en tantos otros lugares, surgió una vez más la leyenda de una aparición mariana, y de nuevo, un pastor que guardaba sus ovejas en aquel lugar, alzó la vista al cielo y sintió una llamada celestial viendo una luz cegadora que bajaba de los cielos, una especie de estrella luminosa, la cual llevaba la Madre de los Cielos en una mano, mientras sostenía en sus brazos a su santísimo hijo. Y como en tantos otros lugares, tanto el pastor como los vecinos de Mosqueruela se manifestaron como unos auténticos cabezones, empeñados en llevarle la contraria a la Virgen que había decidido establecerse en aquel paraje. Cuantas veces se empeñan en llevarse la imagen para su iglesia parroquial, inmediatamente esta regresaba misteriosamente una y otra vez al lugar de la aparición. Al final, los hombres, píos y obedientes interpretaron sus deseos y construyeron un santuario de devoción.
Sinforosa nos condujo a la puerta del santuario, pero antes de llegar, Martín nos hizo contemplar la estrella de ocho puntas construida de cantos rodados a la entrada del santuario. Toda la puerta estaba adornada con estrellas de diferentes tamaños. En una reciente reconstrucción se había colocado una imagen de la virgen sobre una peana metida en una hornacina, sobre la puerta de entrada, y en la piedra tenía esculpida una estrella de cinco puntas que desentonaba ostensiblemente del resto.
La mujer abrió el portón del santuario que tenía todo el aspecto de estar semiabandonado, a pesar del altar que se había construido recientemente. Comentamos algo sobre las pinturas y el señor Martín nos indicó el zócalo de los dos escalones de acceso al altar, decorado con losetas azules, cada una con motivos decorativos que no se repetían. Le comenté a Sinforosa lo de la paridera y me dijo que yo sabía más que ella, aunque no era verdad, pues ella nos contó lo que hacían con los niños de las monjas que se habían quedado inesperadamente preñadas. Se notaba que había hecho de guía muchas veces. El santuario es del siglo XVIII con tres naves y capillas laterales. La nave central de bóveda de cañón con lunetos y las laterales cubiertas con casquetes esféricos. El altar está precedido por un pequeño crucero cubierto con una cúpula pintada con estrellas. El exterior de la cúpula está cubierto de tejas esmaltadas azules, más propias de Valencia que las verdes de Aragón.
La estrella de ocho puntas representa a la stella matutina y vespertina, es decir, al planeta Venus, que los antiguos concebían como hijo de la luna. La Luna y Venus eran símbolos de la Diosa Madre, cuyo culto estuvo muy extendido durante la prehistoria y las primeras etapas de la civilización en Oriente Medio
Después los ermitaños nos condujeron a una estrecha sacristía que había detrás del altar, y nos enseñaron la pequeña pila de agua que estaba pintada en la pared, como si sobresaliera en tres dimensiones, gracias a la perspectiva empleada por el pintor. Aquello era el verdadero santuario, con algunas fotos de peregrinos agradecidos por las milagrosas curaciones que había realizado la virgen. En realidad, las ofrendas eran escasas: una pierna de un camionero accidentado, una muñeca de un parto feliz. La mujer nos dijo que un cura se había llevado las vestiduras y todo lo que allí había.
Le pregunté a Martín por el Land-Rover de la plaza y me dijo que era suyo y tan viejo como él. Como buen entendido, comentó que las ruedas de mi BMW 1200 GS no eran las adecuadas para bajar al santuario. Le dije que era verdad, que me había comportado como un auténtico irresponsable, no obstante, también le confirmé que mi confianza con la moto era total, pues yo sabía que si ella no me sacaba del apuro, no había moto en el mundo capaz de hacerlo.
Martín se interesó por el lugar de nuestra procedencia, informándole que veníamos de un valle de la Marina lleno de naranjos y donde las moreras producían frutos rojos y las hojas enormes, para alimentar a los gusanos de seda. Le pregunté por la riada y me equivoqué de fecha, resulta que era más moderna de lo que creía. ¿Habéis visto el cartel de la riada? Entre el edificio señorial y el santuario había una estrecha callejuela y en la pared del convento una inscripción pintada con información sobre la desgracia acaecida. Nos dijo que ahora el río no llevaba agua porque a penas llovía, pero antes eran los días más lluviosos y, aquel año, estuvo durante tres noches lloviendo copiosamente. Inesperadamente, el tercer día cayó una avalancha de agua, barro y piedras procediendo de un pequeño arroyuelo que atravesaba el pueblo. No fue el culpable el río Montlleó, sino aquel torrentuelo inofensivo que desembocaba en el río. El 9 de octubre de 1883 el cielo se desplomó y el monte aledaño perdió pie cubriendo de lodo y piedras la parte este de la aldea. Los hechos ocurrieron, según Rafael Fabregat Condill, sobre las 7 u 8 de la tarde, murieron 22 personas y hubo 5 desaparecidos. De las 45 casas, 16 desaparecieron completamente y la mitad de las restantes quedaron en ruinas. En la pared lateral de la iglesia reza una inscripción: "Diluvio de La Estrella, 9 de octubre de 1883; 17 casas destruidas y 26 personas muertas".
El año 2003 cité por primera vez este lugar en mi página web La Velleta Verda en club.telépolis, ahora desaparecida. El Club de Montaña Benassal decía que este lugar pertenece al municipio turolense de Mosqueruela, donde la llaman "La Villeta"; nosotros lo vamos a encuadrar dentro del País Valenciano, puesto que forma parte espiritual de la montaña sagrada de los valencianos: el Penyagolosa. La Estrella y Sant Joan de Penyagolosa se pueden unir mediante una línea imaginaria que atraviesa el Pla de Vistabella. El santuario de la Estrella se encuentra a orillas del río Montleó. El puente romano que permite cruzar el Montlleó, se dice que forma parte de la antigua calzada que comunicaba Tarraco con Mérida. El lugar tiene fama de poblado maldito. Los habitantes del Maestrazgo conocen las negras leyendas de La Estrella y evitan bajar al inhóspito paraje, pero no los aragoneses. Matilde Pepín dice que en el lugar reina un silencio absoluto, que el paisaje es desolado y endiablado. El barranco de La Estrella fue territorio maqui, por aquí accedían los guerrilleros comunistas a Valencia. (Publicado en Celan. Boletín de cultura núm. 7. Centro de Estudios Locales de Andorra. Primavera 2003. Información Facilitada por el bandolero detenido Isaías Jiménez Utrilla (a) Manolo y el maqui el día 8 de abril de 1951. SIGC. Citado por Fernanda Romeu Alfaro. Más Allá de la Utopía: Agrupación Guerrillera de Levante).
Desde entonces he visto muchas veces como han plagiado mi página sin dignarse en citarme, así como las fotografías, de las cuales yo facilitaba la correspondiente autoría. Plagiador, por favor, cita a los que copias y se justo con el trabajo de los demás. Al final todo es el resultado de miles y miles de aportaciones de los hombres. Pero cita a los autores!
Plagiador, por favor, cita a los que copias y se justo con el trabajo de los demás.
En su obra Valencia Mágica, Matilde Pepín dice que las estrellas fugaces son más abundantes en este lugar que en otros, y que parecen caer sobre el mismo eremitorio. En este punto se suceden cosas misteriosas. En la Estrella el 10 de agosto, la noche de los meteoritos, conocida como Noche de las lágrimas de San Lorenzo, es impresionante la cantidad de estrellas fugaces que se ven sobre el lugar.
Cuenta Lamberto Vicente Guardiola (Ver su página):”La Estrella es donde yo nací el 12 de mayo de 1923. Es un barrio de Mosqueruela situado a 25 km. de distancia. En sus buenos tiempos la Estrella era un vergel, existían todo tipo de frutas, eran famosos sus cerezas, uvas y melocotones, los famosos priscos de la Estrella. Éramos 40 familias, unos 140 vecinos, teníamos prácticamente todo lo que pudiéramos necesitar: dos tiendas de comestibles, dos de ropa, había maestro y maestra, cura practicante y barbero. En el término de la Estrella había 50 masadas o masicos, los niños iban a escuela por la noche y los domingos siempre íbamos a misa. En aquellos tiempos bajaba agua por el río durante todo el año y cuando estábamos trillando podíamos tomar el baño, se trabajaba mucho pero éramos felices. Hoy en día se pueden ver los terrenos llenos de rocas y piedras donde parece mentira que se pudiese plantar algo, allí sembrábamos tabaco bien escondido para que no lo viesen los carabineros...".
El santuario fue construido por los templarios y el convento se dedicó para acoger en vida monástica a mujeres amantes de personajes de la corte e hijas ilegítimas de reyes y nobles. Los habitantes de las masías le llamaban la "Paridera del Rey". Cuenta la leyenda que una de estas mujeres dio a luz en el convento y el niño se lo arrebataron; entonces invocó a la virgen para vengarse del hombre que le había quitado al amor de sus entrañas, pero la virgen le negó la ayuda por tener demasiado odio. Desesperada subió a lo alto del Castillo del Mallo y se le apareció un joven alto y seductor que le prestó ayuda, a cambio de su alma. La mujer dijo: "Si en verdad tienes poder, arrasa este pueblo miserable que está a las órdenes de nuestros verdugos". Al día siguiente, una tormenta ocasionó una riada que arrasó el pequeño poblado. Sin embargo, como ya hemos visto, no hubo una riada, sino que el agua se desplomó de las montañas en forma de torrente que se llevó la mitad de la aldea por delante.
Sinforosa nos señaló una placa que había en el hastial del edificio frente al santuario que recordaba al torero del lugar el Niño de la Estrella. Buscamos información y la encontramos en el Blog Rafael Fabregat Condill y en Teruel Siempre.
Niño de la Estrella tiene en su honor una plaza de toros, la de Villafranca (Castellón), que se construyó siendo él todavía un novillero; un pasodoble del gran compositor Jaime Teixidor Dalmau (autor del popular Amparito Roca) lleva también su nombre, como también lo llevan varias peñas taurinas e, incluso, en su momento, la etiqueta de un anís muy conocido en Aragón y Levante. Sin embargo, en la actualidad, salvo para algunos entendidos, ya casi nadie lo recuerda. A este respecto, es digno de mención para quien quiera aproximarse a su vida el documentado libro de Rafael Monferrer, Silvino Zafón. Niño de la Estrella (1908-1963). Murió por accidente de moto el 14 de Marzo de 1.963 en Orange, a los 54 años de edad.
El escritor José Manuel Almerich le ha puesto imágenes a la historia de los últimos habitantes de La Estrella para el programa de Punt 2 Planeta Bicicleta. Según Almerich La Estrella se encuentra al fondo de un barranco sin luz, agua caliente, teléfono ni televisión, pero viven felices a pesar de todo. Este lugar durante siglos perteneció al Reino de Valencia hasta su reorganización provincial, cuando pasó a Aragón. Los últimos de La Estrella. Levante-Emv (18/02/2008).
En Artzeche se habla de Sinforosa y Martín, sentados en el portal de su casa, en una antigua hospedería perteneciente al arzobispado. Una morera blanca que señorea en la recogida y bonita plaza da sombra a todo aquel que se acerque a este apartado lugar. Esta pintoresca placita acoge el ayuntamiento de 1739, la iglesia de 1816, un murete de contención que se desliza hasta el río y dos hospederías de 1818.
Dice Artzeche. “Leo: ...Leyenda negra, insólito paraje, silencio absoluto, poblado maldito, paisaje desolado y endiablado... En esta tarde de septiembre toda en gris percibo: reposo, amabilidad, invitación a compartir...donde el tiempo que conozco, ése que me ata, no cuenta. La miro, me mira. Nos sonreímos las dos. ¿Cómo se llama eso? Volveré”.
Esto fue emitido en el programa Cuarto Milenio de Iker Jiménez y los habitantes de la zona se indignaron, porque en vez de hablar de la hermosura del lugar, se dedicó a espantar al personal, metiéndole el miedo en el cuerpo, como hizo con tantos lugares que pasaron por sus manos y su mente febril, como El Pardal (Albacete), Ochate (Condado de Treviño), La Mussara (Tarragona)...
En Maestrazgo Mágico se puede leer que los habitantes de Mosqueruela, el lugar más próximo, afirman que es un sitio espectacular, tanto por paisaje como por el Santuario y casas. Por la noche, con linternas, gatos, malas pistas y cuentos chinos, como en cualquier película de cine, la zona puede resultar terrorífica.
Nada más lejos de la realidad. La Estrella para mi y muchos conocidos, sigue siendo un lugar maravilloso y con energía positiva.…
Este poblado abandonado –si descontamos la presencia de Martín y Sinforosa- es para muchos un centro de energías telúricas, un bosque de refugio para forajidos, lugar santo, centro de devoción y procesión, incluso “paridera” para damas de alta cuna “preñás” sin previo aviso. Todo eso es La Estrella, uno de los lugares más mágicos de todo el Maestrazgo (MAESTRAZGO MÁGICO).
Llegamos al lugar procedentes de Ares del Mestre y Villafranca. El desvió de la carretera a Moqueruela se encuentra a unos 7 km, al lado de una ermita. Hicimos camino por una estrecha carretera que discurre paralela a los barrancos que separan Aragón de Valencia; supimos por donde se accedía al lugar gracias a un peirón situado a la izquierda de la carretera, el cual sostenía una escultura metálica de la virgen de la estrella.
Se trata de un pequeño monumento típicamente aragonés, con una base de piedras en forma de prisma cuadrangular regular con una hornacina en la parte superior rematada en un tejadillo sobre el que suele colocarse una cruz. Los materiales para su construcción son de lo más diverso y se adaptan a las necesidades del lugar, piedra sillar, ladrillo, cal y canto, etc. En nuestro caso era un monumento de chapa de hierro.
La palabra peirón en su etimología más próxima se relaciona con la occitana pèira y significa “piedra” de igual significado que en su etimología latina. En el sur de Aragón toma la forma de “pairón”. Es pues, una piedra, cuyo referente más remoto es el menhir. Basándonos en este principio general podemos decir que el peirón es una piedra-mojón.
Una piedra con la que el hombre señala un lugar específico por alguna circunstancia determinada. También existen peirones con forma de cruz a imitación de los conocidos como cruceiros gallegos.
Peirón de La Estrella (Mosqueruela) Maestrazgo Mágico
En el centro de la fotografía se aprecia el cauce blanco y tortuoso del río Monlleó. A la izquierda, una A dentro de un globo rojo señala el pueblo de Mosqueruela. Al norte del mapa se ve el discurrir de la CV15 por Ares del Maestre y Villafranca del Cid. Al sur, en amarillo anaranjado, cerca del rio, se ve el término de Vistabella del Maestrazgo.
Hoy en día La Estrella es un barrio de Mosqueruela, y ambos lugares tienen sus inicios en el castillo del Mallo.
Restos del Castillo del Mallo (descubriendopenyagolosa.blogspot.com) Fotografía de J. Serrador
El rey Jaime I de Aragón eligió estas tierras como punto de partida para reconquistar a los musulmanes los territorios valencianos. Allá por los años 1233 el rey catalán entregó el castillo de “la Moschorola”, en la vertiente oriental de la Sierra de Gúdar, a uno de sus caballeros y éste, o el mismo monarca, entregó el futuro lugar de La Estrella a los caballeros templarios. Los musulmanes resistieron en el castillo del Mallo, pero en 1234 un caballero cristiano urdió un ardid que le permitió vencer a los moros y ocupar el castillo.
En realidad poca seguridad tenemos sobre estas historias. Lo único que he podido averiguar en la página del ayuntamiento de Mosqueruela és que los orígenes de La Estrella se remontan al siglo XIV cuando se puebla un pequeño villar (antiguo poblado del Mallo?) en la margen izquierda del río Monlleó, cuya finalidad era el cultivo de la vid. El culto mariano surge en el siglo XVII, como lo documenta el hecho de que en 1647, el papa Inocencio X concede indulgencias a la Cofradía de La Estrella. En 1673, mosen Domingo Monforte instituye una capellanía laical en la Estrella. En esta época comienzan a tomar auge las romerías, lo que obliga a reconstruir el tempo (1720-1731) y construir una hospedería, la casa Vieja, y, en 1738, la villa construye una nueva hospedería: la casa Nueva, que junto al santuario, completa la plaza de la Villeta.
Además del santuario, todavía se conservan los restos de una interesante zona residencial, situada hacia la ladera, que fue afectada por una inundación en 1883.
Anteriormente eran dos las romerías que se efectuaban al santuario de La Estrella. La primera de ellas se hacía el primer domingo de mayo y es la única que se mantiene, aunque ahora ha pasado del primer domingo al último. La otra romería era la de San Martín o del Patrocinio de la Virgen, que se hacía en el mes de noviembre. Esta romería se consideraba como la fiesta patronal de la Villeta, pero también era compartida por los de Mosqueruela, además significaba el fin del ciclo de recogida de la uva.
La noche de la romería llega la fiesta al poblado de La Estrella, la gente baila durante toda la noche y en el poblado reina el espíritu festivo. Las muchachas chinchirinas se engalanan con trajes de bellos bordados y en procesión bajan por el Barranco del Majo y beben el agua fría de la Fuente de Aparicio, mientras la virgen es portada por los pastores camino del santuario.
Dice Raúl Rentero en La Oca Loca: “Arribar a La Estrella encoge el alma, cuando no el ánimo, que no poca diferencia hay. Sus calles yermas enlazadas sobre la pendiente a la vera del río Monleón (seco en mi visita), los impresionantes riscos que la rodean (algunos de ellos elevados a más de 1.200 metros), la imponente figura de la iglesia del Santuario que se levanta como protegiendo a los hijos de las embestidas de la corriente, los esqueletos de las casas consumidas por el tiempo…”.
Mi mujer y yo bajamos de la moto y nos quitamos el casco. Una brisa fresca nos enfrió la recalentada cabeza. Había ropa tendida en la fachada del santuario y, debajo de una enorme morera blanca, estaba estacionado un antiguo Land-Rover. Muchos gatos merodeaban a nuestro alrededor. No sé porque, estaba en estado de alerta, tenso, como si hubiésemos profanado la casa de alguien; desconfiaba y observaba atentamente a mi alrededor, cuando de pronto, divisé una figura en un huerto cercano. Desapareció de repente, pero me dirigí hacia allí y divisé a un hombre con gorra blanca... y cuando iba a saludarle, de detrás de un viejo muro de piedra, semi derruido, salió una mujer con el pelo blanco y un cubo de plástico.
-Hola, buenas tardes! Les saludamos a los dos.
No puede ser, pensé, son Martín Colomer y Sinforosa, sobre los cuales yo ya había escrito unos diez años antes, cuando leí el libro de Matilde Pepín sobre la Valencia Mágica, Me alegré mucho de que todavía estuviesen vivos. Les pedí permiso para fotografiarlos al lado de mi mujer y ellos aceptaron gustosos.
-Yo tengo la llave del templo –dijo Sinforosa- les gustaría verlo.
-Por supuesto, señora, estaremos encantados.
De esta manera, los dos únicos habitantes del poblado se convirtieron en nuestros guías, explicándonos las historias de cada rincón del lugar. Estuvimos hasta pasadas las tres de la tarde y, muy a pesar nuestro, tuvimos que despedirnos puesto que nuestros compañeros moteros nos estaban esperando en Mosqueruela para comer.
Pasaron algunos años después de la expulsión de los musulmanes y los repobladores de aquellas abruptas tierras vivían encerrados en su soledad, disfrutando de la belleza monótona y esplendorosa de la naturaleza salvaje. Alguien tenía que civilizar aquella recóndita zona, alguna persona necesitaba reafirmar el territorio dentro de la ortodoxia cristiana, y así se hizo. Como en tantos otros lugares, surgió una vez más la leyenda de una aparición mariana, y de nuevo, un pastor que guardaba sus ovejas en aquel lugar, alzó la vista al cielo y sintió una llamada celestial viendo una luz cegadora que bajaba de los cielos, una especie de estrella luminosa, la cual llevaba la Madre de los Cielos en una mano, mientras sostenía en sus brazos a su santísimo hijo. Y como en tantos otros lugares, tanto el pastor como los vecinos de Mosqueruela se manifestaron como unos auténticos cabezones, empeñados en llevarle la contraria a la Virgen que había decidido establecerse en aquel paraje. Cuantas veces se empeñan en llevarse la imagen para su iglesia parroquial, inmediatamente esta regresaba misteriosamente una y otra vez al lugar de la aparición. Al final, los hombres, píos y obedientes interpretaron sus deseos y construyeron un santuario de devoción.
Sinforosa nos condujo a la puerta del santuario, pero antes de llegar, Martín nos hizo contemplar la estrella de ocho puntas construida de cantos rodados a la entrada del santuario. Toda la puerta estaba adornada con estrellas de diferentes tamaños. En una reciente reconstrucción se había colocado una imagen de la virgen sobre una peana metida en una hornacina, sobre la puerta de entrada, y en la piedra tenía esculpida una estrella de cinco puntas que desentonaba ostensiblemente del resto.
La estrella de ocho puntas representa a la stella matutina y vespertina, es decir, al planeta Venus, que los antiguos concebían como hijo de la luna. La Luna y Venus eran símbolos de la Diosa Madre, cuyo culto estuvo muy extendido durante la prehistoria y las primeras etapas de la civilización en Oriente Medio
Después los ermitaños nos condujeron a una estrecha sacristía que había detrás del altar, y nos enseñaron la pequeña pila de agua que estaba pintada en la pared, como si sobresaliera en tres dimensiones, gracias a la perspectiva empleada por el pintor. Aquello era el verdadero santuario, con algunas fotos de peregrinos agradecidos por las milagrosas curaciones que había realizado la virgen. En realidad, las ofrendas eran escasas: una pierna de un camionero accidentado, una muñeca de un parto feliz. La mujer nos dijo que un cura se había llevado las vestiduras y todo lo que allí había.
Le pregunté a Martín por el Land-Rover de la plaza y me dijo que era suyo y tan viejo como él. Como buen entendido, comentó que las ruedas de mi BMW 1200 GS no eran las adecuadas para bajar al santuario. Le dije que era verdad, que me había comportado como un auténtico irresponsable, no obstante, también le confirmé que mi confianza con la moto era total, pues yo sabía que si ella no me sacaba del apuro, no había moto en el mundo capaz de hacerlo.
Martín se interesó por el lugar de nuestra procedencia, informándole que veníamos de un valle de la Marina lleno de naranjos y donde las moreras producían frutos rojos y las hojas enormes, para alimentar a los gusanos de seda. Le pregunté por la riada y me equivoqué de fecha, resulta que era más moderna de lo que creía. ¿Habéis visto el cartel de la riada? Entre el edificio señorial y el santuario había una estrecha callejuela y en la pared del convento una inscripción pintada con información sobre la desgracia acaecida. Nos dijo que ahora el río no llevaba agua porque a penas llovía, pero antes eran los días más lluviosos y, aquel año, estuvo durante tres noches lloviendo copiosamente. Inesperadamente, el tercer día cayó una avalancha de agua, barro y piedras procediendo de un pequeño arroyuelo que atravesaba el pueblo. No fue el culpable el río Montlleó, sino aquel torrentuelo inofensivo que desembocaba en el río. El 9 de octubre de 1883 el cielo se desplomó y el monte aledaño perdió pie cubriendo de lodo y piedras la parte este de la aldea. Los hechos ocurrieron, según Rafael Fabregat Condill, sobre las 7 u 8 de la tarde, murieron 22 personas y hubo 5 desaparecidos. De las 45 casas, 16 desaparecieron completamente y la mitad de las restantes quedaron en ruinas. En la pared lateral de la iglesia reza una inscripción: "Diluvio de La Estrella, 9 de octubre de 1883; 17 casas destruidas y 26 personas muertas".
Torrente por el que bajó la riada
La Estrella a la vera del rio Montleó (Foto Club de Montaña Benassal)
Desde entonces he visto muchas veces como han plagiado mi página sin dignarse en citarme, así como las fotografías, de las cuales yo facilitaba la correspondiente autoría. Plagiador, por favor, cita a los que copias y se justo con el trabajo de los demás. Al final todo es el resultado de miles y miles de aportaciones de los hombres. Pero cita a los autores!
Plagiador, por favor, cita a los que copias y se justo con el trabajo de los demás.
Ellos tuvieron la cortesía de citar las fuentes
La plaza de La Estrella (Foto Lamberto Vicente Guardiola)
En su obra Valencia Mágica, Matilde Pepín dice que las estrellas fugaces son más abundantes en este lugar que en otros, y que parecen caer sobre el mismo eremitorio. En este punto se suceden cosas misteriosas. En la Estrella el 10 de agosto, la noche de los meteoritos, conocida como Noche de las lágrimas de San Lorenzo, es impresionante la cantidad de estrellas fugaces que se ven sobre el lugar.
Cuenta Lamberto Vicente Guardiola (Ver su página):”La Estrella es donde yo nací el 12 de mayo de 1923. Es un barrio de Mosqueruela situado a 25 km. de distancia. En sus buenos tiempos la Estrella era un vergel, existían todo tipo de frutas, eran famosos sus cerezas, uvas y melocotones, los famosos priscos de la Estrella. Éramos 40 familias, unos 140 vecinos, teníamos prácticamente todo lo que pudiéramos necesitar: dos tiendas de comestibles, dos de ropa, había maestro y maestra, cura practicante y barbero. En el término de la Estrella había 50 masadas o masicos, los niños iban a escuela por la noche y los domingos siempre íbamos a misa. En aquellos tiempos bajaba agua por el río durante todo el año y cuando estábamos trillando podíamos tomar el baño, se trabajaba mucho pero éramos felices. Hoy en día se pueden ver los terrenos llenos de rocas y piedras donde parece mentira que se pudiese plantar algo, allí sembrábamos tabaco bien escondido para que no lo viesen los carabineros...".
El de la fotografía es Lamberto Vicente Guardiola
El santuario fue construido por los templarios y el convento se dedicó para acoger en vida monástica a mujeres amantes de personajes de la corte e hijas ilegítimas de reyes y nobles. Los habitantes de las masías le llamaban la "Paridera del Rey". Cuenta la leyenda que una de estas mujeres dio a luz en el convento y el niño se lo arrebataron; entonces invocó a la virgen para vengarse del hombre que le había quitado al amor de sus entrañas, pero la virgen le negó la ayuda por tener demasiado odio. Desesperada subió a lo alto del Castillo del Mallo y se le apareció un joven alto y seductor que le prestó ayuda, a cambio de su alma. La mujer dijo: "Si en verdad tienes poder, arrasa este pueblo miserable que está a las órdenes de nuestros verdugos". Al día siguiente, una tormenta ocasionó una riada que arrasó el pequeño poblado. Sin embargo, como ya hemos visto, no hubo una riada, sino que el agua se desplomó de las montañas en forma de torrente que se llevó la mitad de la aldea por delante.
Sinforosa nos señaló una placa que había en el hastial del edificio frente al santuario que recordaba al torero del lugar el Niño de la Estrella. Buscamos información y la encontramos en el Blog Rafael Fabregat Condill y en Teruel Siempre.
Silvino Zafón. Niño de la Estrella (1908-1963). Foto El ültimo Condill y Teruel Siempre
Niño de la Estrella tiene en su honor una plaza de toros, la de Villafranca (Castellón), que se construyó siendo él todavía un novillero; un pasodoble del gran compositor Jaime Teixidor Dalmau (autor del popular Amparito Roca) lleva también su nombre, como también lo llevan varias peñas taurinas e, incluso, en su momento, la etiqueta de un anís muy conocido en Aragón y Levante. Sin embargo, en la actualidad, salvo para algunos entendidos, ya casi nadie lo recuerda. A este respecto, es digno de mención para quien quiera aproximarse a su vida el documentado libro de Rafael Monferrer, Silvino Zafón. Niño de la Estrella (1908-1963). Murió por accidente de moto el 14 de Marzo de 1.963 en Orange, a los 54 años de edad.
Fotografía Teruel siempre
El escritor José Manuel Almerich le ha puesto imágenes a la historia de los últimos habitantes de La Estrella para el programa de Punt 2 Planeta Bicicleta. Según Almerich La Estrella se encuentra al fondo de un barranco sin luz, agua caliente, teléfono ni televisión, pero viven felices a pesar de todo. Este lugar durante siglos perteneció al Reino de Valencia hasta su reorganización provincial, cuando pasó a Aragón. Los últimos de La Estrella. Levante-Emv (18/02/2008).
En Artzeche se habla de Sinforosa y Martín, sentados en el portal de su casa, en una antigua hospedería perteneciente al arzobispado. Una morera blanca que señorea en la recogida y bonita plaza da sombra a todo aquel que se acerque a este apartado lugar. Esta pintoresca placita acoge el ayuntamiento de 1739, la iglesia de 1816, un murete de contención que se desliza hasta el río y dos hospederías de 1818.
Fotografía de Artzeche
Sinforosa tiene un precioso pelo blanco. Aprendió a leer sola mientras cuidaba el rebaño. Tienen electricidad de motor y nevera que proveen cada 8 días.
Fotografía de Artzeche
Preciosa fotografía de una de las calles de La Estrella. Fotografía de Artzeche
Dice Artzeche. “Leo: ...Leyenda negra, insólito paraje, silencio absoluto, poblado maldito, paisaje desolado y endiablado... En esta tarde de septiembre toda en gris percibo: reposo, amabilidad, invitación a compartir...donde el tiempo que conozco, ése que me ata, no cuenta. La miro, me mira. Nos sonreímos las dos. ¿Cómo se llama eso? Volveré”.
Sinforosa fotografiada por Paco Domingo en Sube y Baja
¡Hasta la vista!. Fotografía del SIPCA
Comentaris
enhorabuena ; saludos .
Te he citado como fuente en un comentario de facebook, en el que además he puesto un enlace para que lleguen hasta tu blog. Espero que no te moleste. He hecho lo que a mi me hubiese gustado que hicieran...
Gentola hi ha per tots els llocs..quan d'egoïsme