El origen de los judíos
La gran diáspora es ficción, como las demás. Después de la destrucción de Jerusalén (estaba en ruinas cuando llegó Adriano), el emperador romano decidió fundar una colonia sobre sus ruinas, Aelia Capitolina (131), para lo que expulsó una pequeña minoría de la población. La aplastante mayoría permaneció en el país, según palabras de Miguel Urbano Rodrigues, en una reseña que hace sobre el libro de Shlomo Sand. Además, se pregunta: ¿Cuál es el origen entonces de los antepasados de unos 12 millones de judíos hoy existentes fuera de Israel? (La Haine).
Durante los primeros siglos de Nuestra Era, los judíos comenzaron a emigrar hacia países y ciudades más ricas que su “Tierra Prometida”. Tres de las emigraciones tienen importancia: la primera fue la que estableció grandes tribus judaicas en Medina y el reino de Hymar, sur de la Península Arábiga, actual Yemen.
Sus habitantes acabaron adoptando el judaísmo, pero en el siglo VII el Islam se implantó en la región. Transcurridos trece siglos, cuando se formó el Estado de Israel, decenas de millares de yemenitas hablaban el árabe, pero continuaban profesando la religión judaica. La mayoría emigró para Israel donde fueron discriminados.
The Flight of the Prisoners (c. 1896-1902) de Tissot. El cuadro recrea otra falsedad contenida en la Biblia: el supuesto exilio babilónico, la deportación de los hebreos del Reino de Judá a Babilonia tras la destrucción del Templo de Jerusalén, siglo VI a.C.
La segunda emigración judía se produjo hacia el Imperio Romano, instalándose en las mejores ciudades y, sobre todo en Cirene, donde acabaron sublevándose (Tema estudiado por Dión Cassius y el poeta Juvenal), obligando a Roma a movilizar varios legiones para combatirla.
Una tercera emigración, muy importante por el número de emigrados, se dirigió al extremo occidental de África, consiguiendo que una parte importante de las poblaciones bereberes se adhiriera al judaísmo y a ellas se debe su introducción en el Al-Ándalus.
Fueron esos magrebíes los que difundieron en la Península el judaísmo, los pioneros de los sefarditas que, después de la expulsión de España y Portugal, se exiliaron en diferentes países europeos, en África musulmana y en Turquía.
Expulsión de los judíos de España en 1492. Pintura del siglo XIX conservada en la Biblioteca Nacional de España
Más importante, por sus consecuencias, fue la conversión al judaísmo de los Jázaros, un pueblo de origen turco establecido en el siglo IV en las estepas del bajo Volga.
Kaganato jázaro (618-1048), lugar de origen de la mayoría de los judíos actuales. Fuente: Wikipedia
Ese olvidado imperio medieval ocupaba un área enorme, del Volga a Crimea y del Don al actual Uzbekistán. Desapareció de la Historia en el siglo XIII cuando los Mongoles invadieron Europa destruyendo todo por donde pasaban. Millares de Jázaros, huyendo de las Hordas de Batu Khan, se dispersaron por Europa Oriental, dejando al mundo el judaísmo como herencia cultural. La otra gran emigración de judíos de esta zona se produjo con la llegada de la Gran Peste del siglo XIV.
Grandes historiadores medievalistas como Renan y Marc Bloch y el escritor húngaro-ingles Arthur Koestler identifican en los Jázaros a los antepasados de los asquenazíes cuyas comunidades en Polonia, en Rusia y en Rumanía vendrían a desempeñar un papel crucial en la colonización judaica de Palestina.
Ya hemos hablado de Nathan Birbaum, el intelectual judío que invento en 1891 el concepto de sionismo, según el cual es la biología -y no la lengua ni la cultura- quien explica la formación de las naciones. Sus tesis era racista: la raza es todo. Y el pueblo judío habría sido casi el único en preservar la pureza de la sangre a través de los milenios.
Sin embargo, un estudio del genetista Eran Elhaik publicado en Genome Biology and Evolution (Oxford) demuestra que el 90% de los judíos del mundo no proceden del Israel bíblico sino de las tierras del Cáucaso. Es más, la “pureza” de su sangre judía brilla por su ausencia, pues su material genético es un mosaico de genes donde predominan los antiguos pueblos caucásicos, unos pocos de Mesopotamia, ancestros europeos y hasta chipriotas, además de los semíticos. Hace tiempo que grupos de israelíes fueron llegando a las tierras entre el mar Negro y el mar Caspio hasta que el imperio que los acogió se convirtió al judaísmo. Fueron estos conversos los que protagonizaron una la diáspora hacia Europa.
Este mapa plasma las rutas de las dos hipótesis sobre el origen de los judíos europeos: la de los jázaros, en amarillo, y la Rhineland, en marrón. Fuente: Materia.
En síntesis, la hipótesis “Rhineland” no es más que la historia inventada basada en mitos, la cual sostenía que los judíos descienden de tribus israelitas y cananeas, que tras la conquista musulmana de Palestina en el siglo VII, la abandonaron para asentarse en Alemania (Ashkenaz, en hebreo). Posteriormente, en el siglo XV, un pequeño grupo de unos 50.000 individuos emigrarían hacia el este (Polonia, Ucrania, Rusia…) y en un sorprendente baby boom se multiplicarían hasta suponer el grueso de la población judía. Estos son los elementos básicos de la hipótesis Rhineland (o tierras del Rin) sobre el origen de los judíos europeos, que no incluye a los sefardíes o españoles.
Sin embargo, el estudio del genetista Eran Elhaik demuestra que no existió esa emigración seminal hacia Alemania. En realidad, la mayoría de los judíos procederían de los jázaros del Cáucaso, un conglomerado de tribus eslavas, escitas, iranias, turcas y hasta hunos y alanos, establecidos allí desde finales de la Edad del Hierro, que soportó diferentes oleadas inmigratorias de judíos proceden del Oriente Próximo.
La conversión de los jázaros al judaísmo se produjo a mediados del siglo VIII, como lo demuestran documentos egipcios. La invasión mongola (1202) y la gran epidemia de peste de 1347 empujaron a los judeo-jázaros hacia el oeste.
Los judíos de Sefarad (españoles) siguieren un camino diferente. Conocían la existencia de los judíos jázaros, como lo demuestra el el Kitab al Khazari, comúnmente llamado el Kuzari, escrito por el maestro Judío de la España islámica, Yehuda Ha-Levi, con quienes trataron de establecer relaciones los Judíos de España.
Su expulsión de España en 1492 impide descubrir su origen debido a su dispersión por todo el Mediterráneo y la mezcla tanto con las poblaciones autóctonas como con los judíos que ya vivían allí. No obstante, el genetista Eran Elhaik se atreve a decir que la distinción entre sefardíes y askenazíes es mas religiosa que genética.
Esta suposición incluye la creencia de Eran Elhaik sobre que los judíos sefardíes fueran descendientes de judíos grecorromanos convertidos y población local en los dos primeros siglos de esta era. Otras opiniones afirman que la religión judía pudo llegar a España tras la invasión árabe y la llegada de judíos bereberes.
R. Yishap bar Vidal Ha-Sefarty y su esposa Rahel 'Obadia. Foto tomada del Catálogo (2011) del Museo Sefardí de Toledo, página 167. Foto de: Centro de interpretación Isaac Campantón
Evidentemente, cuando surgieron los creadores del sionismo no tenían al alcance estos conocimientos históricos. El sionismo se adelantará al nazismo en algunas cuestiones, según defiende Miguel Urbano Rodrigues en su artículo Como fue inventado el pueblo judío: Un libro importante de Shlomo Sand (La Haine)
Hemos visto como los historiadores han demostrado que, en realidad, los judíos no son un pueblo “elegido” sino un mestizaje de etnias. Por supuesto que ese mestizaje les confiere una identidad propia, pero su tradición religiosa y su cultura surgen da la falsificación de la Historia.
Dice Miguel Urbano Rodrigues que los judíos tienen un estado neofascista, pues en los pasaportes de Israel no se acepta la nacionalidad israelí, sino que los ciudadanos de pleno derecho escriben “judío” y los palestinos deben escribir "árabe", nacionalidad inexistente. Afirma el escritor: “En realidad todos sabemos que ser cristiano, budista, mazdeista, musulmán, o hindú resulta de una opción religiosa, no es una nacionalidad. El judaísmo tampoco es una nacionalidad”.
El Estado de Israel tienen innumerables leyes aberrantes, como la ausencia del casamiento civil. Para los judíos es obligatorio el casamiento religioso, aunque sean ateos. Su Estado es confesional, unaetnocracia judía basada en mitos sionistas.
Los judíos sionistas cambiaron el yiddish, hablado por los pioneros del "regreso a Tierra Santa", por el sagrado hebraico de los rabinos, desconocido del pueblo de Judea que se expresaba en arameo, la lengua en que la Biblia fue redactada en Babilonia y no en Jerusalén.
El conflicto judeo-palestino
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