La CIA y la Guerra Fría cultural
Durante la etapa
de la Guerra Fría los EE.UU. no
sólo crearon la OTAN para defender su “sistema de vida”, es decir, el brutal
imperialismo que controla todo el mundo, el saqueo metódico de los recursos
humanos y materias primas, así como la imposición de sus estúpidas mercaderías,
sino que crearon una organización cultural, patrocinada y financiada por la
CIA, que destinó ingentes recursos monetarios para financiar a mediocres
intelectuales y artistas, para que fuesen capaces de frenar el creciente prestigio
de la cultura comunista de la URSS, su gran música que encandilaba a millones
de oyentes en todo el mundo, sus ballets como el Bolshoi (con desafectos
como Nureyev)
y su arte.
Bolshoi:
Svetlana Zakharova in Pharaoh's Daughter. Fuente: Yufamily.org
Nureyev por Avedon. Fuente: Fotolog
La Cia,
con el apoyo de Nelson
Rockefeller, crearon el MOMA (Museum of Modern Art) y patrocinaron el
grupo trotskista/anarquista (que odiaban con toda su alma al comunismo) del American
for Intellectual Freedom (CCF) en el que destacaban Bertrand
Russell, Benedetto Croce, Karl Jaspers, Tennese
Williams, el actor Robert Montgomery…
Bertrand Russell. Fuente: Homo
sapiens sapiens/Robert Montgomery. Fuente: Los Ángeles
Times. Intelectuales anticomunistas
Muchos
intelectuales fueron reclutados con dinero de la CIA que les llegaba por
intermedio de fundaciones ficticias para disimular su origen, editoriales,
revistas, congresos, exposiciones… Entre los intelectuales privilegiados que recibieron
a mediados de los 60 millones de dólares destacan Isaih Berlin, Ignazio Silone o Raymon Aron. Con el dinero de la CIA
consiguieron colocar mediocres artículos anticomunistas en publicaciones de
gran audiencia, como el suplemento literario de Times,
la Enciclopedia Britànica, guías de viaje
como Fodor…
Raymond Aron fue un intelectual de
una Europa unida en la tradición filosófica alemana. La foto lo muestra en 1962.
Fuente: Die
Welt
El año 1967 la
revista Ramparts denunció las
conexiones del Congreso para la Libertad de la cultura con la CIA, con el
resultado de que miles y miles de “intelectuales” que se habían beneficiado de
las becas CIA, subvenciones y otras ayudas, protestaron escandalizados,
asegurando que ignoraban la procedencia del dinero. La revista Ramparts demostró que los que se dedicaban
a predicar el evangelio anticomunista estaban a sueldo de la policía secreta
americana.
Portada del número de marzo de la revista norteamericana Ramparts, en el cual aparece el informe
que podéis consultar en Filosofia.org
que podéis consultar en Filosofia.org
“Durante años –se ha dicho que a
través del mandato de cuatro presidentes: Truman, Eisenhower, Kennedy y
Johnson– la C.I.A. ha controlado, por medio de subvenciones financieras, varias
organizaciones culturales, sindicales y jurídicas de los Estados Unidos. Entre
ellas se citan asociaciones estudiantiles, el Congreso para la Libertad de la
Cultura y las agrupaciones de la central A.F.L.-C.I.O. La información
sobre estas actividades la ha ofrecido una gran revista católica, Ramparts,
a quien Triunfo ha adquirido los derechos de reproducción
exclusiva en España de su ya sensacional reportaje. Se trata de un documento de
importancia capital que reproducimos en su totalidad. Al ser conocido en los
Estados Unidos, ha provocado un vasto movimiento de inquietud y de indignación
por parte de la opinión democrática. Por este texto se revela un capítulo más
de las actividades que dentro y fuera de las fronteras norteamericanas
desarrolla la poderosa C.I.A., un Estado secreto en el seno del Estado fundado
por Jorge Washington” (Filosofia.org).
Pero la campaña más
sorprendente de la CIA es la que se refiere a la pintura. Ante el poder de expresión
del llamado realismo socialista de la URSS, así como la pintura comprometida de
vanguardia, como la de Picasso o la de Renato Guttuso, la CIA financió el llamado expresionismo abstracto
americano.
Renato
Guttuso, La
Spiaggia. Fuente: Giornalismi
d'altri tempi
Picasso, Guernica.
Realismo
socialista. La defensa de Sebastopol,
por Alexander
Deineka. Fuente: Hablemos
del arte y los artistas
Jackson Pollock (1912-1956). “Si
esto es arte, yo soy un hotentote” (Truman). Fuente: Hablemos
del arte y los artistas
Esto sucedía en la
época en que un paleto como Truman era el presidente americano, el cual
dijo en 1946 ante una exposición de vanguardia americana que “Si
esto es arte, yo soy un hotentote”. Este pueblerino le reprochó a
Picasso el haber convertido una hermosa cabra en una monstruosa pintura, ante
la sonrisa complaciente de todos los pelotas que lo rodeaban, gentuza que
afirmaba que el arte moderno era el fruto de una conspiración comunista. Otro “atrasado”
–el diputado republicano George Dondero- aseguraba que las pinturas no
figurativas eran mapas secretos que indicaban al Kremlin los emplazamientos de
las instalaciones estratégicas de los Estados Unidos.
Harry S.
Truman (1948) y George Dondero
Rockefeller, con dinero de la CIA, creó el MOMA que defendía el arte abstracto
como el arte de la libre empresa, el arte de los americanos sin influencias caducas
europeas, autodidactas formados en la “América
profunda” e inmunes a las influencias europeas y de las remilgadas universidades
de Harvard o Princeton donde estudiaban los señoritos de este. La CIA organizó
una campaña para difundir el arte de Pollock o el de Rothko. El MOMA, con dinero de
la CIA, creó una opinión favorable para estos artistas: su director Alfred Berr entregó dinero y presionó al grupo Time-Life para que cambiase su política editorial ante el “magnífico
arte americano”.
Jackson Pollock (1912 -1956)
Mark
Rothko: Paredes
de luz - Museo
Guggenheim Bilbao
Lo cierto es que
estos artistas pitaban incluso antes de que la CIA o el MOMA les ensalzasen. Este
inesperado “éxito” sin duda influyó en su vida futura: Jackson Pollock murió en un accidente de automóvil a los 44 años,
mientras conducía bebido. Arshille Gorky se ahorcó. Franz Kline murió alcoholizado a los 52 años. Marck Rothko se abrió las venas y murió desangrado a los 67
años de edad.
Marck Rothko y Arshille Gorky
Ante las grandes orquestas rusos y sus hermosos ballets, la
CIA financió sus “armas secretas”, llevándolas en concierto por todo el mundo,
como el jazz de Louis
Armstrong, Dizzie Gillespie o
Duke
Ellington. Para combatir la mala imagen que daba el racismo, se privilegiaron
las actuaciones mundiales de la ópera “negra” Porgy
and Bess.
Louis Armstrong
y Duke Ellington
George Gershwin
Porgy and Bess.
También el Foreing Office británico creó la
agencia de propaganda IRD (Departamento de Investigación de
Información, 1948) para contrarrestar al comunismo. Lo primero que elaboraron fue
una lista de “criptocomunistas”, entre los que incluyeron a Graham Greene,
Priesley,
A.J.P.
Taylor, Spendner, Cole, etc., afirmando que “no
eran gente de fiar”. Estas listas negras contenían comentarios sobre la
raza, costumbres sexuales o deficiencias físicas.
Uno de los primeros intelectuales en venderse a la IRD fue George Orwell,
y así obtuvo financiación para la publicación de su obra “1984”,
a través de “La voz de América” y el Ejército Norteamericano de Ocupación de
Alemania. En los años 50 formaban parte de los círculos del IRD la London
School of Economics, el St. Anthony’s College de Oxford, o
gente como Brian Crozier, Leonard Schapiro, Hugh Seton-Watson, Maurice
Crnaston, Leo Lebedz o Michael Goodwin. Igual que la CIA, la
IRD montó y sufragó multitud de editoriales –aparentemente privadas- para que
publicaran libros anticomunistas.
Uno de los primeros intelectuales en
venderse a la IRD fue George Orwell, y así obtuvo financiación para
la publicación de su obra “1984”
Leonard
Bertram Naman Schapiro (1908, Glasgow-1983, London)
Tampoco pudo permanecer ajeno a estas manipulaciones un medio
tan popular como el cine. La persecución anticomunista mostró la miseria de algunos
delatores, como el actor Robert Taylor o
los realizadores Elia Kazan, Robert Rossen y
Edward
Dmytryk, que dieron nombres espontáneamente, sin ser presionados.
Muchos lo hicieron porque les prometieron que su carrera prosperaría y se
convertirían en privilegiados en sus estudios.
Robert
Taylor, delator de comunistas
Elia
Kazan, un delator que se vendió por dinero. En su obra La Ley del Silencio distorsiona
la realidad del sindicalismo americano.
Hollywood vivía en
un clima de terror que reflejaría muy bien una alegoría filmada en 1952, Sólo
ante el peligro de Fred Zinnemann, cuyo guionista, Carl Foreman,
sería perseguido por comunista y obligado a emigrar, como le ocurrió al “rojo” Chaplin.
Fred Zinnemann
Carl
Foreman, sería perseguido
por comunista y obligado a emigrar, como le ocurrió al “rojo” Chaplin.
Se persiguió y
depuró todo el cine de la década de los treinta y primeros cuarenta, el cual se
ocupaba del compromiso social y de las luchas contra las desigualdades y el
racismo. También sufrieron la misma persecución los sindicados, las sociedades
culturales y de asistencia que fueron tildadas de izquierdista.
La consecuencia de
esta persecución fue la diáspora y el silencio de los mejores artistas, así
como una considerable pérdida de calidad en el cine, con miles de películas
anticomunistas de bajo presupuesto. Por el contrario, los militares, con el
apoyo entusiasta de la CIA, realizaron películas a favor del Imperialismo
americano, en defensa del “sistema de vida americano” y de la “libertad”. La CIA y la METRO firmaron un contrato en el
que incluían personalidades como John Ford, Merian Cooper, John Wayne y Ward Bond. Uno de los más entusiastas fue John
Wayne, el cual resultó víctima de la
guerra fría al protagonizar una película sobre la vida de Gengis Khan, The Conqueror, de Howard Hughes, que se
rodó en un desierto de Utah, fuertemente contaminado por los ensayos atómicos.
Un total de 91 de las 220 personas que trabajaban en la película desarrolló
alguna forma de cáncer y 46, entre ellos Wayne, murieron prematuramente.
John Ford
John Wayne
Fuente: Greg
Caggiano
El cine de
Hollywood dejó de ocuparse de los problemas sociales y de cuestiones
relacionadas con los derechos de los ciudadanos y del racismo. Las películas
financiadas debían manifestar temas en los que estuviesen de manifiesto
claramente la oposición entre el Bien y el Mal, también deberían glorificar las
guerras glorificadoras del patriotismo, las epopeyas bíblicas y, sobre todo,
las comedias románticas con muy poco sexo, y nada de trabajadores ni mujeres contestarías.
Lo ideal eran las “comedias costumbristas” amables que mostraban familias
moralmente ejemplares, que nunca parecían tener serios problemas de trabajo o
de dinero.
Fuentes:
Josep
Fontana, Por el bien del Imperio. Edt. Círculo de
Lectores, Barcelona 2011
Frances
Saunders Stonor, La CIA y la Guerra Fría cultural,
Editorial Debate , Madrid, 2001
La CIA y la Guerra fría cultural (La Haine)
La CIA
y la guerra fría cultural (La Marcha Obrera)
La CIA
y la guerra cultural (Voltaire.net)
Qué le ocurrió a la URSS?
22. La Kakistocracia
20. Rusia
"libre"
Dossiers polítics de La Velleta Verda:
Comentaris
"veinte años de subsidios ocultos (en cantidades incomparables con las de cualquier otra organización pública o privada, a excepción de las de la Unión Soviética) influyeron marcadamente en el mercado de las ideas y en la manera en que dichas ideas terminaron implantándose. De todas formas, es justo decir que mucha gente cobró (secretamente) por decir algo que hubiera dicho de cualquier modo, y que la libertad de expresión no fue intervenida, o al menos no lo fue como norma general. En realidad, nunca se trató de un asunto de coacción (que es lo que hicieron los soviéticos), sino de un espaldarazo para quienes tenían un determinado punto de vista sobre la realidad y de la promesa de una recompensa para quienes apoyaran dicho punto de vista."
Si te pagan por publicar lo que quieres publicar no se puede decir que te hayas vendido, no?
fuente:
www.megustaleer.com/noticia/649/entrevista-a-frances-stonor-saunder-co
“Sin embargo esta percepción (la concepción de la CIA como paraíso del liberalismo) no casa bien con la reputación de la CIA de instrumento despiadadamente intervencionista y peligrosamente fuera de todo control por parte del poder de Estados Unidos durante la guerra fría. Ésta fue la organización que estuvo tres el derrocamiento del primer ministro Mossadegh en Irán, en 1953, del derrocamiento del gobierno de Arbenz en Guatemala, en 1954, de la desastrosa operación de la Bahía de Cochinos, en 1961, del infausto Programa Phoenix, en Vietnam. Espió a decenas de miles de ciudadanos de Estados Unidos, hostigó a dirigentes de otros países democráticamente elegidos, planeó asesinatos, negó todas estas actividades ante el Congreso y, en ese proceso, elevó el arte de la mentira a nuevas cumbres” ( Frances Saunders Stonor, La CIA y la Guerra Fría cultural, Editorial Debate , Madrid, 2001. Pag 16)