El racismo capitalista
En este escrito –que ampliaremos en otras entregas-
trataremos de hacernos una idea aproximada de dónde proviene el suministro de
nuestros juguetes tecnológicos y nuestra sobrealimentación (a pesar de que
muchos no quieren ni tan siquiera que se les nombre el tema), para así poder
continuar con su absurda vida de colaboracionistas con los corruptos, ladrones
y sinvergüenzas neoconservadores.
Veremos como las
metrópolis colonialistas ponen toda serie de trabas a las antiguas colonias
para que no consigan su pleno desarrollo, a pesar de haber reconocido su
derecho de autodeterminación. Las metrópolis continuaran ejerciendo un
neocoloniamismo que se traduce en la intervención en los asuntos políticos de
la colonia, derrocando a los gobiernos enemigos e imponiendo a gobiernos
títeres que favorezcan a las multinacionales occidentales.
Al terminar la terrorífica II Guerra Mundial, los hombres que
se recuperaron del espanto vivido, decidieron en la Carta del Atlántico (1941) poner los cimientos de un mundo nuevo y
más justo, reconociendo los derechos humanos de la época de la Revolución
Francesa y el derecho de autodeterminación de todos los pueblos. En la mayoría
de las antiguas colonias surgieron gobiernos populares y democráticos que
demostraron estar ansiosos por ejercer una política independiente de la antigua
metrópolis, lo que produjo el enfado de los países colonialistas que no
tardaron en financiar golpes de estado para colocar gobiernos afines.
Josep Fontana nos
ofrece una visión estremecedora de las trabas y las limitaciones a las que son
sometidos los países de África -y todos aquellos que pretenden alcanzar su
autodeterminación- por parte de los EE.UU. y las metrópolis colonialistas
europeas. La mayoría de las guerras actuales, así como el apoyo a las
sanguinarias y corruptas dictaduras asiáticas, latinoamericanos o africanas,
son obra de la política de “defensa” americana. Políticos como Kennedy
u Obama
sostienen y alimentaran un discurso populista, pero en realidad, no hicieron
nada para recortar los privilegios de los poderosos; en cambio, si solían
actuar contra los intentos reformistas o la lucha por los derechos civiles en
su país y en los otros países, como los contrarevolucionarios Reagan
o Margaret Thatcher.
El régimen
dictatorial de Suharto,
el general que se sublevó contra Sukarno, gobernó Indonesia durante más de tres
décadas, hasta su caída en 1998, gracias al apoyo americano. La purga
perpetrada por escuadrones reclutados y armados por el ejército indonesio entre
1965 y 1966, después de acusar a los comunistas de urdir un golpe de Estado,
borró del mapa político al partido, que por entonces, con tres millones de
afilados, era el mayor de Indonesia.
Apoyo de EE.UU. al dictador Suharto.
O de lo contrario…!
El poder real (financiero) se
encargará de poner las cosas en su sitio.
El resultado: el
cadáver del hombre más “poderoso” de la tierra expuesto a la mirada indiscreta
de miles de millones de ciudadanos.
En
opinión de la CIA, que había encumbrado en el poder a Suharto, la consecuencia
de la llegada del dictador fue una de las peores matanzas del siglo XX: al
menos 500.000 indonesios fueron asesinados en Java, Sumatra y Bali por su
supuesta afinidad o por tener relación con la formación comunista y más de un
millón y medio encarcelados. Según el mundo occidental esto era “democracia” de
la buena, la que velaba por los intereses capitalistas. Suharto gobernó con
mano de hierro, favoreciendo a sus allegados y eliminando sistemáticamente a
todos sus opositores, con la creación de escuadrones de la muerte,
transformándose en un genocida y en uno de los gobernantes más corruptos de la
historia de la humanidad, habiéndose apropiado él y su familia de una cifra
aproximada de 73 mil millones de dólares. Muere sin nunca haber sido enjuiciado
por crímenes contra la humanidad en el 2008.
Podríamos encontrar numerosos ejemplos como
estos, pero también nos responderían los defensores de los liberales que igualmente
nos tropezaríamos con el “altruista” apoyo americano y del “mundo libre” a
monarquías absolutas como la de Arabia Saudí y dictaduras brutales y
corrompidas por todo el mundo, sobre todo en América Latina, donde son muchos
los gobernantes democráticos derrocados por Washington para imponer a sus
dictadores. Y lo más curioso del caso es que -una vez colocados en el poder
estos tiranos-, los medios de comunicación occidentales llenan sus periódicos
denunciando sus brutalidades, sus crímenes…, como las torturas que practicaba
la policía de Mubarak, olvidando que habían sido patrocinados por el “mundo
libre” y entrenados en la escuela de formación del FBI en Quantico.
El mundo está lleno de tiranos como
Mubarak, impuestos por los americanos
A los políticos
occidentales se les llena la boca de retórica propagandística para consumo de
masas ignorantes, como la de Kennedy y su “Alianza para el progreso” o Zapatero y su “Alianza de Civilizaciones”. Durante la etapa de gobierno de
Kennedy, entre 1961 y 1963, seis gobiernos latinoamericanos elegidos
democráticamente fueron derribados por golpes militares urdidos por la CIA. El
motivo que justificaba estos golpes militares no fue el temor al avance del
comunismo en América Latina, como demostró David F. Schmitz (Thank God They’re on Our Side: The United States and
Right-Wing Dictatorships, 1921-1965, Chapel Hill, University of
North Carolina Pres, 1999 y The United
States and Right-Wing Dictatorships, 1965-1980, Nueva York,
Cambridge University Press, 2006), si no la defensa de los intereses materiales
americanos (minería, sobre todo) para aumentar su poder mundial, lo que llevó a
los gobernantes americanos del siglo XX a olvidar sus idealistas proclamas
sobre la defensa de la democracia y a elaborar una doctrina que legitimaba el
apoyo a las dictaduras de derechas basándose en el hecho de que protegían los
intereses del comercio y de las inversiones estadounidenses.
Augusto Pinochet, Alberto Fujimori
Juan Velasco Alvarado, Jorge Rafael
Videla
Juan Domingo Perón, Alfredo Stroessner
Estos políticos
elaboraron ideologías maniqueístas que proclamaban la existencia de una lucha
universal entre el bien y el mal en la que no podían tolerarse actitudes
neutralistas. Elaboraron una imagen del enemigo común considerado como “el
imperio del mal” al que había que combatir sin descanso por ser una amenaza
para la seguridad del “mundo libre”. Para vencer en este combate sin cuartel,
la providencia había dotado a los Estados Unidos de armamento nuclear. En
palabras de Truman
(1945), los americanos “custodiaban el armamento nuclear en nombre
de toda la humanidad” (Fontana, J. Op.Cit. p. 16).
Sin embargo, poco tiempo después, los americanos se dieron
cuenta que la “conquista del mundo” no les iba a salir barata y, al final, se
convertiría en un objetivo irreal. Los norteamericanos no logaron ganar las
guerras de Corea, Vietnam o Afganistán y en Irak necesitaron dos guerras y doce
años de destrucción sistemática del país para imponerse. ¿Cómo iban a pensar en
una guerra contra Rusia o China?
A pesar de haberlo proclamado con bombo y
platillos en diferentes acuerdos, como en los principios de la “Carta del Atlántico”
(1941), de que todos los pueblos tienen derecho a su autodeterminación, en realidad, los países occidentales siempre han
puesto trabas a la emancipación de sus colonias. Según los americanos, el mundo
está lleno de fuerzas de resentimiento contra Occidente, fuerzas negativas que
hay que combatir, entra las que enumeran (documento NSG 162/2 de octubre de
1953) “los sentimientos raciales, el anticolonialismo, el ascenso del
nacionalismo, la demanda popular de un rápido progreso social y económica, la
superpoblación… el conflicto entre las filosofías sociales y religiosas locales
con las de Occidente”.
En la conferencia
de Berlín de 1884-1885 las potencias coloniales cedieron el Congo a Bélgica.
Desde esa fecha hasta 1907 fueron asesinados
10 millones de congoleños por los intentos de Leopoldo II de controlar el
mercado de la producción de caucho y someter a trabajos forzados a la población.
Leopoldo II, asesino genocida
Leopoldo II esclavizaba y castigaba a
los que se negaban a trabajar en sus tierras congoleñas en la extracción de
caucho
Leopoldo II ordenó al ejército belga que mataran a todo aquel
que se resistiera a trabajar. Los soldados belgas cumplieron a rajatabla lo
ordenado y, los indígenas que no
cumplían lo ordenado, fueron asesinados, sus mujeres violadas o, en otros casos,
les cortaban las manos, orejas, narices, senos y los decapitaban, matándolos
igual que a sus familias. Se calcula que al menos 10 millones de personas
perdieron la vida en estos años. Leopoldo murió en el 1909, pero durante su
reinado, la población del Congo se redujo de 30 a 9 millones de habitantes.
En 1961, la “desconfianza” del presidente Eisenhower
contra Patrice
Lumumba, elegido democráticamente como presidente del Congo, hizo
que ordenara su asesinato, favoreciendo el ascenso del dictador Mobutu,
quien instauró un régimen de terror y corrupciones desconocidos en la historia.
Por lo tanto, el concepto de libertad que se ventilaba por los americanos no
tenía nada que ver con la idea que tenemos habitualmente de la democracia. El
capitalista occidental busca minerales (como el Coltan) para sus industrias de
computadoras, teléfonos portátiles, televisores de plasma, videojuegos,
armamento, implantes, etc. y los ciudadanos, consumidores ávidos de tecnología,
callamos y colaboramos en los crímenes.
Sin embargo,
también Mobutu dejó de ser útil a los intereses occidentales y patrocinaron una
invasión del Congo desde Ruanda y Uganda al frente de la cual estaba el
guerrillero Laurent-Désiré
Kabila. El subsiguiente genocidio se disfrazó con la eterna
rivalidad étnica entre hutus y tusis. El presidente de Ruanda, Paul Kagame, y
el de Uganda, Musevini, aprovecharían la coyuntura para conquistar -en 1997- la
capital Kinsasa, y poner al mando del país a su amigo Laurent Kabila. Sin
embargo, el tiro les acabaría saliendo por la culata: Kabila, al poco tiempo de
estrenar su mandato, daría la espalda a quienes le auparon al poder ordenando
la expulsión de tropas ruandesas y ugandeses. Al mismo tiempo, exigió a los
países occidentales indemnizaciones por “usurpaciones de riquezas”. Los
occidentales patrocinaron en su contra una guerra que duró siete años y causó 4
millones de muertos.
Los conflictos que
se iniciaran con la invasión del Congo por parte de Ruanda y Uganda, y con el
objetivo de derrocar la dictadura de
Mobutu, se han disfrazado de un genocidio que supuestamente tendría como raíz
la eterna rivalidad étnica entre Hutus y Tutsis. Sin embargo, la historia parece tener otros
responsables, así como también otros objetivos que van mucho más allá de la
simple disputa étnica.
Matanza durante la II Guerra del
Congo (1997-2003)
En 1997, mandando
Kabila, se inició la Segunda guerra (1997-2003) al dividirse las
facciones por el reparto del pastel (el óxido columbita y tantalio, más
conocido como coltán), comenzando las torturas, violaciones masivas a mujeres y
niños y asesinatos amparados en el ideal de limpieza étnica. Esta guerra
produjo 4 millones de muertos, entre los crímenes y el hambre. Según el
escritor Alberto
Vázquez Figueroa las víctimas de
la explotación del coltán (un hiperconductor eléctrico) son los niños, entre
siete y diez años, a los que se paga 25 centavos de euro al día por meterse en
los recovecos de los túneles de las minas.
Se estima que por cada kilo de coltán
han muerto entre dos y tres niños - Coltán futuro insostenible. Fuente: El País, 2009
El genocidio
de Ruanda-Burundi comenzó a partir del siglo XVI, cuando los principales jefes
tutsis (ganaderos) inician unas campañas militares contra los hutus
(agricultores), acabando con sus príncipes, a los cuales, de forma cruel y
simbólica, cortaron los genitales y los colgaron en los tambores reales
buscando humillar a sus contrincantes y recordarles que estos, los hutus, eran
súbditos de los tutsis. Hacia 1880 los misioneros católicos llegaron a la
región de los Grandes Lagos y comprobaron que los tutsis, al contrario que los
hutus, aceptaban el catolicismo, por lo que les premiaron –a través del
gobierno belga- otorgándoles un carné étnico (1934) que otorgaba a los tutsis
mayor nivel social y mejores puestos en la administración colonial,
entregándoles tierras que habían pertenecido a los hutus.
Tales políticas discriminatorias generaron
gran resentimiento. La necesidad de una expansión colonial consensuada dividió
el continente africano en zonas dominadas por los países europeos que
reforzaron a unos grupos étnicos u otros dependiendo de sus intereses. Cuando
la administración belga consideró que las reivindicaciones tutsis eran
desmesuradas, cambió de comportamiento y comenzó a apoyar a la mayoría hutu,
repartiéndoles tierras y colocándolos en el poder. En 1959 (exilio de Kigeli V) los belgas permitieron que la
mayoría hutu asumiera el control del gobierno a través unas elecciones que se
celebraron después de la independencia de Ruanda-Burundi. La mayoría hutu no logró
alcanzar el poder y, aunque muchos tutsis huyeron y se refugiaron en Uganda y
Tanzania, la minoría extremista tutsi continuó gobernando y reprimió duramente
a los hutus, sobre todo los que habían sido educados, matando a más de 200.000
hutus. También en Burundi, en 1972, los tutsis exterminaron a unos 100.00
hutus.
Matanzas de tutsis a manos de los hutus.
Fuente: Alp-web
En octubre de 1990 el Frente
Patriótico Ruandés, compuesto por exiliados tutsis expulsados del país por
los hutus con el apoyo del ejército, invade Ruanda desde la vecina Uganda. En
1993 los dos países firman un acuerdo de paz (Acuerdo de Arusha). En Ruanda se crea un gobierno de transición
compuesto por hutus y tutsis, siendo elegido democráticamente al presidente Melchior Mdaday,
que era hutu, el cual es asesinado por oficiales tutsis, así como a quien debía
sucederlo, desencadenándose una guerra civil entre los hutus, que controlaban
las estructuras políticas, y los tutsis que controlaban el ejército.
Se denomina Genocidio de
Ruanda al intento de exterminio
de la población tutsi por parte del gobierno hegemónico hutu de Ruanda en 1994.
En abril de ese año, el asesinato del general Juvénal Habyarimana y el avance del Frente Patriótico Ruandés desencadenan una multitud de masacres en
el país contra los tutsis obligando a un desplazamiento masivo de personas
hacia campos de refugiados situados en la frontera con los países vecinos, en
especial el Zaire (hoy República Democrática del Congo). En agosto de 1995
tropas zaireñas intentan expulsar a estos desplazados a Ruanda. Catorce mil
personas son devueltas a Ruanda, mientras que otras 150.000 se refugian en las
montañas. Más de 800.000 personas fueron asesinadas y casi cada una de las
mujeres que sobrevivieron al genocidio fue violada. Muchos de los 5.000 niños
nacidos fruto de esas violaciones fueron asesinados. En la República del Congo, donde los pigmeos
constituyen el 2% de la población, muchos pigmeos viven como esclavos de los
amos bantúes. La nación está profundamente estratificada entre estos dos grupos
étnicos principales. Los esclavos pigmeos pertenecen desde el nacimiento a sus
amos bantúes en una relación que los bantúes llaman una tradición consagrada.
Los tutsis son ganaderos. Fuente: The
Apricity
Grupo de hutus, agricultores. Fuente:
Mtholyoke
El origen del conflicto estuvo relacionado con
el control de la producción y exportación de coltán, iniciado en 1996, cuando
Ruanda decidió invadir el Congo debido al apoyo de este último a la facción
hutu del FDLR, causante del genocidio en el pequeño país centroafricano. El
conflicto se amplió en lo que se conoce como la primera guerra continental africana que provocó 4 millones de muertos. Documentos que
salieron a la luz acusaban directamente a Ruanda y Uganda del expolio de las
riquezas minerales del Congo, así como a 34 empresas -entre las que se
encontraban Nokia, Intel, IBM, Panasonic y Sony- de enriquecerse a costa de la
explotación y la violación de los derechos humano. Sin embargo, ninguna
compañía certificará que sus dispositivos pudieran usar coltán procedente del
Congo. No obstante, factorías que producen algunos de los dispositivos más
famosos de la actualidad, como la firma china Hon Hai Precision Industry Co.
(conocida como Foxconn,
fabricante del iPad, el iPhone y varios de los principales competidores de
estos dispositivos, así como Kindle, PlayStation 410 y Xbox 360), suelen
adquirir sus materias allí.
Fábrica que Foxconn tiene en
Zhengzhou (10.000 trabajadores), la mayor productora de teléfonos iPhone.
Por cierto, el
libro The Agony and the Ecstasy of Steve Jobs de Mike Daisey muestra
la existencia de un ambiente de terror en las empresas de Hon Hai donde se
producen la mayoría de componentes y aparatos electrónicos que se venden en
todo el mundo. En sus factorías, donde se maltrata a los trabajadores moral y
físicamente, con horarios superiores a 60 horas semanales, se producen
demasiados accidentes, daños personales, muerte y suicidios (Wikipedia).
Comentaris
La llegada del peronismo al poder se produce en plena posguerra mundial, lo cual significaba la debilidad económica de una Europa en ruinas, y el liderazgo creciente de Estados Unidos en el Hemisferio Occidental. En este escenario, Argentina se encontraba por primera vez en su historia en la posición de acreedor de los países centrales, gracias a las exportaciones de carnes y granos a las potencias beligerantes. La bonanza económica de la Argentina continuaba, impulsada por el creciente mercado que se había formado por la baja de las importaciones provenientes de los países en guerra. Esto permitió al gobierno aplicar una vasta política de bienestar que incluía el reconocimiento de nuevos derechos sociales, como períodos de vacaciones y descanso, planes de vivienda, inversiones en salud y educación, etcétera. Estas conquistas sociales fueron ampliamente capitalizadas por las figuras de Perón y su esposa, Eva Perón.
A partir de 1950, la situación económica comienza a empeorar y el gobierno restringe el gasto público; Perón endeuda la nación en la compra de maquinarias para salvar una incipiente industria y vende su independencia económica a los Estados Unidos (Eximbank), vendió el petróleo a las compañías americanas (Estándar Oil, Dilexco); el defensor de los “obreros” les baja los salarios, restringe su consumo de alimentos y mercancías, elimina los subsidios populares, veda el consumo de carne para sus amados “obreros”, se levantó el congelamiento de los alquileres y, para liberarse de los obreros, se les empuja de “vuelta al campo”. Todo el amor de Perón se acaba al mismo tiempo que Argentina deja de llenar sus arcas de dinero mediante la exportación de materias primas (cereales y carnes, principalmente) a los países beligerantes europeos (sobre todo a Gran Bretaña).
Su situación de jauja se terminó nada más los Estados Unidos colocaron sus excedentes agrícolas en Europa, lo cual generó que se limitaran las exportaciones de argentinas y llegara la época de penurias. Entonces, la clase media argentina no cejó de intentar matarlo o apartarlo del gobierno mediante golpes de Estado, contra él y su mujercita Evita, tan inclinada ella hacia “los grasitas” y “los descamisados”, obreros cómplices vendidos por un plato de lentejas a cambio de su libertad.
Perón, agregado militar en la Italia fascista de Mussolini nunca ocultó su admiración por el régimen fascista. En España, otro fascista, el general Franco, ya hacía tiempo que trataba a los obreros como si fuesen sus “hijos”, intentando comprar su sumisión. Los americanos propiciaron un gran movimiento antiperonista y en El Libro Azul acusaron a Perón de colaborar con las potencias del Eje.
Sigue...
Muchos piensan que el Justicialismo o Tercera Posición, una postura intermedia entre el capitalismo y el comunismo, no era más que un burda filosofía para conseguir las simpatías del “pueblo”, una estrategia de Perón para acumular poder. Lo que Perón llamaba “clase trabajadora”, era un populacho comprado, antimarxista y nada predispuesto a sostener una lucha de clases contra sus opresores.
Cuando falló la economía argentina al desaparecer su mercado europeo, Perón comenzó a manifestar su auténtica ideología, no con fatuos discursos, sino con contundente hechos: eliminación de la prensa libre, contraria a sus ideas, censura, asesinato de obreros y comunistas (Juan Ingalinella, médico y dirigente del PCA). Encarcelamiento de sus opositores (familia de Borges como la de Salvatore Quasimodo o Eugenio Montale, dos premios nobel) que fueron a la cárcel porque pensaban diferente.
Los golpistas del 1943 eran filonazis que cobijaron en tierras argentinas a genocidas nazis prófugos durante y después de la Segunda Guerra Mundial, entre ellos, Adolf Eichmann, Joseph Mengele, Erich Priebke, Dinko Sakic, Josef Schwammberger, Gerhard Bohne, Walter Kutschmann, Ante Pavelic.
El peronismo eliminó los partidos políticos enemigos y todos los grupos políticos de la izquierda, al tiempo que adoctrinaba al pueblo con propaganda. Perón tenía un partido único, en el cual sólo mandaba él y donde se encargaba de interpretar la realidad él mismo. , Perón concentra sobre sí esa tarea con exclusividad, generando un Consejo Superior del cual era, en la práctica, el único integrante con voz y voto.
En la escuela secundaria introdujo la materia "Cultura Ciudadana" que en la práctica era un medio de propaganda del gobierno, sus protagonistas y sus realizaciones. Una vez publicado el libro La razón de mi vida de Eva Perón el mismo texto fue obligado tanto en el nivel primario como en el secundario. Los escritores, artistas y universitarios liberales y democráticos fueron antiperonistas; entre los peronistas sólo había pseudointelectuales de segunda fila. Perón odiaba a los intelectuales y a las universidades, suprimiendo su autonomía y su financiación, eligiendo a sus rectores por decreto, exigiendo a los estudiantes un certificado policial de buena conducta, colocando policías de paisano en las aulas y oficinas universitarias. Y, por si no estaba claro, otra prueba de su populismo y demagogia: en 1949 Perón suspende el cobro de aranceles universitarios, asegurando así la gratuidad de la enseñanza superior de manera definitiva en la Argentina.
De esta manera, el peronismo acabó restringiendo las tres libertades básicas del individuo: a) libertad de expresión y sus dos variantes, libertad de pensamiento y libertad de opinión. b) libertad de imprenta. c) libertad de prensa.