Judíos, herejes y brujas
3. Judíos, herejes y brujas.
En septiembre de 1347 llegaron doce galeras genovesas a Mesina, procedentes de
Constantinopla, con ratas infectadas de peste bubónica. La peste se
difundió desde Sicilia por todo el continente.
La primera muestra de hostilidad hacia los judíos se produjo, como casi siempre,
en la semana santa de 1348 en Tolón, donde fueron saqueadas las casas y
asesinados los habitantes del gueto judío. Se les hacía responsables de la
peste negra, y las matanzas se fueron extendiendo por todas partes a uno y otro
lado del Pirineo, siempre con la condena de las autoridades. La reina Juana en
Provenza y Pedro III en Catalunya condenaron la violencia.
La causa del morbo se atribuía a los astros, a la corrupción del aire y de las
aguas. El contagio se atribuía al contacto físico. La tesis de la conjura se
volvía a proponer precisamente en Carcassona y Narbona, siendo recogida en
Aviñón. Lo mismo sucedió en el Delfinado. El esquema era el consabido:
personajes marginados confesaban envenenar las aguas. Los leprosos habían
desaparecido y su lugar lo ocuparon los pobres y los mendigos, pagados por el
inglés (guerra de los Cien Años en marcha). En 1348, la peste reinaba y la
gente moría como moscas. Identificar a los responsables proporcionaba la
ilusión de poder hacer algo para frenar la epidemia. En 1348 se perdonó a los
pobres y mendigos, pero los judíos continuaron pagando las consecuencias siendo
torturados en el Delfinado y en Saboya. En 1348 en Villeneuve, a orillas del
lago Leman, son acusados y torturados varios judíos, que finalmente confiesan y
afirman que el veneno que utilizan procede de Toledo, de donde lo trajo un
judío metido en saquitos que repartió entre los judíos para que los entregaran
en Venecia, Calabria y Puglia. A partir de este momento, la difusión de las
acusaciones contra los judíos y de las confesiones que las acompañaban coincide
con la historia de la difusión de la peste. El 6 de julio de 1348 el papa Clemente VI proclama en Aviñón una condena de la tesis del complot,
que no tuvo consecuencia alguna, por lo que tuvo que promulgar una bula
proclamando la inocencia de los judíos, recordando que ellos también morían de
la peste y que la epidemia se había propagado a regiones en que no había
judíos.
Aparición de la brujería en los Alpes occidentales
En los Alpes occidentales -donde por primera vez había cuajado en torno a los
judíos la acusación de haber difundido la peste-, partió al cabo de medio
siglo, una nueva oleada persecutoria. Pero esta vez el papel de víctima, tras
haber rozado fugazmente a los judíos, les tocó a otros.
Dauphinée
En junio de 1409, en el momento culminante del cisma que laceraba a la Iglesia
occidental, un concilio reunido en Pisa resolvió la competencia entre dos Papas
en liza eligiendo a un tercero, el franciscano Pietro Filargis que tomó el
nombre de Alejandro V. Inmediatamente
promulgó una bula nombrando un inquisidor para la zona de Ginebra, Aosta,
Tarantasia, el Delfinado, el condado Venasino y la ciudad de Aviñon. Intentaba
cortar con ello la difusión clandestina de nuevas sectas y ritos prohibidos
contrarios a la religión cristiana. En esta zona, dice la bula, hay muchos
cristianos y judíos que practican la brujería, las adivinaciones, las
invocaciones diabólicas, los conjuros mágicos, supersticiones y artes malvadas
y prohibidas
Los primeros documentos que narran la presencia de brujas son el Formicarius,
escrito entre 1435 y 1437 por Johannes Nider
durante el Concilio de Basilea y publicado por primera vez en 1475, fue el
segundo libro impreso sobre la brujería. Nider no enfatizó la idea del
aquelarre y fue escéptico con respecto a la afirmación de que las brujas podían
volar de noche. El Formicarius es un importante trabajo dado que demuestra que,
para inicios del siglo XV, ya estaban teniendo lugar los juicios y torturas de
personas acusadas de ser brujas. Nider fue uno de los primeros en transformar
la idea de la hechicería a su percepción más moderna de brujería. Antes del
siglo XV, se pensaba que la magia era realizada por hombres educados y cultos,
conocedores de intrincados rituales. En el Formicarius
de Nider, la bruja es descrita como inculta y, más comúnmente, mujer, y
como hemos visto más arriba, más capaz de pactar con el diablo que los hombres,
dada su capacidad moral, física y mental inferior (Wikipedia).
Históricamente la
brujería data de 1260, cuando aparece la palabra en una bula pontificia de
Alejandro IV (Virtute Conspicuos) que condena a los brujos y brujas y a los
cristianos que comercian con el diablo, vendiendo su alma, la de su mujer y sus
hijos con la firma de un pacto. Teológicamente hablando, ya vimos como la primera vez que se define el concepto de Diablo fue el año 447 en el Concilio de
Toledo. Se define como una figura oscura y monstruosa que huele a azufre, con
cuernos, patas y orejas de asno, peludo con garras y un gran falo. La Brujería
ha sido para muchos estudiosos un movimiento perfectamente organizado y
dirigido por una única cabeza. Así para el fanático Montague Summers las brujas constituían un amplio movimiento político, un
grupo organizado, antisocial y anárquico, una conjura en todo el mundo contra
la civilización. La palabra sabbat, para
referirse a las reuniones de brujas, aparece por primera vez entre 1330 y 1340 en los procesos inquisitoriales de la
zona de Carcassone (Toulouse), donde unas pobres mujeres
cuentan que eran poseídas por un macho cabrío que les enseño toda clase
de secretos maléficos, el poder de las plantas venenosas, la profanación de
cadáveres de niños recién nacidos, así como la celebración de banquetes en los
que devoraban niños… Bajo el tormento de la tortura estas mujeres confesaron
que podían hacer caer granizo, secar el trigo, helar las viñas, producir
enfermedades mortales en hombres y animales... Anteriormente ya vimos como
estas mismas acusaciones fueron reproducidas entre 1397 y 1406 en Suiza por el
juez Peter von Greyerz contra Stedelen de Boltigern.
Hubo en el siglo XIV una
gran crisis en esta zona, con carestías de alimentos que ocasionaron hambrunas
y la peste. Se expulsó a grupos marginales, después de ser acusados falsamente,
elaborando un complot contra ellos. Al terminar con los leprosos y los judíos,
sólo quedaban los practicantes de la antigua religión, una gente que tenía
visiones extáticas y que sufría procesos catalépticos, afirmando que viajaban
durante sus sueños. Se convirtieron en presa fácil para el creciente
catolicismo. Los católicos elaboraron un complot, como el que habíamos visto
anteriormente contra los leprosos y los judíos, acusando a los practicantes de
la religión extática de ser adoradores del demonio, y a todos los practicantes
los englobó en la categoría de brujería.
Las brujas
–según el término utilizado en el Formicarius
de Nider- surgieron en el siglo XV. Pero esta afirmación necesita una
clarificación. La palabra bruja fue
utilizada por Nider para referirse a los que practicaban magia o ritos
extáticos, como la “secte de Vaudois”,
nombre que alude al Cantón de Vaud, lago Leman, y que dicen que se reunían en
los montes cercanos a Clairvoux. Por lo tanto, puede ser que la palabra bruja
se utilice a partir del siglo XV, pero los practicantes de la antigua religión
se remontan a la prehistoria.
En los dialectos del Delfinado y de
Saboya se les llamaba “gafa” (bruja) derivado etimológico de “gafo”
(leproso), y también snagoga (danza nocturna con seres míticos imprecisos)
derivada de synagogue, en
el sentido de reunión de herejes. Los montañeses del Valais, en 1428, se
reunían nocturnamente y, cuando regresaban a sus casas, se encerraban en la
bodega para beber el mejor vino y después cabalgaban sobre los barriles.
Mapas de Valais (Suiza)
En el siglo XVI, ciento cincuenta años más tarde (1575), en el extremo opuesto
de los Alpes, en Friul, se acusa al pregonero municipal, Battista Moduro, de ser “benandante” y de reunirse con otros
para celebrar bodas, danzas, comer y beber. Se afirma que su asociación es
benéfica, pues dicen que cuando regresan a sus casas, los benandanti impiden que los maliandanti vayan a las bodegas, se beban el vino
y después orinen en las barricas.
El Friul es una región
italiana que comprende 7.846 km² localizada en el noreste del país, en la
frontera con Yugoslavia y Austria. La región tiene tres idiomas: friulano,
lengua similar al latín, en el norte; italiano en el sur y esloveno a lo largo
de la frontera con la Yugoslavia. El friulano, furlan o informalmente marilenghe, es una lengua indoeuropea de
la familia románica que, junto al romanche y el ladino, forma la rama de los
Alpes centrales llamada retorromana. Su capital es Trieste, puerto y centro de
construcción de buques. Es famosa por sus tejidos y sus productos lácteos. Su
población es de 1.229.900 habitantes.
Y ahora, de regreso al pasado, nos trasladamos a 1319, doscientos cincuenta
años antes, en los Pirineos, donde el sacristán Arnaud Gélis apodado Botheler, le cuenta al
inquisidor Jacques Fournier que es un armier,
es decir, el que tiene la facultad de ver las ánimas y de hablar con los
espíritus; afirma que a los espíritus les gusta calentarse bebiendo buen vino,
pero aunque beban mucho, el vino nunca mengua. Muchos de los
"herejes" perseguidos por los inquisidores eran médiums y adivinos que
trataban con los espíritus de los antepasados, es decir, eran chamanes,
sacerdotes de la antigua religión.
BRUIXES: INDEX
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