Ejemplos de regresión evolutiva

     Siguiendo con la exposición de Juan Luis Doménech Quesada, el autor sostiene que la Teoría de la Evolución ha llegado a un nivel de reduccionismo (Simplificación excesiva de lo que es complicado) que ocasiona descoordinación entre todas las disciplinas que intervienen en evolución y en evolución humana, como la paleontología, arqueología, antropología, genética…


Una mujer neandertal

      Antes de que te pierdas en los razonamientos de la ortogénesis, permita que te diga que en el año 2013 se realizó un análisis bastante aceptable de un espécimen neandertal, del que se obtuvo el genoma más completo  conocido actualmente. Este análisis revela que el hombre moderno desciende de la cohabitación entre neandertales, sapiens modernos, denisovanos y una cuarta población, que podría ser Homo erectus.


Vista dorsal del hueso cuyo ADN se ha secuenciado, una falange del pie de una mujer neandertal hallada en la cueva de Denisova. Fuente: Bence viola

     En el Pleistoceno tardío, Eurasia estaba habitada por al menos cuatro especies humanas diferentes: sapiens, neandertales, un grupo poco conocido llamado denisovanos y una cuarta población aún por determinar. Las excavaciones y los análisis de ADN están revelando que estas cuatro especies no solo habitaron en los mismos lugares, sino que incluso llegaron a tener descendencia común, mezclando sus genes y embrollando la comprensión que tenemos de nuestros orígenes (Ver revista Nature, diciembre 2013).



Homo antecesor, reconstrucción del niño de la Gran Dolina. Dibujos: Mauricio Antón


     Pero sigamos con lo que dice Domenech, para quien la confusión e incoherencia existente en la paleoantropología perjudica la teoría clásica de la evolución, pues se ha apartado de nuestra ascendencia al Neanderthal, Australopitecos y Homo erectos. Además, en todas las especies se han encontrado restos antiguos que resultan más avanzados que los más recientes: H. antecessor de Atapuerca presenta rasgos parecidos a los del H. sapiens; los neandertales más antiguos de 100.000 a 200.000 años son más modernos que los deformes neandertales de hace 50.000 años…

       Según Domenech, cada hueso que se descubre modifica las ideas anteriores que se tenían sobre la evolución humana, lo que achaca a que apenas sabemos nada sobre la evolución del hombre y que aún falta por encajar muchas sorpresas, pues de la revisión de la evolución humana se observan claras señales de ciclos de progreso y regresión.

     A continuación, Domenech, nos ofrece una serie de ejemplos de regresión, primero en los animales y después en seres humanos. El término evolución no equivales a progreso. La evolución regresiva fue apreciada por Paul Pirlot.

1. Regresión entre los animales

        En resumen, diremos que en muchos mamíferos se produce un retroceso de los dientes heterodontos a isodontes, propios de los reptiles; algunos bóvidos recuperan la cornamenta perdida hace tiempo; disminución del tamaño de casi todos los grupos de mamíferos, anfibios, reptiles, peces, plantas e  invertebrados; retroceso de las patas a aletas (delfines y cetáceos;  reptiles ictiosauros); pérdida de miembros en reptiles ofidios; atrofia de las alas en aves como los avestruces; pérdida de funciones visuales en animales cavernícolas o subterráneos; pérdida de concha en cefalópodos…





2. Ejemplos de regresión en primates

      La regresión también se observa en diversas líneas de primates y prosimios. Los primeros antropoides fósiles conocidos son antropomorfos de la superfamilia hominoideos (Ganlea 38 Ma, Pondaungia, 38 Ma. (Afrasia djijidae encontrado en el yacimiento del Eoceno de Pondaung, en Myanmar, al que se le calcula una edad de 37 Ma); Oligopithecus, 35 Ma; Propliopithecus y Aegyptopithecus: 33 Ma)…

      Ganlea y sus parientes más cercanos pertenecen a una familia extinta de los primates antropoides asiáticos conocidos como Amphipithecidae. Otros dos anfipitécidos, Pondaungia y Myanmarpithecus, fueron descubiertos previamente en Myanmar, mientras que un tercero, llamado Siamopithecus, había sido encontrado en Tailandia.



Ganlea, 38 Ma

      Los hominoideos u hominoides (Hominoidea) son una superfamilia de primates catarrinos (forma estrecha y poca distancia relativa entre sus coanas -fosas nasales- bien delimitadas, que están orientadas hacia abajo) sin cola que incluye al hombre y a otros simios estrechamente emparentados. También difieren de los Monos del Nuevo Mundo, en que sus colas no son prensiles y en que presentan callosidades isquiáticas (esos parches anales duros en el trasero para sentarse).

     Sus miembros actuales se clasifican en dos familias: Hylobatidae (gibones) y Hominidae, constituida por la subfamilias Ponginae (que incluye el género Pongo, los orangutanes) y Homininae. Esta última está constituida por dos tribus: Gorillini (género Gorilla) y Hominini (géneros Pan, Homo).

     Los monos con cola aparecen más tarde, a finales del Oligoceno (Platirrinos, 30-33 Ma) y en el Mioceno (Cercopitecoides: 25 Ma). Esto llevó a Kurtén a decir: “Resulta muy curioso, pues parece como si los cercopitecoides hubieran evolucionado a partir de los primeros hominoides, y no al revés como antaño se había supuesto” (Kurtén, 1993).



Christopher Beard, del Museo Carnegie de Historia Natural

     El año 2010 se encontraron en el desierto del Sahara una serie de hominoideos diferentes de todos los vistos en África. Esto hizo pensar a los investigadores que los antropoides procedían de otro lugar y que lograron atravesar el desierto, colonizando África, hace 39 Ma. Estos antropomorfos se considera que son el antepasado más antiguo del hombre moderno y su lugar de procedencia se encuentra en Asia (Christopher Beard, del Museo Carnegie de Historia Natural y el autor del artículo de la revista Nature, octubre 2010).

    Se trata de cuatro antropomorfos de pequeño tamaño que parecían monos o lémures. Todos habían evolucionado de un ancestro común y fueron hallados en Dur At-Talah en la Libia central.



Afrotarsius (arriba a la izquierda) Karanesia (arriba a la derecha) Biretia (parte inferior izquierda) y Talahpithecus (parte inferior derecha) fueron los primeros precursores de los humanos según Christopher Beard


        Algunos de estos primeros hominoideos, como Propliopithecus presentan ya una dentadura en forma semicircular como la del hombre actual, motivo por el cual, algunos paleontólogos como Kurtén Bjorn, opinan que están en la línea filogenética del H. sapiens. Lo lógico es que exista este tipo de mandíbula y cara corta en todo el recorrido de la línea filogenética del hombre. Este paleontólogo opina que no sería correcta –evolutivamente hablando- la aparición de una cara y mandíbula cortas para luego alargarse de nuevo (Australopithecus, etc.) y luego volver a acortarse en el H. sapiens, llegando a decir que: “los primates inferiores descienden del hombre y no viceversa”.




Dos recreaciones de Propliopithecus

       Prosimios, como los lemuriformes, aparecen mucho después que los monos superiores, en el Mioceno, hace unos 25 Ma. Los prosimios más primitivos son de origen reciente y viven actualmente (como el tarsero, un tarsiiforme, los galagos o Daubentonia).


Tarsero


Galago

        Los lemuriformes más antiguos son más modernos que los posteriores y los actuales, pues algunos representantes se parecen incluso a los Oligopithecus de El Fayum (hominoideos) y, para algunos autores, adoptaban frecuentemente la postura bípeda. Ejemplo: Hadropithecus, Archaeolemur (hipertelencefalización y cara corta).



Hadropithecus



Archaeolemur


       El resto de prosimios (Adapiformes y Tarsiiformes) también se encuentran formas muy avanzadas entre los primeros restos fósiles, indicando así una gran precocidad en la complejidad que, poco a poco, se va reduciendo hasta la extinción. Entre estas formas avanzadas estarían Hoanghonius, Amphipithecus o Lushius, especies a las que se ha relacionado incluso con los catarrinos.

      A Hoanghonius, del que solo se conocen unas pocas piezas mandibulares del Eoceno de China, se le suele incluir entre los omomiidos, pero también se le relaciona con los Oligopithecus de El Fayum (Aguirre, 1995), especie que, como ya hemos visto, podría ser uno de los primeros antropomorfos.

     Amphipithecus, del Eoceno temprano de Birmania y con unos 50 millones de años de antigüedad, suele incluirse entre los adápidos pero, tanto por su abierta mandíbula como por su tendencia a la pérdida del segundo premolar y su proximidad a la fórmula dentaria 2/2-1/1-2/2-3/3, parece más avanzado que los platirrinos e incluso que algunos catarrinos de El Fayum, por lo que cada vez se tiende más a incluirlo entre los antropoides.


Amphipithecus mogaungensis



      El caso de Lushius, incluido también entre los adápidos o entre los omomiidos según el autor, es similar a los anteriores. Todos estos géneros son propios de la  misma área geográfica (sur de Asia) lo que acentúa los indicios de parentesco.

     Chairmanee et al. (1997) han descrito recientemente un nuevo antropoide del Eoceno tardío de Tailandia (alrededor de 38 millones de años de antigüedad), denominado Siamopithecus eocaenus, al que también relacionan con las formas birmanas y con el Aegyptopithecus de El Fayun, así como con otro antropoide oligocénico de Omán. Estos autores afirman que tanto Pondaungia cotteri como Amphipithecus mogaungensis son verdaderos antropoides, habiendo reunido a todas estas especies bajo un mismo grupo filogenético. Resulta curioso el hecho de que estos nuevos hallazgos tienden a confirmar los trabajos clásicos que incluían a estas dos especies nada menos que entre los póngidos (Buettner-Janusch, 1963).



Siamopithecus eocaenus


Aegyptopithecus de El Fayun


      A estos géneros quizás habría que añadir los primeros omomiidos descubiertos recientemente en África, como Algeripithecus (Eoceno Medio de Argelia), de la que sus descubridores han dicho que es “un verdadero simio” o Altiatlasius (Paleoceno Medio o Superior de Marruecos) (Aguirre, 1995).

    Los omomíidos (Omomyidae) son una familia de primates extinta que se diversificó durante el Eoceno, hace entre 55 y 34 millones de años. Sus fósiles se han hallado en América del Norte, Europa, Asia y posiblemente África. Omomyidae fue uno de los dos grupos de primates del Eoceno con una distribución geográfica holártica.



Necrolemur de la extinta familia de los omomíidos

      Diferentes afinidades podría tener otro género, Smilodectes, al que algunos autores suponen descendiente de Notharctus nunienus. Es un primate del Eoceno Inferior de Norteamérica y Europa (unos 50 Ma), muy similar a los lémures actuales, incluido entre los adapiformes, del que John Napier ha dicho que podría haber sido el primer primate que caminó sobre dos patas (Napier, 1979).



Altiatlasius de Marruecos


Smilodectes

       Muchas especies de primates se encuentran al borde de la extinción. 1) Así, por ejemplo, en el caso del chimpancé o bonobo del Zaire, algunos etólogos, como Richard Wrangham, han detectado costumbres insólitas de tipo reproductivo y social que, lejos de conferirles algún tipo de ventaja evolutiva,  les están llevado al borde de la extinción. Su tasa de natalidad ha descendido notablemente y el despilfarro energético que producen sus costumbres sexuales es único en todo el reino animal (Waal, 1993, 1995).



Bonobo del Zaire
  
      Egozcue (1977) observa que el mono araña (Ateles geoffroyi) presenta inversiones pericéntricas en determinados cromosomas que “probablemente le provocará problemas reproductivos”. Este autor observa también cromosomas supernumerarios, en la mayor parte de los platirrinos, “que pueden ocasionarles una disminución de la fertilidad”.



Ateles geoffroyi

       Finalmente, Domenech asegura que “la degeneración de los antropomorfos y antropoides también parece clara, de tal modo que los casos de comportamiento aparentemente cooperativo de gorilas, chimpancés y otros primates, citado por algunos autores, no sería más que una reminiscencia de anteriores conductas más avanzadas (Ardrey, 1990)”.

    Considera que los chimpancés, como la mayoría de los machos de primates, son totalmente egoístas, algunos practican el canibalismo y son crueles con los miembros de su clan.



Gorila

     Diamond (1994) afirma que “el chimpancé y el gorila tienen tantas posibilidades de convertirse en asesinos como cualquier ser humano”  y observa que los gorilas machos suelen matar a las crías de sus rivales.

     Jane Goodall observó el comportamiento de los chimpancés de Gombe, asegurando que su comportamiento maternal era extraordinariamente indiferente e ineficiente.

     “Algunas hembras matan a las crías de las otras hembras y se las comen y cooperan entre dos o más hembras para ello” (Gould, 1993). Lo mismo hacen las hembras de gorila cautivas.



    La degeneración de las costumbres del gorila, por ejemplo, parece probada con las afirmaciones de Desmond Morris sobre la habitual costumbre de esta especie -que no parece precisamente muy avanzada- de recrearse con sus propios excrementos, conducta que, por cierto, se suele observar en los zoológicos: "en el 99% de nidos abandonados de gorila en una región de África, había excrementos dentro de ellos y en el 73 % de los casos, los animales habían dormido sobre los mismos.... esto puede constituir un riesgo de enfermedad al aumentar las probabilidades de infección y constituye una notable ilustración de la básica indiferencia fecal de los primates” (Morris, 1992). La degeneración del comportamiento parece obvia en las especies regresivas.

Bibliografia


Aguirre Emiliano, 1995. Primates. En Paleontología 3. Volumen 2. Mamíferos 2ª parte. Bermudo Melendez. Ed. Paraninfo. Madrid: 381-433.

Ardrey R., 1990. La evolución del hombre: la hipótesis del cazador. Alianza Editorial. Madrid. 255 p.

Buettner-Janusch J., 1963. Evolutionary and genetic biology of primates. Academic Press INC. New York. 327 p.

Chairmanee Y., Suteethom V., Jaeger J.J. and Ducrocq S., 1997. A new Late Eocene anthropoid primate from Thailand. Nature, vol 385 (6615): 429-431.

Diamond Jared, 1994. El tercer chimpancé. Espasa Calpe S.A. Madrid. 508 p.

Egozcue J., 1977. Evolución cromosómica de los primates. Investigación y Ciencia (9): 72-81.

Goodall J., Schaller G.B. y Smith M.G., 1993. Grandes simios. Ediciones Folio S.A. Barcelona. 200 p.

Gould S. Jay, 1993. Brontosaurus y la nalga del ministro. Crítica (Grijalbo Comercial S.A.). Barcelona. 485 p.

Kurtén Björn, 1993. Nuestros antepasados más remotos. Alianza Editorial. Madrid. 169 p.

Morris Desmond, 1992. El mono desnudo. Plaza & Janes Editores. Barcelona. 269 p.

Napier John, 1979. La historia del caminar humano. En Vertebrados, estructura y función. Selecciones de Scientific American. H. Blume Ediciones. Madrid: 52-62.

Pirlot Paul, 1976. Morfología evolutiva de los cordados. Ediciones Omega S.A., Barcelona. 966 p.

Waal F., 1993. El bonobo del Zaire. Geo (83).

 Waal F., 1995. Vida social de los bonobos. Investigación y Ciencia: 52-59.

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