Matarraña mágico
Lugares de
poder: la energía sagrada del Matarraña es el título de un
artículo aparecido en la revista Más Allá de la Ciencia nº
253,
escrito por Jesús Avila Granados que estimuló
mis ansias de conocer la comarca turolense. Aseguraba el escritor que el
Matarraña posee todos los elementos necesarios para ser un enclave sagrado:
escenarios ceremoniales de culturas desaparecidas, antiguos observatorios
astronómicos, tumbas megalíticas, sobrecogedores grabados rupestres e, incluso,
una roca “templaria”. ¿Qué más se podía pedir? Metimos
las pequeñas maletas en la moto y pusimos rumbo al enclave mágico.
Atravesando los áridos paisajes del rio Alfambra. Fot: Gonçal Vicens
Descanso y refresco en el mercado de Alfambra. Fot: Gonçal Vicens
Despedida de Alfambra.
Territorio de dinosaurios, según Dinópolis. Fot: Gonçal Vicens
Hicimos la
ruta por Teruel, para volver a ver los paisajes del rio Alfambra
y los enclaves mineros de Utrillas, Montalban y Andorra. Los nuevos “chamanes” pregonaban que
la comarca turolense destacaba por las corrientes de energía telúrica que la
recorren y hacen de ella un lugar verdaderamente mágico. Yo experimenté olores
y colores como no los había visto desde mi infancia: los prados y las veredas
de los pequeños riachuelos estaban verdes y llenas de mariposas, saltamontes y
libélulas. El cielo azul lapislázuli era sobrevolado por buitres, alimoches y águilas.
Buitres sobre la comarca del Matarraña. Fot: Gonçal Vicens
Para
aquellos que no lo saben, las corrientes telúricas son unos supuestos campos
energéticos subterráneos que atraviesan o comunican capas de terrenos de diferente
densidad, por lo que adquieren distintas cargas energéticas. Es decir, más o
menos dependiendo del grosor de estas capas, las corrientes energéticas generan
diferencias de potencial electromagnético que afectan a la percepción humana.
Cuando esto sucede, las personas especialmente sensibles pueden llegar a experimentar
fenómenos muy singulares, que van desde la paz al terror, pasando por las
manifestaciones divinas.
Alrededor
de nuestro planeta existen unas corrientes magnéticas que recorren la tierra de
norte a sur y están causadas por el núcleo fundido de hierro (y otros metales)
que circulan en el interior de la tierra y que son las causantes de la llamada
deriva continental. Las corrientes telúricas recorren el interior de la tierra
y los océanos y su frecuencia es muy baja; también corren muy cerca de la
superficie terrestre.
Fuente: Cosmogenesis
Son estimuladas
por variaciones naturales en el campo magnético terrestre, que tienen su origen
por la interacción con el viento solar y la magnetósfera. Están relacionadas
con la actividad de las tormentas eléctricas, ya que la acumulación de cargas
eléctricas en la superficie terrestre convierte a una lluvia en una tormenta
eléctrica.
Estos
fenómenos terrestres pueden afectarnos de diferentes formas: la sobrexposición
a las energías telúricas provoca un exceso energético en el ser humano, el cual
es liberado de muchas maneras. Generalmente, la hiperactividad y el nerviosismo
son las más corrientes; por el contrario, las personas tranquilas, que no
exteriorizan o descargan su tensión, suelen verse afectadas por dolencias
internas más o menos graves, según la intensidad de la energía que soportan (Fenómenos
atmosféricos y terrestres). Parece ser que el “feng shui” está basado en
estas energías y la medicina oriental tiene bien en cuenta estos puntos de
energía.
Si queréis
entreteneros en un tema de ficción leer El péndulo de
Foucault de Umberto Eco.
La trama principal de la novela gira en torno a la búsqueda de la Umbilicus Mundi
(latín: El Ombligo del Mundo), el supuesto Centro Místico de
la tierra, donde se conjetura que las personas puede controlar las energías y
las formas de la tierra, reformándolo de este modo a su antojo. La novela incluso
llega más allá al sugerir que monumentos como la Torre Eiffel no son más que gigantes antenas para catalizar estas
energías.
Fuente: Abel’s blog
Las corrientes
telúricas o Líneas Ley eran conocidas en el folklore druídico como wyern o wouibres,
refiriéndose tanto a las serpientes que
se deslizan por la tierra como a las oscuras fuerzas que recorren el subsuelo
Son precisamente estas corrientes de energía,
sumadas a la propia naturaleza del lugar, las que lo convierten en un espacio
sagrado que la sociedad seguirá considerando como tal a pesar de los cambios
religiosos que se produzcan a lo largo del tiempo, afirma Jesús Avila
Granados.
Diez
líneas ley en profundidad.
Matarraña,
situada en el extremo noreste de la provincia de Teruel, está considerada por
los astrofísicos hispanos como una de las comarcas más enigmáticas y esotéricas
de la geografía hispana. Aseguran que desde los remotos tiempos prehistóricos
el hombre ha venido esculpiendo y gravando en sus rocas una cosmogonía que
tenía como principal creencia la existencia de una Diosa Madre que otorgaba y quitaba
la vida. Alrededor del III milenio a.C. el pueblo celta acabó con la diosa y
comenzó el culto de los dioses masculinos, los dioses del rayo y del trueno,
dioses del castigo.
La antigua cultura matriarcal había
sobrevivido durante milenios sin guerras, como lo demuestran sus poblados sin
murallas y situados en los llanos, a orillas de los ríos. Pero los pueblos
indoeuropeos trajeron la guerra en nombre de su dios guerrero que castigaba a
sus enemigos con la devastación y el exterminio. Ràpidamente, los poblados
aparecen en los cerros de los montes y se amurallan: el temor invade los
corazones de los hombres, finalizando el tiempo del paraíso. A partir de ahora
todo será dolor y sufrimiento. Se está produciendo el paso del modo de
producción conocido como salvajismo al esclavismo.
“Y toda esta cosmogonía, que paralelamente
registra el paso de la sociedad matriarcal a la patriarcal, gira en torno a la
colina de Santa Bárbara, situada en la población de La Fresneda –auténtico
ombligo cultural del Matarraña–, un lugar cargado de energía del que parten, en
forma de rayos solares, diez líneas ley”, escribe Jesús Avila
Granados, que están relacionadas con antiguos centros de culto prehistórico y
también con las culturas celta y medieval (templarios), enlazados entre sí a
través de trazados rectilíneos conocidos como líneas ley.
Líneas
que unen enclaves de energía
Jesús Avila Granados reconoce la labor en este campo de las
investigaciones de Amador
Rebullida Conesa, quien durante tres
décadas estudió la colina de Santa Bárbara, y, más recientemente, Miguel Giribets Martínez, quienes observaron que estas líneas
ley que parten de la colina de Santa Bárbara, ubicada en La Fresneda, se
corresponden con antiguas corrientes energéticas que se desplazaban
subterráneamente a través de acuíferos o bien aprovechando las grietas
tectónicas que entran en fricción.
Recomiendo la lectura de Religión
y Astronomía prehistórica en los aledaños de La Fresneda de Amador
Rebullida Conesa
y podéis haceros una idea general de la medida del tiempo en la prehistoria
visitando mi página La Diosa
Luna. De Miguel Giribets Martínez consultad su blog Mis excursiones por la provincia de
Teruel 2002-2012, donde podréis comprobar los métodos seguidos por
los arqueoastrónomos.
Fuente: Miguel Giribets Martínez blog
Mis excursiones por la provincia de
Teruel 2002-2012
Según Jesús
Avila Granados el antropólogo francés Alfred Métraux descubrió
estas líneas energéticas en 1931 al observar una red de líneas rectas en el
antiguo país de los aimaras, en la alta meseta de Bolivia, una red que enlazaba
numerosos enclaves sagrados. “Desde
entonces, las líneas-ley forman parte de la cultura inmaterial de la historia
de la Humanidad. La hazaña de Métraux, a quien
podríamos calificar como pionero en esta interesante rama de la ciencia, fue
recogida por John
Michell, uno de los grandes especialistas
en la materia” (Jesús Ávila Granados, Matarraña
desconocido; Ed. Barrabés;
Huesca/Zaragoza, 2004; 350 págs. y Matarraña
insólito; Viena Ed.; Barcelona, 2009; 231 págs.).
Sobre el
tema este y otras teorías no menos extravagantes, podéis consultar mi artículo Stonehenge
fue un gran cementerio. En 1921, otro “destroza yacimientos”
arqueológicos, un tal Alfred Watkins publicó dos libros para desarrollar su febril
fantasía: Early British Trackways y The
Old Straight Track.
Aseguró que en el subsuelo existen las llamadas Líneas Ley, una
especie de caminos espirituales que tienen un origen natural y están producidos
por corrientes subterráneas. Este autor fue el verdadero inventor del término “Líneas
Ley”, al advertir el hecho de que, los lugares donde estas líneas se cruzaban o
terminaban tenían a menudo nombres que acababan en -ley, -ly
o -leigh,
(del Anglosajón antiguo que significa “prado”, “tierra limpia o despejada”). Afirmaba
que estas líneas eran antiguas vías comerciales y procesionales paganas, que
conectaban los antiguos lugares de adoración. Creían también que estas energías
nacían del tránsito acuífero de los subsuelos o de las grietas de terrenos que
entran en fricción, al igual que de los magmas subterráneos del planeta. Estas rayas se cruzan en unos puntos que se
llaman vortex, donde suelen edificarse
los mejores templos religiosos.
Líneas Ley en el sur de Inglaterra según Alfred
Watkins
Copia de las Líneas Ley de Alfred Watkins
Esta teoría
también fue defendida en 1969 por el escritor John
Frederick Carden Michell (1933-2009) que
aseguraba la existencia de una red mística que facilita la peregrinación hacia
los lugares espirituales y religiosos, además de servir de faro o guía para los
platillos volantes y facilitar su aterrizaje. Según el extravagante John Michell
la forma de Stonehenge representa un vehículo extraterrestre llegado en la
antigüedad. Publicó su teoría en el libro The
Flying Saucer Vision (La visión del platillo volante), en
la que afirma que contemplado desde arriba, la forma de Stonehenge refleja
exactamente la imagen convencional del platillo volante. El círculo de piedra
del centro que encierra el trilithon y tiene
forma de herradura representa una cúpula o cabina de tripulación de la nave.
Las piedras azules más pequeñas que se colocan dentro del círculo y son
visibles a través de las aberturas de los trilitos, representan a los dioses o
visitantes extraterrestres dentro de su nave.
John Michell y Alfred
Watkins
Actualmente defienden
esta teoría grupos como la Nueva Era, la ufología, el esoterismo o el
ocultismo.
Modernamente, un zahorí e investigador de las líneas telúricas, Colin Bloy siguiendo
las indicaciones del archidruida Paul Bouchet dijo que había averiguado el gran sistema de líneas
energéticas que cubren Europa. Para Bloy estas líneas
se relacionan con el sistema nervioso o meridianos de acupuntura de la tierra,
que es en sí misma un organismo vivo. Pensaba que estas fuerzas telúricas
tienen un origen cósmico, y que los puntos por donde penetran en el interior de
la tierra constituyen centros de poder especiales, como la torre Eiffel o Stonehenge.
Las
alineaciones rectas entre lugares sagrados o de poder, están consideradas como
rutas de energía, es como si debajo de la tierra estuviera marcado el camino
entre un lugar y otro por una fuente de energía que une los lugares sagrados
del mundo con líneas. Se localizan en la mayoría de los lugares sagrados del
mundo, como los círculos de piedras o monumentos megalíticos, iglesias,
cementerios, etc. De igual modo los druidas creían que esas energías cruzaban
los cielos y el interior de la tierra, a modo de cauces energéticos que, en
ciertos parajes concretos, daban una condición específicamente benéfica a la
acción de las corrientes telúricas del subsuelo, y creaban allí un lugar
privilegiado, que los druidas marcaban mediante menhires o dólmenes, incluso
modernamente hay quien ha sugerido que estas líneas son utilizadas por los OVNIS en forma de
autopistas para desplazarse.
Muchos son
los historiadores que califican a este grupo de “charlatanes”, sobre todo si tenemos en cuenta que, sin
demostrar nada, lanzan afirmaciones del tipo de que Stonehenge sería un
gigantesco generador de energía, un "nemetón" (lugar sagrado
celta), como afirman los seguidores de la tradición druídica. Los creyentes
forman una cadena humana alrededor del monumento cada solsticio para captar
esta energía y cargarse de ella, siguiendo un ritual creado artificialmente en
el siglo XIX.
Adoradoras desnudas en Stonehenge de la película The Wicker Man (1973). Stonehenge
fue un gran cementerio
Los
escenarios que recibían los rayos cósmicos no tardaron en convertirse en
centros ceremoniales en los que servían ofrendas a la madre Naturaleza y a las
aguas subterráneas, simbolizadas por Dana, deidad primigenia, otorgadora de la
vida y por la serpiente cósmica. Estos rituales de agradecimiento servían para
cerrar el ciclo del “huevo cósmico”, que de esta manera volvía a nacer repleto
de nueva vida y energía. Con ello se restablecía el orden espiritual en el
mundo tangible.
Como siempre
me ocurre, quería ir a Matarraña y me he quedado atrapado por el camino
hablando de Líneas Ley, druidas y misticismo. Los autores que defienden estos
temas suelen ser personas curiosas y grandes viajeros, fervientes defensores de
misteriosas teorías. Tan sólo les pediría que guardasen un poco de fervor y
culto hacia los postulados científicos. Las hipótesis científicas suelen tener
gran imaginación y se basan en todos los conocimientos recopilados por el ser
humano hasta el momento de su elaboración. La hipótesis puede ser falsa o
verdadera, pero el verdadero científico nunca se empecinará en su demostración
cuando alguien le demuestre su error y falsedad. Ese mismo rigor exijo yo a los
charlatanes del misterio: les está permitido recopilar todas esas historias y
leyendas, pero también están obligados a eliminar del repertorio todo aquello
que se ha comprobado que es falso y, la mayoría de las veces, ridículo.
Si queréis
profundizar en el tema de la Diosa madre os presento unes cuantas entradas en
mi blog La Velleta Verda:
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