San Pedro de Cervatos
San Pedro de Cervatos
La colegiata que vamos
a visitar
es conocida por representar un hito importante en el llamado arte erótico
románico. Se encuentra en una pequeña
localidad cerca de Reinosa, llamada Cervatos. Aquellas tierras constituyen
la puerta de entrada desde Castilla al valle de Campoo y son paso obligado en
las comunicaciones de la meseta con la costa cántabra.
La primera vez que oí hablar de ella fue
en la página web de Ornitorrinco titulada Canecillos
y marcas de canteros, la cual podéis encontrar aquí. Después de leer
atentamente sus explicaciones me propuse visitar el templo, lo cual se retrasó
más de lo que yo hubiese deseado.
La iglesia se alza sobre un antiguo
monasterio fundado por el conde Sancho de Castilla en el año 999. El templo
actual fue consagrado por el obispo Marín de Burgos en 1199, el mismo año en
que finalizó la construcción de la torre de arquerías ciegas.
Su
repertorio de temas obscenos y eróticos es el más extenso de la península. Los
inicios de este tipo de iconografía se remontan a finales del siglo XI, en los
toscos capiteles de la iglesia de la Serna
de Iguña.
La temática es muy variada: hombres
itifálicos, mujeres en posturas lujuriosas (solteras y casadas, éstas últimas
llevan toca), coitos anales y vaginales, felaciones, parejas abrazándose,
mujeres pariendo, hombres y mujeres onanistas, falos erectos, monos itifálicos,
animales copulando y exhibicionistas.
La construcción de la
iglesia se debe al maestro Juan de Piasca, que intervino antes en la decoración de Santa María de Lebeña (Liébana) y
está al frente de la cuadrilla que levanta la galería de Rebolledo de la Torre (Burgos).
La
torre cuadrada está adosada a la iglesia de planta rectangular, con canecillos
de temática erótica. Este templo influyó en la construcción de las otras
iglesias de la comarca. Son de un realismo extremo y muestran las escenas
sexuales con todo detalle.
Algunos piensan que las escenas,
simplemente, plasman escenas de la vida cotidiana, con lo que presuponemos que
el sexo era más natural que como nosotros lo vemos actualmente. Otros opinan
que las imágenes están cargadas de simbolismo.
Por ejemplo, las iglesias estaban
orientadas al Este, el sol naciente, sus bóvedas imitaban el espacio celeste, siendo
el altar es el punto de contacto con Dios enmarcándose en el ábside (cielo). Las
ventanas son los doctores de la Iglesia y la luz que por ellas entra su
pensamiento, las columnas y pilares son los obispos, el pavimento el pueblo...
La escultura no era solamente ornamental,
sino que hacía alegorías, por ejemplo de la Concordia, representada a través de
dos esposos abrazados, la Lujuria es una forma de mujer rodeada de serpientes
que muerden sus órganos sexuales, el Demonio son formas de animales o monstruos
y la Fecundidad se representa mediante órganos sexuales tanto masculinos como
femeninos.
Abside,
de norte a sur
La mujer de la derecha, con las piernas
levantadas mostrando su sexo, es una mujer casada (lleva toca), y aquí se
exhibe como ejemplo del pecado del adulterio. El hombre de enfrente, un
itifálico, no se muestra impávido ante los encantos de la mujer, se lleva las
manos a la cabeza. Seguramente por la tortura que supone tener semejante
belleza enfrente y no poder moverse para satisfacer sus placeres.
Se
encuentran duplicados en los capiteles de dos pequeñas ventanas, una en la
fachada sur y otra en la ventana izquierda del ábside. Su situación en las
ventanas es invertida, en la del muro sur el hombre se sitúa a la izquierda y
en la del ábside a la derecha.
La parte del ábside en la que
dan los primero rayos solares tiene diez canecillos. Según el monje del
siglo XIII Bartolomaeus
Anglicus:
"El
número X añade una unidad sobre IX y es el fin y término de todos los
números simples ca quien pasa X contando torna a uno y dende a dos y
assi de los otros. El número X que es el fin de todos números compuestos
y significa Dios que es fin y comienço de todas creaturas sean sinples como los
ángeles o compuestas como los hombres."
Empezando por la
izquierda -parte oeste- vemos un hombre
cargado con un tonel, un arpista, un mentiroso –porque es el único que abre la
boca-, aunque a mí me parece un oso con un tonel. Se puede observar que en esta
iglesia hay dos tipos de personajes con barril, aquellos que lo llevan en la
espalda y otros que lo abrazan y miran hacia él, como si bebieran. El cuarto parece
una mujer que se mete los dedos de los pies en la boca y enseña la vulva.
El quinto me parece un
ave rapaz, después aparece un zorro u osezno. El séptimo asemejan un hombre y una
mujer copulando, pero en medio de los dos aparece un cerdo o jabalí, perezoso,
lujurioso y adicto a la gula, según la interpretación que se le daba en esos
tiempos. El octavo recuerda un hombre con cabeza de asno.
El noveno parece un saltimbanqui, el
décimo un hombre y una mujer manteniendo relaciones sexuales y el onceavo una
especie de serpiente y un huevo, seguramente la bola alquímica.
El doceavo canecillo nos muestra una
relación sexual explícita: en este coito, parecido al del tejaroz, no se aprecian los testículos
del hombre y al contrario que aquel, el hombre está en la parte inferior.
El treceavo una mujer, cabeza abajo,
pariendo un niño. El catorceavo representa una cabra o demonio con cuernos, como
los de la iglesia de San Jorge (Manzaneda), Colegiata de San Martín de Elines…;
algunos piensan que es un burro -hay otros cinco-, aunque también parecen
máscaras jocosas de carnaval, de las que aparecen en los cuadros de los
primitivos holandeses, el Bosco o Brueghel el Viejo. El quinceavo parecen
dos personas abrazadas, una de las cuales le pone la mano sobre la cabeza a la
otra.
El canecillo
dieciseisavo representa un carnero o cabrón con los cuernos retorcidos. El
diecisieteavo representa –otra vez- a la mujer enseñando la vulva. A su lado
aparece otro hombre itifálico.
Lo que a continuación voy a relataros lo
podéis encontrar en Otra
iconografía neolítica de la Diosa, una de las entrades de mi blog La Velleta
Verda.
La exhibición de la vulva fue utilizada por el
catolicismo para moralizar, sin embargo, es un símbolo antiguo, que pervive de
una antigua religión. Representaría a la Diosa pez de las sociedades
matriarcales europeas, sustituidas por el dios pez cuando se impusieron los
invasores arios patriarcales.
Diosa-pez de la cultura
Lepenski Vir (Yugoslavia) de 6000-5800 a.C. Lepenski, cultura Vir, Iron
GatesDanubio, Yugoslavia, 6000 a.C.
En el mito caldeo el dios pez Oannes es la fertilidad que surge del mar para
dar a conocer a los humanos las artes de la civilización. Mitad pez mitad
humano, existió en las culturas sumeria, caldea y babilonia. Hizo su aparición
en el golfo Pérsico, y solía hablar con los hombres y enseñarles buenos
modales, letras, matemáticas, arquitectura, etc. Un pez se tragó el falo del
desmembrado dios egipcio Osiris, devolviendo el impulso de la regeneración a
las profundidades de las aguas. También los hijos de Cronos mutilaron el falo
de su padre y lo lanzaron al mar, saliendo espuma del miembro mutilado, el
equivalente al esperma que fertilizó las aguas.
Oannes representado en
un cilindro asirio
El pez, en griego “iktys”, es el símbolo cristiano de Cristo (Iesus Khristos
Theu Yos Soter: Jesús Cristo, Hijo de Dios, Salvador)). Más adelante a
Cristo se le representa sentado sobre el óvalo en forma de pez que es tanto el
huevo como la matriz, labrado en los pórticos de las catedrales románicas y
góticas (¿La orla, mandarla, pantocrátor?).
El “rey pescador” herido de las leyendas posteriores del Grial
pertenece a estos rituales de la regeneración cuyos orígenes pueden estar en el
Neolítico. El Rey Pescador, Rey Tullido o Rey Herido, es un personaje que
aparece en las leyendas artúricas, como el último de una estirpe de protectores
del Santo Grial
Según Bárbara
G. Walke, escritora feminista que escribió obras sobre mitología, en
“Diccionario de Símbolos y Objetos Sagrados
de la Mujer” dice que Ichthys era el hijo de la
diosa Atargatis (diosa del mar) conocida en distintas mitologías como Tirgata,
Afrodita, Pelagia o Delphina. La palabra también significó “útero” y “delfín.
La diosa Afrodita Salacia fue adorada por sus seguidores en su
sagrado día, el viernes, en el que comían pescado y participaban en orgías.
Siglos más tarde la iglesia cristiana absorbió esta tradición al exigir a los
fieles a comer pescado el viernes. “Pez” y “Útero” fueron términos sinónimos en
el griego antiguo. El símbolo del pez ya era conocido como “la Gran Madre”,
como un signo oval puntiagudo, el “Vesica Piscis”
o Vaso del Pez.
La vesica piscis (vejiga de pez en latín) es un símbolo hecho
con dos círculos del mismo radio que se intersecan de manera que el centro de
cada círculo está en la circunferencia del otro. Esta forma se denomina también
mandorla (que significa "almendra" en italiano). Era un símbolo
conocido en las antiguas civilizaciones de Mesopotamia, África y Asia.
La vesica
piscis crea la mandorla de la catedral de Chartres
Jesús dentro de una
forma de vesica piscis en un manuscrito medieval
iluminado.
En diversos
periodos de la historia la vulva o su forma oval, ha sido tema de
especulaciones místicas; probablemente los primeros fueron los Pitagóricos, que
la consideraban una figura sagrada. La razón matemática de su anchura (medida
por los puntos extremos del "cuerpo", sin incluir la
"cola") por su altura fue aproximada por el cociente 265:153. Esta
razón, que da 1,73203, se consideró un número sagrado llamado la medida del pez. Exactamente, la razón
geométrica de estas dimensiones es la raíz cuadrada de 3, o 1,73205... (si se
traza la línea recta que une los centros de ambos círculos, junto con los dos
puntos donde los círculos se intersecan, se obtienen dos triángulos equiláteros
unidos por un lado). El cociente 265:153 es una aproximación a la raíz cuadrada
de 3, y tiene la propiedad de que no se puede obtener ninguna aproximación
mejor con números más pequeños. El número 153 aparece en el Evangelio de Juan
(21:11) como el número de peces que Jesús hizo que se capturaran en la
milagrosa captura de los peces, lo que algunos consideran como una referencia
cifrada de las creencias pitagóricas.
El área al oeste del Mar Negro, ahora conocida como Rumania, tiene
alrededor de 3000 fuentes termales naturales. Y más hacia el oeste, a lo
largo del Danubio, en la tierra que hoy llamamos Hungría hay otras mil fuentes
termales naturales. Aquí, en este verdadero jardín del Edén, hace más de
7.000 años atrás se desarrollaron las culturas más inteligentes del mundo
antiguo: la Cucuteni, Lengyel, Karanova, Tisza, Vinca y otras. En sus altares
encontramos imágenes de vulvas.
La piedra vulva de la izquierda se
encuentra en un altar en Lepenski Vir donde permanecido por 8000 años esperando
que la descubriéramos. La imagen de la derecha, la diosa de la Lepenski Vir
(6000-4560 a.C.) se encuentra en el mismo altar. Lepenski Vir es un sitio
arqueológico ubicado a orillas del río Danubio en Yugoslavia. El corazón de su
devoción era la matriz del universo.
Observa lo mucho que la
Diosa de la Lepenski Vir se asemeja a la de Sheila-na-gig de Irlanda. Aunque han
transcurrido muchos milenios entre la creación de estas dos imágenes.
El canecillo número 18 muestra una figura
de animal, una especie de oso que parece llevar algo sobre los hombros, quizás
sea un oso de algún saltimbanqui, es aquella época se relacionaba al oso con la
ira. El número 19 vemos otra mujer cabeza abajo pariendo. El canecillo 20 es
otro animal de boca muy grande, seguramente un sapo; la simbología de este
batracio en la edad media es muy compleja, en principio se puede relacionar con
todos los vicios capitales. San Antonio de Padua en sus Sermones dice:
"como las ranas que en el agua del placer carnal se incitan mutuamente a
la lujuria con señales y reclamos"; también se relacionaba con la
sexualidad femenina y la expresión tragarse un sapo viene de que
imaginaban a los condenados al infierno obligados a comer alimentos asquerosos,
por ejemplo sapos y culebras.
El canecillo 21 muestra la cabeza de un hombre
entre bloques: son los tres rollos musulmanes, como siempre, de los canecillos
terciarios se puede decir que son las tres personas. El 22 es una especie de
toro. El 23 parece un hombre con un azadón en la mano derecha, sosteniendo un
niño en brazos. El 24 me parece un animal, del tipo batracio.
El 25 vemos un hombre
sentado bebiendo el líquido de una copa enorme. El 26 parece otro toro. El 27
es un carnero y el 28 un hombre con cara de animal que sostiene un pan o un
pandero.
El número 30 parece ser
algún lascivo ayudante del innombrable, que nos muestra el trasero de un
paisano. El 31 me recuerda a una serpiente y la bola un huevo, aunque deben ser
la bola alquímica.
Le siguen un hombre portador del barril,
el canecillo que yo llamo serpiente-huevo –la bola alquímica- y el que parece
un buey o demonio.
Canecillos de la cornisa de la puerta de entrada
El primer canecillo representa un
acróbata. El segundo representa n arpista y el tercero es un mentiroso, le
falta la parte izquierda de la cara.
La
portada principal tenía trece canecillos, entre cada dos de ellos un modillón,
o sea doce.
El cuarto es un mentiroso pues se abre la
boca él solo. El quinto es un coito de lo más explícito, observándose
perfectamente los genitales de ambos dos. El sexto s un cerdo o jabalí,
perezoso, lujurioso y adicto a la gula, según la interpretación que se le daba
en esos tiempos.
El séptimo es un perro,
pero sobre lo que lleva encima Ornitorrinco conjetura que, quizás pueda ser una
especie de yugo para que el perro tirara de algún carrito. El número ocho es un animal con una gran
panza.
El noveno parece
masturbarse con la mano derecha y por debajo de su rodilla, mientras que con la
izquierda se abre la boca. En el décimo alguien se muerde los dedos con su mano
derecha, a su izquierda hay otra esfera, no sé si otra cabeza, quizás sea un
parto o una bola. La bola es el
'espíritu universal”.
El once
un hombre abrumado por el peso que lleva entre las piernas. La mujer del
doce lleva a alguien acoplado a su
espalda, como un parásito. Y el trece me parece una lucha de felinos.
A la izquierda aparecen
otra vez los tres rollos musulmanes, como siempre, de los canecillos terciarios
se puede decir que son las tres personas. El del medio es un mono que hace la
trompetilla con las manos y el de la derecha –que parece una medusa- es una
bola de esas tan conocidas por nosotros.
Después del canecillo
de la bola aparece un mono que hace trompetillas con las manos. A la derecha
aparece alguien boca abajo.
El canecillo de la izquierda
es muy comentado entre los estudiosos del románico, es una autofelación,
fantasía imposible de los varones y que parece que viene de antiguo. El del
medio parece ser un sacerdote, con
sotana y su libro... El de la derecha representa una mujer pariendo en
cuclillas o un exhibicionista sobre su orinal.
El veintiuno es un
adorno que no se interpretar; el siguiente parece un o una acróbata, aunque no
se distingue bien. Le sigue un arpista y un rollo musulmán.
Fachada Sur
Los
aleros de las dos fachadas de la iglesia tienen bajo su protección veinticuatro
canecillos cada uno, son aleros lisos sin ningún tipo de ornamentación. El
primero –que no vemos- es una lechuza o búho. El segundo es muy curioso, el
autor se ha preocupado mucho por dejar claros los caracteres sexuales
secundarios contradictorios del personaje, véanse la barba y los pechos; el
efecto que me produce es el de un hombre transexual, aunque podría ser una
mujer barbuda, esto último es menos extraño para la época que tratamos,
pues entonces no se podían hormonar artificialmente. El tercero la primera
impresión es que lleva un libro entre las manos, pero sus labios lo desmienten,
creo que está tocando una especie de instrumento de viento parecido al
'cántaro', aunque más agudo y con forma cuadrada, (se hacen sonar cántaros de
barro, incluso de tamaño mediano, para dar un sonido muy bajo que sirve de
acompañamiento.), o está bebiendo de él. El cuarto es una de esas
bolas-serpientes.
El primer canecillo es un cabrón entre los pecadores. Le sigue otro barril, se puede observar que
en esta iglesia hay dos tipos de personajes con barril, aquellos que lo llevan
en la espalda y otros que lo abrazan y miran hacia él, como si bebieran. A
continuación viene un músico que tañe
algún instrumento friccionado de cuerda. Le sigue un hombre que lleva una
especie de pandero.
Fachada Norte
Vemos la sencillez y sobriedad del
estilo; su construcción es claramente posterior. Bajo el alero de esta fachada, al
igual que en la sur, hay veinticuatro canecillos. No me atrevo a comparar ese
número con las horas del día por la peculiar distribución del día que se usaba
en aquel tiempo, las horas eran las de las oraciones de los monjes: maitines,
prima, nona, etc... Aunque los constructores, posiblemente, si tuvieran
conocimiento de la existencia de la división del día en veinticuatro partes,
asegura Ornitorrinco.
Los canelillos de la fachada norte son esquemáticos, más modernos, y representan en su mayoría animales. No aparecen los motivos eróticos.
Modillones
Son también importantes dentro de la iconografía de esta iglesia. Hay modillones entre los canecillos de la portada sur, por lo cual son doce. No los hay en la fachada sur ni en la fachada norte ni en el ábside.
En ellos se puede observar un acoplamiento animal en el que el macho parece ser un burro. También aparece una romántica escena de un hombre, a la derecha, con una oveja. El tercero es la conocida representación del pecado de la lujuria mediante una mujer que amamanta a dos serpientes.
Jesús Herrero, La lujuria en la iconografía románica, Cálamo.
2011
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