De los mundos infinitos y los extraterrestres
Después de muchos siglos de limitarse a
comentar a los autores clásicos, por fín los hombres del Renacimiento comienzan a
fijarse en la naturaleza y se interesan por experimentar con ella, organizando
herbarios, describiendo nuevas especies.
Otto
Brunfels, Contrafayt Kreüterbuch
Calabazas
en De Historia Stirpium de Leonhart Fuchs
(Basilea, 1542), QK41 .F7. Fuente: University
of Missouri
A partir de
1530 la iconografía botánica resurge de la mano de los herbarios de Otto Brunsfeld,
Leonhard
Fuchs, Conrad Gesner, Andrea Cisalpino y otros.
También aportan nuevos inventarios de flora y fauna los médicos que acompañaban
a los conquistadores del Nuevo Mundo.
Conrad
Gesner Historiae animalium (1587)
Sin embargo, la
nomenclatura es caótica y diversa, desbarajuste al que intentarán poner orden
naturalistas como Gesner en Historiae
animalium (1587) o Ulises Aldrovandi en De
quadrupedibus solipedibus (1616), a la vez que intentarán reunir
todos los elementos de un saber universal (Ver Ulisse Aldrovandi: Monstrorum Historia) .
Ulises
Aldrovandi
en De quadrupedibus solipedibus (1616)
La nueva mirada sobre los seres vivos se
refleja en la precisión de las ilustraciones de plantas y animales, como las de
Durero,
Leonardo da
Vinci o Hofnagel. Pierre Belon, que se había fijado en la
identidad entre el esqueleto del hombre y el de las aves, comenzó la
clasificación de los animales según los principios aristotélicos de anatomía y
embriología. Giambattista
Della Porta en su De humana
physiognomonia (1586) se recreaba buscando paralelismos entre
las raíces y los cabellos, algunas plantas y las mariposas, los dientes y los
granos de granada y los piñones (Véase la figura de abajo)
Giambattista
Della Porta, “Dientes, granada y piñones”, y otras “correspondencias”. Grabados
en madera de Phytognomonica, Nápoles, 1588
La obertura hacia la naturaleza y el
rechazo al tomismo, sin embargo, se tradujo también en la recuperación de
Pitágoras y Platón, con el renacimiento de un neo-platonismo sincrético y confuso a lomos de la gnosis y la
cábala.
El humanista Marsilio Ficino, traductor del Corpus hermeticus, trató de reorganizar el
esquema del universo “geocéntrico”
aportó una nueva versión de las ideas platónicas sobre el alma del mundo
y las almas individuales e inmortales de todos los seres vivos.
El utopista Tommaso Campanella afirmaba que
toda la Tierra es un ser vivo. El título de su obra De
sensu rerum et magia (1604) ilustra su panpsiquismo: “Una parte admirable de la filosofía oculta
en la que se demuestra que el mundo es la estatua de Dios viva y conocedor, que
todas sus partes y las partes de sus partes están dotadas de sentido, más o
menos claro u obscuro, pero suficiente para asegurar su conservación y la del todo”.
La idea de la pluralidad de los mundos
habitados surgió en la antigua Grecia. El debate entre los atomistas como Demócrito,
partidarios de la existencia de otros mundos, y Aristóteles, que negaba su
existencia, se saldó a favor de éste. Epicuro fue también un firme partidario de la
pluralidad, así como Lucrecio, que aseguraba en el siglo I a.C. que
en otras partes del Universo debe haber planetas con diferentes razas de
hombres y animales.
La
creencia en que la Luna estaba habitada era ya antigua entonces, como lo
demuestra Luciano
de Samósata (125-181 d.C) en sus irónicos cuentos. Fue el que puso
la primera piedra en la edificación del género de la ciencia ficción con sus Relatos Verídicos. El relato nos habla de
un desplazamiento (de la Tierra hacia la Luna) a través de un barco convertido
en una nave voladora a consecuencia de un tifón. Sin embargo, el periplo de
Luciano y sus compañeros por el satélite terrestre no es un viaje en el tiempo
(elemento común en la ciencia ficción), sino que se realiza en el presente. Representa
una burla dirigida a todos los narradores de peripecias autobiográficas que al
comenzar sus obras siempre insisten en la veracidad de todo lo que cuentan. En
contraposición, Luciano asegura que son falsos todos los episodios de su
novela.
En la Edad Media, Tomás de Aquino argumenta que la
existencia de otros mundos no se opone a la doctrina de iglesia católica,
aunque finalmente se decanta por la unicidad de nuestro mundo por razones
filosóficas. Parte de la jerarquía católica abogaba por la posibilidad de que
Dios crease nuevos mundos de la nada, facultad exigida por la idea de la
omnipotencia divina.
En palabras de Laura Bossi, bajo la influencia
del neo-platonismo y de la cosmografía copernicana, la gran escala de los seres
superó el marco de un cosmos finito y geocéntrico para desplegarse hacia el
infinito. El mago-filósofo Giordano Bruno aseguraba que el mundo estaba
poblado por un infinito número de criaturas, es más, dijo que había un número
infinito de mundos, lo cual concuerda con la moderna idea de la multiplicidad
de los Universos. El carácter infinito del mundo es la consecuencia del
carácter infinito de Dios, que no puede confinar su omnipotencia en un espacio
finito ni en una cantidad limitada de sustancias. Según Giordano Bruno, la potentia dei absoluta ha de manifestarse
necesariamente mediante la creación del universo. Esto nos recuero la doctrina
del panteísta Plotino,
según la cual la naturaleza divina implica la necesidad de la creación: de la misma
manera que los seres vivos cuando son adultos procrean, el Uno al madurar ha de
engendrar.
Giordano Bruno (1548-1600)
Giordano Bruno,
el polémico ex monje que fue expulsado de las cortes reales y universidades de
media Europa y que murió en la hoguera -condenado por la Inquisición- en 1600
por negarse a abjurar de sus ideas sobre un universo infinito con múltiples
mundos habitados, influyó en los tres grandes astrónomos de la época, Tycho Brahe,
Kepler
y Galileo,
aunque rechazaron la doctrina de la infinidad de mundos, sin embargo compartían
el planteamiento de una multitud de planeta habitados dentro del sistema solar.
De este planteamiento surgió el imaginario occidental de la creencia en
criaturas extraterrestres, diferentes a los seres humanos y a los animales
conocidos.
De la unicidad a la pluralidad de los mundos
Esta idea de una pluralidad de mundos habitados fue aceptada en la
segunda mitad del siglo XVII gracias a Descartes, cuyas ideas inspiraron un poema a Henry More (del grupo de los llamados "platónicos" de
Cambridge, Correspondencia Descartes -
Henry More 1648 y 1649) e influyeron en Bernard de Fontenelle quien las popularizó
en sus Conversaciones sobre la pluralidad de los
mundos (1686), donde habla de una multitud de planetas habitados,
cuyos habitantes serán sin duda todos diferentes, debido a que la naturaleza es
enemiga de las repeticiones.
Bernard le Bovier de Fontenelle, Entretiens sur la Pluralite des Mondes,
1686
Sin embargo, Fontanelle, a fin de evitarse la
persecución eclesiástica, evitó cuidadosamente dar cualquier descripción de los
habitantes de esos mundos, al tiempo que reflexionaba que nos resultaría
difícil explicar –si admitiéramos la existencia de hombres en la Luna-, cómo habrían
podido llegar hasta allí los descendientes de Adán y fundar colonias. De este
modo, inauguraba una tradición cuyo mejor exponente sería el astrónomo francés Camille
Flammarion, autor de Sur la Pluralité
des Mondes Habités.
La idea de los multiversos fue expuesta por Alejandro Jenkins en un artículo de
portada en el ejemplar de enero de 2010 para la revista Scientific American. Defiende la
existencia de un mega-universo lleno de numerosos universos menores, incluyendo
el nuestro (Ver ¿Sólos
en el Universo?).
Grabado
Anónimo para Camille
Flammarion, L'Atmosphere:
Météorologie Popular (París, 1888), pp 163
La
imagen representa a un hombre que se arrastra bajo el borde del cielo, representado
como si se tratara de un hemisferio sólido, para mirar el misterioso Empíreo
del más allá. El subtítulo debajo del grabado (no se muestra aquí) se traduce
"un misionario medieval dice que él ha encontrado el punto donde el cielo
y la tierra se encuentran..."
René Descartes, el gran pensador del
siglo XVII, planteó la hipótesis de que todo lo que consideramos real pudiera
ser simplemente un sueño -el filósofo francés fue coetáneo del dramaturgo
español Calderón
de la Barca, autor de La vida es sueño-
y que las cosas que creemos percibir y los sucesos que parecen ocurrimos fueran
sólo incidentes de ese sueño.
El genio maligno es una hipótesis
metodológica introducida por Descartes para suspender la fiabilidad de las
afirmaciones matemáticas hasta que encuentre algo de lo que no quepa dudar. La
ficción del genio es tomada de Francisco Suarez, quien en sus Disputaciones Metafísicas menciona que hay
causas extrínsecas del error: el entendimiento podría ser “obligado” a asentir
de forma errónea, por razón de una causa externa al propio sujeto, ya sea ésta
Dios, ya un “ángel malo” con poder suficiente para ello.
Hendrik Goltzius dedicó tres grabados al tema del matrimonio (1595). En la imagen
dedicada al matrimonio de conveniencia, quien oficia el enlace es Satanás. Aquí
aparece reflejado con patas de cabra, garras de águila en vez de manos, pechos
de mujer, cuernos y una capucha que le cubre la cabeza.
Esto quiere decir que el argumento estaba
presente en la tradición filosófica anterior a Descartes, según María José
Rossi y Nicolás Fernández Muriano, autores del blog Proyecto
hermeneutica., quienes además dicen que, por otra parte, era materia común
al imaginario del s. XVII que existiesen deidades malignas dispuestas a
intervenir, ya sea en la vida cotidiana, en cuestiones que atañen a la
moralidad, ya sea en el conocimiento, empañando la mente de las personas y
provocando confusión.
Grabado
de Lodovico
Cigoli (siglo XVII) en el que vemos a Lucifer representado como un
ser monstruoso de tres cabezas y tres pares de alas, sumergido hasta el pecho
en un lago devorando almas.
Descartes propuso la hipótesis del genio
maligno, para recalcar que los humanos podemos ser sus víctimas, una
entidad poderosa como un dios y mala como un demonio dedicado a engañarnos
constantemente, haciéndonos ver, tocar y oler lo que no existe sin otro
propósito que disfrutar de nuestras permanentes equivocaciones.
La hipótesis del genio maligno, parece que
se refería a las siguientes cuestiones: podemos considerar que nuestro
reconocimiento de algo como verdadero es consecuencia de nuestra
naturaleza y podríamos pensar que vemos
algo como verdadero porque estamos hechos como estamos hechos, de tal forma que
a distinta constitución distinto conocimiento
René Descartes (1596-1650)
Tal vez las cosas que
puedan considerar verdaderas seres pertenecientes a otras especies, o seres
racionales que hayan sufrido una evolución biológica diferente (por ejemplo,
los extraterrestres), pueden ser distintas a las nuestras. Cabe dudar que la
matemática, por ejemplo, tenga una validez universal, en el sentido de que tal
vez para otros seres, seres con una naturaleza psicológica o física distinta a
la nuestra, las verdades matemáticas sean también distintas a las nuestras. En
definitiva, si reflexiones de este tipo nos llevan a pensar que el
reconocimiento de algo como verdadero depende de nuestra propia naturaleza o
forma de ser, parece que hasta los conocimientos más firmes pueden ponerse en
cuestión. Es posible que Descartes introdujese la hipótesis del genio maligno
para señalar esta última cuestión.
La ciencia ficción
Investigadores como Isaac
Asimov y Carl Sagan opinan que Somnium
(1623), de Johannes
Kepler (1571-1630), es la
obra inaugural de la ciencia ficción. Se trata de un relato influido por
Luciano de Samosata. Habla de un aventurero que viaja a la Luna y hace
observaciones sobre los movimientos de
la Tierra desde el satélite. El propio astrónomo alemán en diferentes pasajes
hace referencia al humorista greco-sirio. En la Luna se encontraron dos tipos de selenitas.
Los 'subvolves', que vivían en el lado de la luz de la luna, y las 'privolves',
habitantes del lado oscuro. Otra de sus teorías fue sobre cráteres lunares que,
para él, eran construcciones construidas por los selenitas.
Francis Godwin (1562-1633) escribe The Man in the Moon: or A Discourse of a Voyage Thither
by Domingo Gonsales, the Speedy Messenger (El Hombre en la Luna: o Un Discurso sobre un viaje allá de Doomingo
Gonzales, el mensajero rápido, 1638), donde el protagonista Domingo
Gonsales, mediante un artefacto que ha inventado, logra viajar a la Luna, en la
que permanece dos años y descubre un mundo utópico sin leyes, delitos,
enfermedades…
El mismo año, en 1638, el eclesiástico y
científico inglés John Wilkins publicó The
Discovery of a World in the Moone (El Descubrimiento de un mundo en la Luna). En esta novela se diseña
una máquina para llegar a la luna. Inspirado en Somnium de Kepler y los trabajos de Galileo, contribuyó en la
popularización de la astronomía en Inglaterra.
Francis Godwin, The Man in the Moone, 1638. Grabado anónimo
En 1657 se publica Histoire
comique des Estats et empires de la Lune (Historia cómica de los Estados e imperios de la luna) seguido de Histoire comique des Estats et impires du Soleil (Historia cómica de los Estados e imperios
del Sol, 1662) del francés Hercule-Savinien Cyrano de Bergerac
(1616-1655, inmortalizado en el siglo XIX por Edmond Rostand, en su obra
teatral homónima). Cyrano escribe en primera persona el viaje que realiza a la
Luna y al Sol y sus observaciones sobre las civilizaciones que descubre. Este
viaje imaginario, realizado gracias a una máquina impulsada por cohetes de
agua, es un pretexto con el que expresar su filosofía materialista y hacer una
crítica de la sociedad y las ideas y creencias de la época.
Un grabado de la obra
de Cyrano de Bergerac L’autre monde (El Otro Mundo).
Ilustración de L’histoire comique contenant les états et empires du soleilde Cyrano de Bergerac.
Ilustración de L’histoire comique contenant les états et empires du soleilde Cyrano de Bergerac.
Cyrano mira la Luna (1900) de Henriot para una edición de l'Histoire
comique des États et empires de la Lune de Cyrano de Bergerac. (Bibliothèque
nationale de France, Paris.) Ph.
Jeanbor © Archives Larbor. DR
El fraile mexicano Manuel Antonio de Rivas publicó
en 1775 su cuento Sizigias y cuadraturas lunares ajustadas al
meridiano de Mérida de Yucatán por un anctítona o habitador de la luna, y
dirigidas al bachiller don Ambrosio de Echeverría, entonador de kyries
funerales en la parroquia del Jesús de dicha ciudad, y al presente profesor de
logarítmica en el pueblo de María de la península de Yucatán.
Este cuento, que describe las aventuras de un inventor que crea una nave para
viajar a la luna, donde encontrará una sociedad utópica, y que contrasta
sensiblemente con la sociedad colonial mexicana, no se recordaría hoy si no
hubiera sido causa de largo proceso inquisitorial de casi diez años que se
imputó a su autor.
Originales maneras de viajar a la Luna:
mediante un cinturón con botellas llenas de rocío (Cyrano) transportado por una bandada de gansos
salvajes (Domingo Gonsales) a cañonazo limpio (Impey Barbicane). Fuente: Summa
nocturnalia
Otro viajero a la Luna es el famosísimo
Barón de Münchhausen. El verdadero Karl Friedrich Hieronymus, barón de Münchhausen
(1720-1797), fue un oficial alemán, mercenario del ejército ruso. A su regreso,
relata sus hazañas y aventuras, fabulando exageradamente, hasta el punto de
contar que viajó a la Luna cabalgando el proyectil de un cañón. El escritor Rudolf Erich
Raspe recogió estas aventuras de la boca de Münchhausen y las
publicó en 1785 bajo el título: Baron
Münchhausen’s Narrative of his Marvellous Travels and Campaigns in Russia (La Narración por el Barón Münchhausen de sus
maravillosos viajes y campañas en Rusia). El año siguiente el profesor
alemán de la Universidad de Gottingen Gottfried August Bürger (1747-1794) publica
una traducción en alemán en la que remodela las historias y ofrece una visión
más poética y satírica que la de Raspe.
Había muchos tratados del siglo XVII que
se ocupan de la posibilidad de un viaje a la luna, por eso, la imaginación de Filippo
Morghen (1730-1777) nos dejó estos grabados fantásticos de exuberante estilo
rococó, con pasajes ornamentales de chinesca, en los
que hace una descripción curiosa y juguetóna de un viaje a la luna.
Siguiendo los pasos de Kepler tenemos a Jonathan Swift con Los viajes de
Gulliver (1726). En 1835, Edgar Allan Poe narra en forma de diario en The Unparalleled Adventure of One Hans Pfaall
(Aventura sensacional de un tal Hans
Pfaal), cómo su protagonista, para escapar a sus acreedores, planea un
viaje a la luna a bordo de un globo. Julio Verne y sus célebres Alrededor de la Luna (1870) y De la Tierra a la Luna (1872), que
sirvieron de inspiración al británico H. G. Wells, en su The
First Men in the Moon (Los
Primeros Hombres en la luna, 1901) y al cineasta francés Georges Méliès
para rodar el cortometraje Le voyage dans
la Lune (1902).
Diseño
para «Viaje a la luna» (1902) de George Méliès
Grabado
ilustrativo de la novela “De la Tierra a la Luna”, de Julio Verne, en la
versión para la colección “Viajes extraordinarios”, publicada por las Ediciones
Hetzel.
ca.
1865- Rocket Capsule Illustration from the 1872 Edition of From the Earth to the Moon by Jules Verne.
Image by © Bettmann/CORBIS. Fuente: Picasa
Sin embargo, la ciencia ficción moderna no
tuvo tantos reparos a la hora de crear nuevas especies marcianas, venusianas o
procedentes de estrellas lejanas, casi siempre meras variantes en cuestión de
talla o híbridos de especies animales ya conocidas. Dice Laura Bossi “A veces esos extraterrestres nos recuerdan a
las figuras conocidas de los servidores del Diablo: animales subterráneos como
insectos y reptiles, o monstruos híbridos que parecen salir de un cuadro de
Grünewald o de El Bosco” (Historia natural
del alma, p.
Selenitas
y otros habitantes de la Luna según el New York Sun
(1835)
En 1835, el periódico New York Sun señaló que John Herschel uno de los
astrónomos más famosos de la época y el descubridor de Urano, había construido
un telescopio con el que había descubierto volcanes, playas y una especie de
hombres murciélago en la Luna.
El primer artículo de la serie fue
publicado el 25 de Agosto en la página dos, bajo el título de “Descubrimientos
Celestiales”. El artículo ofrecía fascinantes descripciones de la
topografía lunar que incluía vastos bosques, cráteres, grandes lagos, océanos y
playas. Los lectores podían también conocer que manadas de bisontes pastaban
por las llanuras de la Luna, que unicornios azules se paseaban por sus cumbres
o que unas criaturas anfibias de forma esférica rodaban por sus playas. La
fauna lunar no sólo se limitaba a estas criaturas, también contaba con
pelícanos, cangrejos, cebras… En total había contabilizado hasta 9 especies de
mamíferos.
Historia
natural del alma
(Basada
en la obra de L. Bossi y la historia del pensamiento de Arthur O. Lovejoy)
1. ¿Que es el alma?
2. El alma en la Antigüedad
3. El alma de los animales
4. El racionalismo y el hombre máquina
5. El Idealismo
6. Transformismo: la escala en
movimiento
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