Antifonario de León
El Antifonario
Visigótico Mozárabe de la Catedral de León (Ms. 8) o Liber antiphonarium de toto anni circulo a
festivitate sancti Aciscli usque in finem [Ms. 8] pertenece al
estilo mozárabe y está escrito con letra visigoda. Se sabe que fue iluminado (circa
el 915) por un fraile llamado Totmundo de San Cipriano del Condado.
Actualmente se conserva en el Archivo Catedralicio (núm. 8) la Catedral de
León.
En una nota en el folio 25, se dice que
fue copiado directamente de otro manuscrito de la época del rey Wamba, posiblemente
toledano de los siglos VII u VIII. La copia la hizo un monje llamado Totmundo,
para Ikila, abad del
monasterio leonés de San Cipriano del Condado.
Samuel Rubio, canónigo de la
Catedral de León, manipula el códice en la vitrina del museo. Fuente:
Gorka Lejarcegi. Cultura.elpais.com
El
manuscrito tiene unas dimensiones de 330x240, con 306 folios de pergamino, en
letra cursiva visigoda. Consta de 22 folios con miniaturas.
El
Antifonario de León recoge cantos visigóticos mozárabes. En la imagen, el libro
en la Catedral de León. Fuente: Gorka Lejarcegi. Cultura.elpais.com
Hasta hace poco tiempo se pensaba que este Antifonario había sido creado en el año 1066 por un amanuense gallego llamado Arias, sin embargo, esta fecha en realidad correspondía a la datación de un cuadernillo que se había añadido en esas fechas.
En la actualidad no existen dudas de su
datación gracias al testamento del abad Ikila (su nombre indica que era
visigodo), encontrado en el Tumbo de la Catedral de León, fechado el 26 de
junio del año 917 en el que dona el manuscrito al monasterio de Santiago de
León, lo que demuestra que ya existía desde antes de esa fecha.
Ikila
era el abad y propietario del monasterio de San Cipriano, situado a orillas del
Porma -posiblemente el núcleo primitivo del actual San Cipriano del Condado-,
hombre de gran prestigio cuya firma aparece en muchos documentos leoneses
conservados en el archivo catedralicio y también en algunos de los Cartularios
de Eslonza y de Sahagún.
El adjetivo "mozárabe" no es el
más adecuado para definirlo, ya que la liturgia fue practicada desde tiempos
visigóticos en la Península Ibérica, y, una vez que algunos territorios
hispanos estuvieron dominados por los árabes, se siguió practicando, no sólo
por los mozárabes, sino también por los cristianos de ciertos reinos que no
estuvieron ocupados.
Custodia.
Máximo Gómez, director del museo catedralicio de León, transporta el
Antifonario por el claustro de la Catedral. Fuente: Gorka Lejarcegi. Cultura.elpais.com
Comienza el manuscrito con una cruz de Oviedo
(inicio habitual en otros manuscritos españoles de la Edad Media) como recuerdo
del rey Pelayo en la batalla de Covadonga y una miniatura en la que se ve a
Totmundo entregando el libro al abad Ikila. Totmundo lleva sobre la cabeza el
pronombre ille en señal de humildad. Esta representación de la entrega de
la obra acabada era también muy frecuente en los primeros incunables.
Entrega.
En la imagen se representa la entrega del códice al Abad. Fuente: Gorka Lejarcegi.
Cultura.elpais.com
El manuscrito es un recopilatorio de las
piezas musicales que se cantaban en los oficios litúrgicos de todo el año. Es
el único antifonario de la liturgia hispánica que se ha conservado completo.
Otros antifonarios hispánicos han llegado hasta nosotros fragmentados, como los
de Silos (abadía de Silos, otro en la Biblioteca Nacional de Francia y un
tercero en la en la British Library) o el de San Juan de la Peña (Universidad de Zaragoza).
La
fiesta de La Ascensión. Detalle del Antifonario de León. Fuente: Gorka
Lejarcegi. Cultura.elpais.com
La
festividad de San Pedro y San Pablo. El Antifonario, datado en el siglo XI,
recogía cantos de las celebraciones de la liturgia. Biblioteca
Virtual del Patrimonio Bibliográfico
A finales del siglo XI (1055), siguiendo las normas del Concilio de Coyanza (actual villa leonesa de Valencia de Don Juan) se acogió el rito católico romano, abandonando el rito visigótico y se adoptó la regla benedictina. Con la reforma territorial el monasterio de San Cipriano (que estaba ya deshabitado) fue adherido al obispado de León y se sometió a su autoridad. Lentamente, como tantos otros, se fue extinguiendo y sus bienes pasaron a formar parte del Señorío del Obispo.
Descripción
Existe una descripción sobre el libro que
nos ocupa en la web Turismo Prerrománico,
la cual seguimos a continuación. El Antifonario de León es
un códice miniado que contiene los cantos de las celebraciones en las
fiestas del ciclo litúrgico y de los santos de la Liturgia hispánica de época
visigoda, copiado posiblemente de un manuscrito de la época del rey Wamba (año 672)
como indica en una nota en el folio 25, y que fue siendo actualizado con nuevas
composiciones litúrgicas, al menos hasta el siglo XII.
La
degollación de San Juan. Imagen del Antifonario de León. Fuente: Gorka
Lejarcegi. Cultura.elpais.com
En el reverso del primer folio, encima de una escena miniada en la que el copista está entregando el libro al abad, existe una dedicatoria en la que se puede interpretar que el Antifonario fue creado en el propio monasterio de San Cipriano del Condado, dando a entender que disponía de un scriptorium de cierta importancia.
Está considerado como el códice musical latino más importante y más completo de la Alta Edad Media, ofreciendo abundante material sobre la liturgia y el canto en la iglesia española hasta su obligada sustitución por la gregoriana a finales del siglo XI, ya que además de informar en muchos casos del autor de cada canto, entre los que se encuentran personajes de gran nivel como San Leandro, San Isidoro o San Braulio, gracias a las diversas interpolaciones incluidas a lo largo de doscientos años en el núcleo primitivo del códice, permite estudiar el desarrollo de la liturgia hispánica durante los primeros siglos de la Reconquista.
El Antifonario de León tiene
notación musical hispánica de tipo vertical. Los signos musicales de esta
notación se suelen llamar "neumas". Los neumas hispánicos no se
disponen sobre líneas de referencia (como tetragramas o pentagramas), sino
"a campo aperto". Por
carecer de esta referencia, la información diastemática (es la notación que
usamos hoy día, la de las bolitas en el pentagrama. Se llama así porque
nosotros anotamos cada una de las notas "separadas", mientras que los
neumas se referían comúnmente a grupos de notas.) representada por estos signos
no ha podido ser descifrada hasta el momento, a pesar de los esfuerzos
realizados por los musicólogos. El Antifonario de León contiene muchas
ilustraciones, especialmente escenas de la vida de Jesús. Algunas letras poseen
entrelazados que recuerdan más al arte carolingio que al visigótico.
También
incluye un completo catálogo de las fiestas celebradas por la antigua iglesia
española. Presenta la notación musical en neumas sin pentagrama, en notación
visigótica, que no ha podido ser descifrada hasta el momento.
Posee un interesante y bien conservado conjunto de ilustraciones, muchas de ellas sobre la vida de Jesús, de gran calidad, pintadas en colores muy definidos siempre sobre fondo blanco. Algunos autores han planteado la posibilidad de que sea una obra de juventud de Magius, lo que parece muy poco probable tanto por su temprana datación, como por su dedicatoria, en la que consta que fue obra de Totmundo, y por sus diferencias estilísticas con obras como el Beato de Escalada, en la que las figuras están siempre sobre fondos fuertemente coloreados.
Otro
hecho a destacar es la utilización de iniciales con entrelazados nórdicos,
posiblemente como influencia de la miniatura carolingia, ya que son semejantes
a los existentes en códices miniados en Fulda y Saint-Gall. También encontramos
la típica cruz de Oviedo en la primera página y alguna decoración de
ascendencia asturiana, formada por retículas de círculos y cruces.
Es interesante destacar que el folio 234 contiene el oficio litúrgico de la fiesta del patrón del monasterio, San Cipriano, que incluye música para las antífonas y una página de lujo con una miniatura que representa al santo vestido con túnica de color de minio, manto azul, larga estola y tocado puntiagudo de obispo, que ofrece la cabeza a un sayón descalzo, con calzón bombacho, ropa corta ceñida a la cintura y una pequeña clámide colgando. Con la mano derecha señala a la víctima y en la izquierda blande una larga espada.
Bibliografía
Historia de España de Menéndez Pidal:
Tomos VI y VII*
SUMMA ARTIS: Tomos VIII y XXII
L'Art Préroman Hispanique: ZODIAQUE
Arte y Arquitectura española 500/1250: Joaquín Yarza
SUMMA ARTIS: Tomos VIII y XXII
L'Art Préroman Hispanique: ZODIAQUE
Arte y Arquitectura española 500/1250: Joaquín Yarza
Manuel C. Díaz y Díaz, en su artículo
"Notas de pasada sobre manuscritos musicados", en el libro Hispania
Vetus, pp. 93-111
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