Evolución de la mente

     Podemos seguir la evolución de la mente atendiendo al desarrollo del lenguaje, entendido como modo codificado (simbólico) de pensamiento y comunicación. El lenguaje es el instrumento esencial para construir  y comunicar ideas y conceptos.




      Evidentemente, carecemos de certidumbres para rastrear el linaje de primates donde se produjo el origen de la mente humana. Sin embargo, podemos bosquejar el punto común de capacidades cognitivas que compartimos con el ancestro común a humanos y con el linaje de los primates actuales no humanos, suponiendo que no se haya producido una pérdida de las facultades adquiridas.

     Ateniéndonos a este razonamiento, hemos de suponer que cuando se produjo la escisión, hace unos 6 Ma, entre el ancestro común a humanos y chimpancés (o bonobos) gozaría de capacidades muy similares a las de los actuales simios y que, por tanto, cualquier homínido posterior en este linaje habrá poseído estas facultades, probablemente en un desarrollo progresivo.



    Muchos no creen que la comunicación entre los simios constituya un auténtico lenguaje. Sin embargo, otros que han estudiado al bonobo –en particular al llamado Kanzi-, encuentran evidencias de un auténtico lenguaje. Este simio fue capaz manipular un tablero con más de un centenar de signos para expresar sus deseos inmediatos y de reconocer y obedecer una amplia gama de órdenes expresadas en frases complejas en inglés por parte de los experimentadores; llegó a responder preguntas sencillas, si bien no se registró que formulase preguntas él mismo. Kanzi también talló y empleó útiles líticos y generó imágenes sobre una lámina de papel, según Carlos Burguete Prieto en Evolución de la mente. Desde el inicio de la encefalización en primates hasta el universo inteligente, La Voz de la Ciencia.



Estudio realizado por los primatólogos Catherine Hobaiter y Richard Byrne de la  universidad de St. Andrews en las selvas de Uganda (África) en 2014. Fuente: Viaje en el Tiempo

     También se pudo observar otras capacidades cognitivas en estos simios, como la del engaño táctico que supone la capacidad para leer e interpretar la mente de otro; variantes con carácter cultural en la fabricación y empleo de útiles entre los chimpancés de Tai, Gombe o Mahale; sistemas de transmisión de conocimiento intergeneracional; lo  que podríamos llamar ritual funerario, pues ante un compañero muerto, los adultos hicieron un corro silencioso ante el cadáver del cual eran rechazados y expulsados los individuos infantiles y, finalmente, cacerías de monos diana por parte de chimpancés en los que es evidente una organización, planificación, división de funciones y alianzas estratégicas.



Los chimpancés emplean una amplia farmacopea que incluye la ingestión de hojas no digeribles que arrastran los parásitos intestinales. Tienen un incipiente sentido del humor, especialmente escatológico, por lo que hemos de considerar que la risa no es exclusivamente humana, sino que parece estar enraizada más allá del origen del género Homo.



      Los investigadores han hallado evidencia neurológica que apoya la tesis de que los chimpancés gozan de ciertas estructuras cerebrales que se suponen relacionadas con el lenguaje en humanos. La asimetría de una pequeña zona neuronal llamada planum temporale, localizada justo debajo del oído (mayor en uno de los hemisferios, generalmente el izquierdo) se consideraba una característica humana, importante en la comprensión del lenguaje. Hasta hoy, pues un estudio reveló que esta asimetría también se encontraba en los chimpancés.



Situación del Planum temporale



Fuente: Conec

     El origen del lenguaje se podría retrasar en el tiempo si se logra detectar connotaciones lingüísticas en los sistemas de comunicación de las aves o de los mamíferos marinos, como los resultados de recientes investigaciones sobre los cantos de las ballenas corcovadas, investigaciones que parecen sugerir la existencia de connotaciones gramaticales en las comunicaciones de estos cetáceos.

     Los “rupturistas” no aceptan estas evoluciones y defienden que el lenguaje emergió súbitamente con la aparición de Homo sapiens hace 40.000 años en Eurasia. Niegan la existencia de un protolenguaje a partir del cual se desarrollase el lenguaje de forma gradual. Opinan que la aparente explosión simbólica del Paleolítico Superior europeo iría acompañada de un aumento drástico en la complejidad y estructuración lingüística. Las ventajas adaptativas del lenguaje moderno serían suficientes para explicar los cambios conductuales que supuestamente acaecieron durante la transición Paleolítico Medio-Superior.



      Las posturas rupturistas débiles conceden a neandertales y demás homínidos pre sapiens la posibilidad de un lenguaje rudimentario, muy lejos del lenguaje tal y como lo conocemos.

     Por otro lado, los continuistas, basándose en la anatomía y desarrollo del cerebro, la psicología y la cognición y etología comparativa de primates, defienden una evolución gradual del lenguaje a partir de las primeras poblaciones de Homo ergaster o erectus que comenzaron a salir de África.



Diorama del National Museum of Indonesia, Jakarta, representando a una familia de Homo erectus en Sangiran hace 900.000 años

     Los posicionamientos más continuistas sugieren que el único gran cambio en la morfología cerebral relacionado con el lenguaje tuvo lugar con el advenimiento de Homo habilis. El estudio de cráneos y réplicas internas del cerebro de Homo habilis o de Homo erectus de hace 1,55 millones de años ha permitido afirmar que estas estructuras apenas han cambiado desde entonces y que, por lo tanto, los primeros Homo gozaban de la capacidad neurológica necesaria para producir y emplear un lenguaje articulado.

     Los investigadores han demostrado la existencia  de prominencias características de la zona de Broca en Homo habilis, así como de modelos circunvolutivos sorprendentes en los lóbulos parietales inferiores y superiores, en el arco parietoccipital y quizás el surco parietoccipital, además del surco intraparietal que incluye parte del área de Wernicke.




      Otras líneas de investigación tratan de inferir capacidades lingüísticas en comportamientos guiados por reglas (supuestamente análogas a las reglas gramaticales o sintaxis) en la talla lítica, de la capacidad para el pensamiento simbólico a partir de imágenes con hipotéticos rasgos semánticos (caliza con una grafía a base de líneas quebradas hallada en Blombos Cave, Sudáfrica, datada en 70.000 años, y la supuesta figurilla en piedra volcánica con signos de haber sido manipulada para reforzar su similitud con una figura humana femenina, hallada en el yacimiento de Berekhat Ram en los Altos del Golan), o fisiológica, como el estudio de la morfología de la base de cráneos fósiles, de las improntas de las estructuras cerebrales remanentes en las paredes internas de cráneos fósiles, el grosor del canal óseo para el paso de los nervios hipoglosos que controlan los movimientos de la lengua,  de vaciados naturales de la cavidad craneal o de hallazgos inusuales como el hioides de un neandertal (La Voz de la Ciencia).



Tablilla de arcilla de la cueva sudafricana de Blombos (70.000 B.P), mucho antes de la supuesta ruptura cognitiva de hace 35.000 años con la llegada a Europa de Homo sapiens.



Posible figura antropomorfa procedente del yacimiento de Berekhat Ram, datada entre 200 y 300.000 años antes del presente

     En 1861, Broca sugirió que lo que conocemos como área de Broca en el córtex cerebral sería el motor del habla, introduciendo en neurología los conceptos de localización y de lateralización hemisférica cerebral. Algo más tarde, en 1874, Wernicke detectó una zona (zona de Wernicke) que incluye parte del lóbulo parietal inferior y la parte superior del lóbulo temporal. Esta zona se corresponde con aquellas relacionadas con funciones auditivas y viseo-auditivas asociadas al habla y a la comprensión del lenguaje. Su falta o deterioro implica afasia y anomia.

      En cuanto a las evidencias físicas del  cerebro de los neandertales, cabe decir que las fisuras silvianas detectadas en el vaciado endocraneal de La Chapelle-aux-Saints son muy similares a las de los humanos modernos, lo que apoya la tesis de su capacidad para el lenguaje.



    Los continuistas defienden un modelo derivado de la morfología y etología comparada de primates que sugiere que la necesidad de grupos mayores entre nuestros primeros ancestros fue la que condujo a la evolución del lenguaje y a la encefalización de los homínidos.

    De esta manera, cuando el grupo se hizo lo suficientemente grande se produjo el rápido desarrollo del lenguaje, necesario para mantener la cohesión social. El tamaño del grupo depende del número de relaciones sociales que pueda controlar un individuo, el cual está relacionado con el tamaño del neocórtex.



     Entre los actuales primates el tamaño de los grupos está autoregularizado hasta llegar al punto crítico en que un tamaño umbral inalcanzable hace que se escinda el grupo. Una vez escindido, los grupos resultantes podrían crecer de nuevo hasta ese tamaño umbral y dividirse otra vez.
           
      Esta organización del sistema se vería drásticamente alterada con la aparición de una nueva variable, el lenguaje, que permitiría un crecimiento geométrico de ese tamaño umbral, disparándose hasta los ingentes tamaños grupales de las sociedades occidentales actuales. Esta tarea de almacenamiento, procesado y transmisión de la información necesitaría léxicos cada vez más amplios, sintaxis más complejas y, en consecuencia una reestructuración y aumento de la capacidad neuronal del cerebro

    Durante la evolución del Homo, la gramática y la sintaxis habrían emergido con el advenimiento de Homo sapiens arcaico hace entre 250.000 y 300.000 años, lo que se asociaría al primer desarrollo de las creencias. Ningún nuevo cambio genético habría sido necesario una vez logradas estas conquistas. El lenguaje surgiría como un útil parta interpretar la intencionalidad en la interacción social.

El principal hito en la evolución de la mente humana.

      Las diferencias entre el cerebro del hombre y del primate son cuantitativas, pues no se ha hallado una sola estructura cerebral en el hombre que no estuviese presente en el cerebro de otros primates.

     Sin embargo, se aprecia que –excepto las áreas olfativas- casi todas las regiones del cerebro humano son mayores que las de los de monos y simios.

     Entre las que más han crecido en el ser humano aparece el ganglio basal, el cerebelo o las áreas premotoras (APm), que juegan un papel primordial en el aprendizaje por procedimiento. 





      Las APm forman parte de la corteza motora que comprende las áreas de la corteza cerebral responsables de los procesos de planificación, control y ejecución de las funciones motoras voluntarias. Se suele definir procedimiento como un conjunto de acciones ordenadas y orientadas a la consecución de una meta.  En definitiva, es saber hacer algo. Los términos hábitos, técnicas, habilidades, estrategias y métodos quedan englobados en la palabra procedimiento. Conducir un vehículo, hacer el nudo de la corbata, vestirse, interpretar un mapa o construir una batería de preguntas de examen son ejemplos de procedimientos.



     También presentan mayor desarrollo el hipocampo, importante para el aprendizaje declarativo (almacena la información en la memoria a largo plazo. El conocimiento declarativo es información consistente en hechos, conceptos o ideas conocidas conscientemente y que se pueden almacenar como proposiciones) y para la memoria espacial, y el área de Broca, crítica para el lenguaje. Además, dos áreas neocorticales de asociación están especialmente desarrolladas en nuestra especie, como los lóbulos prefrontales que son básicos para la planificación a largo plazo y la creatividad, o las áreas de asociación parietales, importantes para los comportamientos que requieren síntesis de información auditiva, visual y/o somatosensora.

      La expansión del cerebro humano ha proporcionado un aumento en la capacidad de proceso de información, así como la conectividad sináptica de un cerebro mayor proporcionan capacidades incrementadas para romper en componentes discretos las percepciones sensitivas holísticas, las acciones motrices y los conceptos, y para combinar y recombinar flexiblemente estos elementos discretos en nuevas construcciones mayores y ricas en información.



     Otro diferencia con los simios la encontramos en la mayor plasticidad neuroanatómica del cerebro humano ante los estímulos medioambientales, que es compartida con otros muchos mamíferos y que hace que aquél pueda considerarse un órgano bioambiental o biosocial.

     Características del cerebro humano y su evolución es el hipermorfismo o desarrollo de un órgano cada vez mayor que la del estado de la especie ancestral. Un cerebro más grande no necesariamente significa más inteligente. El tamaño absoluto del encéfalo no es una buena medida de la inteligencia, ya que su volumen depende del tamaño del cuerpo. Los humanos no somos los mamíferos con el mayor encéfalo, siendo mayores los del elefante africano (5.600 gramos) o algunas ballenas (6.800 gramos).

    El encéfalo cumple las tareas de la coordinación del funcionamiento resto del cuerpo, y por lo tanto debe ser grande en las especies de gran tamaño corporal.
     Más preciso es hablar del coeficiente de encefalización, que mide el tamaño relativo del cerebro respecto al tamaño corporal. Los humanos tenemos un cerebro 7 veces superior que un mamífero de su tamaño, pero sólo  3 veces superior comparado con cualquier otro primate actual.



    Los cerebros de los chimpancés y gorilas tienen una alta tasa de crecimiento prenatal, pero está se frena ostensiblemente después del nacimiento. Sin embargo, los humanos se diferencian de sus primos porque en su evolución lograron obtener un rápido crecimiento del cerebro antes del nacimiento y dos años después de éste.

     El neocórtex es la estructura que más ha crecido con relación al peso corporal, y su crecimiento y desarrollo están íntimamente relacionados con el de las funciones cognitivas. 



    Otra característica del cerebro humano es que cuando se produce un desorden en el hemisferio izquierdo es seguido de una transferencia al hemisferio derecho de las funciones lingüísticas normalmente regidas por el izquierdo. El gran éxito de la evolución de los homínidos ha sido asegurar la organización asimétrica, que ha doblado la capacidad de la corteza. La estrategia de la asimetría ha permitido un gran crecimiento del neocórtex sin requerir demasiado crecimiento del cerebro.

     Después de lo visto y, de acuerdo con lo expuesto, se podría afirmar que el primer hito en la evolución del cerebro humano pudo ser el desarrollo del lenguaje como medio de comunicación codificada asociado a una creciente capacidad para la abstracción, para la creación y uso de símbolos portadores de información. Este proceso, plasmado en la escala del tiempo, apenas despegó durante millones de años.


     Sin embargo, inesperadamente, hace uno 40.000 años, la creación y transmisión de ideas en el espacio y en el tiempo experimentó una gran aceleración  que desembocaría en lenguajes complejos que se plasmarían físicamente en pinturas, signos, símbolos e iconos que culminaría con la externalización de la información que supone la escritura.



Primeros símbolos humanos



      Un salto importante fue la mecanización de la escritura que supuso la imprenta. La difusión del conocimiento sufrió un empuje inusitado. El siguiente gran hito sería la revolución informática y la irrupción de internet. Ahora sí que podemos apreciar la magnitud del cambio producida en unos pocos cientos de años.


Imprenta de Gutemberg



Internet

    En el otro extremo de la línea temporal, asistimos hoy casi atónitos a un crecimiento exponencial, no de la capacidad intrínseca de nuestras mentes, sino de la potenciación extrasomática de las mismas. También entrevemos la posible consecución del ambicioso objetivo de crear inteligencia consciente más allá de la computación, o incluso una suerte de inmortalidad de las mentes individuales mediante su volcado a un soporte informático.  Estos gigantescos avances tecnológicos, según Burguete (La Voz de la Ciencia) parecen llevarnos inexorablemente hacia la singularidad que anuncia Ray Kurzweil, apóstol del transhumanismo, ingeniero experto en inteligencia artificial, cree que estamos acercándonos al momento en que las máquinas ganen consciencia. A ese momento él lo llama, la singularidad.




      Las interfaces cerebro-máquina, además de las casi inimaginables mejoras a nivel médico y sensorial, podrían permitir en un plazo no demasiado largo, el control de todo tipo de dispositivos con el pensamiento o incluso  la constitución de una red cerebral, una internet neural. Cerebros aumentados e interconectados. Telepatía, telequinesia y cerebros en red. Tal y como algunos creen que pueda existir la vida en el espacio, por lo que es necesario “escucharles” mediante radiotelescopios. Los sistemas estelares llamados Kepler 22 y Kepler 62 son prometedores hallazgos para la ansiada detección de alguna señal de radio emitida por alguna civilización de este tipo.



Área de la galaxia estudiada por la nave espacial Kepler (Imagen: NASA)

     Divulgadores científicos y escritores de ciencia-ficción hablan del próximo hito que supone la colonización de otros mundos y el contacto con otras formas de vida  inteligente.  Este nuevo jalón en la exploración humana hallaría pleno respaldo y justificación en las ideas de mentes como las de Kurzweil, Dyson o Gardner en El Universo Inteligente



     Éste último es el autor de la hipótesis del biocosmos egoísta cuya idea básica es que la vida y la inteligencia son el fenómeno cósmico principal y que todo lo demás, es decir, las constantes de la naturaleza o los caminos de la evolución biológica, etc., es secundario y derivativo (Inteligencia artificial vs alma). La emergencia de la vida y de la inteligencia no serían accidentes sin sentido en un cosmos hostil casi carente de vida, sino que residen en el núcleo de la vasta maquinaria de la creación, de la evolución y de la replicación cósmica.

       Burguete (La Voz de la Ciencia) comenta: “Podrían estas ideas casi metafísicas tildarse de sumamente especulativas cuando ni siquiera hemos hallado vida inteligente fuera de la Tierra y, según algunos que tiran de ironía, aún tenemos que demostrarnos a nosotros mismo que existe en nuestro propio planeta”.

Bibliografía
Resumen del artículo de Carlos Burguete Prieto en Evolución de la mente. Desde el inicio de la encefalización en primates hasta el universo inteligente, La Voz de la Ciencia

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